Entrevistas

Fiscal Gustavo Zubía: "En un sistema que no funciona con eficiencia, gana el que puede echar mano a cualquier recurso"

Fiscal Gustavo Zubía: "En un sistema que no funciona con eficiencia, gana el que puede echar mano a cualquier recurso"

El fiscal Gustavo Zubía, trasladado hace cinco meses de la fiscalía de menores a la penal de adultos, denunció la existencia de una modalidad delictiva que consiste en "presiones organizadas" de los allegados de los delincuentes a los testigos. Zubía dijo a En Perspectiva si bien estas presiones son un hecho grave, la modalidad es "una fase más de un sistema que hace años que ha quedado con enormes faltas". Aseguró que el código del proceso penal "está absolutamente deteriorado" y añadió que por más que haya voluntad de parte de los actores judiciales para avanzar en su reforma, sin la disposición del sistema político no es posible concretarla. En el marco de un sistema que "no funciona con eficiencia" y que incluso tiene "puntos donde se favorece al delincuente", para Zubía quien sale ganando es "aquel que puede echar mano a cualquier tipo de recursos". "Hasta que no se modifique el código, vamos a seguir asistiendo a este espectáculo de una justicia completamente pauperizada", sentenció.


(emitido a las 8.41 Hs.)

ALEJANDRO ACLE:
Gustavo Zubía creía que lo había visto todo en su larga experiencia como fiscal de menores. Pero hace cinco meses fue trasladado a una fiscalía penal de adultos y no deja de sorprenderse.

Delincuentes que presentan testigos falsos, familiares de los criminales que amedrentan a las víctimas en los barrios, que organizan manifestación enfrente a las sedes judiciales y personas baleadas por haber denunciado rapiñas. Ese es el panorama del sistema de justicia según el representante del Ministerio Público. "Estamos peleando esta guerra con un tenedor" dijo Zubía al semanario Búsqueda, que fue quien publicó ayer esta nota cuyo comienzo estábamos repasando recién.

ROMINA ANDRIOLI:
Para profundizar en esto que podríamos decir es una nueva tendencia del delito estamos en línea con el fiscal penal Gustavo Zubía.

¿Cuál es exactamente la modalidad que usted ha detectado que arman los delincuentes para enfrentar las instancias judiciales?

GUSTAVO ZUBÍA:
Bueno, no es nueva pero se va agravando y la modalidad se encarta dentro de un problema mucho más grave que es la falta de normas que en el momento actual a nivel procesal penal puedan ser eficientes y la falta de una infraestructura edilicia que también pueda ser eficiente. En ese entorno general comienza a prosperar esa doctrina, o esa búsqueda de la impunidad en todos los niveles y de cualquier manera. Eso va generando el problema este al que hacíamos referencia, que son los temores cada vez más fuertes de las víctimas, de los testigos, y las presiones organizadas cada vez más fuertes de los familiares, de los amigos o de los compinches de los delincuentes.

RA – Pero, ¿en qué consisten esas presiones a las que hace referencia exactamente?

GZ – Las presiones se dan, como tuvimos hace no mucho tiempo, desde el momento en que a la persona que fue testigo de un homicidio, se retira la policía con el cuerpo de la persona fallecida del lugar y a las dos horas le van a golpear la puerta diciéndole "Me imagino que no vas a decir que fulano es el autor porque mirá que no lo fue". Empieza la presión esa misma noche sobre el testigo de un homicidio. Sigue al otro día, otra persona lo va a ver en la puerta del juzgado se le acerca y trata de conversarle, los gestos están presentes. Y algún caso tuvimos en el que ingresa – usted sabe que las sedes trabajan en Bartolomé Mitre, ahí es donde se trabaja con la indagatoria inicial– y sigue estando cerca de la víctima, conversándola o haciéndole gestos.

RA – Ese es un punto interesante para profundizar, porque hoy en día usted lo que plantea entonces es que sigue estando esa situación en la sala de espera cuando alguien concurre al juzgado, ¿entonces?

GZ – No es lo más común en Montevideo, pero en el interior sí.

RA – Pero pueden llegar a coincidir o cada tanto se da que coinciden entonces víctimas y victimarios.

GZ – Exacto. En el interior por ejemplo hace seis, siete años, en Maldonado teníamos la sede donde ahí sí están enfrentados en un cuarto, un ingreso a los juzgados muy pequeño, donde, aunque a usted le parezca mentira, la solución vino por poner un televisor en las horas de la tarde para que la gente pudiera por lo menos desviar su mirada hacia el televisor y no tuviera que estar enfrentando la mirada de repente de familiares del victimario que están ahí presentes. El sistema así no puede prosperar.

