Entrevistas

"49 horas en Kinshasa": una historia real que resalta el "temple" de los cascos azules uruguayos en el Congo

"49 horas en Kinshasa": una historia real que resalta el "temple" de los cascos azules uruguayos en el Congo

Esta jueves se presenta en el Palacio Legislativo el libro "49 horas en Kinshasa", que relata la peripecia del 22 de marzo de 2007 en el Congo, cuando un grupo de civiles quedó atrapado en la Embajada de España en medio del fuego cruzado entre la milicia rebelde y el ejército, y fueron rescatados por cascos azules uruguayos. En Perspectiva dialogó con el autor del libro, el entonces embajador español en el Congo, Miguel Fernández-Palacios, y con el coronel Ricardo Fernández de los Santos, jefe del Batallón Uruguay que tuvo a su cargo el rescate. Fernández-Palacios, quien asegura haber "nacido de nuevo" aquel día gracias a la actuación de los militares uruguayos, explicó que la historia también pretende dar a conocer cómo los diplomáticos deben "defender los intereses nacionales" incluso en situaciones que riesgo de vida. Por su parte, Fernández de los Santos destacó el "temple" de los soldados en aquella jornada en la cual se rescataron 294 civiles, entre los cuales no hubo ni víctimas ni heridos.


(emitido a las 8.53 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Les propongo que retrocedamos seis años en el tiempo y que nos ubiquemos en África. El escenario: la República Democrática del Congo. La fecha: 22 de marzo de 2007. Ese día, la institucionalidad mínima y frágil que daba sus primeros pasos estuvo a punto de esfumarse.

Tres meses después de unas elecciones consideradas claves, el exvicepresidente Jean-Pierre Bemba se levantó en armas contra el gobierno de Joseph Kabila. Los combates entre la milicia rebelde y el ejército fueron feroces desde todo punto de vista, pero además, en medio del fuego cruzado terminó quedando la Embajada de España, con 21 diplomáticos en su interior. La misión, casi imposible, de evacuarlos y ponerlos a salvo, le correspondió a un contingente de cascos azules uruguayos.

La operación, extremadamente compleja y con riesgo cierto de muerte tanto para el personal de la embajada como para los militares compatriotas, supuso uno de los puntos de más alta tensión en la historia de las misiones de paz que Uruguay desarrolla en el mundo.

Hoy, en el Palacio Legislativo, se va a presentar el libro "49 horas en Kinshasa", que relata aquella peripecia increíble que sus protagonistas nunca van a olvidar.

Para participar en ese acto ha llegado a Montevideo el autor de este libro, Miguel Fernández-Palacios, en ese entonces embajador español en la República Democrática del Congo, a quien tenemos el gusto de recibir en En Perspectiva.

Y también recibimos con mucho gusto al coronel Ricardo Fernández de los Santos, que tuvo a su cargo esta operación de rescate.

Embajador Fernández, ¿qué lo motivó a poner por escrito las vivencias de aquellas "49 horas en Kinshasa"? Algo que hizo cinco años después, se tomó un tiempo.

MIGUEL FERNÁNDEZ-PALACIOS:
Siempre digo, y lo pongo en el prólogo, que del mismo modo que después de un gran banquete hace falta una gran y larga digestión, pues después de unos acontecimientos como los de marzo de 2007 en Congo a mí personalmente me hizo falta un largo período para hacer una digestión intelectual de lo que allí había pasado. De hecho, tomé muchas notas en aquellos días, las tenía guardadas en un cajón y me costó un poco sacarlas. Quizás fueron dos compañeros míos diplomáticos, amantes de la literatura, que me dijeron: "Mira, Miguel, esto no puedes dejarlo en el cajón, aquí hay una historia que contar y también una historia que contar para que los ciudadanos sepan a qué nos dedicamos los diplomáticos", que no estamos siempre de cóctel en cóctel, como muchos piensan, sino que estamos defendiendo nuestros intereses nacionales en situaciones muy complicadas que en ocasiones incluso nos pueden costar la vida.

