Entrevistas

Arq. Conrado Pintos: En una ciudad no se puede tirar cualquier edificio "para hacer cualquier cosa"

Arq. Conrado Pintos: En una ciudad no se puede tirar cualquier edificio "para hacer cualquier cosa"

Los uruguayos somos "más pobres". Las casas gemelas de Román Fresnedo Siri, ubicadas en la calle Ponce casi Palmar, hoy son escombros. Se trataba de uno de los hitos arquitectónicos más sobresalientes de mitad del siglo XX, y a criterio del arquitecto Conrado Pintos, "un espacio de una generosidad, una luz y una precisión en su diseño muy infrecuentes". Las máquinas topadoras no sólo tumbaron "el objeto, sino que pierden el conocimiento", señaló a En Perspectiva el profesor de Udelar. El experto aseveró: "Cualquier ciudad se construye por acumulación y por renovación, pero la renovación tiene que ser selectiva, inteligente". Ante esta situación, concluyó, "no hay crítica sobre la arquitectura".


(emitido a las 10.00 Hs.)

EMILIANO COTELO:
"Otra vez. Una más. Otra vez una operación destinada a enriquecer a un promotor empobrece al colectivo, y una vez más una iniciativa prescindible supone la desaparición de un ejemplo de calidad.

Otra vez una lección de arquitectura se transforma en escombros. [...]

Tal vez, aunque la estadística no alimente el optimismo, allí se construya un edificio de gran calidad arquitectónica. Más difícil será probar que tenía que ser allí, que había que suprimir lo que se suprime para alumbrar algo que pudo nacer en otro lado.

[...] En pocos días seremos más pobres. Tendremos un poco menos de pasado y seguiremos sin desear futuro.

Porque no se trata solo de la ignorancia, la indiferencia, el crudo cálculo económico o el miope cálculo político que impide ver o aconseja callar: se trata del desamparo cultural en el que se halla nuestra arquitectura.

[...] Mutilamos el pasado y, descuidando el presente, degradamos el futuro.

El patrimonio cultural de una sociedad no es una serie de reliquias que alegremente embanderadas veneramos el último domingo de setiembre. Es la acumulación de todo aquello que una cultura produce de manera firme, paciente y sostenida.

Es el coraje de innovar y la decisión de conservar.

Es también la indignación ante el incontenible avance de lo banal pisoteando torpemente la sabiduría que otros construyeron".

Las reflexiones pertenecen al arquitecto Conrado Pintos, profesor grado 5 de la Universidad de la República. Las escribió el mes pasado, cuando se enteró de que serían demolidas las casas gemelas, ubicadas en la calle Ponce casi Palmar, diseñadas en 1946 por el destacado arquitecto Román Fresnedo Siri.



Su alegato no tuvo éxito. Aquel edificio emblemático ya fue barrido por las máquinas topadoras. Pero el arquitecto Pintos, igual que otros colegas suyos, no piensa quedarse callado e insiste en que la sociedad uruguaya tiene pendiente un debate sobre cómo preservar su patrimonio arquitectónico de calidad.
 
Por eso vamos a conversar con él esta mañana En Perspectiva.

Hace unos cuantos días que estábamos tratando de concretar esta charla, pero usted andaba de viaje. Por supuesto, podríamos haberla mantenido por teléfono, pero habiendo pasado ya lo peor, nos pareció que lo más conveniente era que la conversación transcurriera mano a mano. Quizás hasta sea bueno que haya transcurrido algo de tiempo, que haya algo de distancia.

En primer lugar, ¿qué tenían de particular esas casas, las casas gemelas o siamesas –se las ha llamado de las dos formas– de Fresnedo Siri? ¿Por qué la demolición de esas casas lo llevó a reaccionar con esa carta y declaraciones a la prensa?

