Entrevistas

Soc. Gustavo Leal: "El monopolio del dolor y de la sensibilidad no puede quedar arrogado a un grupo de personas"

La Plaza Independencia y sus alrededores fueron testigos ayer de la manifestación "Uruguayos indignados contra la violencia", convocada a través de las redes sociales y motivada por los hechos de violencia sucedidos en los últimos días. En la manifestación, frente a la Torre Ejecutiva, participaron figuras vinculadas a los distintos partidos políticos, incluido el oficialismo. El domingo, el sociólogo Gustavo Leal, identificado con el Frente Amplio, había hecho circular un mensaje convocando a participar sin distinción de partidos políticos. En diálogo con En Perspectiva, Leal reafirmó que "es importante que el problema de la violencia, la seguridad y la convivencia no se asocie a una sola sensibilidad en el país" y se mostró preocupado por que el "monopolio del dolor y de la sensibilidad" quede "asociado solamente a determinados grupos", que, agregó "tienen una carga de intolerancia muy fuerte".


(emitido a las 7.41 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Algunos ejemplos de los enfoques que eligen los diarios aquí en Montevideo para referirse a lo ocurrido ayer al caer en la tarde en la Plaza Independencia: La Diaria por ejemplo elige el título "Plaza del entrevero, movida de indignados por la inseguridad en un marco de enredo partidario y con abundancia de exabruptos". La gran foto que acompaña ese título muestra al embajador itinerante Julio Baraibar, en un intercambio con uno de los manifestantes en la puerta de la Torre Ejecutiva.

El País titula: "Crimen: bronca en la calle y confusión en el Gobierno", incluye una foto tomada a ras de tierra de la concentración, donde se observa a varios hombres y mujeres con sus puños cerrados, algunos haciendo la V de la victoria y cantando algunas de las consignas que ayer se escucharon en el centro de Montevideo.

La República también elige un primer plano pero donde se ven más pancartas: "Nos matan trabajando mientras otros viven robando", dice una; y el titular es: "Paremos esta locura. Unas mil personas se reunieron en Plaza Independencia contra la violencia, algunas entregaron un memorando a Presidencia".

En Últimas Noticias también, la foto es una foto a nivel del suelo donde se observa una parte de la concentración y se habla de un fuerte reclamo de más seguridad.

El Observador, por último, elige un primer plano de cuatro de los manifestantes. Se ven los rostros también de otros dos más atrás, y el título es "Indignados".

Rosario, tú estuviste allí cubriendo para En Perspectiva esta actividad, ¿cuáles fueron los detalles principales?

ROSARIO CASTELLANOS:
Yo llegué sobre las seis y media de la tarde y en ese momento calculo habría entre 300 y 400 personas reunidas, fundamentalmente sobre la plaza, relativamente en calma. No se sentía otra cosa que golpes de manos, palmas, pero no mayores consignas. En determinado momento, yo calculo que a las siete menos cuarto, llegaron las caravanas que se habían programado. Yo no las sentí llegar, pero lo que sí vi es que unos automóviles que venían circunvalando la plaza se detuvieron en la mitad de la calzada, exactamente frente a la puerta de la Torre Ejecutiva.

En ese momento la gente se tiró a la calzada y avanzó hacia la propia pasiva de la Torre Ejecutiva y comenzó entonces sí a gritar las consignas muy violentas, sobre todo los que iban en primera fila que además desplegaron un gran pasacalle que decía "Basta de muertes, soluciones ya". Hombres y mujeres, de todas las edades, por lo general, como suele ocurrir, las mujeres posiblemente las más agresivas en cuanto a sus cánticos "que se vayan todos", "asesinos", "que den la cara", la dirigida directamente a Bonomi...

Esa primera fila que avanzó no era la que tenía las caras más conocidas de los dirigentes que sabemos estaban y en muchos casos quedaron sobre la misma plaza. A esta altura yo diría que ya se había más que duplicado, calculo que había unas 700 u 800 personas en ese momento. Y como te digo, en algunos casos con actitudes francamente agresivas, como las de un muchacho relativamente joven que empezó a dar puntapiés contra los vidrios, coses, te diría, porque además era de espaldas y con la pierna hacia atrás que realmente hacían retumbar esos vidrios. Dos personas de la misma manifestación se acercaron a él y amablemente lo invitaron a retirarse y a ceder en esa posición tan violenta.