Pero, ojo, esto es el detalle, lo fundamental es lo que le decía al principio, hace 40 años o más que estamos enfrentados a modificar un código del proceso penal, hay responsabilidad del sistema político porque es él y no los operadores del sistema judicial los que pueden hacer algo, y esa reforma no viene, no viene, no viene. Tenemos enormes dramas que por repetirlos no dejan de ser dramas: la población carcelaria, el sistema procesal penal que sigue teniendo una enorme cuota inquisitiva no acusatoria, la falta de transparencia. Enormidad de movimientos que habría que hacer y que uno se pregunta "¿y?, ¿para cuándo?" Tendrían que haber sido para hace muchos años. Esto que estamos hablando de los testigos es una fase, por supuesto muy intensa para la víctima, para el esclarecimiento de los hechos, pero es una fase más de todo un sistema que hace años que ha quedado con enormes faltas.

Yo vengo de menores infractores y allí sucedió que había un código que se realizó en el 2004 que tenía falencias, muy importantes a mi juicio, pero por lo menos trataba de mejorar la estructura arcaica. Había audiencias en las que las partes se miraban, donde el interrogatorio se hacía frente a la presencia de todos los operadores. Un sistema que a pesar de sus falencias tenía más garantías para todos los operadores.

El código del proceso penal está absolutamente deteriorado, ya nadie lo defiende, e incluso tiene otros puntos donde se favorece también al delincuente aunque lo aparente es lo contrario, como es el tema de las libertades por ejemplo.

RA – Ni que hablar que esto se enmarca por supuesto en una discusión mayor y mucho más amplia, pero de alguna forma estos hechos que usted relataba en esta nota de Búsqueda impactan.

GZ – Pero mire que si usted recorriera conmigo un día de jornada se vería impactada por enorme cantidad de sucesos. Usted va caminando a lo largo del periplo de llevar a cabo un proceso penal y le impactan una cantidad de sucesos que usted dice "pero. ¿y cómo esto?, ¿y cómo esto otro?, ¿y cómo aquello?". No nos daría la mañana para hablar de todos los impactos.

RA – Me detengo en una de las cosas que usted contaba con respecto a que cada vez es más frecuente que los delincuentes se organicen y presenten testigos falsos; usted hablaba antes de las presiones a las que se enfrenta la víctima, pero también, ¿cómo es esto exactamente de los testigos falsos?, ¿ustedes tienen posibilidad de detectar este tipo de cosas?

GZ – Por supuesto que uno tiene posibilidades de olfatear, pero en un sistema que no funciona con eficiencia ¿quién es el que gana?, aquel que puede echar mano a cualquier tipo de recursos. El testigo falso es propio de conseguir por parte del delincuente o sus familiares personas en el barrio que muchas veces están amedrentadas por el accionar de este tipo de personas, que lo conocen, que saben que si no dan un sí a un testimonio oscuro pueden tener problemas. Esas personas concurren a los juzgados tratando de hacer lo que pueden, que no siempre es brillante, obviamente, porque no son personas entrenadas, más allá de que algunos se defienden muy bien porque tienen antecedentes o de alguna forma siguen los lineamientos que se le dan. Eso genera otro problema enorme donde usted tiene de repente presentación de pruebas de diez personas que aseguran que el delincuente o el indagado por un delito estaba en determinado lado y usted ya ha logrado probar por pruebas más eficientes que eso no es así. En algún caso se ha llegado al procesamiento de testigos falsos pero no es fácil porque hay ahí un límite y una cierta tolerancia a que las personas puedan presentar testimonios sin que estos estén bajo una lupa de amedrentamiento, entonces es todo otro problema.

Pero si tenemos un minuto déjeme tirarle otra perlita con respecto a las libertades, y esta sería novedosa. Hoy tenemos un sistema por el cual como no hay sentencia –pasan muchos meses antes de que exista sentencia–, una persona cuando está detenida se supone que esa detención no hace a una pena, hace a una mera detención a la espera de sentencia. Así es que se puede pedir lo que se llama la excarcelación provisional, es decir, salir antes que culmine ese juicio porque la persona, como no está sentenciada, tiene derecho a esperar esa sentencia en libertad. Eso lleva a que en el día de hoy el sistema beneficie aún más al delincuente, que desde que ingresa por delitos menores –hablemos por rapiñas, toda la gama de hurtos que es enorme– los defensores, en uso de su legítimo derecho a partir de lo que es este código, dicen "Mi cliente no ha sido sentenciado por lo tanto tiene derecho a recuperar la libertad ya". Han pasado unos meses, el proceso se ha diligenciado, y comienza ese juego de la solicitud de libertad a la cual los fiscales a veces nos oponemos pero a veces tenemos que acceder porque hay ese derecho en este sistema, y la persona sale en libertad muchísimas veces antes de haber recibido la sentencia. Por supuesto que los meses pasados en libertad son muchos menos que los que se imputaron en la sentencia. Entonces tenemos muchas personas que en determinado momento son procesadas y no hay sentencia, y están detenidas y no hay sentencia, y poquito tiempo antes de que salga la sentencia son liberadas y cuando pasan a tener sentencia están en la calle. Quiere decir que el sinsentido es absoluto: tenemos procesados sin sentencia adentro y personas con sentencia que ya recuperaron la libertad. Una joyita más de este sistema procesal penal.