CONRADO PINTOS:
Esas casas eran un ejemplo particularmente relevante de arquitectura doméstica. Eran una obra de una gran sencillez, alguien en la prensa escrita decía "si uno pasaba por allí, no las veía". Esa es parte de su virtud, no todo tiene que estar a los gritos en la ciudad, y estas eran solamente dos casas, pero eran nada menos que dos estupendas casas.

EC - A mí lo que me llamaba la atención cuando pasaba y las veía eran esas cuatro ventanas tan altas que tenían al frente, con cortinas de enrollar; no quiero ni saber lo que pesaban esas cortinas de enrollar de madera, porque eran paños de ventana de doble altura.

ROSARIO CASTELLANOS:
Creo que él había inventado un sistema para aliviar esas cortinas.

CP - Tenían unos mecanismos de reducción que hacían que se tuviera algo así como el punto de apoyo para mover el mundo, pero para levantar las persianas.

EC - Menciono ese detalle porque quizás lo recuerdan muchos que pasaron por ahí.

CP - Y porque ese detalle exterior revelaba una cosa que es muy poco frecuente: que en el interior existía un espacio de doble altura que comunicaba diferentes zonas de la casa, y que además permitía el contacto entre dos exteriores, uno más privado, el del jardín, y el público. Era un espacio de una generosidad, una luz y una precisión en su diseño muy infrecuentes.

EC - Rosario, ¿qué agregas tú a esa descripción que daba valor al edificio?

RC - En ese edificio, como en la mayoría de las obras de Fresnedo, el diseño llega mucho más allá de lo que se ve desde la fachada, porque este hombre era de los que no perdían oportunidad de diseñar cada uno de los detalles, desde barandas hasta parte del mobiliario. Una particularidad muy interesante es el manejo de los espacios exteriores, de la vegetación, la forma en que calibraba la dimensión de un determinado jardín, por chico que fuera, de manera de sacarle el mayor partido. Ese espacio entre el exterior y la calle estaba muy bien tratado en estas casas y en otras que también están corriendo serio riesgo.

CP - Sí, se va salvando, por suerte, el patio de la Facultad de Arquitectura. Pero no tuvo la misma suerte el jardín del Sanatorio Americano, que era –creo yo– la razón de ser de todo el proyecto del Sanatorio Americano, del éxito de ese proyecto.

EC - Están mencionando dos obras también diseñadas por Fresnedo, la propia Facultad de Arquitectura y el Sanatorio Americano. Habría que agregar otras, por ejemplo el Palacio de la Luz.

CP - La casa Barreira, en bulevar Artigas y Guaná.

RC - Uno de los ejemplos más lindos es el de bulevar Artigas, es notable, y también tiene un cartel de venta que me preocupa mucho.

CP - La propia casa de Fresnedo en Punta Ballena está en un estado ya bastante comprometido.

EC - Tengo acá una cantidad de mensajes de los oyentes, y aprovecho uno que llegó hace poco, de Rodrigo de Pocitos, que dice: "Realmente me rechinan los seudoambientalistas que quieren conservar todo y los arquitectos conservaduristas de todo lo viejo".

¿Usted es un arquitecto conservadurista de todo lo viejo?

CP - No, a mí también me rechinan. Yo digo que hay gente que anda con una damajuana de formol debajo del brazo, que culturalmente es tan perjudicial como la que destruye indiscriminadamente. Cualquier ciudad se construye por acumulación y por renovación, pero la renovación tiene que ser selectiva, inteligente, no se puede tirar cualquier cosa para hacer cualquier cosa.

EC - ¿Por qué estas casas no se podían tirar?

CP - Porque eran un ejemplo particularmente valioso de calidad disciplinar, de calidad arquitectónica. Esas cosas que son, en particular en la arquitectura, en los edificios, lecciones que se pueden volver a repasar todos los días y se puede seguir aprendiendo de ellas, perderlas significa no solo perder el objeto sino perder el conocimiento.

EC - Sin embargo estas casas no estaban protegidas. Tengo entendido que hay dos grandes mecanismos para proteger una construcción de valor arquitectónico: uno, la Declaración de Patrimonio Histórico de la Comisión Nacional de Patrimonio; dos, que la Intendencia lo declare un bien de interés municipal.

