Entrevistas

Movimiento Tacurú: un trabajo que "acompaña la realidad del barrio"

Movimiento Tacurú: un trabajo que "acompaña la realidad del barrio"

El Movimiento Tacurú, una organización afincada en el barrio Lavalleja que trabaja con más de 500 jóvenes en proyectos destinados a la inserción social y laboral, cumplió sus primeros 30 años. En Perspectiva se trasladó hasta la Casa Tacurú para conocer el proyecto de primera mano y conversar con sus integrantes. La entrevista fue con el padre Mateo Méndez, fundador del Movimiento, y con el actual director, el padre Leonel Burone. Méndez explicó que desde sus inicios el proyecto asumió "un trabajo de años que otros salesianos vinieron haciendo" y que fue heredero "de un proceso de integración en la zona". En este sentido, el padre señaló que "no se trataba de traer" un buen proyecto, "sino de ver qué era lo que la realidad, los adolescentes y jóvenes de la zona estaban necesitando". Por su parte, Burone dijo que el crecimiento que ha tenido Tacurú "es un crecimiento que acompaña la realidad del barrio" y que la institución busca "acompañar, mirar, compartir, escuchar, caminar con la comunidad, ir con la oreja puesta en el corazón del barrio".


(emitido a las 10.07 Hs.)

JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
Estamos en Bernardo Poncini 1521, entre Aparicio Saravia y Cayetano Moretti. Pleno barrio Lavalleja. Muy cerca de aquí, si nos paramos en la puerta, hacia el este se encuentra el barrio Casavalle, al oeste Peñarol y hacia el norte Gruta de Lourdes.

Hasta aquí ha llegado En Perspectiva hoy para conocer de primera mano una realidad que, aunque no está tan lejos, para muchos es muy distante.

(Audio institucional Tacurú.)

"Vivimos en un mundo con sociedades fragmentadas. En la ciudad de Montevideo y en su gente también se vive esta realidad. Parados desde cualquier lugar de la sociedad decimos ‘ellos y nosotros’, generando sectores y zonas sociales que se estigmatizan y excluyen.

Familias, vecinos, organizaciones privadas y estatales conforman una red que busca generar integración e inclusión en la vida cotidiana.

Dentro de esta red social se halla, desde hace 30 años, el Movimiento Tacurú. Apuesta a ser para todos los que lo forman un agente de inclusión social.

Desde el trabajo comprometido con la educación de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y sus familias acompaña la construcción de su proyecto de vida.

Un signo de esperanza en la vida de nuestra gente. El Movimiento Tacurú opera desde cuatro sectores:

La Escuela de Oficios Don Bosco.

Los proyectos educativos de acompañamiento laboral.

Los proyectos educativos asociativos.

Y los proyectos educativos recreativos".

(Fin.)

JAE - Así se presenta el Movimiento Tacurú.

El audio que escuchábamos recién es parte de un video que celebra los primeros 30 años de vida de este movimiento que fundaron un grupo de seminaristas salesianos en un barrio con carencias de todo tipo, con problemas de pobreza, seguridad, trabajo, educación, vivienda... y la lista podría seguir, pero sobre todo, quizás su mayor dificultad, con una estigmatización muy fuerte.

(Audio León Gieco, "El ángel de la bicicleta".)

JAE - En ese contexto, en 1981 Tacurú era apenas un proyecto. Hoy es un gran espacio al que asisten más de 500 jóvenes en distintos proyectos.

Estamos en el Salón Azul de Tacurú y Rosario está en el patio.

ROSARIO CASTELLANOS:
Debo confesar que no hace 30 años que vine aquí por primera vez, pero debe de hacer cerca de 20. Y a esto que fue siempre llamado la Casa de Tacurú deberíamos empezar a llamarle Complejo Tacurú, porque hay que ver lo que ha crecido a partir de aquel único galpón y aquella mínima capillita de forma octogonal que tenía su techo cónico y que era uno de los pocos puntos de reunión del padre Mateo con los muchachos que aquí se acercaban.