RA – Le iba a consultar, con respecto a los casos estos que usted contaba, ¿los vincula exclusivamente con delitos que tengan que ver con el narcotráfico?

GZ – No, no, todo tipo de delitos. Además, cuidado, que ahora le imputamos al narcotráfico enorme cantidad de porcentajes en ajustes de cuentas y otras yerbas que no sabemos si eso es así. Estamos opinando todos desde una nebulosa porque hay una cantidad de otros factores que se están dando de los barrios de Montevideo que no son únicamente imputables al narco. Permanentemente estamos escuchando el concepto de ajuste de cuentas, en esto no voy a ser absoluto porque son zonas de opinión, cada uno tiene la suya, no hay datos muy ciertos en todo esto, pero supongo que hay determinadas zonas de Montevideo donde hay preponderancia de ciertos grupos de delincuentes y cuando otros quieren ingresar a esa área consideran eso una concurrencia desleal y viene la reacción violenta. Lo cual también es terrible porque hablaríamos de otro fenómeno que es zonas de Montevideo que pueden tener determinados controles delictuales.

La reflexión es ¿hasta cuándo vamos a seguir hablando sin hacer algo? En menores –que agradezco a ustedes también como a otros periodistas que tantas veces me recibieron cuando estábamos tratando de cambiar aquella legislación que quedaba tan fuera de la realidad– se logró la aprobación de determinadas normas que han mejorado el sistema porque lo han hecho más serio. Ahora que estoy en adultos, propugnamos que hay que cambiar el código. Pero por más que los abogados nos reunamos a hacer seminarios, podemos hacer 700 mil, si el sistema político no tiene voluntad de modificar este código no se va a ningún lado. Y de hacerlo bien, cuidado de que no sea peor la enmienda que el soneto. Hasta que no se modifique el código, vamos a seguir asistiendo a este espectáculo de una justicia completamente pauperizada en esta sociedad en la que queremos después que otras cosas funcionen. Si no funciona la justicia, qué dejamos para otros niveles.

RA – ¿Cuál es el mensaje que usted le da a una víctima o a un testigo verdadero, entonces, que efectivamente no se presente a la justicia porque hoy en día no se le pueden dar las garantías necesarias de alguna forma?

GZ – No, porque el primero que no tendría que presentarse a trabajar sería yo, obviamente que uno empuja el carro, así que el mensaje es que se presente. Pero el mensaje también es que hable con sus representantes a nivel del Poder Legislativo para que ellos busquen mejorar el sistema procesal penal, que la víctima pueda tener una representación legal en el momento del proceso, que pueda ir acompañada de un abogado, saber qué es lo que sucede ahí adentro, tener alguna incidencia en la pena que se le aplica al delincuente. Y que haga una ecuación de costo beneficio y diga: "bueno, yo me arriesgo y voy a dar mi testimonio", pero entonces que ese delincuente, si es procesado y si luego es sentenciado, que reciba una pena acorde al riesgo que toda víctima en todo país del mundo asume. Porque eso no es solamente en el Uruguay, toda víctima desde el momento que va y dice "Fulano fue el que me hizo determinada cosa", no se va a ganar la amistad de ese Fulano, siempre va a haber una relación de enemistad o de resistencia.

Pero entonces que la víctima, en un proceso mucho más digno para todas las partes y mucho más claro en cuanto a las reglas del juego, diga: "Si yo me arriesgo, por lo menos que esta persona esté recluida determinado tiempo que valga la pena". Hoy por hoy por lo que le explicaba de la libertad o de la excarcelación provisional tenemos un sistema completamente a ojo donde el delincuente por delitos menores sale en poquitos meses y no tiene nada que ver lo que cumple adentro con lo que se le impone en la sentencia. Es decir, un sistema de locos.

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Foto: archivo