La Audiencia Opina

"Sobre fugas y alternativas" – Carta del Dr. Daniel Sayagués Laso, defensor de oficio de adolescentes (15/02/2011)


SOBRE  NUESTRAS  DECLARACIONES  CON  RESPECTO  A  LAS "FUGAS"  DE  LOS  "HOGARES"  DEL  INAU


El pasado jueves 10 de febrero fuimos entrevistados por un canal de televisión a propósito del caso del adolescente apodado "El Brandon" y su anterior "fuga" de un centro del INAU. Allí procuramos distinguir entre lo que son las "fugas" de los centros "cerrados" (como la protagonizada por este adolescente del "Hogar Sarandí") de las también llamadas "fugas" de los centros "abiertos" como el "Hogar La Casona". En los primeros, los adolescentes están alojados en celdas de las que salen durante una hora por día a un patio exterior que está rodeado de un alambrado perimetral. En los segundos, en cambio, los adolescentes se alojan en dormitorios (no celdas) y no existe ningún alambrado perimetral ni otra medida de seguridad que pueda impedir que los adolescentes se vayan cuando quieran.

Para ilustrar esta situación, mencioné el caso de un joven (cuyo nombre brindaremos a la justicia penal si nos es requerido por ésta) que el día 2 de febrero pasado había relatado en una audiencia en el Juzgado de Adolescentes de Tercer Turno (frente a la Sra. Juez, la Sra. Fiscal Adjunta, la funcionaria receptora y quien esto escribe) cómo se había producido su última "fuga" de "La Casona", el día 9 de junio del 2010, la que fuera comunicada al Juzgado al día siguiente. Según su versión, al llegar al "Hogar" un funcionario lo habría consultado sobre su voluntad de permanecer o no en el centro. Como él le respondió que pensaba irse, el funcionario le habría dicho que empezara a correr y que él avisaría al retén policial veinte minutos después.

En realidad, esa era una de las tres "fugas" producidas en promedio ese día (1.024 ÷ 365 días = 2,8 por día). Si mencionamos este caso y no otro fue porque era el que estaba más fresco en nuestra memoria ya que nos había sido relatado unos días antes.

Lamentablemente, dicha anécdota dio pie a que se infiriera que muchas de esas "fugas" eran posibles gracias a la colaboración de funcionarios o eran inducidas por éstos. Y ello no es así: los adolescentes trasladados a esos centros no requieren de ninguna colaboración o incitación de los funcionarios para irse de los mismos, ya que pueden hacerlo cuando lo deseen puesto que no hay nada que se los impida.

Seguramente habrá funcionarios que los alientan a irse (como el que mencionó el joven), otros que los estimulan a quedarse (como nos consta que existen) y otros que se mantienen en una actitud indiferente. Pero el que un adolescente se vaya o no de un centro "abierto" depende de su exclusiva voluntad. Y no es responsabilidad ni de los funcionarios ni de la dirección de esos centros, sino de la institución que coloca a esos adolescentes en situación de decidir si permanecen o no en los mismos.

Prueba de ello es lo que surge de un informe -cuya copia está en nuestro poder- en que la dirección de uno de estos centros "abiertos" expresaba su disconformidad con que se derivara al mismo por tercera vez a un adolescente que ya se había "fugado" del mismo en dos oportunidades: "Debe tenerse en cuenta que cada salida no autorizada implica perjudicar aún más su situación judicial ya que en su mayoría los jóvenes son reintegrados con otra causal". Era el cuarto proceso judicial que se le iniciaba a ese adolescente. Ese mismo día se volvió a "fugar" del centro. Once días después volvió a ingresar con su quinta causa.
El sindicato de funcionarios del INAU (SUINAU), por su parte, ha denunciado públicamente esta situación desde hace tiempo. En declaraciones formuladas al diario "El País" el 11 de agosto de 2009, en ocasión de la "fuga" del doble homicida apodado "El Leito" (quien se fue de "La Casona" caminando), Claudia Montenegro -presidenta de la mesa sindical de la Colonia Berro- manifestaba: "Desde enero hasta julio de este año" (2009) "ocurrieron 230 fugas de La Casona" (1,3 por día). "Se trata de una válvula de escape del sistema", afirmó.

Lo que ocurre es que como los centros llamados "cerrados" están siempre al tope de su capacidad, y no se han construido nuevos centros de esta naturaleza en los últimos años, el único lugar al que se puede trasladar a los adolescentes es a estos centros llamados "abiertos" de los cuales, repito, ellos se pueden ir cuando lo deseen.

