La selección también hace pensar
Por Emiliano Cotelo
(emitido a las 7.00 Hs.)
Hace mucho tiempo que una selección uruguaya de fútbol no despertaba entre nosotros tantos sentimientos, de alegría, de orgulloso, de ilusión.
De eso ya hemos hablado mucho en estos días.
Pero me impresiona también todo lo que este equipo nos está haciendo pensar. Sí, también la celeste nos ha despertado la creatividad, por ese otro lado, el racional.
En las discusiones de nuestra Tertulia, en los centenares de mensajes de los oyentes, en las declaraciones de dirigentes del fútbol y en lo que se dice a nivel de gobierno, aparece una cantera de lo más interesante de oportunidades que los uruguayos vemos que se nos abren a partir del rendimiento de la celeste en el Mundial.
Por ejemplo, unos proponen que el ejemplo de esta selección sea capitalizado por la AUF y los clubes para impulsar un salto cualitativo en el fútbol que se juega dentro del Uruguay.
Hay quienes ponen el acento en la violencia que rodea a los espectáculos deportivos en nuestro país, y entienden que estos jugadores bien educados y modestos, enérgicos pero no golpeadores, y que pertenecen a distintos equipos son la base ideal para una campaña muy potente destinada a liquidar de las canchas a los hinchas descontrolados y a los propios jugadores guarangos y provocadores, que también los hay.
También se escuchan voces que llaman a explotar esta enorme popularidad del fútbol para organizar campeonatos escolares, a diestra y siniestra, que saquen a los niños y adolescentes de las calles y los alejen de la droga y de la delincuencia.
Además, ya en otro plano, otros sugieren que la difusión y el respeto que la celeste está consiguiendo a nivel internacional son una plataforma magnífica para la promoción de Uruguay en el mundo, como productor de cultura, como exportador de bienes de alta calidad y como destino para las inversiones.
Y están incluso los que se concentran en esa unidad nacional casi inédita que la celeste ha instalado entre la gente. Dicen que esa fraternidad, ese optimismo y ese amor por la bandera nacional que se ha extendido en todo el país debe ser un ejemplo para los líderes políticos. Que los dirigentes deben cuidar ese clima proclive a los acuerdos multipartidarios que hemos visto en los primeros meses de este gobierno, para que no se desdibuje y, por el contrario, se consolide y deje como natural y necesaria una relación gobierno-oposición que funcione de manera constructiva y que permita desbloquear tantos problemas y desafíos que tenemos pendientes como país.
Ninguno de estos planteos es disparatado.
Todos tocan aspectos sensibles e importantes de nuestro futuro.
Y me parece maravilloso que estas discusiones estén siendo propiciadas por once muchachos y un director técnico que andan jugando unos partidos de fútbol, allá en Sudáfrica.
Está claro que nos han movido los esquemas. Y, por lo visto, les tenemos mucha fe.
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