Las lecciones de la celeste
Por Emiliano Cotelo
(emitido a las 7.00 Hs.)
En este fin de semana la selección uruguaya de fútbol nos dio otra alegría. Le ganó a Corea del Sur y se ubicó entre las ocho mejores del mundo.
El pasado sobrevolaba, claro. Ante cada partido que juega la "celeste", los hinchas y los periodistas deportivos estamos todo el tiempo comparando: ¿Cuánto hacía que Uruguay no conseguía tal o cual cosa en un Mundial? Pero, afortunadamente, ese reflejo nefasto por mirar para atrás, no está condicionando a los jugadores. Lo saludable es que se sienten muy libres. Parece que han logrado zafar de toda aquella historia de glorias lejanas y desastres recientes. Están protagonizando su propia historia. Y lo están haciendo muy bien.
La gente, a su vez, festeja como nunca, embandera casas y autos, se pinta la cara y sale a la calle, en paz y con la sonrisa a flor de labios. Los resultados de la selección en Sudáfrica nos hacen bien a todos. Como hace tiempo que no ocurría, tenemos un motivo que nos reúne y nos acerca, más allá de ideas políticas o religiosas. Estamos entusiasmados con el Uruguay. Vemos que, trabajando de manera seria y organizada, se puede obtener metas que hace poco parecían imposibles.
El punto delicado que se nos presenta por delante es: no pasarnos de rosca en la exigencia. Disfrutar y aprovechar esto del Mundial como un estímulo, pero no cargarlo de un dramatismo supremo. La "mejor mejora" no es aquella que de un día para el otro nos hace saltar del pozo al cielo. La "mejor mejora" es aquella construida sólidamente, de manera paulatina y con pasos seguros. Eso es lo que está haciendo esta selección. Eso ya lo demostró. Y eso ya debe enorgullecernos y servirnos de enseñanza.
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