César Gaviria: "Ayudar a los adictos y a los consumidores" de drogas "es matar el negocio" del narcotráfico
Desde que el Gobierno del presidente José Mujica anunció el proyecto de ley para regular la comercialización de la marihuana, diferentes actores en distintos puntos del planeta se han ido pronunciando a favor o en contra. En esta ocasión, En Perspectiva quiso conocer la opinión de uno de los principales impulsores en América Latina de la despenalización del comercio de drogas, el expresidente colombiano César Gaviria. Garivia defendió la idea de que a nivel mundial el prohibicionismo en el consumo de drogas "ha sido un fracaso" porque implica "convertir a los consumidores en criminales" en vez de ayudarlos en su adicción. Destacó la política que se aplica en la mayoría de los países europeos, donde el consumo de drogas "es un tema de salud, no es un delito". Si bien no quiso opinar sobre el proyecto del Gobierno uruguayo por considerarlo "un debate interno", aseguró que no hay políticas ideales sino "menos dañinas" y que los gobiernos deben optar por aquellas que permitan regular el consumo de la manera "menos traumática".
(emitido a las 8.58 Hs.)
EMILIANO COTELO:
¿Hay que despenalizar el mercado de la marihuana? ¿Qué ventajas traería una medida como esa? ¿Serviría para reducir el narcotráfico y los problemas que este genera? ¿Y cómo beneficiaría a los consumidores desde el punto de vista sanitario?
Desde que el Gobierno del presidente José Mujica anunció que presentaría un proyecto de ley para regular la comercialización de la marihuana este debate, con esas preguntas, se instaló inmediatamente. Y no solo dentro del país. En distintos puntos del planeta diferentes actores se han ido pronunciando a favor o en contra de esta idea del Gobierno.
Ahora que el proyecto ya está en el Parlamento, en En Perspectiva nos pareció que valía la pena conocer la opinión de distintas personalidades que tienen voz autorizada en este tema.
Hoy vamos a conversar con el economista César Gaviria, expresidente de Colombia entre 1990 y 1994 y ex secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) entre 1994 y 2004.
Actualmente, Gaviria copreside la Iniciativa Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, e integra la Comisión Global de Políticas de Drogas, organizaciones mediante la cuales se ha convertido en uno de los principales impulsores en nuestra región de la despenalización del comercio de las drogas.
El doctor Gaviria se encuentra en Montevideo porque esta tarde va a disertar en una conferencia que organiza la Fundación Astur a propósito de "La legalización de las drogas". Además de Gaviria, participarán el propio presidente de la fundación, contador Enrique Iglesias, y el prosecretario de la Presidencia de la República, Diego Cánepa.
CÉSAR GAVIRIA:
Agradezco esta oportunidad de hablar de un tema que recientemente ha ocupado bastante de mi tiempo y de mis energías.
EC - ¿Está dedicado casi a tiempo completo?
CG - No, pero tengo una larga experiencia en combatir los cárteles de droga. Colombia fue por mucho tiempo el epicentro de las grandes batallas contra los cárteles de droga, y nosotros los colombianos hemos aprendido bastante sobre ese tema. Hemos pasado años muy difíciles, nos hemos recuperado bastante en materia de seguridad, sin embargo el flujo de drogas a través de Colombia está casi intocado. Es muy claro hoy para la gente cercana a estos temas que definitivamente es la demanda la que mueve este negocio. Es muy difícil desde la oferta controlar.
A raíz de una llamada que me hizo ya hace cerca de tres años Fernando Henrique Cardoso para que trabajáramos en este tema con una mente abierta, dije: ¿por qué no?, y se integró una comisión cuya base fundamental eran México, Colombia y Brasil, como los países donde más pesa y más influye el tema.
EC - Con expresidentes, porque están usted por Colombia, Cardoso por Brasil y Ernesto Zedillo por México.