CP - En ese caso no es que el bien quede absolutamente protegido, sino que ante la posibilidad de modificación lleva un trámite con una atención especial para valorar si la modificación o la desaparición del bien son justificadas.
    
EC - Son dos cosas distintas. ¿Qué implica la declaración de patrimonio?

CP - La declaración tiene distintos grados, seguramente Rosario lo puede explicar con más precisión que yo, pero puede implicar desde la conservación total del bien, o sea, la posibilidad solamente de restaurar, hasta la indicación de que deben mantenerse determinadas características de ese inmueble.

RC - En ese caso nunca la demolición.

EC - ¿Y la declaración de bien de interés municipal?

RC - Tiene cuatro grados de protección. El grado 4, que es el más importante, es el más riguroso en cuanto a qué elementos no podrían modificarse, habría que mantener; por supuesto, no modificación. Simplemente hay una gradación de protección, pero la Intendencia ha hecho un listado si se quiere más amplio –recuerdo que el arquitecto Limni fue un aporte fundamental–, porque la ley de creación de la Comisión de Patrimonio tiene una contrapartida de obligaciones que a veces complica el trámite. No así a la Intendencia en su grado de protección.

EC - Lo cierto es que esta obra no estaba en ninguna de las dos situaciones. ¿A qué organismo le habría correspondido colocarla protegerla?

CP - Tal vez a cualquiera, a todos. En ese sentido los mecanismos de protección son necesarios, existen en todo el mundo, pero no son suficientes. La verdadera protección nace de un estado cultural que sea consciente de la existencia de esos valores. Entonces la obra empieza a defenderse por sí, empieza a ser defendida por la conciencia de una sociedad que la valora. Las listas siempre llegan tarde, siempre hay algo que se escapa en la lista, y siempre hay alguien que lee atentamente las listas a ver qué está y qué no está. Y cuando las cosas no están se procede muchas veces con una eficiencia que habría que citar cuando se habla de que este país es lento. Se demolió una casa de Vilamajó en un día, una casa grande, la casa de Dodera.

EC - ¿Dónde estaba?

CP - En Pocitos.

EC - ¿Otros ejemplos?

RC - La estación de Ancap de la rambla y Solano Antuña.

CP - La estación de Lorente Escudero, que salió un 24 de diciembre –un regalito en el árbol– y no llegó al año siguiente.

RC - La casa Denis frente a la iglesia de Pocitos estaba contemplada por la Comisión de Pocitos, la desafectaron y en la noche la demolieron.

CP - Sí, en esos casos siempre hay una eficiencia brutal. De tal modo que la única manera es el control social. Voy a poner un caso extremo: si a alguien se le ocurriera mañana que es negocio sustituir el Palacio Salvo, probablemente –y ninguno de nosotros tal vez esté muy seguro de que sea una joya de la arquitectura– saldríamos todos a la calle a decir "esto no se puede sacar".

EC - ¿Qué es lo que falta? ¿Sensibilidad en la sociedad para la valoración de la arquitectura de buena calidad?

CP - No es un tema de sensibilidad, es un tema cultural, un tema de difusión y de conocimiento. Porque de repente hay un grupo de teatro independiente, son cuatro sacrificados que después de salir del trabajo trabajan de noche, ponen plata de su bolsillo y montan una obra a cuyo estreno van cuatro, dos de ellos son críticos, y al otro día se la demuelen en media página de crítica. Está muy bien que exista la crítica, hay de teatro, de cine, de literatura, de lo que quieran; no hay un cuadradito del tamaño de una necrológica modesta dedicado a la arquitectura.

RC - ¿Quién tiene la culpa de eso? ¿No son los propios arquitectos?

EC - No hay crítica de arquitectura en Uruguay.

