Unifem: las cifras de violencia contra mujeres en Uruguay "sorprenden por su magnitud"
En Uruguay, cada 10 días muere una mujer por violencia doméstica. Se trata de un problema que atraviesa todas las capas sociales, pero en los estratos socioeconómicos más bajos o en las zonas alejadas de la capital la solución se torna más difícil. Irene Rodríguez, responsable del programa Unifem para Uruguay, dijo a En Perspectiva que la violencia de género en nuestro país es más grave de lo que suele pensarse y que la capacidad de respuesta institucional ante este fenómeno está desbordada. El mes pasado Unifem lanzó la campaña Activate Uruguay para concientizar a la ciudadanía sobre el tema. La iniciativa busca "generar una serie de redes de solidaridad [y] apelar a la conciencia más individual, a que somos parte del problema y parte de la solución", expresó.
(emitido a las 9.01 Hs.)
EMILIANO COTELO:
En Uruguay, en los últimos 12 meses, 35 mujeres murieron víctimas de violencia doméstica.
La cifra también puede leerse de otra manera: en nuestro país cada 10 días muere una mujer por violencia doméstica.
Y podríamos seguir dando números alarmantes... Por ejemplo, que se denuncia un caso de violencia doméstica cada 35 minutos; o que el número de denuncias por este delito es mayor que el de las rapiñas.
Estos datos fueron presentados ayer por las autoridades, durante la conmemoración del Día Internacional de Lucha contra la Violencia hacia la Mujer.
Con motivo de esta jornada, tuvieron lugar distintas actividades que buscaban llamar la atención sobre este problema que afecta a todas las capas de la sociedad.
***
EC - Para profundizar en este tema, y en particular en la campaña "Activate Uruguay", recibimos a Inés Rodríguez, responsable del programa Unifem para Uruguay.
En primer lugar aclaremos qué es Unifem, porque existe desde 1976, pero estoy seguro de que muchos no la han oído nombrar.
IRENE RODRÍGUEZ:
Es que el nombre no se corresponde con la sigla, así que lo vamos a decir en español: es el Fondo para el Desarrollo de las Mujeres de las Naciones Unidas. Es una de las agencias del Sistema de las Naciones Unidas, como Unicef, que a ese sí lo conoce todo el mundo, que es el Fondo para la Infancia. Unifem se dedica al desarrollo de las mujeres. Y a partir del 1º de enero no nos llamaremos más Unifem, seremos ONU Mujeres.
EC - ¿Desde cuándo estás tú como representante de Unifem en Uruguay?
IR - Desde hace un año y dos meses.
EC - ¿Y desde cuándo estás involucrada en estos temas?
IR - Desde hace 15 años.
EC - Ayer fue el Día Internacional de Lucha contra la Violencia hacia la Mujer. Pero la violencia doméstica es un concepto más amplio todavía. Yo decía recién tantas muertes de mujeres por violencia doméstica, pero la violencia doméstica involucra también, lamentablemente, violencia contra niños, ancianos y también hay casos de hombres víctimas de violencia doméstica. ¿Por qué en estas jornadas están poniendo tanto el acento en la violencia contra la mujer? ¿Es un problema mayor?
IR - Cuantitativamente, sin duda, es un problema mayor. Y además es también una reivindicación de un concepto que tiene que ver con la violencia de género, con la violencia machista, como la llaman en España. Que es: por el hecho de ser mujer te agredo, te humillo, te destrozo y finalmente te mato. Efectivamente, son trágicas las cifras, con las niñas también, claro que hay violencia infantil y en algunos casos más hacia los niños que hacia las niñas, pero la razón es diferente, ese es el tema.
EC - ¿Cómo es esto?
IR - La violencia de género tiene que ver con la construcción de los roles de género, que históricamente discriminan, subordinan, y ponen a la mujer en una posición de inferioridad, esto era así hasta muy recientemente. Si miramos la perspectiva histórica, en los sesenta, cincuenta, por ejemplo en mi país, España, las mujeres no podían salir solas a la calle, no podían comprarse una casa, no podían hacer nada sin el permiso de su padre o de su hermano, entonces tú en esa degradación...
EC - ...Ese antecedente es impresionante. ¿Hasta qué fechas ocurría eso?
IR - Hasta los años cincuenta. Fue con la democracia que empezaron a cambiar las leyes en España, a partir de los años sesenta, y más profundamente a partir de nuestro generalísimo Franco.