CG - Exactamente. Y teníamos una serie de expertos, de personalidades, de jueces, de periodistas, un poco para mirar este tema. Y la verdad es que hemos aprendido mucho a lo largo de estos años, sobre todo porque uno descubre que la dimensión del consumo es muy distinta de la del tráfico de drogas. Mientras que en el tráfico de drogas no hay mucho por inventar la actividad represiva, la acción policial, no hay muchas ideas nuevas ni muchas variantes, en el lado del consumo uno se encuentra con que sí hay muchas opciones y muchas posibilidades y aprende a conocer consecuencias no sobre hipótesis ni sobre teorías, sino sobre experiencias de la vida real.
EC - En particular ustedes han sido muy críticos con la política desarrollada por Estados Unidos en cuanto a la represión de las drogas, la política que instauró el presidente Nixon hace 40 años. ¿Sobre qué basan ese cuestionamiento?
CG - Sobre que el prohibicionismo en materia de consumo ha sido un fracaso estruendoso en Estados Unidos y en general en el resto del globo. Es convertir los consumidores de drogas en criminales, que es en el fondo la parte más pesada, porque obviamente el tráfico de drogas está y tiene que estar prohibido, pero tratar a los consumidores de drogas como criminales ha llevado a situaciones extremas, a que se vuelva un negocio gigantesco y a que en las cárceles de Estados Unidos haya más de medio millón de personas por razones de drogas. Hay más presos en Estados Unidos por drogas que en toda Europa por todos los delitos, y sin embargo los consumos más altos del mundo están allí. No se han reducido, por el contrario, han crecido desde que se declaró la guerra contra las drogas y han generado una ola de violencia en Estados Unidos, en México, en América Central y en Colombia de unas proporciones inenarrables, problemas descomunales. El gran desafío de Colombia a lo largo de estos años ha sido el narcotráfico y sigue siéndolo. En México son impresionantes la cantidad de muertos y el esfuerzo descomunal que está haciendo ese país.
Cuando uno mira las experiencias europeas con el manejo y el consumo de drogas se encuentra con un enfoque completamente diferente del enfoque de Estados Unidos. En Europa, salvo por Suecia, el consumo de drogas es un tema de salud, es una adicción, no es un delito. Esa es la diferencia fundamental, y tal vez un elemento que a veces falta acá en la discusión. En Europa los países lo tratan de manera distinta, unos apoyan bastante a los adictos y a los consumidores y otros no tanto, pero el enfoque general es ese, y es un enfoque que lleva a menos violencia, a menos corrupción, a controlar el problema de una manera menos traumática para la sociedad.
EC - Usted destaca del modelo europeo el hecho de que se considera el problema de la droga como una cuestión de salud, no como una cuestión de seguridad, no como una cuestión de represión militar, policial, etcétera.
CG - Así es. Y no es solo que ellos consideren que el consumo de drogas es un problema de salud, sino que apoyan a los consumidores. La inmensa diferencia con América Latina y en general en América Latina a la gente no la meten a la cárcel por una dosis personal es que nosotros no hemos apoyado a los consumidores, no les hemos dado salud, los dejamos en las garras de las organizaciones criminales, y es en ese momento que se generan los problemas de inseguridad. Y más allá de los problemas de inseguridad, no sé en Uruguay qué tan lejos han ido con esto, pero por ejemplo en Brasil han llegado a la conclusión de que los altos índices de homicidios y de inseguridad en San Pablo, en Río, en las grandes ciudades son por consumo local, porque no hay un gran tráfico internacional por ese país. Toda esa violencia es por consumo local. La gente a veces cree que es por el tráfico internacional que se nos genera la mayor cantidad de muertos. No, es por el simple consumo local, por la gente buscando recursos para comprar droga.
EC - No es un problema solo de violencia o de delincuencia, es un problema también de desafío a la autoridad del Estado, de recorte de las potestades del Estado, de generación de zonas liberadas, y es un problema de introducción de la corrupción en el sistema político.