CP - En parte los propios arquitectos, pero también es una carencia difícil de suplir, porque la mayor parte de los arquitectos que podrían encarar eso también está en el ejercicio de la profesión y se crean ciertas situaciones, cortocircuitos o sospechas de que se dice esto, aquello o lo otro, por lo cual es difícil. Yo tengo opiniones muy duras sobre las obras de algunos colegas, y uno tiene que elegir muy bien el momento y el lugar donde expresarlas.

RC - A mí me pasa lo mismo que con los médicos. Es muy difícil que haya una denuncia, salvo en los corredores, que alguien diga que tal o cual obra es un disparate. Y es muy difícil conseguir que te lo digan públicamente.

EC - Nos ha pasado acá en el programa cuando hemos tenido que analizar determinadas situaciones, determinados contextos.

RC - Yo conozco la opinión de los arquitectos, más de unos te dicen "sí, sí", pero no salen al aire a decirlo. Por otro lado los arquitectos tampoco admitirían que alguien que no estuviera en la profesión actuara como crítico, cosa que sí hace un teatrero, que sí hace un artista, hay críticos que no son artistas.

CP - Es que no deben ser artistas, porque la crítica implica la exterioridad al objeto criticado, no la implicancia. Lo otro es teoría, no es crítica.

RC - ¿Tú admitirías que alguien que no es arquitecto hablara de arquitectura?

CP - Si lo hace con el conocimiento suficiente por supuesto que sí, claro. Los mejores son los críticos y los historiadores con formación en arquitectura pero que no están en la producción.

***

EC - ¿Qué responsabilidad les cabe a ustedes mismos los arquitectos en ese desprecio por las obras antiguas o no tanto, pero de gran calidad patrimonial que se pierden, se tiran, se derrumban?

CP - Muy variada. Va desde la imposibilidad de actuar en algún caso, y eso no es excusa cuando hay de por medio poderes más irresistibles, dirían los abogados, hasta aquellas decisiones personales de actuación en el otro extremo que terminan destruyendo un bien valioso. Ejemplo de libro –para que no se diga que no se mencionan casos concretos– es la particular desnaturalización de la Solana del Mar, que se procesó de la manera más increíble en el medio de protestas, resistencias, etcétera, por iniciativa de un propietario por lo menos inculto, un arquitecto con una formación endeble, a la vista del resultado, y una actuación por lo menos omisa y luego distraída de las autoridades que tenían que ver con el tema, sea la Intendencia de Maldonado, el Ministerio de Cultura, etcétera.

¿Qué culpa nos cabe a los arquitectos?

EC - Usted mencionó dos situaciones posibles en cuanto a la responsabilidad de los arquitectos.

CP - Sí, aquella en la que el arquitecto tiene la posibilidad de actuar resistiendo e incluso en su último reducto de libertad negándose si eso protege el bien, y aquellas otras, en el otro extremo, en las que el arquitecto no tiene la menor posibilidad de incidir ante la decisión de alguien que en términos de una valoración económica decide la supresión del bien.

RC - El propietario del terreno, por ejemplo.

CP - El propietario del terreno, el inversor, quien sea, sirviéndose de uno de los infinitos estudios de arquitectos que hay a disposición. Pero "los arquitectos" es una cuestión genérica, porque yo podría decir "los arquitectos" como podría decir "los periodistas" y seguramente Emiliano se movería un poco en la silla. Todos tendemos a creer, por instinto de conservación, que todos los médicos son buenos, pero entre los médicos, al igual que entre los arquitectos, los periodistas, los carniceros, los zapateros o los ebanistas, hay excelentes, genios, regulares, buenos, malos, pésimos, sinvergüenzas, delincuentes, burros, exactamente en la misma proporción en todas las profesiones. Entonces "los arquitectos" tal vez sea una denominación que nos mete en la nube y nos excusa de responsabilidades.

Hablemos concretamente de instituciones. Por ejemplo, la Facultad de Arquitectura, la Sociedad de Arquitectos, en esos órganos tenemos nuestra responsabilidad y tal vez hayamos estado muy cortos en los pronunciamientos sobre ciertas acciones, en la difusión de determinados valores.