EC - ¿Ya tenía antecedentes escribiendo?

MF-P - No, había escrito mi tesis doctoral, que está publicada también, pero era un trabajo científico, no seudoliterario o de crónica, como es este.

EC - Lo pregunto porque el libro es muy ameno, muy informativo, está cargado de información, de mucha vivencia, permite seguir muy de cerca lo que pasó aquella vez. Entre otras cosas despierta la curiosidad por saber cómo hizo para tener en la cabeza tantos elementos, tantos detalles, tantas palabras. Recién contaba que tiene un cuaderno de notas que suele usar. ¿Con eso le alcanzó?

MF-P - Primero, tengo bastante memoria, y en segundo lugar, mi cuaderno siempre me acompaña. En aquel momento sabía que estábamos viviendo un momento extraordinario, y como hubo largas horas de espera a que viniera el batallón uruguayo a recogernos, después largas horas de espera en el cuartel general de Naciones Unidas en Congo y largas horas de espera en una base de aprovisionamiento donde se nos refugió, utilicé mi cuaderno y lo utilicé mucho. No obstante, cuando decidí escribir el libro no quería que nadie dijera "esto se lo habrá inventado el embajador", entonces consulté con muchos amigos, que no tenían nada escrito pero tenían recuerdos, qué les había llamado la atención, e inmediatamente fui tomando también nota de lo que ellos me contaban.

EC - ¿En particular consultó al coronel Fernández de los Santos?

MF-P - Lo consulté poco, porque al final el coronel Fernández de los Santos es un poco el protagonista de esta historia, entonces lo consulté poco, creo que él se llevó una sorpresa. Casi consulté más a algunos de sus colaboradores.

EC - Coronel Fernández, ya se conocían con el embajador antes de esta crisis, eso está dicho en el libro.

RICARDO FERNÁNDEZ DE LOS SANTOS:
Sí, yo me hice cargo del comando del batallón en noviembre de 2006, y en ese período recién estaban finalizando las dos elecciones democráticas que hubo en Congo, en las cuales la Unión Europea había integrado una fuerza de tarea que tenía un contingente de la Legión Española. Ese contingente de la Legión Española estuvo trabajando en Kinshasa y se desarrollaron vínculos muy estrechos con el Batallón Uruguay, que en esa época no estaba bajo mi comando, sino bajo el comando del coronel José Guasque. Cuando yo recibo el batallón en noviembre, recibí de mi antecesor un patrimonio de vivencias, de afectos desarrollados, de confianza, en el que me apoyé para el desarrollo de mi gestión. Cuando llegué, el día de mi relevo de noche participé en una recepción que dio el señor embajador en la residencia que tenía en Kinshasa, que era para despedir al jefe del Estado Mayor de la Defensa, que estaba visitándolos. Ahí conocí a los oficiales de la Legión Española y a su jefe y al embajador, y de ahí en más, las tareas eran muchas pero siempre había alguna oportunidad para intercambiar una conversación, una llamada telefónica.

EC - El embajador cuenta que más de una vez él concurrió, invitado por ustedes, al cuartel del batallón "a comer un churrasco y tomar mate".

RF de los S - Las bases uruguayas en cualquier área de misión son un pedacito de Uruguay en ese país. Nos hacíamos el espacio para que siempre hubiera un momento en la semana, en lo posible los fines de semana, en que se pudiera recibir a algún amigo o a alguna autoridad de Naciones Unidas para que nos conociera un poco más y estrechar los vínculos. Así fue que el embajador nos acompañó.