CG - Claro, eso lo hemos vivido en Colombia. Medellín hace 20 años llegó a ser una ciudad así, llena de zonas adonde la autoridad no podía acceder, donde el Estado prácticamente no existía. Allí se necesitan programas que vayan mucho más allá de cambiar la política de drogas, se necesitan programas de recuperación. En Colombia se crearon decenas de ONG, en Medellín y también en Cali, de empresas dedicadas a darles a los jóvenes salud, educación, entrenamiento, música, deporte, porque a esa edad hay cómo recuperar a los jóvenes. Si uno hace lo que hemos visto en Colombia, de un sicario es posible hacer un buen ciudadano. Ya cuando la gente es más mayor y más adulta es mucho más difícil. Digamos que en San Pablo y en Río lo que une a los jóvenes de estas bandas que atracan es la droga, o sea, el bonding que hacen es fundamentalmente por la droga, todo gira en torno a la droga y ellos en gran medida cometen crímenes en este tráfico, en consumo y buscando droga para el consumo. Es un círculo vicioso que puede disparar las tasas de homicidio y de inseguridad, como de hecho ha ocurrido en Brasil. Y no solo en Brasil, el caso de Brasil es particularmente interesante porque allí, si bien hay pasta de coca y eso, no se puede hablar de tráfico internacional.
Eso nos ha llevado a trabajar en los temas de consumo y a entender que por ejemplo en Colombia y en México no tenemos mayores expectativas de poder controlar este problema si Estados Unidos no cambia de política, porque la política de Estados Unidos está agotada. La mejor prueba de que está agotada es que más del 70% de los ciudadanos consideran que la guerra contra las drogas fracasó, ya la mitad de los ciudadanos de Estados Unidos consideran que hay que legalizar la marihuana, en 18 estados de Estados Unidos han legalizado la marihuana medicinal, que es una legalización por la puerta de atrás.
EC - ¿Usted dice que es una hipocresía lo de la legalización de la marihuana a efectos medicinales?
CG - Claro que sí, porque depende de fórmulas médicas que son fáciles de conseguir. En California en realidad está legalizada, el referendo que iban a hacer no era un referendo para autorizar algo, sino para ratificar una situación de hecho, porque además en California se cultiva la marihuana en las casas, en cultivos hidropónicos. Es un estado que ya prácticamente aprendió a vivir con ello.
Yo sé que hay muchos argumentos de orden moral y religioso y prejuicios y temores totalmente justificados. Nosotros hemos aprendido a lo largo de un siglo desde la Convención de Shangái del siglo pasado, de 1911 que todo es prohibicionismo. Pero el tema es que cuando a uno los problemas lo desbordan, cuando las soluciones que tiene no le sirven y no le funcionan por décadas, tiene que empezar a pensar en alternativas. Las drogas son dañinas de todas maneras, todas las drogas, la marihuana, la cocaína, todas, y yo no soy amigo de argumentos de carácter libertario, "es que yo tengo derecho, es que yo me puedo hacer daño". No, el tema es cómo administrar eso de una manera que, como dicen los europeos, le haga menos daño a la sociedad.
EC - Un sistema de reducción de daños.
CG - De reducción de daños. Ellos no se ponen a decir que estas políticas son buenas ni mejores. El planteo es: entre esta y la otra situación, entre este y el otro manejo, ¿qué le hace menos daño a la sociedad? Se han ido moviendo hacia las políticas de salud, de tolerancia y de apoyo a los adictos por consideraciones de orden práctico, porque es lo que menos daño le hace a la sociedad.
