Luces y sombras de un paseo por el departamento de Colonia
Buenos días,
Si bien hace mucho tiempo que los escucho, es la primera vez que me comunico con ustedes. Por lo que vayan mis más afectuosos saludos y felicitaciones por el programa.
Lo que me ha movido a dar este paso, es lo que ustedes me trasmiten día a día y el espacio que han creado para que podamos comunicar nuestras vivencias e inquietudes.
Es por ello que me gustaría compartir lo vivido el pasado fin de semana.
Aprovechando el feriado largo decidimos con mi esposo salir hacia el Interior del país. Colonia es un departamento que siempre nos atrae, más concretamente la hermosa "Colonia del Sacramento", pero esta vez aprovechando que íbamos solos, sin hijos, decidimos ir a otros lugares cuya visita siempre estaba pendiente. En primer lugar nos dirigimos a Carmelo, muy lindo, pintoresco. Lo que más nos gustó fue la Calera de las Huérfanas. Cuánta fuerza y belleza hay en el lugar. El monte nativo es realmente bello; el "sonido del silencio" es distinto al de otros lugares. Realmente nos impactó. A esas alturas del paseo ya había comenzado la lluvia y resultó otro elemento que agregó más belleza al lugar.
Continuamos nuestro camino y por supuesto terminamos en Colonia del Sacramento. Nos parecía raro caminar de noche sin el apremio y desconfianza que despierta la soledad y la oscuridad en Montevideo. Caminamos por la costa, el Puerto..... Por sus encantadoras callecitas, nos cruzamos con poca gente y nos desplazábamos tranquilos, despreocupados disfrutando del paseo, sin miedo........... Como era Montevideo antes, por lo menos 30 años atrás. La verdad es que nos sentimos libres, hasta más livianos. Fue entonces que nos dimos cuenta cuánto pesa el temor y la desconfianza, cómo nos oprime y nos hace sentir grises, aunque vistamos de color.....
El lunes amaneció con niebla. A medida que el día avanzaba la niebla subía densa por las callejuelas. Colonia estaba más hermosa... Descubrimos lugares nuevos, encantadores, con historia, y tan hermosamente ambientados que atrapaban y resultaba imposible salir de ellos.... Es lo que tiene Colonia: cada vez que se vuelve tiene algo nuevo, para seducir al visitante. Vaya a través de ustedes nuestras felicitaciones para los comerciantes que hacen posible despertar tales sentimientos.
Pero el viaje debía continuar y ya comenzar el retorno. Teniendo en cuenta las entrevistas que tuvieron lugar días anteriores en vuestro programa no podíamos dejar de visitar Nueva Helvecia y Colonia Suiza. A Nueva Helvecia nunca habíamos ido, y con la movida que por los 150 años se había generado (por lo menos eso fue lo que me transmitió el programa) nos pareció que sería el mejor lugar para almorzar. Yo me imaginé que encontraría chalets tipo suizos, negocios cuyos frentes dieran aspecto suizo, el centro de información, y edificios públicos con similares características.... Eso me trasmitió la entrada, tipo Blumenau, avenida ancha, muy linda, prolija y con buena y moderna edificación.
Sin embargo para nuestro asombro y decepción ingresamos a otro pueblo del interior de nuestro país, muy prolijo, que al parecer está pujante, por las nuevas y elegantes construcciones que se pueden apreciar, con una bonita plaza en obras, pero de suizo prácticamente nada, salvo escudos suizos, que engalanaban el frente de algunas casas, y banderas. Recorrimos calles, iglesias, y todo desierto y cerrado, como todo el interior al mediodía, donde desaparece la gente. Lo posible para conocer ya lo habíamos hecho, pero además como era feriado, estaba todo cerrado.
Teníamos hambre y frente a la Plaza principal el único negocio con aspecto suizo, en el que al parecer se podía comer, estaba cerrado porque era lunes. Otro negocio abría a partir de las 15.30, tarde para almorzar temprano para merendar. Quizás habría otro pero que al no conocer, su aspecto exterior no nos sedujo.
En el centro de información, lugar prolijo y engalanado con banderas (pero de estructura suiza nada) dos señoras dispuestas y encantadoras nos trataron de orientar. Pero claro, era feriado y lunes.... Todo cerrado, mis preguntan brotaban pero prefería callar. ¿Qué culpa tenían ellas?
En el lugar había folletos en los que descubrí otra plaza, aparecía muy colorida y arreglada con flores, preguntamos dónde quedaba, pero nos informaron que en esta época estaba fea, no tenía flores....... Preferí nuevamente callar.
De todas formas no nos convencíamos de no poder encontrar nada suizo y seguimos recorriendo. Vimos el edificio de OSE.
Queríamos comprar quesos. Nos recomendaron un lugar en el cual fuimos educadamente atendidos, donde "compramos". No nos vendieron.
Otra nueva decepción. Quizás nuestras expectativas fueron altas, nos imaginamos como en otros países, donde el lugar de atención al público no es donde atienden mayoristas, te hacen degustar en una picada los productos típicos del lugar, la cual te cobran y después compras lo que más te gustó. Acá nada de eso. Es más, no tenían ni recipiente apropiado para vender lo único típico suizo que parecían ser unas galletitas y que yo descubrí en bolsitas de nylon. No me la ofrecieron........
A esas alturas la lluvia ya era abundante por lo que seguimos camino, y con hambre pasamos por la Estación de Servicio, una edificación moderna pero común, no suiza, compramos refresco y papitas, comida típicamente suiza, dijo mi esposo. Pasamos por Colonia Suiza, otro lugar de nuestro interior.........
¿Qué les pasa a los inmigrantes de nuestro país? ¿Las generaciones actuales quieren que conozcamos sus tradiciones, o no?
Me quedó la sensación de una comunidad cerrada y muy poco apegada a sus costumbres, más bien como que fue una emigración que abrazó lo criollo y quiso olvidar lo suyo.
Qué pena decir que tienen tanta riqueza y no quieren compartir nada. Por lo menos esa fue la sensación que nos dejaron....
Ojalá estos comentarios sirvan para alguna reflexión.
Nancy