MF-P - Uruguay no tiene embajada residente en Kinshasa, y yo siempre digo que el idioma une mucho, sobre todo cuando estamos en un país que no comparte el nuestro. Y al final esa relación de amistad, de confianza surge entre toda la embajada y el Batallón Uruguay, nos apoyábamos mutuamente, yo contaba con ellos, ellos contaban con nosotros, y en la medida en que ellos tenían un problema, me decían "embajador", y "no te preocupes, vamos a ver cómo lo arreglamos", intentamos siempre apoyarnos. No habíamos firmado un memorando de entendimiento, era un memorando de entendimiento emocional el que se firmó sin tinta. Lo del día 22 de marzo vino a afectar de forma muy positiva esa relación de confianza existente que se había asentado en todos esos meses.

EC - Supongo que además jugaba a favor la coincidencia de edades. Hoy el embajador tiene 48 y el coronel tiene 51, y en el aquel momento tenían 42 y 45 respectivamente...relativamente jóvenes -se podría pensar- para ese tipo de responsabilidades y para el lío en el que estaban metidos...

***

Vayamos a lo que pasaba en esos días. Los hechos se precipitan el 22 de marzo de 2007. Pero ¿qué ocurría en la previa? ¿Qué estaba pasando en Kinshasa? ¿Se veía venir esta guerra?

RF de los S - Sin duda. Seguramente el señor embajador tiene la visión que él como representante diplomático que trabajaba en ese país tenía de la situación que se vivía. En el contingente de Naciones Unidas desplegado ahí teníamos que una situación a partir de un problema político estaba reflejándose cada día más a nivel del terreno. [Colaboraba con ello] la falta de entendimiento entre el exvicepresidente Bemba, que tenía una fuerza de protección a la que no quería renunciar, y el gobierno elegido democráticamente, que se la pretendía reducir a siete efectivos, cosa que para él no era aceptable, ya que solo en la capital tenía encima de 500 hombres y luego en su provincia del Ecuador, donde tenía sus asentamientos, se estimaban unos 3.000 efectivos su fuerza. Se veía que no iba a llegar a bajarlos a siete. Desde el mes de diciembre, cuando comenzaron las gestiones para que desarmara sus fuerzas, fue creciendo el desencuentro y fueron aumentando los incidentes en el terreno y fueron aumentándose todas las medidas para resolver esto.

Yo siempre comento que es como un desencuentro de mundos. En aquella época de enero, febrero y marzo de 2007 era como si estuviéramos viviendo en diferentes dimensiones. Usted estaba en Kinshasa, una ciudad de más de siete millones de habitantes, en la zona céntrica, como si acá estuviéramos hablando de que en 18 de Julio y por siete manzanas próximas a 18 de Julio, y la vida de la ciudad tenía su desarrollo normal, con actividad comercial, actividad educativa, todo lo propio de una ciudad –imagínese una ciudad de siete millones–. En ese contexto, de un lado de la acera una fuerza militar de las fuerzas regulares de Congo, con sus armas de guerra, con su armamento pesado, en posición expectante, en la acera de enfrente una milicia con armamento similar en la misma actitud expectante, e interpuesto entre ellos un contingente de cascos azules, que en este caso se había establecido en setiembre de 2006. Yo lo relevé y me tocó ser el comandante táctico en ese lugar –más allá de que la base del batallón estaba a 30 minutos durante horas de la noche o a cuatro horas de marcha en horas de día por lo denso del tráfico– de un contingente de Ghana y un contingente de Túnez, aparte del de Uruguay. Estábamos interpuestos entre ellos.

En ese contexto la ciudad seguía, los padres seguían llevando los niños a la escuela, retirándolos, los vendedores ambulantes, una actividad como si nada aconteciera, y casi todos los días había algún incidente de tiros. Desencuentros, insultos, de una parte, de otra.

EC - Tanto es así que el embajador cuenta cómo aquella mañana, si bien algunos de sus colaboradores, los agentes policiales que se desempeñaban en la embajada, le advierten de que la cosa se había puesto pesada y más difícil que nunca, él tenía sus dudas, porque tantas veces había parecido que se venía...