EC - Aclaremos, cuando hablamos de violencia hacia la mujer, no hablamos solamente de violencia física. Se grafica mucho el problema viendo las cifras de muertes, de heridas, etcétera, pero la violencia hacia la mujer es mucho más que eso; está también, por ejemplo, la violencia psicológica. ¿Qué otras variantes?
IR - Los ciclos de violencia son como el comportamiento, la manera de comunicar por decirlo con una metáfora horrible, porque agredir no es comunicar, tiene que ver con las amenazas, con el desprecio, con la humillación, con los silencios de los hombres hacia las mujeres en muchísimos contextos, el "callate, tú no sabes", poner en evidencia a las mujeres ante los amigos. Son maneras de violencia que van minando la autoestima de las mujeres de una manera impresionante.
EC - Carla decía más temprano que una de las más difíciles de demostrar es la violencia económico-psicológica.
IR - Las cifras que tienen que ver con la dependencia económica de las mujeres en el mundo en general. En la región latinoamericana, son brutales, las mujeres están casi en un 70% en dependencia de sus compañeros, sean esposos o no. Porque ese es otro tema, en países donde la promiscuidad es también muy grande lo hemos visto en muchos estudios en algunos países de la región latinoamericana hay hombres que tienen tres, cuatro familias, y la dependencia es absolutamente patrimonial, desde la vivienda en la que habitan, pasando por todas las necesidades básicas de la manutención. Es una violencia económica también fuerte.
EC - ¿Qué lectura hacen en Unifem de las cifras que se dieron a conocer ayer, las que se actualizaron ayer sobre la situación de la violencia doméstica hacia la mujer en Uruguay?
IR - En lo particular, como institución, también como Unifem, venimos analizando las cifras, los promedios a nivel mundial, y ningún país sale del promedio, eso es lamentable. Es una cifra horrible, tres de cada cuatro mujeres en el mundo van a sufrir violencia física o sexual, y manejar ese dato con esa contundencia es terrible. Las cifras del Uruguay a mí particularmente me han sorprendido por su magnitud, porque uno sospecha de algunos países que suceden cosas, pero Uruguay tiene una institucionalidad y una caracterización como país de ojos hacia fuera, de país donde está todo bien, como dicen ustedes.
EC - Obviamente no es la realidad. Si comparamos con España, ¿qué dicen las cifras?
IR - En comparación con España las cifras en muertes no hablo de denuncias ni de la violencia subregistrada, por cierto, hay un subregistro mucho mayor que lo que se expresa son altísimas, porque en España hubo 76 muertes este año en 45 millones de habitantes, y Uruguay 26 muertes y tres millones, la proporción es horrible. Pero creo que tienes que comparar a Uruguay con la propia región latinoamericana. En Argentina por ejemplo, en el primer semestre de 2010 hubo 126 muertes, claro, contá los millones de habitantes, y en Paraguay entre 2008 y 2010 hubo 944 muertes, un promedio de más de 300 mujeres al año, de las que solo hubo 61 sentencias contra el agresor. La impunidad para mí es la mayor falencia del sistema, los delitos quedan impunes, ¿entonces?
EC - ¿Hay algún sector de la sociedad en el cual se pueda decir que esté más extendida la violencia hacia la mujer?
IR - No, atraviesa todas las capas sociales. Donde sí se puede focalizar en condiciones socioeconómicas es en la respuesta después de la violencia. Probablemente una mujer profesional, no dependiente 100% de la economía de su compañero, tiene una posibilidad mayor en el proceso de denuncia y en su emancipación, de efectivamente tomar una respuesta en un futuro. Una mujer con una dependencia económica, no. Entonces se agudiza el proceso posterior, pero no el hecho.
EC - ¿En todo el mundo está distribuido en forma pareja en las distintas clases sociales?
IR - Sí.
EC - ¿Sí?, ¿tan contundente?
IR - No se puede ser tan contundente cuando no hay una línea de base, los países no son capaces de registrar bien las líneas de base, no hemos sido capaces, ningún país, ni siquiera los más desarrollados. Pero por los estudios comparados desde hace años, la violencia está mucho más oculta muchas veces en las capas más altas, hay mucho mayor subregistro porque el estigma social es muchísimo más brutal en una familia de abogados que en una familia, con todo el respeto, de profesionales de la construcción. Ese estigma hace que el subregistro de las clases altas sea mayor. Yo que he trabajado mucho en violencia en España, con las abogadas que empezaron hace 25 años en estos temas, y sus mayores clientes y problemas eran con gente de la clase alta.
