La realidad del turismo rural en Uruguay a través de un caso particular: posada La Salamora
En Uruguay el turismo rural viene en franco crecimiento en los últimos años. Genera un movimiento local interesante y, sobre todo, atrae a miles de extranjeros, muchos de los cuales vienen especialmente desde lugares muy remotos. En la actualidad hay un centenar de establecimientos que se dedican a esta actividad y ofrecen una gran variedad de servicios. En Perspectiva entrevistó a Alicia Morales, propietaria de la posada de campo La Salamora, para conocer la historia de este complejo y de su dueña, quien hace 10 años no tenía nada que ver con el campo y desde entonces se ha dedicado a innovar en el sector del agroturismo.
(emitido a las 8.55 Hs.)
EMILIANO COTELO:
Ya sabemos que tanto el agro como el turismo han crecido muy fuerte en Uruguay en los últimos años. Pero ¿qué pasa con la conjunción de los dos sectores? ¿Cómo está evolucionando el turismo rural?
Hoy en día existen un centenar de establecimientos que se dedican al turismo rural y ofrecen una gran variedad de servicios y actividades: por ejemplo, cabalgatas, avistamiento de aves, caminatas por paisajes naturales, degustación de la cocina uruguaya y en especial el asado, y hasta la posibilidad de participar en las propias tareas del campo. Tienen público local, sí, pero es notable cómo estas propuestas cautivan a visitantes del exterior, muchos de los cuales llegan especialmente después de haberse informado por internet.
Aquí en En Perspectiva ya hemos tocado este tema. Hace poco más de un año, por ejemplo, conversábamos sobre la Sociedad Uruguaya de Turismo Rural (Sutur) con su vicepresidenta, Alicia Morales, a quien encontramos en una feria de turismo en Nueva York.
Hoy vamos a encontrarnos con ella de nuevo, pero para detenernos en su propio establecimiento, que es un modelo muy rico en cuanto a desarrollo permanente y espectro de atractivos. De paso también vamos a bucear en la forma de trabajo de Alicia, un caso clarísimo de espíritu emprendedor en el que se conjugan creatividad, empuje, formación permanente, dedicación al trabajo y capacidad para tomar riesgos.
Vamos a conversar de todo esto también con Rosario, que está aquí en el estudio, luego de haber visitado este sábado La Salamora.
ROSARIO CASTELLANOS:
Luego de haber disfrutado La Salamora, mucho más que visitado.
EC - Alicia, tú no tenías ninguna vinculación particular con el campo hasta que iniciaste el proyecto. ¿A qué te dedicabas?
ALICIA MORALES:
Era secretaria ejecutiva en una empresa nacional dedicada al agro por casualidad, pero nada que ver con eso.
EC - ¿Cuáles eran tus tareas allí?
AM - Trabajaba con exportaciones de cereales en una empresa nacional muy importante, y me vinculaba con el mundo exterior por mi tarea de ser parte de la venta de estos cereales.
EC - Pero esas tareas se desarrollaban ¿dónde? En una oficina.
AM - En una oficina, en Montevideo y, como yo siempre cuento, detrás de tres mamparas que no me permitían ver el día ni disfrutar como disfruto hoy de la naturaleza.
EC - ¿Por qué diste ese salto, por qué te reconvertiste como lo hiciste?
AM - Porque a veces la vida a uno le da la oportunidad de reconvertirse. Y además porque uno nunca es viejo para reconvertirse.
EC - Estás aludiendo a edades. Este cambio tuyo ocurrió hace unos 10 años.
AM - Sí, comenzamos con un campo familiar para disfrutar con los amigos, con nuestras hijas, disfrutar de las cabalgatas. Mi esposo es veterinario, entonces por ese lado estamos un poco relacionados con el campo.
EC - Tu esposo es veterinario pero por primera vez tuvieron campo en un momento muy cercano a tu cambio de rumbo.
AM - Sí, el campo hace 10 años que lo tenemos, y La Salamora hace seis años que trabaja como establecimiento de turismo rural en el Uruguay. Así que fue muy poquito el tiempo que estuvimos solo de dueños de campo.
EC - No es un establecimiento grande.
