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La versión del juez Vomero sobre los enfermeros que mataban pacientes en el Hospital Maciel y la Asociación Española

Informe de En Perspectiva


(emitido a las 7.40 Hs.)

EMILIANO COTELO:
"La prueba incorporada no permite considerar que estemos ante homicidios piadosos".

Así, con estas palabras, el juez en lo penal Rolando Vomero descarta la justificación que los dos enfermeros intentaron, en una primera instancia, para atenuar su responsabilidad en el caso que vino a conocerse el fin de semana pasado.

La frase está contenida en el auto de procesamiento divulgado ayer por la Suprema Corte de Justicia. En ese documento, el magistrado explica las razones que lo llevaron a procesar con prisión a Ariel Acevedo, que se desempeñaba en el CTI Neuroquirúrgico de la Asociación Española, y a Marcelo Pereira, que trabajaba en la misma dependencia de la Asociación Española pero también en la Unidad de Cuidados Coronarios del Hospital Maciel.

A Acevedo se le inició proceso como autor penalmente responsable de diez delitos de homicidio especialmente agravados en régimen de reiteración real, mientras que a Pereira se lo procesó como autor responsable de cinco delitos de homicidio especialmente agravados en régimen de reiteración real.

El juez Vomero también dispuso el procesamiento y prisión de la enfermera Andrea Acosta, empleada de la Española, por complicidad  en un delito de homicidio especialmente agravado.

Desde que surgieron las primeras noticias de este caso, la conmoción se ha instalado en la sociedad uruguaya.

Por eso, ahora que se conoce la resolución del juez encargado de la causa, vale la pena hacer un repaso de su contenido, para conocer con mayor profundidad cómo ocurrieron los hechos. Entre otras cosas, llama la atención comprobar que numerosos funcionarios del Hospital Maciel sospechaban que Pereira asesinaba a pacientes.

El caso de Marcelo Pereira

El primer caso que aborda el doctor Vomero es el de Pereira. El relato del juez comienza con el caso de la Sra. Santa Gladys Lemos, la última víctima del enfermero en el Hospital Maciel.

Allí se establece, según surge del alta médica firmada el 12 de marzo pasado, que Lemos -una paciente diabética- había ingresado al Maciel pocos días antes, como consecuencia de una "convulsión de origen metabólico por hipoglicemia".

La médica tratante había indicado su autorización para dejar el hospital, con algunas indicaciones que incluían dieta y medicamentes normales para este tipo de pacientes. Sin embargo, antes de que Lemos se retirara del Hospital, hizo una crisis que motivó que fuera derivada a la Unidad Coronaria para su inmediata atención.

Fue recién en ese momento que, por primera vez, tuvo contacto con Pereira, quien terminaría provocando su muerte.

Pereira relató así ante el juez lo ocurrido: "... A esta señora la fui a controlar y estaba shocada. Shocada significa que puede estar con hipotensión importante. (...) Traté de comunicarme con ella, quería saber si estaba ubicada en tiempo y espacio, que no estaba (...). Ella decía que tenía diecinueve años. Entonces le administré una ampolla de morfina, no con el fin de matarla, sino con el fin de sedarla. La señora se deprimió, hizo un paro respiratorio, no un paro cardíaco, sino un paro respiratorio. No recuerdo bien. Pero yo sentí un ronquido. Después yo le administré la morfina, seguí la ronda de controles y me fui a controlar otros pacientes...".

Luego de eso -explica el juez- Pereira buscó al médico y a la nurse para realizar la reanimación, de la cual participó, pero sin mencionar que le había inyectado morfina.

En el auto de procesamiento, el doctor Vomero continúa relatando que Pereira admitió que esta maniobra la realizó numerosas veces. Incluso en la Asociación Española. Dijo que no recordaba cuántas veces lo hizo, aunque agregó: "Tal vez un año o un año y medio".

Las sospechas de los compañeros de Pereira

Más adelante, se recoge el testimonio de varios compañeros de trabajo de Pereira. Uno de ellos, el de una enfermera, relata lo ocurrido en el caso de Lemos.