EC - ¿Y en cuanto a edades hay diferencias?
IR - La franja más bestialmente acosada es la franja entre los 15 y los 44 años, tanto de abuso como de violencia en todas sus manifestaciones, como de muerte.
***
EC - El fenómeno de la violencia contra la mujer tiene tantas aristas a analizar que el tiempo no nos alcanzaría. En cuanto a números, gráficas y a propósito del informe que dio a conocer ayer el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad, una de las gráficas que más me impresionó es esta a propósito de cómo se distribuyen los homicidios de mujeres según causas. Si tomamos todas las muertes violentas de mujeres en Uruguay, el 85% se debe a violencia doméstica, un 2% se debe a agresión sexual no doméstica, un 2% se debe a hurto, rapiña, copamiento, y un 10% de otros motivos, pero el 85% de las mujeres que mueren violentamente, muere por violencia en el hogar.
IR - Totalmente. Pero si cruzas este dato con el dato en que esto sucede en tu entorno inmediato, con tu compañero o el inmediatamente ex compañero, es todavía mucho peor, porque la mujer está en peligro en su propia casa. Eso es terrible, cuando yo tenía 15 años mi mamá me decía "cuidado, Irene, al salir, si cruzas la calle, las calles oscuras", pero no es en las calles oscuras donde suceden estas cosas, es en el hogar.
***
EC - Tú ibas a agregar otro dato.
IR - Te sorprendía el 85%; a nivel mundial la cifra de muertes en la franja de entre 15 y 44 años de mujeres por violencia doméstica es mayor que todas las muertes que suman el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y las guerras.
EC - Hay oyentes que quieren ahondar un poco más. Preguntan si en esos números se tienen en cuenta los suicidios. Raquel quiere saber qué se sabe a propósito de suicidios originados en violencia doméstica.
IR - No están registrados como violencia. Esa es una de las partes del subregistro, hay denuncias que están como amenazas, lesiones, se suicidó. Se sabe que se suicidó tras un período prolongado de violencia, pero no está registrado como violencia. Hay que aplicar muy bien los protocolos en esas instancias adonde acuden las mujeres víctimas en primera instancia, la policía, el centro de salud, si no se aplica bien ese protocolo y se detecta en primera instancia que es consecuencia de una agresión por violencia doméstica, estamos mal.
EC - Lo que sí se ha constatado es que si miramos del otro lado, si miramos al agresor, entre el 70 y 71 por ciento de los hombres que matan a sus mujeres luego se suicida o intenta suicidarse.
IR - Sí, luego se suicida. Eso se produce en casi todos los países. Es una decisión que toman sobre todo sabiendo las repercusiones que tiene la prisión, el hecho de destrozarse la vida; creo que lo hacen también con una intención clarísima de quitarse del medio. No me da ninguna pena.
EC - El mes pasado Unifem lanzó la campaña Activate Uruguay, en la que distintas figuras públicas, y también personas anónimas, ponen su rostro en afiches y avisos destinados a crear conciencia sobre este flagelo de la violencia contra la mujer y la niña. ¿Qué es lo que se busca con esta campaña?
IR - Tú lo has dicho, resituar el tema en un país en el que además reconocemos los esfuerzos de muchas instituciones, de la sociedad civil, del propio Gobierno, de los Gobiernos sucesivos, de las instituciones. Es resituar el tema desde nuestro rol más individual, apelar a la conciencia más individual, a que somos parte del problema y parte de la solución.
EC - Pero ¿a quién se apela?, ¿a quién se quiere activar?
IR - A la ciudadanía en su conjunto.
EC - Pero ¿el golpeador puede sensibilizarse, puede cambiar su conducta enfrentándose a una campaña como esta?
IR - Su conducta no, en absoluto; pero toman conciencia de los riesgos y de que la impunidad va siendo un cerco cada vez más cerrado. Hay psicólogos especialistas que dicen que un agresor es absolutamente irreciclable, podríamos discutirlo en otro programa, pero es así.
EC - ¿En la mujer agredida sí puede producir algún impacto esta campaña?, ¿puede cambiar algo? ¿Puede moverla a que efectivamente denuncie?