AM - No, para nada, es un establecimiento pequeño, de 113 hectáreas, enclavado en plenas sierras. Como nosotros decimos, imaginate un mantel lleno de arrugas que tú lo estirás y en lugar de tener 113 hectáreas tiene como 160 porque todas esas arruguitas no cuentan, entonces las subidas y bajadas de las quebradas son parte también de esa geografía espectacular que tiene el lugar.
EC - Primero fue la decisión de comprar ese campo; ¿a qué se debió?
AM - Circunstancias familiares. Mis padres habían vendido una propiedad y queríamos invertir en algo, y las niñas querían tener sus caballos, un poco de todo, mi papá era de la zona, entonces todo el mundo quería un poquito estar de vuelta en esas raíces, y conseguimos ese pedacito chiquitito de campo que fue el comienzo de esta reconversión familiar.
EC - No era para crear una posada de campo. ¿Por qué se dio esa segunda decisión?
AM - Para nada era para eso. Se dio porque es un lugar muy lindo, entonces venían los amigos los fines de semana, y venían con sus amigos, o venía gente del exterior y decía "vamos a lo de Daniel y Alicia que es divino". Siempre estábamos recibiendo gente, hasta que un día unos suecos amigos de unos amigos nos proponen por qué no empezamos a recibir en serio, a lucrar con lo que estábamos haciendo en lugar de ser macanudos anfitriones. Ahí empezó eso y nos pusimos a trabajar en el proyecto. Personalmente me puse a estudiar en la Universidad de Buenos Aires (UBA) turismo rural, y acá en Uruguay sobre turismo, para saber realmente de lo que estábamos haciendo y encarar una propuesta profesional.
EC - ¿No dudaste en dejar la oficina y meterte en este baile lleno de riesgos y en un campo que no dominabas?
AM - ¿Sabés que no? Increíblemente, como yo digo, se alinearon los planetas y me dieron el empujón para decidirme. Tuve el apoyo de mi familia, por supuesto, porque acá es importantísimo lo que cuento de apoyo de mis hijas y de mi esposo en este emprendimiento que era absolutamente nuevo, que era una incertidumbre total, que era una apuesta a algo que podía ser no solo gratificante a nivel personal o familiar, sino que debía además traer ingresos a la casa.
EC - Alicia saltó de una oficina a las sierras de Minas, cambió totalmente su ámbito de trabajo. ¿Cómo es esa zona, Rosario? Algo ya mencionó ella misma, pero contanos desde tu óptica.
RC - Voy a coincidir en que es una verdadera maravilla esta posada de campo. La Salamora está ubicada en la zona serrana del departamento de Lavalleja, el lugar se llama concretamente Puntas del Solís, porque allí nace el Solís Grande. El acceso está sobre la ruta 60, que une Pan de Azúcar con Minas y es particularmente en sí una ruta muy panorámica. La posada además está ubicada 300 metros sobre el nivel del mar, es decir, está en un punto alto de ese paisaje. Está rodeada por un lado por la sierra de las Ánimas, por otro por las sierras de Minas, que en realidad están lejos, el marco de la zona está relativamente alejado, por lo que no resulta una sensación que se te imponga. Y en medio de la situación de la propia posada y ese marco de sierras hay toda una zona no digo de valles, porque no creo que tenga un punto horizontal, es toda una cosa sumamente quebrada y ondulada que termina en las zonas más profundas en quebradas por las que uno imagina, y luego lo comprueba, que corre alguna cañadita, y está además cubierta de una vegetación natural abigarrada, apretada, que es parte del encanto de toda la zona. Fundamentalmente es eso, es la sensación de un paisaje absolutamente quebrado, siempre diferente, que está magníficamente aprovechado por la ubicación misma de la posada. Una posada relativamente pequeña, porque tiene un espacio de reunión, un estar presidido por una gran estufa a leña con muy confortables sillones...
EC - Y con unos ventanales maravillosos, además.
RC - Todo está rodeado de una galería.
EC - Ese ambiente está rodeado de ventanas que permiten una recorrida de casi 360 grados.