MF-P - Los embajadores de la Unión Europea manteníamos reuniones hasta dos veces por semana para ir valorando minuto a minuto lo que estaba pasando en el país, éramos conscientes, aun físicamente, no solo de lo que cuenta el coronel Fernández, sino que uno paseaba por las calles y se encontraba con los sacos terreros en las esquinas, con las tanquetas, mientras la gente iba a hacer las compras. Entonces ya sabíamos que iba a pasar algo de un momento a otro.

EC - ¿Y por qué es que termina la Embajada de España en medio del fuego cruzado? La embajada está en el edificio BIAC, que tiene en la planta baja y el primer piso un banco, que da nombre al edificio, pero tiene después otras oficinas diplomáticas, la Unicef está en los pisos 2, 5, 6 y 7, la Embajada de Grecia está en el piso 3 y la Embajada de España en el piso 4. El que termina metido en este enfrentamiento es el edificio. ¿Por qué pasa eso?

MF-P - Porque los combates se desarrollan básicamente en la principal arteria de la ciudad y la embajada es el edificio más importante de la parte central de la principal arteria de la ciudad. Esa es la casualidad. Y nos encontramos en medio del fuego cruzado, la línea de frente pasaba por la puerta de nuestro edificio. Los primeros disparos nos llegan por eso, pero posteriormente alguien, todavía no sabemos quién, considera que subiendo una ametralladora pesada a la azotea del edificio va a tener muy buen tiro sobre su enemigo. Entonces cuando empezamos a sentir cómo el edificio se mueve tras cada ráfaga somos conscientes de que nos hemos convertido nosotros mismos en objetivo militar. Cualquiera de los contendientes para acabar con esos tiradores que ahí estaban podía acabar con el edificio entero. En ese momento llamo a Fernández inmediatamente: "Me tiene que sacar de aquí, porque ya no es que estemos en medio de la guerra, somos objetivo militar, porque alguien se nos ha colado y ha ido corriendo hasta la azotea, desde donde tiene una perfecta visión del enfrentamiento y está disparando contra sus enemigos". No sabíamos si era de la parte de las fuerzas regulares o de la parte de Bemba, porque los dos utilizaban el mismo armamento.

RF de los S - Quisiera complementar las palabras del señor embajador para que aquellos que nos están escuchando puedan hacerse una idea de esto. Si hablamos de que en la zona de la Plaza del Entrevero de nuestra capital, en 18 y Río Negro, estaría la zona donde estaban las fuerzas enfrentadas, el edificio de la Embajada de España se ubicaría donde está la Torre del Gaucho, en la zona de Barrios Amorín y 18. Cuando comienzan los incidentes entre las dos fuerzas, luego de los combates iniciales las fuerzas de la milicia de Bemba comienzan a ceder, se empiezan a ir hacia donde estaba la Embajada de España, o sea del Entrevero hacia la zona de la Intendencia, y empiezan a ocupar posiciones para protegerse de las fuerzas regulares que las iban persiguiendo. Y ahí es que la ciudad entra en un caos generalizado –eso es la tarde del primer día–, hay mucho saqueo, porque en medio de esta locura, como hemos visto en otras circunstancias, están los combates y están los oportunismos y están las oportunidades de robar y de saquear. Entonces todo esto iba pasando simultáneamente y las fuerzas de la milicia de Bemba iban ocupando posiciones de resistencia para poder hostigar a las fuerzas regulares que avanzaban sobre ellas.

EC - A esto hay que agregarle la costumbre de los congoleños de disparar a mansalva. Eso es algo que aparece comentado casi jocosamente, disparaban de cualquier manera, irresponsablemente y masivamente, balas no les faltaban.

MF-P - El Che, que estuvo a principio de los 60 en Congo, dijo antes de irse: "Estos congoleños no saben disparar". Y casi gracias a lo que dijo el Che aquí estamos vivos, porque si supieran disparar no salía vivo ninguno, con toda la munición que dispararon aquellos días.