IR - Sí, generalmente estas campañas disparan el índice de denuncias. Es angustioso cuando no hay una buena respuesta, pero hay que poner los datos, los datos importan, los números importan. Esta campaña busca generar una serie de redes de solidaridad, porque no están solas y su problema es un problema, pero está sucediendo allá en el Chuy y también en Maldonado. Tienen que estar convencidas de que también hay todo un propósito y que no se tienen que sentir solas en esto, que hay una respuesta institucional que tiene que mejorar pero que está.
EC - ¿Se está apelando también al vecino, a la vecina de una familia en la que se sabe que hay violencia doméstica?
IR - Se está apelando, se está apelando a que, como dijimos hace muchos años las feministas, lo privado es público, hay que sacar que esto es un problema de la familia, ahí se resuelve. "No es mi problema"; sí, es tu problema, ciudadano.
EC - ¿Qué tienen que hacer ese vecino o esa vecina?
IR - Ese vecino o esa vecina tienen que acercarse a la víctima y mostrarle primero una solidaridad inmensa, y disponer de los recursos con ella necesarios, ayudar a que busque una solución, contextualizar esa solución. No se puede pedir a una mujer que salga de no sé dónde a las 12 de la noche con cinco hijos sin saber adónde ir, pero esa mujer tiene que saber que no está sola y que se ha disparado un mecanismo de compañía y de protección bien importante para las víctimas.
EC - ¿Este llamado a activarse también va dirigido a las autoridades públicas, al Ministerio del Interior y el Poder Judicial?
IR - Totalmente.
EC - Se lo pregunto porque hace pocos días, ante una denuncia presentada por ONG uruguayas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó su preocupación por el grave problema de violencia doméstica que vive nuestro país y los "obstáculos significativos" que enfrentan las mujeres al intentar acceder a los recursos judiciales para obtener protección, y para que se investiguen y sancionen estos actos. ¿Ustedes comparten ese diagnóstico sobre cómo están las cosas, no en cuanto a violencia doméstica sino en cuanto a capacidad de respuesta en Uruguay?
IR - Sí, compartimos ese diagnóstico. Yo creo de verdad que ha habido una omisión, a veces involuntaria, al pensar que estamos en un país genial, que lo estamos por cierto, pero que tiene unas falencias impresionantes, y en este tema se ha desbordado. Desde ayer el ministerio activaba con esta "Guía de procedimiento policial" el tema de atención a las víctimas, que es fundamental, porque no es lo mismo llegar a una sentencia que dice "la agredió" que relatar el hecho de la agresión para que un juez, una jueza, tomen conciencia de los riesgos. En el caso que se llevó a la Corte Interamericana, el agresor estaba en la cárcel y le mandaba flores y una carta cada día, y la jueza lo que dijo fue que qué más podía esperar una mujer que que le mandaran una carta y una flor. Creo que la ascendieron, además.
EC - Sí, la síntesis de la carta fue publicada por el matutino La Diaria cuando hacía las crónicas de estas sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Yo la leí al aire, porque quedé realmente anonadado cuando me enteré, y las ONG relataron un caso paradigmático: una víctima que denunció el incumplimiento total y absoluto de las medidas cautelares todas las mañanas recibía del agresor una rosa y una carta en la ventana de su dormitorio; la rosa pertenecía al rosal de la casa que habían compartido muchos años, y la carta decía cosas espeluznantes, hablaba de cómo iba a matar a su pequeña hija delante de ella, luego a ella y luego se iba a suicidar. Le mostraron esas cartas a la jueza para que solicitara el arresto; la jueza miró con atención las cartas, una a una, levantó la vista y dijo, dirigiéndose a la mujer: "¿De qué se queja, si que le envíen cartas y rosas es todo lo que una mujer puede querer?". Cuesta creer que esta sea la actitud de una jueza. Además no es un juez, es una jueza. Cuesta creer que esto sea un caso real, y sin embargo es.
IR - Absolutamente, lo es. El Poder Judicial tiene que tener un rol al que apelar, el diagnóstico que hacen muchas organizaciones aquí es que es ahí donde está el mayor de los problemas, lo identifican en una omisión, por eso se habla de feminicidio y de femicidio cuando presentan un caso a una corte, es la omisión del Estado en el cumplimiento de los procesos adecuadamente.