RC - Exactamente, y además de un lado ves la puesta del sol y del otro la salida del sol. Y cinco habitaciones dobles con baño privado, una galería desde la que se accede a esas habitaciones, que culmina en uno de los extremos de la casa en un deck fenomenal, una terraza volada en la cual, ahí sí, tenés 360 grados de este paisaje excepcional.
EC - Alicia, ese edificio de la posada no existía en el momento inicial. La idea de ustedes, empujada por esos amigos y visitantes ocasionales, surge cuando lo que había era la propia casa de ustedes, nada más que la casa de ustedes. ¿Cómo se fue desarrollando esa construcción?
AM - La casa nuestra es de 1780 y es parte de una batería de construcciones que tenía este predio, que era un horno que producía cal para el Virreinato del Río de la Plata, y nosotros queríamos preservar nuestra casa, como le llamábamos, "las casas de piedras". Queríamos que nuestras casas quedaran siendo nuestras y construir algo para la gente que nos viniera a visitar. Como dice un cartelito en la puerta de La Salamora: "Recibimos huéspedes y despedimos amigos", es tal cual, queríamos que esos amigos se sintieran también parte de eso, pero no tan involucrados en nuestra casa. Entonces esta construcción es muy particular, creemos que a todo y esto está en nuestra propuesta hay que darle una segunda oportunidad, entonces casi toda la casa está construida con materiales que fueron reciclados de remates: ventanas, muebles, adornos, porque a todo hay que darle una segunda oportunidad. Nuestra casa tiene esa particularidad también, todo tiene una historia, todo lo que uno ve tiene algo de historia y podemos contar cómo lo reciclamos, cómo lo compramos, de dónde lo sacamos.
EC - El diseño en buena medida fue tuyo.
AM - Sí, un poco atrevida en la construcción. Diseñamos lo que queríamos, que era ver para afuera, de donde estés vas a ver siempre lejos.
EC - Pero además, ¿es cierto eso que contaste una vez, que tú misma trabajabas en la obra?
AM - Sí, todos trabajamos en la obra, en casa todo el mundo puso mano en la obra, teníamos una sola persona que construyó la posada y nosotros estábamos siempre. El reciclado de todo lo que es madera lo hicimos o bien en el campo o bien en nuestra casa de Canelones, pero estuvimos en todos los detalles, y hasta el día de hoy estamos.
EC - Dijiste que estudiaste turismo rural en Argentina, en la UBA.
AM - Sí, la UBA tiene una cátedra de Turismo en Agronegocios, y dentro de esa carrera tiene Turismo Rural como una cosa importante y que desarrollan muy bien. Y ellos imparten cursos a distancia, cursos dentro de la UBA y seminarios o talleres. Durante un par de años me iba a Buenos Aires y volvía, a veces con unos sacrificios increíbles, porque yo trabajaba todavía. Me iba de noche en un ómnibus, tomaba el curso durante el día, me volvía de noche y al otro día llegaba a Tres Cruces, me cambiaba y me iba a trabajar. Lo hacía con gusto, ojo, me fascinaba y en ningún momento me pesó.
EC - ¿Qué otras opciones hay de formación? Porque en tu caso da la impresión de que aquellos estudios resultaron muy útiles. ¿Qué alternativas tienen tus colegas en Uruguay?
AM - En Uruguay se están dando cursos de turismo, hay muy buenas propuestas de turismo. Es una pena que no sea a nivel universitario como en Buenos Aires, que se puedan nuclear en un lugar las propuestas de turismo siempre en el ámbito rural. Porque el turismo en el ámbito rural no es solamente el turismo rural, hay otras expresiones de turismo, el de aventura o el místico, hay otras opciones que no están muy bien desarrolladas. Habría que ponerse un poco las pilas y decir: esto tiene que ser nivel terciario, nivel universitario, dentro de los agronegocios, como lo tiene la UBA.
EC - ¿En qué estás pensando? ¿En una tecnicatura en la Facultad de Agronomía, por ejemplo?
AM - Podría ser perfectamente, es replicable lo que están haciendo en Argentina, que hace muchísimos años que están en esto y es muy interesante. Y creo que sí, que a mucha gente que hace la carrera de agronomía tal vez agronegocios le interesaría mucho, el turismo. Esta otra opción, no dejar de hacer agronomía, sino ver otra parte más de las posibilidades que tiene el campo.