Hoy es otra cosa, yo estoy instalada en un patio tipo claustro, que antes no existía, hay una imagen de María Auxiliadora rodeada de plantas de jazmines y rosales, con un salón comedor a un lado, con su cocina, un salón comedor donde almuerzan o meriendan entre 150 y 160 chicos y jóvenes en tres turnos. La capilla al fondo mantiene una forma circular y el techo cónico, pero ahora está sólidamente construida. Curiosamente allí también funciona una radio.

JAE - Estamos siendo retrasmitidos por la radio de Tacurú, una FM que está en un salón dentro de la capilla. Es una FM comunitaria que en las mañanas trasmite o retrasmite música, de tarde hay programas en vivo y ahora está tomando la trasmisión de El Espectador.

RC - Luego hay todo un bloque donde aparece el cuerpo de aulas y talleres, con una característica muy especial y muy original: esto es absolutamente multicolor, las paredes rojas, las columnas verdes, las paredes azules, amarillas, absolutamente todo a mi alrededor es color.

Pero fuera de este espacio en sí hay otro lugar importantísimo [...] Una cancha de fútbol, una cancha de básquetbol, y por otro lado la huerta, al fondo, donde también trabajan los chicos, y sobre la calle Instrucciones está lo último que se construyó, que es un gran gimnasio que también forma parte de este complejo.

Por supuesto, hay otras cosas que podríamos señalar, como ese galpón que ahora, construido de otra manera, ocupando el mismo lugar, es un gran espacio de uso múltiple con una mesa de ping-pongo que hoy se ha usado desde tempranas horas de la mañana, al fondo un taller mecánico donde se reparan los camiones que están abocados a la tarea del barrido, propios y ajenos.

Como ven, un gran predio, que ahora además está muy ocupado con relación a aquella primera impresión de hace casi 20 años.

JAE - Está lleno de gurises jugando al ping-pong, jugando al fútbol. Vamos a conocer una mirada que tiene dos niveles, general y particular.

(Audio "Se puede cambiar", de CH2.)

El tema que se escucha fue creado en la Usina Cultural de Casavalle. Es el grupo de hip-hop CH2, integrado por adolescentes que van al liceo 13 de Maroñas. La canción se llama "Se puede cambiar".

Tal vez sea este el lema, "se puede cambiar", el Movimiento Tacurú es la prueba de que se puede cambiar.

Está con nosotros el padre Mateo Méndez, fundador del Movimiento Tacurú, que hoy está trabajando en el Proyecto Minga, en Las Piedras, Canelones, donde reside actualmente. También nos acompaña el padre Leonel Burone, actual director del Movimiento Tacurú.

LEONEL BURONE:
El agradecimiento por acompañarnos, por venir hasta la casa, que para nosotros también tiene todo lo significativo de que ustedes vengan al barrio, que vengan, que conozcan, que compartan con nosotros, que podamos estar juntos compartiendo y trasmitiendo para toda la sociedad desde este lugar que es tan creciente, tan importante para nosotros.

JAE - Nos hemos sentido muy cómodos ya desde muy temprano, cuando hicimos la recorrida por el barrio con Rosario y conversamos con técnicos, con los gurises, con ustedes en la previa de este tramo final de En Perspectiva.

Sería bueno repasar un poquito los orígenes de Tacurú. En mayo de este año Emiliano entrevistó al padre Burone para conocer qué es Tacurú, pero vale la pena que volvamos a presentar esta institución.

¿Qué podemos decir a propósito del origen de Tacurú?