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EC César Gaviria fue presidente de Colombia en uno de los períodos más duros del llamado "narcoterrorismo", cuando la violencia asociada al narcotráfico generaba decenas de muertos cada día. Fue designado como candidato a la presidencia en 1989 para sustituir a Luis Carlos Galán quien fuera asesinado en agosto de ese año por orden de Pablo Escobar. Pocos meses después, en noviembre de 1989, se salvó de un atentado (también ordenado por Escobar) cuando un avión de la firma Avianca que a último momento no abordó explotó en el aire terminando con la vida de 110 personas. Luego, ya siendo Presidente, en 1993, muere Pablo Escobar de tres disparos, a manos de la policía.
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EC - En el informe final de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, ustedes proponen un nuevo paradigma sustentado en tres grandes directrices: 1) tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública, 2) reducir el consumo mediante acciones de información y prevención, y 3) focalizar la represión porque tiene que haber represión en el crimen organizado. ¿Podemos ir a fondo en cada uno de estos puntos?
CG - Claro.
EC - Al "tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública", ¿qué tipo de políticas puede aplicar el Estado?
CG - En primer lugar, descriminalizar el consumo de drogas, no volver a los consumidores criminales.
EC - Ese no es el caso de Uruguay, en Uruguay el consumo está habilitado, no está penalizado.
CG - Eso es la mitad de la política. La otra mitad es cómo apoyar a los consumidores, porque uno no gana mucho si tolera el consumo pero el consumidor tiene que buscar plata para comprar droga, allí es donde se generan los problemas de seguridad. Justo en ese momento cuando un consumidor con poca capacidad de pago, que pertenece a sectores pobres o de la clase media de la población, no tiene acceso a droga y es adicto, termina cometiendo un atraco, cometiendo crímenes para conseguirla. Ahí es que los europeos han recorrido un camino mucho más largo que América Latina, en el sentido de que se han movido hacia allá.
El país que masivamente en tiempos recientes ha hecho una política más ambiciosa es Portugal. Portugal abrió todo su sistema de salud a los adictos, la gente puede ir a los hospitales y a los médicos a confesar su adicción, se ha estado manejando ese problema de manera totalmente diferente, se apoya a los consumidores, según la sustancia, bajo controles. Que se haga regulación no significa que se va a expender como se expende cualquier cosa. Cada sociedad y cada país tiene una política distinta, puede decidir que necesita control médico, que necesita control psicológico, que no es en cualquier parte, que no vende la droga, que lo que hay son centros de consumo. Hay muchas modalidades diferentes de administrar esto y regular hasta donde el país quiera regular.
EC - ¿El tratamiento de los consumidores que ustedes proponen es algo obligatorio?
CG - No. Hay países muy avanzados en materia de tratamiento como Australia, tal vez las mejores experiencias del mundo en tratamiento están en Australia.
EC - Dice el informe que "el Estado cree las leyes, instituciones y regulaciones que permitan que las personas que han caído en la adicción de drogas dejen de ser compradores en el mercado ilegal para convertirse en pacientes del sistema de salud". ¿Todos los consumidores son adictos, según esta concepción?
CG No todos los consumidores son adictos; los adictos, que son los que uno podría decir que son consumidores problemáticos, son una minoría. Y lo que origina los problemas de inseguridad, de corrupción y de volver el narcotráfico un gran negocio no son solo los adictos, también los consumidores ocasionales generan el mismo tipo de problemas. Digamos la marihuana: la marihuana es menos adictiva que el tabaco, tal vez tenga un nivel más parecido al del alcohol. Pero genera muchos menos problemas que el alcohol, el alcohol genera agresividad, accidentes, la marihuana en general tiende a calmar a la gente, no la estimula. Obviamente es muy dañina para las personalidades vulnerables, pero también lo es el alcohol, para las personalidades que tienen problemas psicológicos, que tienen depresión. Es muy peligroso, todas las drogas son peligrosas en personas así. Por eso el control médico, el control estatal y el sistema de salud pueden ayudar tanto, porque puede haber personas que pongan en peligro su vida por cualquier clase de consumo, incluso el de alcohol.
EC - El segundo punto que ustedes proponen es reducir el consumo mediante acciones de información y prevención.