Y que algún funcionario demore o no la dada cuenta al retén policial en nada cambia la situación. En el caso de que lo detengan y lo reintegren al centro se volverá a ir cuando quiera. En un comunicado del "Hogar El Hornero" (otro de los centros llamados "abiertos"), bajo el título de "Informe de salida no autorizada" se expresa: "Se comunica a esa Sede Judicial que el día 3/8/09 el joven mencionado había sido reintegrado a este Centro, después de su SNA (salida no autorizada) en la mañana del día de la fecha (y) vuelve a fugarse al poco rato, desde el patio exterior."

Por eso es que la cifra de "fugados" durante el año 2010 coincide casi con exactitud con la cifra de internados en el "Hogar Puertas" (que funciona como centro de ingreso para los adolescentes varones mayores de 15 años) y con la cifra de adolescentes trasladados desde allí a los centros "abiertos" durante ese año: unos mil.

La cifra de los "fugados" de centros "cerrados", en cambio, no debe pasar de una treintena durante ese año.

O sea que el sistema "funciona" como si se tratara de una "puerta giratoria": para que puedan ingresar nuevos adolescentes al "Hogar Puertas" cada día deben trasladarse igual cantidad a los centros "abiertos", de donde se sabe se irán cuando lo deseen. Es más, si se intentara cerrar esta "válvula de escape" (por ejemplo, colocando alambrados perimetrales y guardia policial en dichos centros) el sistema colapsaría de inmediato. Basta pensar que el "Hogar La Casona" -de donde se "fugaron" 230 adolescentes durante el primer semestre del año 2009, según denunciara el sindicato del INAU, como ya vimos- tiene capacidad para 12 adolescentes. Dado que son trasladados allí unos dos adolescentes en promedio por día, si ninguno se "fugara" durante una semana el centro pasaría a alojar al doble de los jóvenes que permite su capacidad locativa. Y ello implicaría, seguramente, el estallido de un motín en dicho centro. En apenas una semana...

Por eso es que la única respuesta posible es crear un número elevado de nuevas plazas (que nosotros estimamos en unas 200) antes de intentar cerrar la "válvula de escape". Y en los pasados cinco años no se ha creado prácticamente ninguna. Por eso es que se ha llegado durante el año 2010 a un número récord de "fugas".

La disyuntiva está en cómo serán esas plazas: si nuevos lugares de encierro (celdas, contenedores) como los existentes actualmente en los centros "cerrados", o si aprovecharemos la oportunidad y los recursos disponibles para construir un nuevo sistema de privación de libertad para los adolescentes infractores. Nosotros somos partidarios de esto último.


UN  SISTEMA  DIFERENTE  PARA  LOS  ADOLESCENTES PRIVADOS  DE  LIBERTAD


Nosotros proponemos la construcción de un nuevo centro de privación de libertad con capacidad para 200 jóvenes al que se derivarían los adolescentes que nunca antes hubiesen estado privados de libertad, mientras que se seguiría derivando a los centros existentes en la Colonia a aquellos que ya hubiesen estado en los mismos, de modo de mantener a las dos poblaciones separadas y evitar que los primeros adquieran los "vicios" de los segundos (cómo fugarse, cómo organizar motines, etc.).
 
Ese centro se construiría también dentro del predio de la Colonia Berro y abarcaría una superficie de diez a veinte hectáreas. La Colonia tiene más de 200 hectáreas libres por lo que no hay necesidad de buscar un lugar nuevo. De ese modo, no solo se aprovecharía un recurso ocioso sino que el Estado se ahorraría el dinero que implicaría la compra de otro predio.
 
Sería algo totalmente nuevo en el que se comenzaría desde cero.
 
Ese nuevo centro tendría la forma de una estrella. En el medio de la misma estarían todos los servicios comunes: cocina, centro de salud, centro educativo, centro deportivo, etc. En cada brazo de la estrella se construirían barracas (no celdas) para alojar de 12 a 15 adolescentes en cada una, ya que una cantidad mayor a esa aumentaría el número de interacciones entre los jóvenes y, por ende, la posibilidad de conflictos entre los mismos, además de dificultar el trato personalizado de los educadores. Al fondo de cada una habría un dormitorio separado para los funcionarios que permanezcan durante el turno de la noche. Junto a cada barraca se instalaría un contenedor de los que vienen con los servicios sanitarios y duchas adentro. En cada barraca se colocarían cuchetas o camas individuales separadas por chapones, para otorgar cierta privacidad a los adolescentes. Cada uno tendría un locker con su llave en el que colocaría sus pertenencias. En el frente habría un espacio techado pero abierto con mesas y bancos para que los adolescentes pudieran estar allí reunidos durante los días de lluvia o para mirar televisión en los momentos de ocio.
 