EC - Esto vino a cuenta de que tú decías que era importante este "Manual de procedimiento policial", porque una pieza esencial es cómo se redacta el parte cuando la mujer se anima a presentar la denuncia.
IR - Claro, yo entiendo que es un difícil rol encontrarte con una víctima, hay que estar preparado para ello y hay que invertir en esa especialización, porque una mujer que llega asustada, confundida, a veces no sabe ni qué día es cuando lo va a relatar, no recuerda cómo se llama, ha borrado de su mente algunos episodios, y al final no es capaz de tener un interlocutor que la tranquilice y le diga "tú no eres la culpable, tú eres la víctima, sentate, ¿qué ha pasado?". Y tomarse el tiempo profesionales que estén realmente atendiendo un relato, porque a partir de ahí se disparan las posibilidades de esa mujer de salir, es un gran disparador. O se la frustra. Porque si al final la cosa "amenaza", una denuncia de amenaza no conmueve a un juez. Una especialista española en violencia me decía: "Irene, no es lo mismo decir me maltrató que decir recibí 60 patadas en la barriga, con un arma blanca mientras lo tenía en el cuello, después agarró a mi hija, después me volvió a patear a mí, me hizo sangrar". El relato no es lo mismo.
EC - ¿Qué hay que hacer con los jueces o las juezas? ¿Quién se encarga de crear una especialización en esta materia, de generar una sensibilización que por lo visto no es obvia?
IR - No es obvia, porque los jueces también son parte de una cosmovisión, como todas las personas y con todo el respeto por todo el sector de la justicia, pero están atrapados también en una interpretación naturalizada de la violencia, "algo habrás hecho". Eso te lo dicen los jueces, yo lo he escuchado a lo largo y ancho de América Latina, conozco muchos casos, en España también. Tienen que tomar conciencia.
EC - Pero ustedes como Unifem, ¿están en contacto con el Poder Judicial, la Suprema Corte de Justicia para trabajar en esta materia?
IR - En este país queremos tener acercamiento y no lo estamos haciendo, en otros países tenemos un contacto absolutamente estrecho, hay demandas permanentes de desde la escuela judicial, las escuelas judiciales ya están interviniendo con módulos, lo está acompañando Unifem en muchos países centroamericanos, por ejemplo, y con la Cooperación Española también. En Uruguay todavía no estamos trabajando con eso, esperamos poder hacerlo el año que viene, si quieren, porque creo que ellos tienen que hacer su trabajo, pero abrir un poco más la cabeza sobre esta causa.
EC - Un punto crítico en todo este esquema de protección a la mujer maltratada son las medidas cautelares que dispone el juez o la jueza cuando se denuncia un caso de agresión. Es conocido por todos en Uruguay que esas medidas cautelares después se llevan a la práctica de manera muy relativa. Quizás porque no tenemos los medios, porque entre el Poder Judicial y la policía no hay recursos suficientes como para efectivizar, por ejemplo, una medida que le prohíbe al esposo acercarse a menos de tantos metros de la casa donde vive su mujer. ¿Cómo se resuelve esto?
IR - Se resuelve velando por que las medidas cautelares se cumplan.
EC - Claro, muchas de las muertes de mujeres ocurren cuando ya denunciaron, cuando el agresor tiene una prohibición de acercarse a ella, y sin embargo se acerca y la mata.
IR - Yo creo que hay que poner los recursos a disposición. No creo que sea falta de voluntad, tampoco es una cuestión de tener un guardaespaldas policial 24 horas, pero hay que pensar muy bien cuándo se hace una medida cautelar y cuándo no. Esa ha sido también una lucha, las reivindicaciones de las leyes de violencia más a la vanguardia, si quieres, dicen que es un delito que tiene que procesarse con cárcel. Cuando hay una denuncia de que uno ha sido maltratado 10 años, te han amenazado de muerte, ¡por favor!, vamos a ver cuándo se aplica una medida cautelar y cuándo hay que aplicar otro tipo de sentencias.
EC - Que la medida cautelar sea la prisión.
IR - Perfectamente, hasta que salga el juicio y se demuestren ciertas cosas. En España y en muchos países la gente va presa perdón que refiera al mío, pero es el que más conozco, es así. Yo he trabajado mucho estos temas en Nicaragua, y me pasaba lo mismo hasta que se cambió la ley, porque los jueces hablaban de la reconciliación; no, discúlpeme, reconciliación después de años de violencia... no le puedes pedir a una mujer que un juzgado de familia se dedique a hacer reconciliación. Hay que sentenciar, es un delito.