Por otro lado, no vi banderas partidarias, debo admitir. Había unas pocas banderas uruguayas y en todo caso la cartelería en general era muy artesanal, salvo algunos pequeños cartelitos no muy grandes que se veía habían sido impresos especialmente, el resto eran manuscritos en cartones y cartulinas de cualquier tamaño. En casi todos ellos se hablaba fundamentalmente de terminar con los asesinatos y definitivamente encontrar soluciones.

EC – ¿Algún otro elemento que valga la pena incorporar a la descripción?

RC – Ya te digo, creo que en el momento en que se produce esa avanzada más agresiva y de gritos claramente se vio que había gente que quedaba rezagada sobre la plaza, como poniendo distancia a aquella actitud. Es decir, los realmente indignados pasaron al frente y los que en definitiva se sumaban con la sensación de que esto había que pararlo, pero no dispuestos a pedir la cabeza de nadie, quedaron un poco rezagados y sobre la plaza en actitud más tranquila, expectante, y en todo caso de espectador de lo que por delante pasaba.

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EC – Entre otros, estuvieron los diputados Julio Bango e Ivonne Passada, del Partido Socialista; Aníbal Pereyra, Alejandro Sánchez y Susana Pereyra, esposa del ministro del Interior, todos ellos pertenecientes al Movimiento de Participación Popular.

Por el Partido Nacional fueron vistos Pablo Abdala y Gustavo Borsari; del Partido Colorado estaban Alma Mayo, Graciela Matiaude, Fernando Amado y Gustavo Osta. Por otro lado, también había dirigentes del PIT-CNT, por ejemplo Fernando Pereyra, Fernando Gambera y Gustavo Signorele.

Ese fue uno de los aspectos que ayer más se conversó en la previa de esta concentración en la Plaza Independencia. ¿Tenía que ir la izquierda? ¿Tenía que ir el PIT-CNT?

Como ustedes notaron, por lo menos una parte de los sectores políticos integrantes del oficialismo sí se hizo presente Eso quiere decir que tuvo eco una iniciativa que había lanzado el domingo el sociólogo Gustavo Leal. Leal, que tiene un postgrado de especialización en altos estudios de comunicación social, que está notoriamente identificado con el Frente Amplio, había hecho circular un mensaje que decía "Hay que ir a la convocatoria en la Plaza Independencia. Asumo el riesgo y me sumo, yo voy a estar y convoco a que estemos en la Plaza Independencia a las 18.30".

Con el sociólogo Gustavo Leal estamos en diálogo. ¿Cuál era su motivación? ¿Por qué tomaba este "riesgo", como lo definía?

GUSTAVO LEAL:
Porque en principio la convocatoria estaba ubicada en un llamado a concentrarse sin banderas políticas, en paz, para las personas que estaban cansadas de la violencia y que estaban indignadas por la situación que había sucedido sobre todo en el fin de semana. En esos cuatro pilares, yo creo que no había nadie en el Uruguay que pudiera estar en contra.

Escribí en esa convocatoria diciendo: yo no conozco a quienes están convocando, ni sé quiénes son, pero creo que es importante que el problema de la violencia, la seguridad y la convivencia no se asocie a una sola sensibilidad en el país. Porque entiendo que la convivencia no tiene bandera, sino que es una bandera, es la bandera que la sociedad uruguaya tiene que tratar de impulsar. Por lo tanto, me parecía y me sigue pareciendo que una convocatoria que reflejara una presencia de las distintas sensibilidades políticas, sociales, ideológicas que hay en el Uruguay favorece una jornada de reflexión que como sociedad nos merecemos.

EC – Pero concretamente a usted le preocupaba que el Frente Amplio quedara al margen de una convocatoria como esta.

GL – A mí lo que me preocupaba, y me preocupa, es que el monopolio del dolor y de la sensibilidad y de la reacción frente a un acto de barbarie y a la violencia quede asociado solamente a determinados grupos que tienen una carga de intolerancia muy fuerte, como ayer se vio, y que por lo tanto sean los únicos que tengan legitimidad ante la opinión pública y ante la sociedad para presentar alternativas. Esa es mi preocupación.