RC - Alicia es además la guía en todas estas propuestas, sobre todo en las caminatas. Ahí descubrí que además habías tenido que estudiar historia, porque lo que sabés a propósito de cómo funcionaba una calera no es un invento, y por otro lado lo que sabés de flora autóctona. Me iba dando a probar frutitos silvestres o arrancando hojitas de hierbas medicinales o hierbas naturales aromáticas, y realmente me sorprendió. Así que me parece que en esa materia también te pusiste a estudiar.
AM - La flora es una pasión que tengo desde siempre, en casa siempre me tomaban el pelo porque yo siempre andaba juntando plantitas, buscando plantitas. Además hace muchos años tuve la chance de hacer el curso de técnico hortícola en el Jardín Botánico de Montevideo, que es una delicia para aquellos a quienes nos gustan las plantas. Acá en La Salamora para mí es un placer, yo siempre digo que me pueden dejar en el monte un día entero y tal vez no me mueva del metro cuadrado en que me dejaron porque hay millones de maravillas en la flora que uno puede encontrar. Y comentando eso que tú decías de la historia y lo de guía, cuando estaba preparándome para este proyecto hice también un curso de guía de turismo en Uruguay. Lo hice en un instituto muy conocido de Montevideo, más que nada porque hay que saber vender el resto del país, el país no es solo La Salamora ni nadie que venga del exterior va a venir solo a La Salamora, entonces hay que saber decir qué otras cosas tiene Uruguay y cómo venderlas.
EC - La Salamora tiene un valor desde el punto de vista histórico y patrimonial que tal vez no estaba en tus planes iniciales, ¿no?, fue un descubrimiento posterior.
AM - Fue posterior y por pura casualidad.
EC - Vale la pena explorar cómo fue que ese ángulo que también se incorporó a la oferta de servicios y atractivos que tiene este establecimiento en concreto.
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EC - En Uruguay en los últimos años el turismo rural viene en franco crecimiento, genera un movimiento local interesante, pero sobre todo atrae a miles de extranjeros, muchos de ellos venidos especialmente desde lugares muy remotos.
Estamos conociendo un ejemplo, el de la Posada de Campo La Salamora. La entrevista es con Alicia Morales, propietaria de ese establecimiento junto a su esposo, Daniel. Alicia tiene 54 años, es secretaria bilingüe graduada en el Instituto Crandon pero hace 10 años decidió iniciar una nueva etapa en su vida, dejando un lado el trabajo de oficina y asumiéndose como emprendedora en medio de las sierras.
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EC - Rosario, tú te concentrabas en la historia del lugar.
RC - Por supuesto, porque es un valor agregado a todo esto que estamos diciendo, que es una maravilla el paisaje, que no puede dejar de destacarse. Encontrarse con historia del siglo XVIII en ese predio es parte de las sorpresas que uno recibe. Y lo increíble es que el proceso de descubrir lo que allí había también es parte de una investigación que llevó adelante Alicia.
EC - Te metiste en ese otro rubro un poco por las circunstancias.
RC - Sí, la historia es una de las cosas que me gustan mucho, y encontramos eso por casualidad, porque un vecino nos comenta las bellezas del lugar "y además ustedes tienen un horno...". Ahí fue: ¿qué es un horno? Llegamos finalmente al lugar, que había sido invadido por el monte nativo, y empezamos a buscar en la historia. Me fui al Archivo General de la Nación, es todo un cuento cómo llegué a los manuscritos originales escritos por un señor en 1780 que explicaba cómo había sido dado ese predio al primer dueño, que se llamaba Francisco Aristiguieta, y luego con libros de historia de la historiadora Fajardo Teherán empezamos a encontrar cada vez más historias sobre ese horno en particular, que de los 15 que había en la región era el segundo en producción para el virreinato, de cómo producía.
