Entrevistas

Muestra "Más allá del deber": un retrato del "granito de arena" de los cascos azules uruguayos en las misiones de paz

Desde este lunes puede verse en la sede central de la ONU en Nueva York la muestra "Más allá del deber", un fotorreportaje de Armando Sartorotti que refleja la vida cotidiana de los cascos azules uruguayos en las misiones de paz de Haití y el Congo, y que forma parte de las gestiones de Uruguay para volver a integrar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Sartorotti explicó a En Perspectiva que el proyecto surgió como una iniciativa propia motivada por la "mera curiosidad", y reconoció que al embarcarse en él llevaba consigo "los prejuicios que todos tenemos" de vincular al Ejército con la dictadura. Destacó, sin embargo, que en las misiones se encontró "con un grupo de uruguayos, más que de militares" que "trataban de ser solidarios con la población local", y sostuvo que al convivir con los soldados comprendió que "el ejército de hoy es un ejército formado en democracia y de la democracia". "Ir a las misiones en las condiciones en que yo fui me cambió como persona", aseguró.


(emitido a las 8.38 Hs.)

EMILIANO COTELO:
En Nueva York, en la sede central de la ONU [Organización de las Naciones Unidas], puede verse desde este lunes una muestra fotográfica que retrata la labor de los cascos azules uruguayos tanto en Haití como en el Congo.

Se trata de "Más allá del deber", un fotorreportaje de Armando Sartorotti que refleja la vida cotidiana en las misiones de paz. Tal vez algunos conocen esta muestra, porque recorrió el país hace poco como parte de los festejos por los 200 años del Ejército Nacional, está compilada en un libro y puede verse incluso en la web.

Ahora da este otro salto y busca destacar el papel de las misiones de paz compatriotas para que Uruguay vuelva a integrar el máximo órgano de Naciones Unidas después de 50 años.

¿Qué significa para el autor que su obra tenga ahora esta misión extra tan importante? ¿Cómo se gestó? ¿Qué repercusiones ha tenido aquella tarea?

Vamos a conversarlo con él. Armando Sartorotti nos atiende en la ciudad de Nueva York.

Hablemos de "Más allá del deber", y empecemos por una aclaración: esto que yo definía como fotorreportaje sobre los cascos azules uruguayos en misiones de paz fue una iniciativa tuya. En marzo de 2010 le propusiste al Ejército el proyecto de viajar al Congo y Haití para realizar este relevamiento. ¿Por qué diste aquel paso?

ARMANDO SARTOROTTI:
Continuamente están yendo periodistas, tanto fotógrafos como periodistas televisivos y radiales, al Congo y a Haití, pero en general se va con los relevos. Esto implica que los oficiales que están a cargo por ejemplo de las actividades de vínculo con la población, que están más allá del mandato de ONU, cuando llegan los periodistas nuestros están prácticamente para irse. Lo mismo pasa en la cabeza de cada uno de los soldados, que han pasado seis meses o un año, cuando ven bajar el avión con sus relevos están prácticamente con la mochila en el hombro en el aeropuerto, esperando para irse.

Mi intención era ir a mitad de la faena, a mitad de la tarea que tienen encomendada y agarrar a todos los soldados en plena actividad, tanto por lo del mandato como por las cosas que se hacen por fuera del mandato. El mandato en definitiva es la custodia de la paz, Uruguay tiene encomendada la protección y salvaguarda del personal de Naciones Unidas y del personal diplomático, de hecho en enfrentamientos en Quillaza, por ejemplo, Uruguay ha tenido que ponerse en medio de los combatientes para rescatar a personal diplomático y ha sido condecorado por ese motivo. Ha habido varios casos de condecoraciones de valor bajo fuego, es raro hablar de uruguayos vinculados a una medalla por este motivo, pero los hay, es muy fuerte pero los hay.