CG - En general uno pone el ejemplo de Estados Unidos, más del 90% de los recursos se va a cárceles, al sistema judicial, a los policías y a todo el aparataje del Estado, y se dedica muy poco a prevención y a tratamiento, ni siquiera a los presos de las cárceles adictos, a la mayoría no se les da tratamiento. El 60% de las personas que están en la cárcel en Estados Unidos consume marihuana, o sea, las meten a la cárcel porque consumen drogas y adentro consumen igual que afuera. Eso es así, es como cuando un problema lo desborda a uno, cuando uno es incapaz de controlar, prueba en las cárceles y uno descubre que es un problema que va desbordando las sociedades. Ayudar a los adictos y a los consumidores es matar el negocio. En el momento en que uno toma la decisión de que no los va a dejar en las garras de organizaciones criminales, el negocio desaparece.
EC Dice usted que de esa manera, implementando este tipo de políticas, ya se está atacando al narcotráfico. Pero de todos modos, el tercer punto del nuevo paradigma que proponen es focalizar la represión en el crimen organizado. ¿A qué alude?
CG - Para un policía es mucho más fácil ir a la puerta de una escuela a detener un chico que perseguir a un narcotraficante. Las autoridades tienen la tendencia humana a hacer lo menos difícil, y lo menos difícil es andar detrás de consumidores, a la salida de los bares, a la salida de las escuelas, y uno termina gastándose los recursos de represión del Estado en lo que no es. Si uno va sacando los consumidores concentra sus recursos en los traficantes.
Acá hay una cosa importante que es bueno que la gente sepa: en materia de tráfico de drogas las convenciones son muy inflexibles, pero en materia de consumo no, cada país tiene una legislación interna y esa legislación interna se respeta, eso que aquí parece tan novedoso en Europa es práctica desde hace muchos años. Lo que no quiere decir que no haya peligros, que no haya riesgos, que no haya que regular. Hay mil aspectos por considerar, no es un paso fácil de dar, hay países que han ido adelante y después atrás. No es que haya políticas ideales, hay políticas menos dañinas y los países van explorando.
Lo más importante en la discusión de estos temas es que no se vuelvan ideológicos, principistas, que la gente simplemente tome una posición pero que no acepte argumentos, no dé argumentos ni a favor ni en contra. Lo más importante de una discusión sobre drogas es entender la investigación, la información, aprender lo que todo el mundo hace, mirar todas las experiencias. Hay que tratar de borrar de la discusión el simplemente movernos por prejuicios o por temores o aun por valores, y no tener en cuenta la práctica, lo que ocurre en la realidad. Pasa mucho con estos temas. Pasaba conmigo, yo en los temas de consumo soy bastante nuevo, porque el problema de mi país ha sido el tráfico de drogas, pero he aprendido que los temas de consumo se pueden manejar de manera muy diferente.
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EC - En ese contexto y a partir de ese paradigma que ustedes proponen, ¿cómo observa la iniciativa que está manejando el Poder Ejecutivo de nuestro país? Se lo pregunto porque da la impresión de que va un poco más lejos del planteo de esta comisión que usted encabeza. Ustedes proponen tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud pública, pero acá estamos hablando de que el comercio de marihuana sea regulado por el Estado y se habilite que la producción y el tráfico lleguen a desarrollarse con control estatal, eventualmente con incidencia del propio Estado como actor o habilitando a privados a que cultiven y vendan. ¿Cómo ve una fórmula como esta que está plasmada en el proyecto de ley que se envió al Parlamento?
CG - Yo me he propuesto tratar de no meterme en el debate de Uruguay y de la ley, porque ese es un debate interno. Si alguna cosa aprende uno cuando está en estos temas es que cada país ha seguido su propia ruta, en Europa no hay dos países que tengan la misma política, todos las tienen diferentes y todos manejan estos temas de manera diferente, de acuerdo con los valores, con la tradición de cada país. Entonces uno no tiene por qué involucrarse. Todo lo contrario, tiene que estimular a que los países sigan su política.