Luego un grupo de veteranos divinos que hay en la ciudad de Pan de Azúcar que se autollaman "los calerólogos" porque estudian caleras insistieron en que debíamos encontrar las casas de esclavos, que tenía que haber una casa de esclavos. Y bueno, buscando en el monte, en ese monte achaparrado como contaba Rosario, encontramos vestigios de la casa de los esclavos. Ahí nos contactamos con gente del País Vasco que justo hoy ha venido a trabajar acá por el tema de las caleras de Huérfanas y empezamos a ver si se podía recuperar eso, investigamos con las diferentes corrientes que hay en el sentido de recuperar vestigios de otras épocas. Y quedamos en eso, en que la imaginación y el imaginario de cada uno que va y visita la casa de los esclavos se haga su imagen de lo que era en ese momento. Y el horno de cal, que está en perfecto estado de conservación. Además estamos tratando de diseñar un circuito de hornos y caleras, porque es muy interesante, la zona está repleta de estos hornos, algunos en muy buen estado, otros un poco deteriorados, pero son parte de una historia riquísima. Para un país tan joven como el Uruguay tener algo de 1780 es asombroso.
EC - Estando allí y a partir de esos antecedentes uno puede palpar físicamente qué quiere decir la palabra "tamango", porque ustedes tienen un tamango allí. ¿Cómo es eso?
AM - Sí, todos decimos a veces "estos zapatos son unos tamangos" y no sabemos qué quiere decir. Un médico, un señor mayor que vino a visitarnos, hijo de la maestra de una escuela de las canteras de la región, me preguntó si yo sabía qué era un tamango, le dije que era un zapato duro y me dijo "yo te voy a traer uno de regalo". Y a los pocos días apareció con un zapato hecho con el neumático de una Ford T, con la parte de la goma hacían una especie de mocasín, le hacían una lengüeta, le hacían un talón y le ponían unos aritos de alambre por los que pasaban unos tientos. Con eso andaban en las canteras y en las caleras.
EC - ¿Te impresionó, Rosario?
RC - Me encantó. Seguramente resistentes, más allá de que aparece hasta el agujero que tiene en el talón, con lo cual se ve que se le dio muchísimo uso a eso que parece indestructible. También me encantó entrar en el horno, porque ver el horno intacto, que es un cilindro perfecto de piedra con la boca arriba abierta en todo su diámetro y una puertita en la parte baja por donde se metía la leña para calentarlo, poder ingresar y mirar hacia arriba me pareció parte de la fascinación. Y cómo lo han ido recuperando en eso que decía ella y que yo también señalaba, la maleza que lo invade todo y no llegan a despejar del todo, sigue siendo una cosa metida en la maleza, más allá de que uno ya puede advertir esa base de los muros de piedra, un corral de piedra que prácticamente todavía se puede usar completo, y el horno en sí, que también ha quedado limpio en su interior pero sigue con la maleza contra las paredes.
EC - Vayamos al espectro de atractivos, porque eso es lo que vale la pena destacar en esta charla, qué es lo que hay detrás del turismo rural, de qué actividades se trata. Porque ahora estamos comentando lo que ustedes incluyen en cuanto a charlas y conversaciones con los visitantes a propósito de la historia de esa zona y la posibilidad de recorrer, ver el patrimonio histórico y cultural que tiene incluido. ¿Qué más, qué otras opciones hay en un lugar como este?
AM - La naturaleza es la estrella del lugar, la naturaleza en todos sus sentidos. Por ejemplo hacer senderismo, tenemos muchos senderos diseñados dentro del monte nativo; Rosario contaba que yo le mostraba la flora, y buscamos huellas, que es algo superdivertido, y después tenemos el libro de huellas en el que vamos identificando qué huellas vimos de esos animales que andan de noche, que de día no se pueden ver. Cabalgatas, tenemos varios circuitos de cabalgatas dentro de La Salamora y fuera, y las cabalgatas que proponemos siempre son con destinos que nos van a dejar algo, ya sea una mina de cobre, ya sea parte de la historia paleoindígena de la región, o construcciones, siempre hay un destino concreto, de modo que uno no solo tiene el disfrute de andar a caballo, sino que se va a llevar algo en su mochila que es el conocimiento. Eso es fundamental.
RC - Le faltó nombrar el proyecto de centro de rehabilitación de aves, porque en medio de esa caminata no se encuentra con una enorme jaula a la cual se puede ingresar por un sistema de doble puerta y rodearse de pájaros de todos colores y divinos que están en plena recuperación. Ese también es un proyecto que vale la pena que nos cuentes, Alicia.