Mi proyecto tuvo toda la intención de retratar la vida cotidiana, el día a día. No me preocupaba tanto ver cómo hacían el trabajo que tenían encomendado, sino cómo era la vida cotidiana de esos uruguayos tan lejos del país.

EC - ¿De dónde venía esa curiosidad tuya? ¿Qué sabías? ¿Por qué te involucraste con las misiones de paz?

AS - Fue mera curiosidad lo que me llevó a elaborar el proyecto. No quería hacer el mismo trabajo que estaban haciendo el resto de los colegas. Periódicamente, cada seis meses están yendo periodistas, las Fuerzas Armadas se encargan de trasladar periodistas a ambas zonas, tanto al Congo como a Haití. Y yo quería tratar de ver una cara que todavía no estaba viendo en los trabajos de mis colegas cuando volvían de las misiones.

EC - ¿Cuál era tu relación con las Fuerzas Armadas hasta ese momento?

AS - Ninguna. Yo elaboré un proyecto y fui a golpear una puerta, no tenía absolutamente ningún vínculo. Elaboré un proyecto, me informé de quién era que estaba al frente de la coordinación de las operaciones de paz, me dijeron que era el coronel Ricardo Fernández quien estaba a cargo, le pedí una entrevista, le llevé el proyecto y coincidió –yo en ese momento no lo sabía– que el Ejército estaba buscando proyectos que entraran en el marco de los festejos de los 200 años de su fundación, que se cumplían el 18 de mayo de 2011 –toman la Batalla de Las Piedras como fecha fundacional–. Cuando dos semanas después el coronel Fernández me llama, me entero de que estaban considerando mi trabajo como parte de los festejos, sin tener ningún vínculo, sin saber quién era yo, más que por el currículo que presenté en su momento y por lo que Google puede decir de mí.

EC - Por ejemplo, ¿cómo jugaban en tu cabeza prejuicios que todavía existen en la sociedad uruguaya? ¿Te resultaba sencillo separar la gestión actual de estos soldados en un campo específico de la de los militares que dieron el golpe de Estado en 1973 y gobernaron durante 12 años en dictadura? Cuando acá en el programa tratamos el tema de las misiones de paz siempre surgen entre los oyentes reacciones que vienen por ese otro lado. ¿En tu cabeza cómo figuraba eso?

AS - La primera cobertura que tuve fue del acto del Primero de Mayo de 1983, de ahí sacá todas las conclusiones siguientes. Tengo un hermano que estuvo preso durante la dictadura, yo me formé en los medios que surgieron a partir de 1983, que eran todos medios alternativos, medios que estaban vinculados a la izquierda o a la centroizquierda. Pero después fui derivando hacia un trabajo más profesional, de hecho en 1986 estaba trabajando para Brecha, había trabajado para Jaque, estaba trabajando para Alternativa Socialista y trabajaba para un semanario del Partido Nacional, de Carlos Julio Pereyra. Ahí ya tenía la cabeza bastante más amplia.

De todos modos, los prejuicios creo que todos los uruguayos los tenemos, creo que lo más caliente que hay respecto al Ejército y a las Fuerzas Armadas es el tema de los desaparecidos, es una herida abierta que existe y que la veo complicada y difícil para sanar. Fui con todo ese bagaje, a pesar de que uno trata de tener una cabeza periodística, todos sabemos que en el periodismo la objetividad como tal no existe, tenemos que poner la honestidad del periodista y todos los elementos posibles para evaluar una situación y trasmitírsela al lector, espectador o quien sea que esté del otro lado del hilo, como mediadores.

EC - Con ese telón de fondo, que también existía, que no era el único que llevabas en tu disco duro pero era uno de los elementos, ¿cómo te resultó la experiencia? Terminaste pasando 20 días con los soldados uruguayos en el Congo y 10 con los cascos azules en Haití; en definitiva lograste lo que te habías propuesto, una convivencia más prolongada que la que suelen tener los periodistas que viajan en las invitaciones habituales. ¿Qué extrajiste, en un resumen general, para después ir hilando más fino con algunas otras preguntas?