MATEO MÉNDEZ:
Nosotros éramos herederos de un trabajo que se venía haciendo, asumimos un trabajo de años que otros salesianos vinieron haciendo y heredamos eso como parte de un proceso de integración en la zona, en el lugar. Por eso cuando se pensó en una propuesta de algo más diario, más cotidiana y no solamente los fines de semana, como se venía haciendo, el que la estructura estuviera acá en el barrio, cerca del barrio, era todo un signo de querer estar, de responder a la realidad lo más cercano posible para eso, para tener esa sensibilidad y poder captar de verdad cuál era la realidad y a partir de esa realidad poder responder. No se trataba de traer un proyecto que nos parecía bueno, sino de ver qué era lo que la realidad, los adolescentes y jóvenes de la zona estaban necesitando. De ahí viene esta propuesta de arrimarse por estos lados.

JAE - Tacurú arrancó en el 81, 82, pero se instaló aquí en el 88.

MM - El 8 de diciembre.

JAE - Aquí no había nada.

MM - Un campo, y estaba la construcción primera, que cuando nosotros vinimos ya estaba hecha pensada para el proyecto.

JAE - Padre Leonel, ¿cuánto cambió de ese origen? Tú tenías 10 años cuando se creó Tacurú. Ha pasado mucha agua debajo del puente, ¿qué ha cambiado en este último tiempo con respecto a los propósitos originales?

LB - Para mí lo importante que orienta los cambios tiene que ver con lo que decía Mateo recién, porque más allá del crecimiento, que es bueno, y el crecimiento edilicio, es un crecimiento que acompaña la realidad del barrio o la necesidad de nuestra gente. Los proyectos seguramente se han ido modificando, se han ido acomodando, han ido creciendo, pero siempre es bueno ir mirando la historia, en este año que celebramos los 30 años, mirar la historia, no celebrar una fecha. Miramos la historia, y es una historia que siempre ha intentado ser fiel al llamado de la realidad, la realidad de nuestra gente, la realidad de estos nuestros barrios.

Por eso hoy podemos hablar, y qué bueno, de un crecimiento en proyectos, en atención, en cantidad de gente. Pero lo importante no está tanto en el número, sino en que, más allá de lo cuantitativo, el crecimiento permanente que buscamos realizar con toda la comunidad educativa, con todas las familias del barrio, quiere responder a esto, a que podamos acompañar, no venir, como decía Mateo, con un proyecto de afuera a instalar, sino venir a mirar, venir a compartir, venir a escuchar, y caminar juntos, caminar con la comunidad, ir viendo con la oreja puesta ahí en el corazón del barrio cuáles son las cosas que desde nuestro lugar podemos ir proponiendo, escuchando y caminar juntos.

JAE - ¿Hablamos solamente de niños, niñas, adolescentes, jóvenes? ¿Se integran las familias? ¿Cómo es esto?

LB - Hay una atención directa en cuanto a los que vienen y participan en el proyecto, que son los niños, niñas y adolescentes, pero en el enunciado de nuestra visión decimos "y sus familias, y su gente", porque atrás de cada niño, niña, adolescente, joven, hay una familia que también llega, que también tratamos de acompañar, caminar juntos, porque los chiquilines y los jóvenes no existen individualmente, no existen como hongos, sino que acá hay una comunidad. Nosotros respondemos a la comunidad y lo trabajamos mucho, lo conversamos mucho en los proyectos. Cada proyecto intenta responder a un sector, ya sea niños, ya sea jóvenes, ya sea de lo recreativo, pero siempre de fondo la respuesta es a la comunidad, a las familias, a la gente, a todo el barrio.

JAE - Mateo, ¿cómo fue la llegada al barrio?