EC - Pero ¿cómo le suena un Estado productor de marihuana?
CG - El tema con las políticas sobre drogas es que todas dejan muchas interrogantes, y dejan interrogantes éticas, pero no se pueden juzgar a la luz solamente de principios éticos. En la sociedad hay que tener en cuenta no solo las leyes y las convenciones internacionales, sino la corrupción, la inseguridad, el daño a las instituciones democráticas. Hay otros valores que son muy importantes, hay que sopesarlos todos para llegar a una política. Es imposible tener una política en la cual se respondan todas las interrogantes. Solo hay dos modelos que contestan a todas las preguntas: el total prohibicionismo o la total legalización. El problema es que ni lo uno ni lo otro, la solución está en los caminos intermedios.
Por ejemplo, aquí empezaron por la marihuana, no se ha ido a todas las drogas. Hay discusiones internas sobre producción y sobre tráfico en las que uno pudiera decir: "Eso sí es compatible con las convenciones internacionales", pero eso hay que dejarlo a cada país, que siga su propio camino.
EC - Ese es uno de los puntos que se debaten en Uruguay: ¿qué pasa con un proyecto como el que está impulsando el Poder Ejecutivo y su compatibilidad o no con la Convención de Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas? Es una convención del año 1988, la Convención de Viena. El artículo 3 prevé que "los países firmantes deberán penar la producción, la fabricación, la extracción, la preparación, la oferta para la venta, la distribución, la entrega en cualesquiera condiciones, el corretaje, el envío, el envío en tránsito, el transporte, la importación o la exportación de cualquier estupefaciente o sustancia psicotrópica". Obliga al Estado a penar este tipo de actividades. ¿Qué pasa si las hace el Estado?
CG - Las obliga a penar el tráfico, les permite manejar el consumo con más liberalidad. En esto es bueno mirar lo que ha ocurrido en el mundo. Nosotros los latinoamericanos no los podemos tratar con más severidad que Europa porque sí, Europa ha recorrido estos caminos y los ha recorrido con más libertad porque se considera que en los temas de consumo los países tienen libertad, lo que tienen que resguardar es el orden interno. Y aquí hay otra cosa, la gente que está en Viena es gente cuya responsabilidad es combatir los cárteles de droga. De allí nunca va a salir una idea para hacer la política más flexible, más tolerante. Es mucho más severa que el Gobierno de Estados Unidos, porque ellos son guardianes de una convención de decisiones que los países tomaron hace más de 50 años cuando firmaron la convención del año 61. No se puede decir que estemos atrapados allí, que no nos podemos mover. Europa se ha movido con una gran liberalidad y no ha pasado nada.
EC - El sistema holandés, por ejemplo, en teoría sería violatorio de la Convención de Viena.
CG - Claro, y el sistema suizo sería violatorio de la Convención de Viena, y el noruego, y el portugués, sin la menor duda. Creo que hay que mirar el tema de la Convención de Viena a la luz del tráfico internacional, no a la luz del consumo, y si queremos encontrar salidas hay que buscar salidas en el tratamiento del consumo mirando las experiencias europeas y las de otros países. Porque no puede ser que Uruguay no pueda pero Holanda sí.
EC - A propósito de Holanda, que permanentemente se menciona como referencia, allí hace pocos meses se actualizó la legislación. Desde el 1º de mayo pasado la venta de cannabis se limita a los propios holandeses o ciudadanos con permiso de residencia, que además tienen que inscribirse como miembros de los coffeeshops para poder consumir. Los coffeeshops, a su vez, van a tener un máximo de 2.000 miembros. Por otro lado se establece que a partir de 2014 queda prohibida la venta de marihuana en los coffeeshops que estén ubicados a menos de 350 metros de los colegios. ¿Cómo observa eso?, porque muchos dicen: "Atención, el ejemplo de Holanda, que siempre citan, está dando marcha atrás".