RC - Pero también hay arquitectos en organismos públicos, como la Intendencia de Montevideo, en cargos de decisión fundamentales.

CP - Ni que hablar.

RC - Aquellos que evalúan, por ejemplo, las modificaciones que se le pueden hacer al Plan de Ordenamiento Territorial. Están todos representados, la facultad, la Sociedad de Arquitectos, todos, y sin embargo pueden llegar a aprobar la exoneración de una prohibición establecida en el Plan de Ordenamiento Territorial que no sé en qué medida el público en general tiene por qué aceptar porque venga de arquitectos. Esta gente no tiene opinión con respecto a lo que se está haciendo en bulevar Artigas, por ejemplo, estamos hablando de una casa.

CP - No conozco en profundidad el caso de bulevar Artigas.

RC - Pero conocés el tema de las modificaciones.

EC - ¿Cuál caso de bulevar Artigas?

RC - El de la torre que se está planteando con muchísima más altura de la permitida. Es una afectación al tramo de bulevar Artigas, no simplemente a un terreno donde ya no hay nada. Y en el caso particular de las casas gemelas ya estaban apretadas entre dos edificios altos. Así que hay consideraciones hasta de tramo, de características.

CP - Sí, pero reconozcamos también que ciertas ideas de homogeneidades físicas, de continuidad de alturas, etcétera, son patrones culturales factibles de ser discutidos. No son valores que vengan del fondo de la historia ni que vayan a durar para siempre, son cosas que tienen en determinado momento cierto peso y que suelen perdurar más en las reglamentaciones, como siempre. Por ejemplo, nuestra reglamentación de higiene de los edificios sigue basándose en el cubaje de aire como si siguiéramos creyendo en las miasmas. Hay unas vigencias culturales que se pierden pero que persisten en las reglamentaciones.

Pero pongámoslo sobre casos concretos, porque curiosamente el caso de las excepciones es uno de los pocos casos en los que la Intendencia tiene la posibilidad de exigir más allá de las reglamentaciones. Puede exigir calidad estética, por ejemplo, calidad arquitectónica, cosa que no está prevista en la reglamentación, curiosamente. Que alguien me explique cómo se autorizó la torre que está en Tres Cruces.

EC - ¿Cuál de las torres?

CP - Una torre que está en Eduardo Víctor Haedo y bulevar, donde estaba el Centro Automovilista. Es un edificio de gran utilidad para los talleres de la Facultad de Arquitectura, porque tiene tal condensación de errores de proyecto que sirve, estando muy cerca, para ejemplificar una cantidad de cosas. ¿Cómo se autoriza una excepción para esa especie de amasijo proyectual que está allí? ¿Por qué? ¿Cuál era la necesidad de autorizarlo? La única necesidad admisible podía haber sido la de implantar en un determinado lugar un objeto de una altura mayor, de una esbeltez mayor, que calificara como objeto todo un espacio. Pero si eso califica, ¡Dios mío!

***

EC - Según el arquitecto Conrado Pintos, estamos en problemas, tenemos un bache serio en esta materia. Llega a plantearlo en estos términos: "No puede ser que acá se construyan cosas buenas y no haya una sola palabra de reconocimiento, y se construyan barbaridades y no haya la más mínima sanción social. No puede ser".

Es un tema de la sociedad y sus instituciones, de sus instituciones de gobierno y de sus instituciones académicas.

CP - Y de las de contralor.

EC - Qué curioso, porque por otro lado se ha desarrollado un verdadero fervor en torno al Fin de Semana del Patrimonio, es una fiesta que ha prendido entre la gente. ¿Qué pasa? ¿Tendemos a identificar patrimonio nada más que con lo más viejo? ¿No se nos ocurre pensar que patrimonio arquitectónico también puede ser, por ejemplo, un proyecto de los años sesenta o setenta?