MM - Para los adolescentes que andaban en la vuelta fue una buena noticia, y para sus familias también. Antes de venirnos para acá el 8 de diciembre ya íbamos haciendo algunos ejercicios y algunas tareas diarias como para ver si se respondía y en qué ritmo, en qué medida ellos se podían ir integrando a unos talleres de trabajo a facón; había unos convenios, unos contratos muy incipientes en cuanto a que estábamos convencidos, que es la educación y el trabajo, me parece que por ahí es por donde hay salidas y posibilidades de cambiar, como decía la canción, "se puede cambiar". No solamente se puede, sino que es necesario y posible. Desde los orígenes estábamos con ese convencimiento todos los que nos arrimábamos a esta propuesta, de que sí, se podía cambiar, había posibilidades, había muchas más riquezas en la vida de las familias, de los adolescentes, que de lo otro, de la estigmatización. Hubo que luchar mucho y duro contra aquello, como que de acá nada podía salir, nada se podía hacer, que era perder tiempo, era gastar cosas en realidades que en aquel momento se daban como no posibles de cambiar.

JAE - Aquí era un descampado, un predio, y el barrio ha cambiado mucho. Yo hacía mucho tiempo que no venía, pero da la impresión de que –al menos lo que se puede ver– las viviendas han mejorado mucho en el entorno más próximo a Tacurú.

MM - Sí, costó un poco que la zona aceptara la propuesta, porque en un principio se pensó que iba a ser una guardería, que era algo para niños más chiquitos. Entonces fue muy pacífico, hasta que empezaron a aparecer los niños no tan chiquitos, que no eran de jardín sino que eran adolescentes, adolescentes grandes y algunos jóvenes. Eso produjo en la zona una reacción de decir "ahora los vamos a tener acá dentro, ¿cómo vamos a hacer?".

JAE - O sea que esto de la estigmatización ustedes lo vieron desde el comienzo, dentro del barrio.

MM - Exacto, cuando pasaban cosas en las casas de los vecinos, que se habían llevado algo, habían entrado, eran todos los de acá, eran los gurises que venían aquí al proyecto, esa era la idea que había. Poco a poco se fue mostrando y se fue descubriendo que las cosas no eran tan como los vecinos decían, que había otra realidad que era mucho más positiva, más esperanzadora, que eran gurises que llegaban aquí a las seis de la mañana para salir a trabajar. Eso entró a cambiar un poco la imagen y la relación con los vecinos.

JAE - ¿Cómo es hoy?

LB - Totalmente pacífico con el barrio, gracias a Dios. Creo que la gente va comprendiendo y dándose cuenta de todo el valor que tiene un proyecto como este, enclavado en la esperanza y la oportunidad que para mucha gente, para muchos niños, niñas, adolescentes, jóvenes, significa este tipo de experiencias. Porque su vida está cargada de oportunidades, está cargada de cosas buenas, ahí hay corazones que están abiertos a la vida, al crecimiento, lo experimentamos día a día. Con mucho dolor muchas veces por mucha cosa sufrida, por mucha situación sufrida, pero con mucha potencialidad, con mucha expectativa, con mucha esperanza de crecer y cambiar. La gente cuando lo va viendo lo va aceptando, lo va comprendiendo y poco a poco se va hasta comprometiendo y sintiéndose cercana.

JAE - Ya escuchamos en la presentación cuáles son los distintos programas, los beneficiarios, las áreas en las que se trabaja. Cuando hablamos de números totales, ¿qué cifra tenemos que manejar?

LB - En atención directa, los beneficiarios directos son unos 1.300, 1.400. Después está toda la gente de alrededor de ellos, familias, etcétera.

JAE - Aquí se incluye a todos.

LB - Niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

JAE - Y también el personal.

LB - No, es la atención, los inscritos.

JAE - Una pregunta de la audiencia que se repite bastante es cómo se financia este trabajo.

LB - Básicamente trabajamos en convenio con el Estado, es una participación en acuerdos y en gestión conjunta con el Estado. Con el INAU, aquí hay básicamente cuatro proyectos destinados a niños y adolescentes que funcionan en convenio con el INAU, clubes de niños, centros juveniles, escuela de oficios. Con la UTU la parte de la escuela de oficios de los más grandes; después los proyectos educativos laborales con la Intendencia, el Ministerio de Deportes, con privados (AEBU, Cooperativa Bancaria) y después hay otra parte que es una minoría dentro de la gestión cotidiana que son donaciones y participación de la comunidad.