AS - Primero, no hubo una sola puerta cerrada en ninguno de los lugares donde estuve. Segundo, me encontré con un grupo de uruguayos, más que de militares, que actuaban como tales, o sea, que trataban de ser solidarios con la población local. El otro día en el discurso que di en la presentación, decía que la impresión que tenía cuando terminé el trabajo fue que cada uno de los soldados que estaban ahí, en general en forma voluntaria, aportaba su granito de arena para tratar de mejorar, aunque fuera mínimamente, la vida de la gente de ese lugar y sentir cuando se estaba yendo que algo había cambiado, algo había mejorado esa vida. O sea, los soldados que piensan que son pobres, cuando llegan ahí se dan cuenta de que en realidad no lo son, que en su vida no hay, como en el Congo, por ejemplo, ausencia de todo, que el agua potable sea un valor, que el respeto de la mujer sea algo absolutamente lejano, que cuando llega la guerrilla a un pueblo –y eso fue algo de que estuve muy cerca en un campamento en la frontera con Ruanda, donde los uruguayos están rodeados de guerrilleros– las madres esconden a los niños porque saben que con siete u ocho años ya están en condiciones de ser tomados como esclavos para trabajar en las minas, como esclavos sexuales o como niños guerrilleros. Eso es lo que los soldados encuentran y ven cuando llegan a esos lugares, entonces se dan cuenta del potencial que ellos mismos tienen.

Cuando uno compara las fuerzas uruguayas con las fuerzas de otros países, como India, Pakistán o Bangladesh, por ejemplo, que son fuerzas participantes, se da cuenta de que en Uruguay hay muy poca distancia sociocultural entre los soldados y los oficiales.

EC - ¿Cómo es eso?

AS - Los soldados de India y Bangladesh, por ejemplo, muchas veces no hablan el idioma de los oficiales, porque tienen dialecto propio, porque vienen de pueblos lejanos. Un día determinado, en el Congo, iba a haber un acto, yo estaba con botas, y quería lustrármelas para estar a tono, porque estaba lleno de polvo –fui en época de seca–. Me puse a buscar en la plaza de armas, donde están algunos oficiales, algún rango medio que me pudiera proveer para lustrar mis botas. En ese momento sale el coronel responsable de 1.200 soldados en el Congo, el coronel Fregosi, y le digo: "Coronel, ¿alguno de los muchachos de acá me podrá proveer...?". "Vení por acá", entro al recinto donde él estaba viviendo y se estaba lustrando sus propias botas. En otras culturas, los oficiales lo que hacen es dejar las botas afuera, el sentido de servidumbre del personal subalterno es mucho más fuerte que lo que uno ve en el caso uruguayo.

Los uruguayos no solamente hablamos el mismo idioma, sino que seguramente muchos soldados han tenido años de liceo o de UTU y por supuesto, ni que hablar que han terminado la escuela. Eso uno lo nota no solo en el vínculo entre la oficialidad y los subalternos, sino también en la capacidad de adaptación que para entender y tratar de vincularse con la población local. En el este del Congo se habla swahili, y es usual ver soldados uruguayos hilvanando frases en swahili con la población local. En muchas fotos mías de Haití se ve en las patrullas locales a los soldados haciéndoles bromas a los locales y riéndose hablándoles en créole. Eso en otras misiones es muy difícil de ver. Creo que ese es un valor que los uruguayos han sabido aprovechar para poder generar buenos vínculos. Uno de los temas que siempre existen respecto de las misiones es que se dice que son una fuerza de ocupación.

EC - A eso iba con mi próxima pregunta. Si pensamos en lo que acá se discute a propósito de las misiones de paz en las que participa Uruguay, uno de los debates viene por ese lado, ahí aparece una cuestión simplemente de discrepancia o quizás, también, eventualmente, un prejuicio. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre una misión de paz, al menos estas misiones de paz en las que se encuentran soldados uruguayos, y lo que podríamos llamar una fuerza de ocupación?