EC - En el libro, el embajador relata que estuvo en contacto permanente con su gobierno, con el subsecretario de Relaciones Exteriores en particular, y con la delegación de Naciones Unidas en el Congo. ¿Por qué termina recurriendo al Batallón Uruguay? ¿Por qué llama al coronel Fernández directamente? No era la formalidad que debía cumplirse en una situación como esa.

MF-P - Ahora que no nos oye nadie, Madrid me dice, con toda lógica: "No te preocupes, aguanta, inmediatamente nos ponemos en gestión para hablar con el Departamento de Paz y Operaciones en Nueva York para que os saquen". Eso es un planteamiento totalmente correcto, pero después está la realidad, y la realidad es que me están disparando proyectiles de artillería en la puerta. En Naciones Unidas hay una burocracia impresionante, entonces les dije al subsecretario y al ministro: "Podéis ir haciéndolo, pero yo voy a tomar mis medidas por mi lado, porque entre que llega una orden desde Nueva York aquí estamos todos muertos, que me están disparando".

EC - Ustedes estaban refugiados en ese momento en un corredor del piso de la embajada alejado de las ventanas.

MF-P - Sí, en el suelo tirados y las balas pasaban por encima. Yo estaba en el suelo, poco después –no sé si fue en esa cuando estuve hablando en varias ocasiones con el ministro y el subsecretario– un proyectil nos alcanzó y yo salí volando, perdí mis zapatos, que es lo primero que se pierde cuando te alcanza un proyectil, las gafas, el celular. Decidí llamar a Fernández y le digo: "Me pasa esto, me tiene que sacar". Y Fernández profesionalmente dice: "Como está Unicef en vuestro edificio, en un momento determinado vamos a tener que ir a Unicef, voy yo, pero en lugar de mandar tres cóndor –que son las tanquetas que utiliza Uruguay allí–, mando algunos más y te voy a sacar en cuanto pueda. No te preocupes, soy consciente".

Aquí a Fernández lo vemos hablador, pero es parco, es muy buen profesional, es muy serio y es parco, dijo "embajador, no se preocupe". Yo sabía que el "no se preocupe" de Fernández iba a misa, y así fue.

***

EC - Dice un oyente a propósito de lo que estamos conversando que "este conflicto tan largo en el Congo permite el saqueo del ‘oro azul’, coltán y diamantes, que salen clandestinamente hacia distribuidores".

Quizás por ahí esté el telón de fondo de esta inestabilidad no sé si eterna, pero tan prolongada. Usted ha dicho alguna vez, embajador, que el problema del Congo es la riqueza que tiene.

MF-P - Yo siempre digo que el Congo es un país impresionantemente grande e impresionantemente pobre por lo impresionantemente rico de su subsuelo. Para que estos celulares que tenemos todos en la mesa funcionen bien hace falta un elemento que se llama coltán, que es un trasmisor que no se calienta. El 90% de la extracción mundial del coltán está en dos regiones de Congo que se llaman los Kivu, Kivu Norte y Kivu Sur, y casualmente donde la actividad de las guerrillas es más importante es en Kivu Norte y en Kivu Sur.

***

EC - Estamos conversando con Miguel Fernández-Palacios, actual embajador de España en Etiopía, pero en aquel momento, marzo de 2007, embajador en República Democrática del Congo. Y estamos con el coronel Ricardo Fernández de los Santos, que en esos días era jefe del Batallón Uruguay desplegado en el Congo como parte de la misión de paz.

¿Cómo se hace el rescate cuando llega el momento de operar finalmente? Los funcionarios de la embajada habían sido trasladados al sótano, esa es la primera etapa del operativo, junto con otros funcionarios diplomáticos que también trabajaban en ese edificio. Pero en un momento llega la instancia crítica, la de sacarlos.