JAE - Otra pregunta que se repite: esta es una institución que maneja una confederación religiosa, los salesianos; ¿aquí se educa en la religión a los chicos que asisten? ¿Es una condición para ello?

LB - No. Tacurú es un proyecto para la comunidad, y para la comunidad en la situación que esté, con la creencia que tenga, con la ideología que tenga. No filtramos, la casa está abierta para todas las personas, tratamos de que la persona pueda crecer, vivir y madurar desde su creencia, sea cual sea. Desde allí les proponemos a todos los valores del Evangelio, que son valores universales, los valores del reino que Jesús anuncia no son valores religiosos sino valores humanos, valores de crecimiento, que después se mediatizan en determinada forma que son lo que llamamos las religiones. Para aquellos que quieren tener una experiencia de crecimiento a partir de una experiencia más de compromiso con una determinada creencia, somos parte de la Iglesia católica, somos miembros de la Iglesia católica y les proponemos a aquellos que lo deseen desde la parte sacramental hasta caminos de crecimiento que tienen que ver mucho con la fe y también con el compromiso desde el servicio, desde lo social.

JAE - Mateo, ya dijimos que aquí hace 30 años no había nada, era un campo, un descampado. ¿Cómo te imaginas este lugar dentro de 30 años?

MM - Cuando Leo hablaba de números, de cifras, y trataba de relativizar la cantidad y más bien apuntar a la calidad, yo me hacía la idea y me decía: esto como el pesebre en Belén, nació allí en un ranchito y hoy está esparcido por todo el mundo. Yo creo en la mística del trabajo, porque no se trata solamente de la razón, razonamos y calculamos, sumamos y multiplicamos, pero tiene que existir y existe, por eso el crecimiento, por eso la aceptación y la manera como la comunidad toda va entendiendo la propuesta, hay un humus en el trabajo que hace que cada día se encare como un desafío, no como un acostumbramiento a abrir la casa todos los días y un acostumbramiento a relacionarse con los adolescentes, jóvenes y niños que vienen al proyecto, sino que hay, cada día está eso que recién decía Leo, el tema de la esperanza. Nosotros creemos que cada día va a ser diferente, y para los adolescentes y jóvenes también es un día esperanzador de que algo nuevo va a suceder en la vida de cada uno.

JAE - Pero dentro de 30 años, ¿tendrá razón de ser Tacurú?

MM - Yo creo que sí. Decía Jesús a los pobres: "Me van a tener siempre con ustedes". Y mientras vamos así de camino en esto de ir reduciendo las franjas de pobreza... se decía que para el 2015 podía haber una disminución de la franja, pero no es muy alentadora la cosa. Quiere decir que va a seguir habiendo destinatarios que van a necesitar el apoyo, el acompañamiento, el avivar la esperanza, las ganas de seguir luchando todos los días. Estos proyectos son eso, creer en la gente y en sus capacidades.

JAE - Hace un rato Rosario comentaba algo que vimos en la recorrida por el barrio, un grafiti que resume mucho de lo que sienten los jóvenes y los no tan jóvenes que viven aquí: "Pobreza distinto delincuencia".

***

JAE - De la audiencia llegan algunas preguntas que vale la pena trasladar.

Soledad de El Pinar manda un abrazo para tan noble causa y al padre Mateo de San Gregorio de Polanco. Y quiere saber si los trabajos posteriores del padre Mateo se inspiran en este movimiento.

MM - Exacto.

JAE - Hablamos del Proyecto Minga hoy en Las Piedras y del proyecto Caqueiro en Rivera.

MM - Con alguna diferencia. El Movimiento Tacurú se compromete en el área laboral directamente desde la institución, nosotros preparamos para que se inserten en el mundo del trabajo. Somos mediadores entre el destinatario, el adolescente, el joven, y la empresa, pero no tenemos empresa para dar trabajo.