CG - No, está refinando su regulación. El turismo, sobre todo el turismo francés, hacia Holanda en busca de drogas empezó a generar muchas perturbaciones en la vida de las ciudades. esa presencia masiva de extranjeros buscando droga generaba a veces comportamientos que no eran compatibles con las tradiciones holandesas. Y lo que hicieron fue empezar a sacar a los extranjeros de ese proceso por las perturbaciones que causaban, no por problemas de seguridad, no por problemas de salud, sino por eso.
EC - La información dice que además de esas presiones que venían de la Unión Europea, el Gobierno desde el 2007 está preocupado por el incremento de los delitos y por los riesgos para la salud que supone el consumo de drogas blandas.
CG - Sí, el incremento de los delitos se daba en parte porque había muchos ciudadanos extranjeros que no eran holandeses y que no estaban bajo control. Esos son los problemas que se generan, es muy problemático controlar el consumo de drogas. No hay soluciones perfectas, puede haber retrocesos. Por eso es que hay que seguir un camino propio, no se puede seguir el del vecino ni otro, sino que hay que aprender en el camino. Ojalá hubiera un manual de cómo se hace esto. No existe un manual, lo que hay son experiencias y hay que seguirlas, y aprenderlas y conocerlas, y no hacer hipótesis sobre lo que podría pasar, sino tratar de ver qué ha pasado en la práctica en los países que lo han hecho.
EC - En esta conversación nos estamos concentrando en la marihuana a la hora de pensar en la regulación del mercado. ¿Las otras drogas cómo entran en esta nueva forma de encarar el problema?
CG - Lo que me preocupa es la palabra "legalización", en la comisión hacemos lo posible por no usarla. Es una expresión política, no es una política sino una expresión política, cuando un presidente o alguien habla de legalización está poniendo el tema sobre la mesa, pero no necesariamente está diciendo que hay que correr a legalizar todo ni nada. Es la única manera de poner la discusión sobre la mesa. Hay que partir de que las drogas hacen daño y que hay que controlarlas y tratar de que los humanos no las consuman. Sí hacen daño y sí importa, pero la sociedad puede encontrar una manera de regular el consumo que sea menos traumática que lo que tenemos hoy.
EC - ¿Esta concepción abarca a otras drogas además de la marihuana?
CG - En Europa sí, en Europa incluso hay experiencias interesantes, sobre todo en Suiza y en Portugal. El uso de la metadona, la tolerancia con que se manejan los consumos de morfina y heroína ha llevado a que, contra lo que mucha gente piensa, la gente se mueva de drogas duras a drogas blandas y no al revés. Esa es la experiencia de Portugal y la experiencia de Suiza, el tratamiento con metadona y la tolerancia ha ayudado a la gente a moverse.
Hay una experiencia suiza muy interesante, que es la siguiente. En Suiza es muy difícil dejar la adicción a la heroína y a la morfina, sin embargo cuando ellos comprueban que un ciudadano adicto tiene una vida productiva y tiene un comportamiento normal, la persona va a un sitio por la mañana, le aplican su shot y sigue su vida productiva, porque ellos se preguntan: si es un ciudadano que se comporta de manera normal, ¿para qué le vamos a destruir la vida porque tiene una adicción? Si es un consumidor problemático, si no tiene trabajo, si vive de manera marginada, no hacen eso. Pero si el ciudadano se comporta de manera normal en sociedad no ven la razón para destruirle la vida simplemente porque tiene una adicción, más bien lo ayudan a administrar su adicción.
EC - Una de las objeciones que ha recibido el trabajo de esta comisión que usted encabeza con el expresidente Fernando Henrique Cardoso y el expresidente Ernesto Zedillo es: hacen estas propuestas ahora que no son presidentes, cuando estaban en el gobierno tenían otra actitud frente al problema de la droga y el narcotráfico. ¿Qué responde usted?