MF-P - En un momento determinado me llama el coronel Fernández de los Santos y me dice: "Embajador, dentro de pocos minutos va a llegar un oficial a preparar la evacuación, hemos conseguido introducir unos blindados que están preparando la evacuación que posteriormente van a hacer otros blindados". A los pocos minutos nos tocan a la puerta, los dos miembros de la Policía Nacional española que estaban en la embajada con pistola en mano, uno cubriendo al otro la abren después de preguntar quién es, e inmediatamente vimos que era un oficial uruguayo que nos habla en nuestro idioma y nos dice: "Vengo de parte del coronel, ¿dónde está el embajador?". Las mujeres ya habían bajado y a partir de ese momento bajamos todos. Nos explican cómo tenemos que bajar: pegados a la pared, dejando un metro uno detrás del otro, no parándonos en ningún momento ni acelerando en ningún momento. Llegamos abajo, donde nos encontramos con una serie de soldados uruguayos al mando del capitán Márquez, que se me presenta: "Embajador, soy el capitán Márquez, del ejército de la República de Uruguay, vengo a extraerlo". Y ahora le cedo la palabra al coronel.

RF de los S - En el edificio donde estaba ubicada la embajada había aproximadamente 180 personas que requerían su evacuación. Inicialmente Naciones Unidas tenía un observador militar que estaba coordinando las operaciones y nos proporcionaba la información básica para la planificación de la operación, un teniente coronel pakistaní. Más allá de que estaba el pedido del embajador de España, que era de nuestro conocimiento y eso siempre cambia, si bien no marca una prioridad pero parece que nos compromete aún más con la situación, estaba el pedido del embajador de Grecia, que era vecino de embajada con el embajador Fernández-Palacios, más todos los funcionarios de Unicef y del banco, las funcionarias del banco, muchísimas personas del sexo femenino que tenían que evacuarse. Se debió organizar la operación en cuatro olas para hacer la extracción de todas esas personas. En la primera, el capitán a cargo que él mencionó, el capitán Víctor Márquez, aportó información que fue vital para las siguientes, y ya en las siguientes se pudieron organizar las tareas siguientes de modo de reducir las posibilidades de tener bajas.

EC - Para que el oyente tenga una idea de cómo está escrito el libro y de cuánta información contiene, interrumpo al coronel Fernández para leer lo que el capitán Márquez le dijo al embajador cuando llegó el momento de proceder con los diplomáticos de la embajada española:

"En la primera extracción nos llevamos a una monja española. Ha sido difícil llegar hasta aquí, embajador, la situación está muy mal. Hemos venido en cuanto hemos podido cruzar las líneas de fuego, son varias, y para llegar hemos sufrido fuego intermitente y hemos intercambiado fuego con los beligerantes. Pero sabemos hacer nuestro trabajo, señor". (Me impresiona mucho esta frase, "sabemos hacer nuestro trabajo, señor".) El embajador le contesta: "No sabe cuánto les agradezco todo lo que están haciendo". Y el capitán Márquez explica a continuación (esto permite entender de qué manera se trabajó): "Procederemos de la siguiente forma, embajador. Tengo tres blindados cóndor posicionados en el exterior, otros tres nos esperan unas cuadras más allá; si fuera necesario nos darán cobertura de fuego cuando salgamos de aquí. Los cóndor de aquí abajo están a escasos 50 metros del edificio, no los hemos podido acercar más debido a los carros parqueados. Solo saldremos cuando yo lo ordene, y no lo voy a ordenar hasta que el perímetro de seguridad esté perfectamente asegurado por mis fusileros y la intensidad del fuego cruzado haya bajado. La extracción será uno a uno, hasta que el primero no esté en el blindado el siguiente no saldrá del edificio, habrá que correr y hacerlo en zigzag. En la puerta de cada blindado estará uno de mis hombres que ayudará a entrar en él. Ah, y se me olvidaba: saldremos por la puerta de atrás de este sector del edificio y, tras entrar por la puerta, también trasera, del banco, lo atravesaremos. Una vez allí, abandonaremos el banco por uno de los boquetes que ha abierto en su fachada uno de los proyectiles. Precisamente por ahí hemos entrado nosotros".