JAE - Y para Leonel una pregunta de Gonzalo de Pocitos. Hace referencia a que esto nació a partir de una vocación religiosa y quiere saber si esto impregna entre los chicos, porque, agrego yo, hay muchos movimientos religiosos en el barrio, se pueden ver de todo tipo y color. ¿Hay algún efecto del Movimiento Tacurú en la religiosidad de los chicos que vienen?

LB - Creo que lo que impregna, que es a lo que apuntamos, es a vivir una vida de acuerdo con los valores de Jesús, con los valores del Evangelio. En cuanto a si los jóvenes participan de la profesión de una religiosidad, para nosotros eso es relativo, intentamos acompañar, ofrecer espacios que acompañen desde allí, pero el centro y el núcleo de la religión, de la fe, que son el Evangelio y el Reino de Dios, ahí sí impregna e impregna mucho que Tacurú te acompaña a vivir esos valores.

***

JAE - Están llegando muchos agradecimientos de la audiencia. Agradecimientos generales y algunos comentarios particulares, como Adrián Baceda, que dice: "Mateo, gracias. Fue mi director en el colegio en La Teja".

María Machín desde Rivera dice: "Felicitaciones al padre Mateo y Tacurú por recibir a jóvenes de su realidad".

MM - María Machín es directora, o era hasta que estuvimos nosotros allí, de un centro abierto que está en el centro de la ciudad de Rivera que acoge adolescentes, ellos y ellas, en situación de calle. Es interesante el trabajo porque muchas veces los adolescentes que andan en la vuelta no son necesariamente de Rivera sino que también son de la zona de Livramento.

***

JAE - "La fractura social de Uruguay se agudiza y aumenta la intolerancia", opina el sociólogo Gustavo Leal. Ayer en Búsqueda declaró que el desarrollo económico ha favorecido esa idea de que hay lugares en la sociedad que son irrecuperables, gente que es irrecuperable y que llegó el momento de protegerse a uno mismo y pasar de la compasión a ciegas al pobre a una idea más mesurada, más recatada del cuidado del otro. Dice: "Tratamos de barrer bajo la alfombra, pero cada vez nos convencemos más de que con algún sector de la sociedad la convivencia es imposible, y este punto del problema es el central". Advirtió el fenómeno de fractura social a la uruguaya, sin mucha estridencia pero sentido, claro, se ha agudizado en el país, "cada vez hay más tolerancia que irritación", opina Leal.

En el video institucional se hace referencia a esto de la estigmatización, ¿cómo ven una apreciación de este tipo? ¿Comparten la visión de Leal?

LB - La fractura social es el tema de fondo, la estigmatización viene como producto de esta realidad que es la fractura social, dos lugares que nos sitúan entre un aquí y un allá. El tema es que cuando aparecen determinadas notas en medios públicos siempre el juicio aparece desde un lugar solo, entonces parece que dentro de esta realidad de fragmentación la gente que vive en nuestros barrios no tiene la posibilidad de la voz, se está estigmatizado y depositado en un solo lugar de estos dos platos de la balanza, los juicios terminan depositados en un determinado lugar. Porque también puede ser difícil de convivir con determinadas realidades que excluyen, que ningunean, etcétera. Eso hace que esta fragmentación, que en verdad tiene dos lugares, martille y martille y se escuche y se escuche desde uno solo de los dos lugares.

JAE - ¿Es un fenómeno solo de Montevideo?