AS - Un día en Haití acompañé a un oficial que estaba a cargo del vínculo con la población a llevar agua a un pueblo que está totalmente aislado. Los caminos quedaron destruidos, el agua subterránea está contaminada, no la pueden tomar, y Uruguay los provee de agua periódicamente. Entonces la llegada del camión de Uruguay es una fiesta en el pueblo. Yo iba en un jeep con este oficial, y el oficial en determinado momento se da vuelta y me dice: "¿Sabés lo que nos diferencia a nosotros de las fuerzas de ocupación?". "No", le digo. "Que nosotros tenemos que escuchar a las organizaciones sociales de base, si no escuchamos a las organizaciones sociales de base y tratamos de entender sus necesidades y en lo posible, dentro de nuestras limitaciones, cumplir con esas necesidades, nos transformamos en un ejército de ocupación."

Después, trabajando en esos lugares, me di cuenta de que era bastante afinada la puntería de este oficial cuando me decía eso. Por ejemplo, en ese mismo pueblo a este oficial le había tocado llegar dos meses antes y que el alcalde del pueblo viniera a pedirle si no podía sacar hasta la ruta en el jeep los cadáveres de cinco niños que habían muerto por tifus en el pueblo, por el tema del agua. Uruguay proveía una vez por semana, cada 10 días de agua. Sacó en su jeep los cadáveres de los cinco niños –y eso sí que estaba bastante más allá del deber–, y a partir de ese momento los camiones uruguayos con agua estuvieron yendo todos los días hasta que la epidemia de tifus cedió.

En ese mismo lugar –esto es en Ouanaminthe, en el norte, en la frontera con República Dominicana–el vínculo que tiene Uruguay con la población civil, el nexo que hay, es una monja colombiana que hace muchos años que vive en Haití, que habla créole perfectamente. Una mujer de unos 40 años, más o menos, vestida no como monja, que en su escritorio tiene un retrato de Arnulfo Romero de un metro de alto, y que tiene como referentes a Leonardo Boff y otros de la Iglesia de la Liberación. Esta monja tiene organizados dentro de la parroquia grupos de padres para vigilancia de la frontera con República Dominicana por el tema del robo ilegal de niños, un grupo de defensa de la condición de la mujer, grupos para colaborar con el hospital local. Esa es la gran mano que estaba dando Uruguay, la sala de maternidad y la sala de emergencia fueron hechas con personal uruguayo y muchas veces incluso con recursos económicos del batallón, que siempre estaban al límite. Todos los domingos de noche Uruguay va a la plaza central de Ouanaminthe con un proyector y proyecta cuatro películas contra la pared lateral de la catedral, y van 2.000, 2.500 personas a mirar las películas. Nadie les pide, no hay Organización de Naciones Unidas que le pida a Uruguay que haga este tipo de cosas.

No hay un solo resto de comida que se tire en el batallón, donde, como en todo batallón, siempre se hace comida de más. Todos los días se elige el orfanato local o el hogar de ancianos local al cual se le va a llevar la comida, no se desperdicia absolutamente nada. Están con esa cabeza. Nunca me lo dijeron, pero llegué a pensar que a propósito cocinaban de más para poder distribuir esa comida todos los días. En Ouanaminthe, por ejemplo, una región que puede abarcar 300.000, 400.000 personas, hay 80 orfanatos registrados, no de niños totalmente abandonados, muchas veces los padres no tienen forma de sostener a sus hijos, entonces los dejan en estos orfanatos y van con un cacho entero de bananas una vez por mes a verlos. Le dejan al orfanato lo que pueden llevar, lo que pueden comprar. Pero 80 orfanatos registrados es mucho.