CG - Que uno tiene que cambiar cuando las soluciones no funcionan. La verdad es que todos estuvimos metidos en el prohibicionismo por muchos años. Pero nosotros en Medellín tuvimos experiencia de sacar muchachos adictos, sicarios de los barrios y volverlos ciudadanos. O sea, tampoco es que nunca se haya hecho nada. Hemos visto lo que ha pasado en Europa. Y no es verdad que solo son los expresidentes. El presidente Santos, el presidente de Guatemala, algunos de los presidentes de América Central han empezado a hablar de estos temas con apertura. Lo que hemos hecho es quebrar el tabú, poner el tema sobre la mesa, permitir que se discuta, hacer de esto una discusión legítima.
En la cumbre de Cartagena reciente los presidentes en la reunión privada solo hablaron de esto, el único tema en el que se pusieron de acuerdo en que podían tener una conversión colectiva interesante e inteligente fue el tema de las drogas. O sea, el tema ya está sobre la mesa, si lo hicieron unos expresidentes o no ya es marginal, los presidentes están hablando de eso. Y en parte están hablando de eso porque del otro lado nadie defiende la prohibición.
EC - ¿Qué dice el presidente Obama? ¿Ustedes han tenido diálogo con el presidente Barack Obama? Porque están aludiendo a él permanentemente, están aludiendo a Estados Unidos permanentemente.
CG - Claro, y estamos citando a los funcionarios de Estados Unidos, que entre otras cosas son muchísimo más flexibles que los señores de Viena. Uno oye a la secretaria de Estado decir: "Este problema está allí por el apetito insaciable de los estadounidenses por las drogas, no está allí porque se produzcan plantas de coca en Bolivia". El nuevo director de drogas, el que nombró Obama, empezó por decir: "No vamos a hablar más de guerra contra las drogas, esa es una expresión que no ayuda a construir una buena política, Estados Unidos se tiene que comprometerse a reducir su consumo, este problema no se va a resolver en su origen".
El señor vicepresidente Biden cuando va a América Central a hablar con los seis presidentes de América Central porque hay la propuesta de Guatemala de llevar este tema a la Cumbre de Presidentes cuando le preguntan: "Señor vicepresidente, ¿usted qué piensa de la legalización de las drogas?", dice: "Tal vez quedaríamos en una situación peor de la que tenemos hoy". Cuando alguien contesta eso es porque no cree en el prohibicionismo, no está diciendo que la política que hay hoy es buena ni que es regular, que es mala. Obviamente si uno pasa a la plena legalización sin recorrer un camino se va a llenar de dificultades, nadie está hablando de simplemente cambiar de esa manera tan abrupta. Pero en Estados Unidos ya defienden esa política de una manera tímida, no de manera agresiva ni de manera convencida, la defienden de manera tímida.
Le comento algo que ocurrió en las últimas semanas. Una de las personas más respetadas en el ala conservadora norteamericana entre los republicanos que se llama Pat Robertson, un tipo muy eminente, muy respetado, un día se levantó y dijo: "Oigan, hay que pasar a la legalización de la marihuana, ya no resistimos más presos en las cárceles". Consideraciones de orden práctico. O sea: no podemos seguir construyendo y construyendo cárceles, hay que empezar a mirar si vale la pena hacer esto. Y era una persona de la derecha, no de la izquierda, era una persona de la derecha diciendo: "¿Adónde vamos con esto?". Nadie le contestó "bravo", lo dejaron tranquilo, porque en Estados Unidos ya hay una gran conciencia de que esa política no está saliendo y no se han atrevido a llevar las cosas. Se han atrevido los ciudadanos, por eso están legalizando la droga de abajo arriba y no de arriba abajo.
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EC - ¿Se va a reunir con el presidente Mujica también?
CG - Sí, esta noche voy a hablar con el presidente Mujica.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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