Creo que el monopolio del dolor y de la sensibilidad no puede quedar arrogado a un grupo de personas que hacen una convocatoria y que después la transforman, porque esa es la segunda parte: transforman esa convocatoria en un acto que a mí me pareció bastante sorprendente y en un punto lamentable porque se reclaman políticas públicas. Se reclaman acuerdos políticos y el canto era "que se vayan todos". Entonces, me parece que esa esta argentinización que los mismos promotores de la actividad terminaron instalando no le hace bien al tono, y por eso yo dije "asumo el riesgo y me sumo". Asumí el riesgo de que esto podía pasar.

Pero me sumaba porque entiendo que como sociedad y como uruguayos tenemos que hacer un intento de levantar la mira hacia algunos temas. Creo que en el plano de la seguridad se necesita un acuerdo político en el Uruguay, que de alguna manera está estructurado o ha estado estructurado entorno al acuerdo interpartidario. Es un tema muy complejo para resolver y no se puede resolver de un día para el otro.

EC – Ahora, implícitamente usted percibe al Frente Amplio o a los frenteamplistas como acorralados en esta materia, como desconcertados, a la defensiva.

GL – Yo creo que el Frente Amplio y la izquierda en el Uruguay no han tenido históricamente un planteo, una reflexión sobre los temas de seguridad en profundidad. Y me parece que en parte los primeros siete años de gobierno del Frente Amplio han reflejado ese proceso de discusión hasta que se ha llegado intentar focalizar y poner en un mismo plano algunos conceptos que tienen que ver con la defensa de los derechos humanos, con el ejercicio de la autoridad y con la definición clara sobre cómo se interpreta la delincuencia y los problemas de violencia en la sociedad.

A mi me parece que aquí tiene que haber construcción de discurso, una construcción de hegemonía cultural, de legibilidad sobre las cosas que están pasando. Si la sociedad se queda solamente con un relato intolerante sobre lo que está sucediendo, en realidad las únicas soluciones van a ser más intolerantes.

EC – El problema es que el otro relato posible es un relato heterogéneo, un relato que no logra conformarse porque este Gobierno del presidente José Mujica, y su ministro del Interior, Eduardo Bonomi, están llevando adelante una cierta política, que tiene sus diferencias con las que se llevó adelante en el gobierno del doctor Tabaré Vázquez. Una política que parecería es más severa que la anterior, que trata de desprenderse de aquel prejuicio según el cual no se podía actuar, no se podía reprimir, porque buena parte de los delincuentes serían o son víctimas de determinadas políticas económicas y sociales llevadas adelante en el pasado. Esa política se está llevando a cabo, pero dentro del Frente Amplio no todos la comparten. Muchos la cuestionan. Hay un problema allí, ¿no?

GL – Comparto ambas cosas. Comparto la descripción que hace de la política del Ministerio que encabeza el ministro Bonomi, creo que es así, creo que hay un giro, no hay duda, y que se está intentando hacer una síntesis sobre el manejo de la autoridad y cómo pararse frente a ciertos desbordes de intolerancia en la sociedad. Y es cierto que también existe pluralidad de opiniones sobre esto. Justamente por eso me parece que los sectores progresistas, los sectores de izquierda, tienen que poder construir un discurso y no quedarse paralizados frente a una convocatoria. Una convocatoria que nace por parte de las redes sociales y después de alguna manera queda atrapada o encapsulada en un discurso –vuelvo a decir, con muchísimo respeto– absolutamente anti sistema. Lo de ayer era una reunión donde mucha gente ejerció una catarsis de violencia verbal discursiva hacia las instituciones también, hacia la institución presidencial y hacia las instituciones políticas del Uruguay.

Entonces, a mí me parece que en el debate cultural que hay que dar en el Uruguay la izquierda, los sectores que están en el gobierno, tienen que ponerse al frente y no tener miedo de salir a dar el debate cultural sobre los problemas que el Uruguay tiene.