Con esas condiciones se encuentra Uruguay cuando va a Haití, imaginate lo que es cuando va al Congo, cuando va al medio de la selva del Congo, por ejemplo. En el Congo el campamento más extremo que había hasta ahora –creo que lo trasladaron a otro lugar en la selva– era Quinua, donde había entre 50 y 70 soldados uruguayos rodeados de por lo menos 1.000 guerrilleros, de los guerrilleros que hicieron la masacre en 1994 en Ruanda, que pasaron la frontera y se establecieron allí, los que están ahora al frente de esa guerrilla son una segunda generación. En ese lugar hay un campamento de uruguayos, y cuando digo campamento es literal, uruguayos viviendo en carpas rodeados de trincheras tipo primera guerra mundial.

Cuando se establecieron ahí, la población local empezó a trasladarse, a moverse, a movilizarse, dejando las aldeas locales, donde sus mujeres eran continuamente abusadas, los niños eran raptados, para armar un campo de refugiados que no está registrado en ningún lugar en Naciones Unidas. No hay ningún registro de este campo de refugiados, porque es espontáneo, lo hizo la gente rodeando el campamento uruguayo, porque se sienten protegidos por los uruguayos. Los uruguayos acompañan, hacen patrullas continuamente por la selva, cortaron el tema de los peajes –la guerrilla esperaba en los caminos a las mujeres cuando volvían de los campos de cosecha y se quedaban con parte de la cosecha o simplemente las violaban o raptaban–. Gracias a la presencia de los uruguayos ahí eso se terminó, y la gente está súper agradecida con la presencia de esos uruguayos.

EC - Algunas de estas pinceladas que va desgranando Armando a lo largo de la charla están ilustradas, son fotos o son breves textos en el libro "Más allá del deber", sobre el cual estamos charlando esta mañana con él, ahora ubicado en Nueva York, porque hasta allá se ha trasladado en esta ocasión la muestra.

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EC - Tengo unos cuantos mensajes de los oyentes. Uno de ellos, por ejemplo, dice que le pareció muy bueno tu trabajo a propósito de las misiones de paz uruguayas en Haití y el Congo, y agrega: "Que no olvide que el agua la potabiliza personal de OSE". ¿Agregarías algo sobre este punto?

AS - Totalmente, yo llegué a encontrar a orillas del lago Tanganyika, en medio de la nada, una planta potabilizadora de OSE con personal de OSE, que además me agradecieron infinitamente que me haya trasladado hasta ese lugar donde ellos estaban porque era un lugar extremo, donde potabilizaban agua del lago para los cuerpos de paz de tres nacionalidades por lo menos, que estaban en el entorno, y el excedente se cedía a la población local, la gente venía con sus bidones y sus tachos continuamente a una canilla que había ahí para levantar agua. Es muy cierto, claro que sí. Personal civil que deja sus familias y va durante seis meses. Seguramente 20 años atrás nadie hubiera pensado que empleados públicos de OSE pudieran estar expuestos a esas condiciones de vida y a esas situaciones, pero es cierto.

EC - ¿Cómo se hizo para seleccionar 160 fotos de un total de 20.000 que tomaste? ¿Cómo ha sido la experiencia con la gira de esta muestra por el interior de nuestro país? ¿Qué implica este otro salto ahora en la ONU en Nueva York? De esos temas charlamos en la segunda parte de esta entrevista con el fotógrafo Armando Sartorotti.

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EC - El libro lleva por título "Más allá del deber", su autor es el fotógrafo Armando Sartorotti, hoy editor de fotografía del diario El Observador y docente de fotografía en la Universidad ORT. Recoge la vida cotidiana, el día a día de los cascos azules uruguayos que integran misiones de paz en Haití y en el Congo. Además, dio pie a una muestra fotográfica que se exhibió en Montevideo y en distintos puntos del país como parte de la celebración de los 200 años del Ejército Nacional. Ahora dio el salto y se exhibe en Nueva York.