AM - Presentamos unos proyectos ante el Proyecto de Producción Responsable (PPR), que son fondos no retornables del Fondo Mundial para el Medio Ambiente y el Banco Mundial. Uno era de senderismo y el otro era un centro de rehabilitación de aves. En Uruguay, como todos sabemos, la venta de animales autóctonos es ilegal, está contra la ley, pero vamos a las ferias, vamos a algunas pajareras y vemos que se venden aves autóctonas. El problema es que sacamos esos pajaritos de los que los venden y los pájaros necesitan recuperarse, volver a aprender a volar, a comer solos, recuperar su plumaje, y no había ningún centro activo en el Uruguay que hiciera ese trabajo pero que además después liberara los pájaros, porque podemos mandarlos a un zoológico pero quedarían allí. Entonces propusimos la construcción de estos dos grandes jaulones dentro del monte nativo, donde hay parte de la flora nativa. A estos pajaritos cuando llegan se les abre la jaula y quedan caminando en el piso, porque no pueden volar. Al cabo de dos meses empiezan a volar y ya están tan contentos que se han empezado a reproducir, lo cual me preocupa un poco porque están muy confortables, entrás y se quedan alrededor viendo qué van a conseguir.
RC - El tema es saber si algún se van a querer ir.
AM - Por más que tenemos unos grandes ventanales en la parte superior de estos jaulones para invitarlos a que salgan, parece que no tienen mucho interés en salir. Vamos a ver cómo hacemos.
EC - ¿Qué otros proyectos de ese tipo han ido incorporando?
AM - Incorporamos otro de reintroducción de la yerba mate en el monte serrano sur. La yerba mate era una planta que existía en todos los montes de las serranías, de hecho todavía está en forma espontánea en la sierra de Ánimas, en Rocha, pero ha ido desapareciendo porque la tala de los árboles hace que estos árboles de yerba mate, que viven en un estrato inferior al más alto protegidos del sol, del frío, de todo el clima, vayan desapareciendo al no tener protección. Porque cuando uno tala el monte no está talando solo ese árbol de flora nativa, está matando todo lo que hay por debajo y que vive gracias a la sombra y la protección de eso. Entonces tenemos unas 50 plantitas de yerba mate. Además es interesante porque para los extranjeros el mate es un gran llamador, nosotros los invitamos a probarlo y les hacemos todos los relatos y la historia, y además los llevamos a ver una planta de yerba mate para que vean de dónde se saca el "té verde", como le dicen ellos.
EC - Paralelamente, el establecimiento, esas 110 hectáreas, ¿tiene producción agropecuaria?
AM - Sí, en este momento tenemos ovejas que están a punto de parir en el mes de junio, y tenemos 17 caballos que utilizamos para las cabalgatas. Y en un período corto durante el año tenemos ganado vacuno.
EC - Otro de los atractivos es el sistema que se ha montado en La Salamora para que sea autosuficiente en materia de energía y de agua. ¿Podrías contar algo de esta otra parte?
AM - Ahí la luz que provee el Estado no llega, la energía está a unos 10 kilómetros de donde estamos nosotros, con costos muy elevados, entonces encontramos otra solución. Estamos en una zona muy alta, con muchísimo viento, y hoy las energías limpias son la gran propuesta. Tenemos un molino que genera energía que acumulamos en unas baterías y que luego transformamos en 220. Todos los huéspedes tienen energía 220. El agua, colectamos el agua de lluvia en un gran depósito, y además tenemos una bomba con energía solar que nos trae agua de una cañada que queda a 400 metros de distancia y está a 42 metros de nivel. Esa bombita, lentamente, con mucha paciencia, va llenando los recipientes de agua. Durante el verano y en la época en que el sol tiene mucha incidencia tenemos calefón solar, que nos abastece de agua muy caliente a las habitaciones, y en el invierno tenemos una caldera a leña, que no es leña de monte sino que es leña de eucaliptos que compramos, que no solo sirve para calentar el agua de servicio, sino que además brinda calefacción por radiadores a todas las habitaciones y al espacio público.
EC - Todo este sistema termina siendo también un motivo de conversación con los turistas.