MM - No, es un problema que se viene generalizando y se va acentuando más en las ciudades próximas a la capital y en aquellas ciudades que tienen otros países limítrofes de mucha movilidad de personas. Esa ida y vuelta que se da en los departamentos también está generando estas situaciones que por momentos son conflictivas, duras, difíciles de manejar. A veces uno tiene la impresión de que esto se va dilatando y que uno le pasa al otro y no se hacen intervenciones como tendrían que hacerse con la participación de la gente. A veces esto de llevar y armar cosas sin la participación del vecino, de las organizaciones sociales de los barrios. Ayer hablábamos con alguna otra gente y decíamos que en la medida en que la familia, la zona, el lugar se va apropiando, apoderándose de las cosas que son propias del lugar, eso va a ir cambiando la fisonomía y la participación de la gente. Cada vez más tenemos que convencernos de que las personas que viven en determinados lugares sí o sí tienen que participar, si no, seguimos con aquello de un Estado paternalista o de instituciones que pueden llevar cosas muy interesantes al barrio, pero ¿es lo que el barrio precisa? ¿Cómo acompaña a la familia y a quienes habitan al lugar? ¿Qué arte y parte tienen en el funcionamiento y el desarrollo de la propuesta?

JAE - El tema de la delincuencia y demás es manejado por una minoría, y en definitiva su imagen provoca que se termine enchastrando a todo un barrio o a varios barrios. Entonces la participación ahí de todos se hace mucho más importante.

LB - Exacto. Por este eje de la delincuencia tiene dos lecturas, una primera lectura es esa, es una minoría, la mayor parte de la gente de estos barrios es gente laburante, gente que la lucha, que la sufre, más allá de todos los golpes que ha recibido. Y segundo, no se puede mirar situaciones de delincuencia o de adicciones como si fueran aisladas, esto es también producto de algo, de determinado sistema, de determinada mirada, de la misma fragmentación. La misma campaña del Ministerio del Interior, que intenta, por lo que plantea, luchar contra la estigmatización, pero uno mira eso, lee las frases, y capaz que sin quererlo está reproduciendo este mismo sistema.

JAE - Por ejemplo los operativos de saturación.

LB - Sin duda. Tiene muchísimas miradas, es sumamente complejo. Lo hemos conversado muchísimo, lo hemos conversado con los jóvenes, con los adultos, ni siquiera hay acuerdo, no hay unanimidad en lo que la gente opina, es sumamente complejo. Cuando un aviso de estos dice "soy de tal barrio y yo voy a la escuela", no recuerdo exactamente, "yo los protejo", primero está diciendo que son unos poquitos los que van a la escuela o los que marcan tarjeta. Y no son poquitos, son la gran mayoría. Y segundo, a los que no marcan tarjeta y a los que han caído en este estigma que puede reproducirse después en la delincuencia, ¿nadie los protege? Eso puede terminar reproduciendo el círculo.

JAE - Una pregunta muy elemental pero que en este contexto creo que es muy pertinente y tal vez pueden interesar y sorprender las respuestas de ustedes: ¿cuáles son los principales problemas que tiene la gente que vive aquí en el barrio?

LB - Aunque de repente sea solapado, el gran problema es la estigmatización, y esta estigmatización se vive, se sufre también desde los medios, pero también desde lo que esto va colocando: me terminan excluyendo, me terminan teniendo miedo, me terminan rechazando, no me dan laburo porque soy de acá, no me aceptan porque me visto de una determinada manera. Y de ahí vienen todos los demás problemas, porque si no accedo al trabajo vienen los problemas económicos. Y cuando eso se va enraizando, se va enrabando en un tema histórico, estructural, ya no es focal, es producto de historia, de familias, de generaciones.

MM - El habitante de esta zona, de estos lugares estigmatizados no siempre ha tenido la posibilidad de decir lo suyo, siempre ha tenido la posibilidad de que haya otros que sean su voz. Somos la voz de los que no tienen voz. Es como infantilizar y dejar de lado a quien tiene cosas para decir. Las va a decir a su manera, con las palabras que tiene que decirlas, que a veces no nos gustan, y va a tener que denunciar algunas cosas que a lo mejor nosotros sabemos pero no decimos. La sociedad muchas veces hace ese trabajito de ser la voz de los que no tienen voz para no decir las cosas que ellos quisieran decir.