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EC - "Me costó varios días entender a qué se referían los soldados cuando mencionaban, tanto en broma como en serio, que algunos de ellos estaban con ‘el hacha’. La expresión hace referencia al gesto de andar de cabeza agachada, ‘como si tuvieras un hacha en la nuca’, según me explicaron. Cuando un soldado está con el hacha, está triste, extraña a los suyos y se pasa su tiempo libre mandando mensajes o leyendo mensajes viejos en lugares donde no hay señal de celular. O muestra por enésima vez a sus comprensivos compañeros las fotos de sus hijos o de su esposa en el frente de la casa que pudo comprar con el dinero de misiones anteriores."

Este es uno de los textos, breves, que acompañan las fotografías en el libro "Más allá del deber". ¿Cómo te resultó esta otra parte de tu trabajo, la de escribir, además de fotografiar?

AS - Me sentí muy cómodo. Eso de que una foto vale más que mil palabras muchas veces es una mentira, hay cosas que hay que decir con palabras y punto, y creo que los periodistas actuales estamos obligados a no quedarnos con una sola modalidad de ejercer nuestro trabajo. Eso quedó muy atrás en el tiempo, es importante que un buen periodista conozca de informática, debería manejar bien la cámara fotográfica; hay estilos de comunicar con los cuales podemos sentirnos más cómodos, pero no podemos excluir los demás. En este caso en particular me sentí realmente cómodo haciéndolo, porque me daba cuenta de que había cosas que no podían quedar solamente en una imagen difusa en la que no se entendiera la profundidad de lo que estaba sucediendo con la persona que tenía delante.

EC - Pero además de preparar fotos para un libro y escribir textos para acompañar esas tomas gráficas, de hecho terminaste metido en varios proyectos. Uno de ellos, la muestra. A partir de tu relevamiento, el Ejército Nacional organizó una muestra que recorrió el país, que se vio en el atrio de la Intendencia de Montevideo, pero que también estuvo exhibida en distintos puntos del territorio. ¿Cómo fue esa otra parte de las consecuencias de tu viaje?

AS - Hay una anécdota cortita que creo que pinta bien la percepción que los uruguayos tenemos del trabajo que hacen los uruguayos en los cuerpos de paz de Naciones Unidas. Hicimos la muestra en el atrio de la Intendencia, una muestra enorme que cubrió todo el atrio, cuando uno ve el atrio desnudo... ¡hay que cubrir eso con una muestra fotográfica! Cada tanto iba y filmaba en video los comentarios de la gente, y en general la gente quedaba muy conmovida. Un día en particular me tocó estar esperando que una señora que terminara de ver la muestra, y cuando la mujer se da vuelta se le caían las lágrimas. Me acerqué, me presenté, le pregunté si me podía dar su testimonio, que estaba grabando los testimonios de la gente cuando salía, y la mujer, con la garganta apretada, lo único que atinó a decir fue: "Yo no sabía". Esa percepción del "yo no sabía" la tuve con muchísima gente tanto en el interior como en Montevideo, con amigos de izquierda, con gente que no tiene ningún vínculo y que no ha tenido siquiera interés en saber, porque todos tenemos esa espina de vincular al Ejército Nacional con el ejército de la dictadura.

EC - Mirá lo que dice un oyente: "Soy civil, me creo revolucionario, estuve en Quinua. Allí Uruguay es responsable de salvar miles de vidas, pero aquí se sigue hablando de lo que no se conoce ni se quiere conocer, puro ideológico". Y le manda felicitaciones al fotógrafo.

AS - Es así, esa es la percepción que uno tiene cuando va. Yo escucho muchas veces a gente que habla de las Naciones Unidas, de los cuerpos de paz de Naciones Unidas y del trabajo de Uruguay cuestionándolo, diciendo que es un ejército de ocupación, cuando en realidad nunca estuvo, no conoce las realidades, no estuvo en esos lugares, no tiene la perspectiva histórica real de cómo era eso antes de que llegaran los uruguayos y cómo está ahora gracias al trabajo de los uruguayos y de otros cuerpos de paz de Naciones Unidas. Porque eso es un trabajo en general de Naciones Unidas, de toda la organización como tal, cuando llega Naciones Unidas a un lugar como este la pacificación es solamente una parte, después entra la gente que trabaja en alimentación, la gente de Unicef, toda la organización entra en grupo para tratar de mejorar la vida de la gente. El trabajo militar es solamente el soporte que permite, dentro de una pacificación acordada, hacer otras cosas.