Este centro estaría rodeado de un gran alambrado perimetral diseñado para impedir las fugas, colocando serpentines de acero en su parte superior e inferior de modo de disuadir a cualquiera que quisiera treparlo, como ocurre en el COMCAR y en algunos de los "hogares" ya existentes como el SER. Cerca de la puerta de acceso al centro habría uno o más locales a los que ingresarían aquellos que estuviesen internados como medida cautelar, esto es, a la espera del dictado de su sentencia. Allí un equipo de técnicos haría su evaluación y enviaría los informes pertinentes al Juzgado. Si, finalmente, se les dictara una sentencia imponiéndoles la privación de libertad, ese mismo equipo diseñaría un plan de trabajo con ese adolescente (una especie de "traje hecho a medida") que contemplara sus necesidades y que tuviera objetivos claramente establecidos y evaluables a lograr durante el período de privación de libertad establecido por el Juez, procurando que éste fuese el más breve posible como establecen las normas vigentes.
 
Se contrataría a nuevos funcionarios, educadores y técnicos para este centro, manteniendo a los actuales en los "hogares" ya existentes, de modo que también en este aspecto se estaría arrancando desde cero. Los nuevos educadores estarían encargados de supervisar el cumplimiento de la "agenda" diaria diseñada para cada adolescente: estudio de mañana para uno, deporte para otro, etc. de modo de utilizar los mismos servicios comunes para todos ellos en horarios diferentes. Los adolescentes circularían libremente por el predio durante el día realizando las actividades que fueron programadas para ellos. De noche irían a dormir cada uno a su barraca.
 
Como los nuevos ingresos serían derivados a este centro, los viejos "hogares" irían disminuyendo paulatinamente su población hasta quedar reducidos a su mínima expresión. Solo se alojaría allí a los que no se adaptaran al nuevo sistema.
 
En el caso de que alguno de los egresados de este nuevo centro reincidiera habría que analizar por qué ocurrió ello, de modo de aprender y mejorar constantemente el servicio. El éxito del mismo estaría dado cuando aquel que egresó no retornara más.
 
La construcción de esos barracones no insumiría mucho dinero (techos de chapa, cielorrasos de chapones con aislación térmica natural, etc.). Mientras que la construcción de 200 nuevos lugares de "encierro" (celdas, contenedores) costaría una fortuna, debido a las especiales medidas de seguridad que requieren (puertas blindadas, muros a prueba de boquetes, gruesas rejas, etc.). El dinero ahorrado en los alojamientos sería destinado a construir las instalaciones comunes ya mencionadas.
 
No se trata de una idea de imposible realización como alguno pudiera pensar. No solo existe en países desarrollados sino que el Hogar "Ituzaingó" (ubicado en la propia Colonia Berro) funciona desde hace una década de esa manera: los adolescentes van a sus celdas solo a dormir, realizan distintas actividades durante el día (deporte, educación, trabajo en la huerta y con los animales, etc.), no hay necesidad de medicarlos para soportar el encierro porque no están encerrados, no hay agresiones a los funcionarios ni intentos de motín por lo que tampoco hay que realizar requisas. Los adolescentes son tratados como seres humanos y responden como tales. Mientras que los otros centros "cerrados" han sido destruidos una y otra vez en los incontables motines e imposibilitan cualquier trabajo de "rehabilitación" con los adolescentes. Además de someter a los funcionarios que trabajan en los mismos a una situación de tensión permanente que lleva a que la mitad de ellos esté con licencia psiquiátrica.

         Al concentrar todos los servicios comunes en un mismo lugar  no habría necesidad de trasladar a los adolescentes a Montevideo para concurrir a la División Salud o al Departamento Laboral, por ejemplo, como ocurre actualmente. Solo se traería a la capital a quienes tuvieran audiencia en el Juzgado y se llevaría desde acá a los nuevos ingresos.
 
 En cambio, la alternativa propuesta por las autoridades del INAU consiste en crear varios centros en distintos lugares de la capital, comprando y adaptando inmuebles para que funcionen como centros de privación de libertad. O sea, construyendo más lugares de encierro. Lo que implicaría, además, multiplicar los gastos si se deseara disponer de los mismos servicios en cada uno de ellos.



Dr. Daniel Sayagués Laso

Defensor Público de Adolescentes