Dice la funcionaria: "A la hora 16:00 ingresa al servicio una persona de nombre Lemos, se le hacen los controles y estudios correspondientes. A la hora 17:00 yo la controlo y estaba con la presión baja, se le avisa al médico, realiza indicaciones y enfermería las cumple. Se va la gente de la tarde y viene el otro turno, en el que estaba Pereira. Pereira es una persona que es menos diez para el trabajo, nunca hace nada (...) A la hora 19.00 teníamos que hacer los controles y él me dijo que no me preocupara, que él hacía todo (...). Yo igual voy a controlar los pacientes y él se queda controlando a la señora Lemos. En eso él me llama a los gritos que fuera adonde estaba él con la paciente, porque la misma estaba hipotensa. Yo voy y le tomo la presión. Tenía seis y dijo que había que llamar al médico y vuelvo a seguir controlando los otros pacientes. En eso, comienzo a escuchar un ronquido fuerte, dos o tres segundos, salgo de una de las camas y veo que él tiene las luces apagadas y que estaba del lado derecho de la señora, donde tenía la vía venosa central. Yo me meto de nuevo al box donde estaba y salgo y le pregunto qué había pasado. Él ya en ese momento tenía las luces encendidas y me dice que estaba haciendo un paro respiratorio. Comienza la movida para estabilizar a la paciente. Se llama a los médicos. Como no llegaban las directivas comienza a reanimar él, hasta que llegan los médicos".  

En el auto de procesamiento se incluyen varios testimonios que indican que desde hacía un buen tiempo Marcelo Pereira tenía algunas actitudes sospechosas. Una enfermera, que es compañera de turno de Pereira, afirmó que un denominador común en las muertes de "pacientes estables que de un momento a otro hacen un paro respiratorio" era "la presencia de Pereira (...) Hay rumores de todo el personal que él ejerce un poder sobre los pacientes y que le administra algún tipo de medicación no indicada...".

Otra enfermera de la misma unidad contó que había desconfianza hacia Pereira, a raíz del aumento en la cantidad de muertes en ese lugar. "Lo que supuestamente le administra causa ronquidos, falta de aire y bradicardia en el monitor. Siempre es lo mismo y ocurre estando él solo en el sector del paciente, y es él quien alerta de la situación". Más adelante agregó: "Esto se da con pacientes que dan trabajo, de los que se tiene que estar pendientes, añosos en general, en una sala que no permite acompañantes".

Al ser consultado sobre por qué realizaba esas maniobras, Pereira le dijo al juez: "Son pacientes que uno los ve sufrir. (...) Si mi madre o mi padre estuvieran en una situación así, yo hablaría con el médico para que la sedara. Mi error fue haberlo administrado sin autorización médica. No fue con el fin de matar a nadie (...) Mi decisión fue por ver el sufrimiento de la gente", concluyó.

El caso de Ariel acevedo

Vayamos ahora a otro capítulo del auto de procesamiento conocido ayer, el que se detiene en el caso de Ariel Acevedo, el enfermero que trabajaba solamente en el CTI Neuroquirúrgico de la Asociación Española.

El juez Vomero relata que, cuando Pereira fue detenido, entre sus pertenencias encontraron un celular que guardaba cientos de mensajes de texto. Uno de ellos fue el que terminó haciendo la conexión con Acevedo.

Se trata de un mensaje enviado en diciembre del año pasado a Andrea Acosta, la enfermera procesada como cómplice de un homicidio, quien trabajaba con Acevedo en la Asociación Española. El mensaje hacía referencia a que "Acevedo le había suministrado una medicación a un paciente, que se había ido a la farmacia y que habían quedado resucitándolo".

Ese paciente falleció poco más tarde. Acevedo admitió ante el juez que él le puso la medicación para que muriera.

Cuando el doctor Vomero lo cuestionó sobre sus motivaciones para llevar a cabo estos actos, Acevedo dijo que lo hacía cuando el paciente "y su familia estaban en un sufrimiento continuo". "Llega un momento que no se puede tolerar tanto sufrimiento. Llegó al límite de mi persona. Tomé una decisión para parar, de hacer que la gente dejara de sufrir". "Reitero", dijo Acevedo al Juez, "mi intención no era matar, sino permitir descansar".

Acevedo admitió que, mientras se encontraba solo, se "aproximaba al paciente con una jeringa de 20 Cm., (y) le inoculaba 20 Cm. de aire."

El enfermero no pudo confirmar cuántos pacientes fueron víctimas de estas acciones, ni cuándo comenzó a llevarlas a cabo, aunque estimó que podría tratarse de "un par de años".