AM - Por supuesto, porque además cuando llegan las personas les explicamos que las luces hay que cuidarlas, que hay que apagarlas cuando no se las utiliza, que si no es necesario no se prenda la luz, en todas las duchas hay un cartelito que pide que las duchas sean cortas. Es un poco lo que todos deberíamos hacer todos los días, cuidar los recursos naturales.
EC - ¿A qué tipo de turistas está dirigida esta propuesta? Va adentro de país, pero tienen un énfasis fuerte puesto afuera. ¿Qué es lo está mostrando la realidad de estos seis años en cuanto al origen de los visitantes?
AM - En seis años tuvimos turistas de 28 nacionalidades diferentes, algunas se han repetido varias veces, pero hemos tenido gente de Estonia, de Rusia, de Japón, de Tasmania, gente que busca algo diferente. Sobre todo la gente del hemisferio norte busca espacios. Gente de Andorra que ha venido en diferentes oportunidades se ha maravillado de poder ver lejos, porque no se puede ver lejos, o no ver gente, o caminar o hacer una cabalgata de cuatro o cinco horas y no cruzarse con nadie. Eso es una maravilla para gente de lugares donde la sobrepoblación es impresionante.
RC - Yo me he referido al paisaje largo, al paisaje general, y hay un aspecto de La Salamora que es lo que se disfruta en las caminatas, que es el misterio de la quebrada, esa zona baja junto al arroyo de intrincada vegetación autóctona, de árboles bajos y matas altas que crean un ambiente sombreado con galerías bajo unas bóvedas de ramas que filtran la luz del sol y con un sotobosque de helechos. Pero además el curso de las cañaditas, que además como son en lecho de piedra y con muchos desniveles van permanentemente planteando el sonido del agua. Es impresionante, el canto de los pájaros, la huella de los animales cimarrones, y cada tanto encontrar un banco donde uno se puede sentar y disfrutar quieta de aquello, parar la caminata. Es absolutamente mágico.
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EC - ¿Cómo se enteran esos visitantes del exterior? ¿Internet es el gran canal de comunicación?
AM - internet es el gran canal de comunicación, sí, y también tenemos la chance, al ser parte de la Sutur, de participar en ferias. Tú me entrevistaste cuando yo estaba representando a la Sutur en Nueva York, pero otros colegas han ido a Alemania, a Italia, a Inglaterra, a Francia, a España, donde se promueve el turismo rural. Tenemos el apoyo del Ministerio de Turismo, que está dando un empuje importantísimo al turismo de naturaleza, porque Uruguay siempre se enfocaba en sol y playa, y hoy el turismo de naturaleza, el ecoturismo, el turismo rural o en el ámbito rural están dando la opción de tener turismo todo el año y para otro nicho de mercado al que tal vez no le interese el sol y playa. El ministerio nos está apoyando mucho en eso y es como nos promocionamos.
Además cada uno tiene sus propias propuestas. En el caso de la Salamora tenemos propuestas mensuales de actividades. Por ejemplo, este mes tenemos un taller de hierbas medicinales, el mes que viene tenemos un taller de cielos nocturnos, luego empieza la época de las ballenas y tenemos campo y ballenas. O travesías en bicicleta, o cabalgatas puntuales, siempre hay algo para entusiasmar a la gente local para hacer cosas.
EC - Felicitaciones por la marcha de La Salamora, por los resultados que han tenido hasta ahora, y por los planes, porque supongo que hay más, la cantera es medio inagotable.
AM - Sí, es un poco complicado porque uno está siempre pensando en nuevos proyectos y superentusiasmado con hacer cosas nuevas. Y además en ofrecerles a los que ya son amigos por haber estado en La Salamora "vengan porque hay más cosas para hacer", porque siempre hay cosas para hacer, siempre hay descubrimientos y siempre hay cosas divertidas para compartir con esa gente que ya son amigos nuestros. Te agradezco que nos hayas dado la chance de contar un poquito de lo que es este lugar tan cerca de Montevideo y tan enclavado en medio de las sierras que es un paraíso realmente.
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Transcripción: María Lila Ltaif
Foto de portada: sitio web de La Salamora
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