Frente a eso, yo vuelvo a repetir, el monopolio del sentir bronca, del sentirse indignado, el estar dolorido por las cosas que han sucedido no puede quedar en manos de personas que plantean soluciones totalmente irracionales. En el Facebook por ejemplo apareció al final, por parte de una de las personas que organizó la actividad, un comentario que decía: "si el PIT-CNT o dirigentes políticos del Frente Amplio van a ir, entonces pueden ir todos los políticos". ¿Cómo que "pueden ir todos los políticos"? La política es la base de los acuerdos que una sociedad hace y por eso estamos en democracia. A mí me preocupan muchísimo este tipo de irrupciones sociales donde se desacredita la política como la herramienta que tenemos para la convivencia.

EC - ¿Quedó conforme con la respuesta que tuvo dentro del Frente Amplio a su planteo?

GL – Esto lo quisiera aclarar: yo soy una persona que reaccioné frente a lo que estaba pasando en el fin de semana y como ciudadano propuse una idea, no estaba yo convocando en particular a ningún sector ni hice ninguna gestión para que eso sucediera. Por lo tanto creo que hubo una cantidad de personas muy representativas de otras sensibilidades. Estaba la mayor parte del secretariado del PIT-CNT, había diputados del Frente Amplio, había diputados del Partido Nacional, también del Partido Colorado que yo sé que no compartieron lo que pasó ahí, porque hubo algunos que mantuvieron cierto margen de diferencia sobre el tono antipolítico que esta manifestación terminó teniendo.

Es sobre esas cosas que a mí me interesa que la sociedad pueda discutir. Del problema de la convivencia, de la seguridad, de los problemas que el Uruguay tiene, se sale entre todos. No podemos ser tan pequeños y tener una conducta tan miserable en algún momento de querer hacer un pequeño caudal político con el dolor ajeno o con el dolor de una situación trágica y que impactó absolutamente a todo el país. Me parece que hay que intentar elevar la mira, entonces se debería de seguir el camino que los partidos políticos, que son quienes de alguna manera representan a la ciudadanía, encontraron cuando firmaron en marzo o en abril, hace algunos meses atrás, un acuerdo interpartidario donde dijeron "acá hay temas que deben ser parte de una política que mire un poco más allá".

EC – Dos preguntas para terminar. Primero, ¿quedó conforme con la cantidad de gente que fue? ¿Qué impresión tuvo a propósito de la inquietud que dejó reflejada esa concentración con ese tamaño que tuvo?

GL – Habría 700, 1.000 personas. Yo no sé contar mucho en manifestaciones así. Yo no esperaba que fuera gran cantidad de gente en esta actividad, lo que sí es que de hecho durante la tarde la convocatoria se transformó en dos convocatorias: una con la propuesta inicial que se había lanzado y otra convocatoria, que los que lanzaron esa propuesta inicial la desdoblaron...

EC - ...Ahora, teniendo en cuenta eso, da la impresión de que estamos hablando de poca gente, 700 personas con dos convocatorias juntas...

GL - Sí, absolutamente. Era muy poca gente. Lo que pasa también es que cuando este tipo de manifestaciones nacen con una lógica de redes sociales, uno nunca puede terminar de saber hasta el final cuánto hay de una participación en un doble clic, donde uno pone en el Facebook "Me gusta" o escribe un twitter y dice "voy". Después eso se tiene que ver en la realidad.

A mí me parece también de que hay una representación sobre este fenómeno de los indignados que a veces se quiere asociar al fenómeno europeo que no tiene nada que ver. Vuelvo a repetir, creo que la sociedad uruguaya frente a lo que sucedió tiene que indignarse, está bien que se indigne. Una sociedad que se silencia, que no se indigna por lo que pasó, es una sociedad que pierde el tono de las cosas sensibles y pierde el tono de la convivencia.

Entonces no me parece nada mal que haya gente que diga "esto no puede ser" porque creo que todos los que vivimos en el Uruguay pensamos eso, o la gran mayoría. Pero después, si esto no puede ser, no puedo salir a gritar "que se vayan todos, son todos asesinos", ¿Cómo que se vayan todos? ¿Y quién va a quedar?

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