CP - O del 2011.

EC - O del 2011.

CP - Claro. Ese no es un problema solo nuestro, si es que es un consuelo de tontos, al punto tal que la situación del patrimonio construido moderno motivó la creación de un organismo internacional –cuya filial nacional integro– de documentación y conservación del patrimonio moderno. Porque en todos lados se tendía a valorar en gran parte con parámetros de antigüedad, sin considerar que los parámetros reales son los de calidad, y que además en algún momento estas cosas que producimos hoy serán las cosas viejas del futuro.

RC - Lo que me sorprende es que me venga a enterar aquí, en esta entrevista, de una cosa como esta, cuando soy de las periodistas que más interesadas están en la arquitectura. Entonces vuelvo a la responsabilidad que les cabe a los arquitectos, a la Facultad de Arquitectura, a los profesores grado 5 como tú, que no hacen una promoción de eso. ¿Por qué no sale la Facultad de Arquitectura a señalar con el dedo, a hacer un listado de obras contemporáneas que tienen sobradas cualidades para que todos nos enorgullezcamos de ellas?

CP - La Facultad de Arquitectura tiene, por medio de su Instituto de Historia de la Arquitectura, un listado de unas 140 obras que ha puesto a disposición, que creo que en este momento está en manos nuevamente de la Intendencia. Cada tanto se renueva esa lista y se va acumulando.

EC - Da la impresión de que falta difusión.

CP - Falta difusión.

EC - Falta capacidad de comunicación.

CP - Falta capacidad de comunicación. Ha habido diversas modalidades de conducción de la Facultad de Arquitectura; la actual conducción, el actual decano, está particularmente comprometido en un reposicionamiento de la disciplina en la cultura del medio, pero es un tema que en general, salvo casos que adquieren este tipo de bordes un poco polémicos, no tiene receptividad. Hay muchas resoluciones del Consejo de la Facultad de Arquitectura preocupándose por actuaciones diversas, incluso de la propia Universidad, por ejemplo de la Escuela de Bellas Artes en el barrio Reus o las viviendas de Garibaldi, que no han tenido mucha repercusión.

EC - A propósito de la traducción práctica de la preservación de una de estas obras, suponiendo que se hacen las cosas bien, que no dejamos que se caiga o se destruya uno de estos edificios valiosos, dice un oyente:

"Pregunten al invitado qué ocurriría si él fuera el dueño de una de esas casas y le ofrecieran construir, con venta del metro cuadrado de construcción a 2.000 dólares, y precisara el dinero. ¿Cómo haría para negarse?, ¿cómo haría para mantener el patrimonio alguien que no tiene el dinero?".

¿Qué dice?

CP - No voy a cometer la indiscreción de revelar a cuánto se vendieron estas casas, pero era una cifra tremendamente accesible para cualquier organismo estatal, empresa privada u organismo de preservación cultural, para el que fuera. En cualquier parte del mundo una obra calificada vale mucho más que su terreno, entonces parte de la difusión de esta cultura tiene como consecuencia la valorización de lo que está arriba del terreno.

EC - En otras partes del mundo existen mecanismos que atan al interesado en vender con un interesado en comprar que preserve el valor.

CP - Lo atan culturalmente, es como si usted tuviera un auto clásico del 52 en perfecto estado, una joya, lo pusiera en el mercado para ser vendido, y alguien lo comprara muy barato, porque es un modelo del 52, y le serruchara la parte de atrás para transformarlo en camioneta. Sería una actitud absurda hasta desde el punto de vista económico. Eso es lo que hay que lograr.

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Ejemplos de la Obra del Arquitecto Conrado Pintos

Edificio del Departamento de Automóviles del Banco de Seguros del Estado - Montevideo















Sala Zitarrosa, remodelación del ex Teatro Rex - Montevideo














Terminal de Ómnibus de Punta del Este - Maldonado















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Fotos: Facultad de Arquitectura

Transcripción: María Lila Ltaif