Cuando en la sede judicial le mostraron las fotos de pacientes que podrían haber muerto como consecuencia de sus maniobras, Acevedo reconoció haber matado a 10 de ellos.  

Los argumentos del juez Vomero para procesar a los enfermeros

En el auto de procesamiento se indica que "los indagados negaron su intención homicida". Sin embargo, se agrega que "la prueba incorporada al proceso permite sin esfuerzo deducir la intención de matar. Se trata de enfermeros de vastísima experiencia que aplicaron sustancias que rápidamente llevaron a la muerte".

El doctor Vomero también destaca que "la prueba incorporada no permite considerar que estemos ante homicidios piadosos, como manifestaron los defensores de Pereira". A continuación, cita el artículo 37 del Código Penal, que señala que "los jueces tienen la facultad de exonerar de castigo al sujeto de antecedentes honorables, autor de un homicidio, efectuado por móviles de piedad, mediante súplicas reiteradas de la víctima". Para el magistrado, el argumento no corresponde porque "no existe ninguna prueba que de cuenta de las continuas súplicas de la víctima".

La polémica sobre los datos de mortalidad en la UCC del Hospital Maciel

Terminemos con algunos datos que incluye el auto de procesamiento dictado por el juez Vomero y que seguramente volverán a abrir la polémica respecto a cifras que manejó el Ministerio de Salud Pública en estos días.

El documento incluye un informe presentado el 13 de marzo pasado por el doctor José Patritti, jefe de la Unidad Coronaria, al doctor Raúl Gabús, director del Hospital Maciel.

Se trata del mismo informe del que esta semana informaba la prensa y que fue desmentido categóricamente por el subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo.

Patritti afirma que decidió elaborar un estudio porque "le llamó la atención el alza de mortalidad en su unidad". El documento prosigue explicando que el doctor "relató que la mortalidad, desde su creación, fue de tres o cuatro por ciento anual, pero indicó que en el transcurso de 2011 se produjo un brusco incremento".

"Agregó que del estudio de las historias clínicas surge que ‘...1) se trató de un grupo de pacientes graves pero que estaban enmarcados dentro de la población habitual de la Unidad Coronaria con buena respuesta a los tratamientos específicos instituidos. 2) Tienen el fallecimiento como denominador común: bradicardia, hipotensión y paro cardio-respiratorio inesperado a pesar de las situaciones clínicas graves de los pacientes...’ ".

Al ser consultado en la sede judicial, el doctor Patritti afirmó que en 2011 la tasa de mortalidad en su unidad pasó a ser del 10%. Es decir, de un 3 o 4% que promedialmente ocurre todos los años, en 2011 pasó a 10%.

Patritti agregó que llamó la atención que "el fallecimiento de las personas que ingresan a la unidad coronaria se produce por dos motivos: el primero y más frecuente, por una desorganización eléctrica y total del corazón (...), y en forma menos frecuente ocurre que la frecuencia de los latidos comienza a bajar (...) llegando a un paro cardio-respiratorio".

Al ser consultado por el juez sobre la existencia de medicamentos que produzcan la muerte de los pacientes en esa forma inesperada, Patritti dijo: "Sí, existe y es la morfina...".

Pero ¿qué había dicho el doctor Briozzo cuando fue consultado por estas cifras en una conferencia de prensa este martes?

Briozzo negó que se haya producido un incremento significativo en la cantidad de fallecidos en la Unidad de Cuidados Coronarios del Hospital Maciel durante el 2011 en relación a años anteriores.

Según publicó el diario El País, el jerarca informó que, en 2010, 307 pacientes fueron atendidos en esa unidad, de los cuales fallecieron ocho (2,6%). En tanto, durante el 2011 fueron atendidas 549 personas, de las cuales 17 murieron, es decir un 3,1%.

"Si comparamos los números absolutos, se puede decir que hubo un incremento de más del doble, pero se tiene que tomar en cuenta que el número de pacientes atendidos también se duplicó", expresó Briozzo.
 
En este sentido, manifestó que la diferencia no es "estadísticamente significativa" y aseguró que se trata de un "incremento mínimo que es dable de esperar en cualquier tipo de unidad de este tipo".    

Sin embargo, ahora, con el auto de procesamiento a la vista, aparecen números diferentes: los que maneja el doctor Patritti, que hablan de una suba del 3 o 4% al 10% de la mortalidad.

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