EC - Así que entonces la muestra itinerante de los 200 años te permitió, entre otras cosas, intercambiar con el público. ¿Alguna otra repercusión que hayas tenido?

AS - Yo tengo Twitter (@sarto1956), y allí las repercusiones fueron muy impresionantes, eso de resumir en 140 caracteres algo, un comentario, gente que decía, mencionándome: "Vayan a ver la muestra de Fulano de Tal, porque es impresionante, me hizo sentir más uruguaya que nunca". La misma persona tres minutos después: "Yo soy de izquierda de toda la vida, mi padre estuvo preso durante 10 años, y realmente me hizo sentir muy uruguaya la muestra del atrio". Y tercero, la misma persona 10 minutos después –se ve que le quedó dando vueltas en la cabeza–: "Yo con los milicos ni ahí, pero esta muestra me hizo sentir que afuera hay gente que nos deja muy bien parados y me da mucho orgullo que eso suceda". Comentarios de ese estilo eran muy impresionantes cuando puse la muestra en el atrio, porque eran continuos.

Creo que la frase de esa mujer que te decía hace un rato, "yo no sabía", resume muy bien que en general la población no sabe. Yo recién empecé a tener la percepción de que ese ejército que yo tenía delante era un ejército de la democracia, no de la dictadura. Pensemos que oficiales que están prácticamente en condiciones de jubilarse ahora, de pasar a retiro por jubilación como coroneles, recibieron su espadín de alférez de manos de Sanguinetti, cuando tenían 23, 24, 25 años. Ese es el ejército que se armó en los últimos 30 años. Obviamente, repito, lo de los desaparecidos es una herida abierta que es terrible y que nos revuelve las tripas a todos, pero ese ejército de hoy es un ejército formado en democracia y de la democracia, no de la dictadura.

EC - Algunos oyentes dicen otras cosas, por ejemplo: "Esto me hace pensar y dar gracias por el plato de comida, el abrigo que tengo, pienso que me baño todos los días con agua potable y esta gente de los países donde se instalan las misiones de paz necesita de esa agua para comer". También ocurren este otro tipo de reacciones.

AS - Yo siempre digo que ir a las misiones en las condiciones en que yo fui me cambió como persona. La percepción de abrir el placar y encontrar la ropa que tenía adentro, de las primeras cosas que me pasaron cuando volví, la sensación de abrir la canilla y darme cuenta de que para bañarme iba a gastar 70, 100 litros de agua, y pensar que esos 100 litros de agua eran seis bidones en el lomo de un niño de 10, 12 años que tenía que ir hasta la fuente más cercana para recoger un agua que todavía no podía tomar hasta hervirla. Es muy fuerte. Por eso te decía que los soldados cuando van a las misiones llegan pensando que son pobres, y se dan cuenta de que no, de que no son pobres.

EC - Otros oyentes preguntan a propósito del libro, si está disponible, si puede comprarse en librerías. Lo cual a su vez me lleva a otra consulta: todo este proyecto que tú presentaste en su momento como una iniciativa tuya al Ejército Nacional, ¿lo financió el Ejército?, ¿lo financiaste tú?, ¿se confinanció? ¿Cómo fue desde ese punto de vista este emprendimiento?

AS - Ese fondo que el Ejército tenía para los festejos de los 20 años financió mis pasajes en vuelos comerciales, porque después mis estadías eran dentro de los cuarteles, no había un gasto con eso, ni de alojamiento ni de comida. Yo cedí mi tiempo, porque me tomé mi licencia anual en El Observador para hacerlo como un proyecto personal, supongo que eso tiene un costo, pero era un proyecto que me interesaba y creo que tuve la buena perspectiva de hacerlo porque hoy está donde está.