JAE - ¿A qué te refieres?

MM - Por ejemplo, hay todo un entorno en el tema de la delincuencia que no es solamente el que ejecuta o el que hace el delito contra la propiedad, contra la persona, hay un entorno más amplio, mucho más complejo, que no es solamente quien hace el robo sino dónde va lo que se roba, quién lo vende, si se hace la denuncia, si se hace el trámite que corresponde, se hace el seguimiento, se atiende a la gente, se encuentran las cosas. Esto es histórico, no estamos inventando o diciendo una cosa nueva.

JAE - Sin embargo dice que se pone el foco solamente en el hecho generador.

MM - Exacto, hay más gente en esta cadena de cosas. Entonces, que les demos la oportunidad de decir todo lo que tienen que decir, y segundo, que se animen a decir lo que tienen que decir, porque después viene esa otra contracadena de las represalias, los silencios, los insultos y hasta la pérdida de la vida.

LB - Muchas veces funcionamos así porque se focaliza, parece que se focalizó y se solucionó el problema. Ya sabemos dónde está el problema de la delincuencia, de la pasta base, ya está, está ahí, entonces todo el mundo contento. Pero en verdad, ¿qué hay detrás? ¿Empieza y termina ahí? No se mira más debajo de dónde va, de dónde viene, todo el tejido que tiene esto detrás, se focalizó, y cuando yo focalizo el problema en determinada población o en determinado sector, este actúa de chivo expiatorio y no me permite ver lo otro. Porque cuando salen los análisis, ¿dónde está la otra mirada, la mirada de esperanza, la mirada de oportunidad? Por algo nosotros estamos acá, porque entendemos, vivimos y experimentamos desde hace 30 años que la gente, los gurises, los jóvenes, los niños, las familias, todos los barrios de aquí tienen un montón para crecer y un montón para aportarnos, y nosotros crecemos día a día también, también nosotros somos beneficiarios de esto.

JAE - Les quiero contar que aquí tenemos fonoplatea, se va acercando gente. Estamos en el Salón Azul de este complejo del Movimiento Tacurú, y tenemos un pizarrón aquí a la derecha que tiene escrito "Es una cuestión de actitud". No está firmado, pero tiene mucho que ver con esto que se está conversado aquí.

Llegan muchas felicitaciones de la audiencia, y también otras visiones que van en la línea de esto de estigmatizar que tienen algún toque de agresividad y violencia que no vale la pena comentar. Me quedo con este último mensaje a propósito del Movimiento y el trabajo: "Son estos programas que atienden al individuo los que realmente dan resultados profundos en la sociedad, a diferencia de otros programas mucho más generalistas que en definitiva impactan, sí, pero no terminan cambiando a la persona". ¿Coinciden con esto?

LB - Hay mucho de entretenimiento, puede haber proyectos que entretienen con cosas muy sanas, muy nobles, pero no sé si llegan a cambiar la realidad de la persona y si le estamos dando herramientas no para mañana, ya para hoy de tarde. La cosa es mucho más urgente de lo que se puede entender por este crecimiento económico del país, que no está llegando a todos.

Creo que el cambio es para toda la sociedad, creo que Tacurú, como los distintos proyectos que se mencionaban, no tiene sentido si es solo un proyecto para los jóvenes o para las familias del barrio. Sí trabajamos desde acá con los jóvenes y con las familias del barrio, y con ellos tratamos de crecer y de cambiar todos, no de cambiarlos, porque hay cosas que nosotros tenemos que cambiar a partir de lo que aprendemos de la gente de aquí. Y no tiene sentido, no es significativo Tacurú –Tacurú también trabaja en una red, una gran y amplia red de organizaciones de la zona–, si no somos signos también de oportunidad y de denuncia y de anuncio de un cambio que tiene que venir de todos lados.

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Transcripción: María Lila Ltaif