EC - Y sin llegar a la prisión como primera medida, ayer el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, decía que en el plan en el que se encuentra su cartera de adquirir e incorporar la tecnología de las pulseras electrónicas que permitan localizar a una persona vía GPS, estaban pensando que uno de los usos posibles de esas pulseras fuera para los casos en que un juez, una jueza decreta medidas cautelares de distanciamiento del agresor con respecto a su mujer. ¿Cómo ven esa posibilidad?
IR - Es un elemento más en un conjunto de respuestas, y que en algunos países se hace ya, está funcionando.
EC - ¿Funciona? Se lo pregunto porque el sistema tiene que ser tan ágil como para reaccionar cuando se comprueba que ese señor pasó la barrera que no tenía que pasar, cuando pasó el límite y se encuentra a menos metros de lo debido. La locura puede ser tan grande que con pulsera y todo ese hombre se exponga a ser detectado, pero actúa tan rápido que ya no hay tiempo para reaccionar.
IR - Tener una pulsera con un GPS, con esa tecnología, primero supone una inversión, insisto, se tiene que haber invertido en muchas otras cosas antes, y puedes detectar, a veces puedes evitar, y efectivamente en algunos casos funcionará y en otros no. Creo honestamente que también es una medida de disuasión, porque al final el agresor tiene una pulsera que no se puede quitar y tiene el peso en su conciencia "me acerco, no me acerco". Juega también ese rol, está muy estudiado cómo puede afectar eso a la psicología de la persona en su intención o no. Es un inhibidor, no es la gran solución. Y si no tienes toda una estructura, y te aplica la ley y te vas a la cárcel y no sales más, entonces es un delito y te va procesar por lo penal, por la pulsera.
EC - ¿Cómo estamos en cuanto a servicios de asesoramiento y ayuda a la mujer víctima de violencia doméstica? ¿Qué pasa, por ejemplo, con los números telefónicos a los que una mujer en esta situación puede recurrir para pedir ayuda?
IR - Hay todo un despliegue todavía insuficiente, los números no funcionan las 24 horas.
EC - ¿No funcionan las 24 horas?
IR - No. No hay todos los servicios de atención que se necesitarían, el Inmujeres está intentando desplegar unidades especializadas a nivel nacional, es una inversión grande, es insuficiente todavía, ahora mismo no hay casas de acogida para las mujeres, como las llaman, o casas de medio camino. Sí en Montevideo, pero una mujer del Chuy la tiene difícil. Entonces por ahí hay que seguir apuntando a esos servicios para garantizar la respuesta a una mujer que decide denunciar, que va a asumir las consecuencias de esa denuncia probablemente con un abandono del hogar.
EC - ¿Unifem en particular puede hacer algo en ese sentido?
IR - No podemos poner casas de acogida, pero podemos brindar todo el apoyo para los profesionales que atienden estos casos, que les dan seguimiento y ponerlos al servicio de la administración pública. Por supuesto, eso lo hacemos y estamos a disposición de la demanda de los ministerios y las competencias.
EC - Y en cuanto a los números de SOS, los números a los cuales recurrir cuando ya la situación no da para más, cuando se quiere hacer la denuncia o cuando se necesita una ayuda in extremis, ¿qué es lo prioritario ahora? Me dejó pensando eso de que no todo funciona 24 horas. ¿Hay alguno que funciona 24 horas?
IR - No.
EC - Ninguno. ¿Ese podría ser el primer paso, podría ser la prioridad?
IR - Esa es una prioridad, hay toda una intención, se está intentando, está en proceso, hay que tener mucho personal a ese servicio, y hay que tener una respuesta después, porque efectivamente van a incrementarse las denuncias, y la situación de miedo también asusta a las instituciones.
***
Transcripción: María Lila Ltaif
Materiales relacionados:
Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual
Instituto Nacional de la Mujer
Ley 17.514 de violencia doméstica
Ley de procedimiento policial para casos de violencia doméstica
Decreto que reglamenta la ley de procedimiento policial para casos de violencia doméstica
Últimas cifras de violencia doméstica, presentadas el jueves 25 de noviembre en el marco del Día internacional de la Violencia Doméstica
-
- Imprimir
Compartir