EC - La exposición de fotografía, esa sí la financió el Ejército cuando se hizo la gira.

AS - Exactamente, el Ejército financió el diseño y la impresión de la muestra.

EC - ¿Y el libro?

AS - El libro fue una iniciativa totalmente mía, yo no tengo editorial para el libro, tengo un distribuidor. Librería Pocitos y Librería Puro Verso, por ejemplo, lo tienen, para los escuchas que preguntaban. Me preocupé de conseguir un espónsor, una empresa que puso el dinero para la impresión, y el resto me lo puse al hombro yo.

EC - Hablemos, para terminar, del último escalón de todo este proceso, o el más reciente, porque quizás haya otros más adelante. La Cancillería uruguaya decidió montar la muestra en la sede central de la ONU en Nueva York como parte de la campaña que se está haciendo para que nuestro país acceda a un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU a partir del año 2016. Supongo que el Gobierno te pidió autorización para este otro uso de tu fotorreportaje. ¿Cómo analizaste esta posibilidad?, ¿cómo te resulta?

AS - Me resulta que aquellas decisiones que tomé, que capaz que para alguno podían parecer medio disparatadas, de ceder mi tiempo, de tomarme mi licencia anual, incluso con mi esposa embarazada de cinco meses cuando fui a hacer el viaje, fue una muy buena apuesta. Que voy a estar siempre agradecido a aquella buena iniciativa del Ejército de darle a una persona que no estaba para nada vinculada a él –no era muy difícil conocer mis antecedentes personales o familiares, seguramente conocían e igual hicieron una apuesta conmigo– esa libertad que me permitieron tener. Hoy [la muestra] está nada menos que en Naciones Unidas en la planta baja, no está escondida en ningún lado, está entre dos salones de conferencia, hay un tránsito de más de mil personas todos los días frente a ella, en el ala lateral ni bien uno entra en la planta baja, dentro del mismo edificio. Para mí es todo motivo de orgullo.

EC - ¿Hasta cuándo va?

AS - La muestra va a quedar hasta el 27, va del 17 al 27 de junio exhibida allí.

EC - Ya nos contarás después otros coletazos allí, otro tipo de comentarios. ¿Tenés alguno para citar en este momento?

AS - No, en general uno piensa que el impacto que puede conseguir con un trabajo como este se termina remitiendo a los uruguayos por el "vamo’arriba", el decir estos son soldados o son lo que sea, pero cuando están en esos lugares son tan o más uruguayos que el almacenero o el gerente del banco. En la inauguración estaban autoridades, la jerarquía de ONU estuvo ahí en el lugar, las máximas autoridades vinculadas a los cuerpos de paz, y vinieron a hacerme comentarios de fotos particulares y a decirme que habían quedado conmovidas –son diplomáticos, no necesitan decir nada de eso, con decir que les gustó mucho alcanza– con tal foto o con tal otra, que habían leído en el libro la historia tal o cual y que habían quedado impactadas. Fue muy impresionante.

Pasó incluso que con esa humildad que tienen los uruguayos, los uruguayos en ningún momento mencionamos cifras, ni el embajador Cancela, tuvo que venir la máxima autoridad de Naciones Unidas, que estaba ahí, y decir que Uruguay es el máximo contribuyente, con relación a su población, en cascos azules para Naciones Unidas, que en algún momento ese sacrificio debería ser premiado. Nombró casos particulares de colaboración, como el hogar Margaritte, por ejemplo, para niñas violadas, con el que Uruguay está colaborando, o el Colegio Don Bosco con niños abandonados o rescatados de la guerrilla. Fue muy emotivo en gente que son diplomáticos, que podían haber tenido una actitud más "elevada", sin dar opinión, sin embargo creo que ellos mismos quedaron impactados, y eso para mí fue muy bueno.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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Sitio web de Armando Sartorotti