¿Estaba grabándolo al capitán Márquez?

MF-P - Tuve mucho tiempo para apuntarme todo lo que me dijo. Además todo esto me lo decía Márquez a mí, pero yo tenía que trasmitírselo a toda mi gente, con lo cual me lo aprendí de memoria.

RF de los S - El escenario que teníamos en ese lugar era un edifico que estaba sometido a fuego pesado –cuando digo fuego pesado estamos hablando de municiones con alto poder de destrucción–, entonces la puerta principal del edificio estaba bloqueada y como era un edificio vidriado había que utilizar los boquetes que había en las ventanas para salir. Los militares cuando estamos en operaciones tenemos nuestro equipo que nos protege, tenemos buenas botas, nuestro equipo de campaña, nuestros chalecos de protección, nuestros cascos, más otros aditivos. Pero cuando uno tiene que hacer estas operaciones resulta que las mujeres están de sandalias, los vidrios les cortan los pies, con el shock al cual se enfrentan parecen juncos. No se imagina lo que es extraer personas que casi no pueden mantenerse en pie y que no entienden su idioma y que confían en usted más que todo por la actitud de sus hombres, por cómo se comportan y porque al soldado uruguayo la vida del ejército, los años de experiencia le permiten trasmitir con sus gestos, con la actitud solidaria propia de nuestra cultura, esa confianza que animaba a salir del lugar donde estaban protegidos. No es fácil salir de un refugio donde habían pasado horas y tener que afrontar un estacionamiento donde hay vehículos que han sido impactados y están destruidos para alcanzar el lugar donde se van a tener que mover. Confían en usted porque creen en usted.

EC - En teoría, en esa corrida de 50 metros o un poco más en zigzag podían ser víctimas de algún balazo. Ustedes habían generado ese perímetro de seguridad; ¿qué es?

RF de los S - Hay una cosa que es importante y que creo que fue el éxito del Batallón Uruguay en esa situación de Kinshasa, y fue que el Batallón Uruguay estuvo en la calle los tres días, y esos cascos azules, esos mecanizados blancos, esas banderas de Naciones Unidas les trasmitían a los que estaban combatiendo la certeza de que no estaban liberados a lo que quisieran y le daba a la población la esperanza de que no iba a ser el final. La seguridad se logra no tanto por el uso de la fuerza, sino por el valor de estar en el momento. Cuando los contendientes están combatiendo y usted está en el medio, usted no tiene muchas posibilidades de utilizar su fuerza para terminar el incidente, ¿a quién le va a disparar primero si están los dos disparándose mutuamente? El soldado uruguayo tuvo el temple de estar ahí y de ser un escudo para poder hacer estas extracciones. El uso de la fuerza se requiere en determinadas instancias cuando a alguno su entendimiento no le permite captar que es el mundo el que está ahí, es la comunidad internacional y son hombres que están ahí porque quieren que pare la situación de violencia.

EC - La salida de la embajada en sí fue solo el primer paso del rescate, la cosa no terminaba en ese momento, hubo después un traslado de unos 10 minutos en ese convoy de blindados hasta el cuartel general de las Naciones Unidas en Kinshasa, y una vez llegados allí hubo que correr otra vez, porque con los blindados no se podía llegar hasta el propio cuartel general. Los nervios, el estrés, el cansancio, el riesgo continuaron un buen rato más.

MF-P - Pero antes de llegar al cuartel general o, exactamente, antes de llegar adonde los blindados uruguayos nos podían dejar –por el caos de coches aparcados, la gente dejaba el coche donde fuera para salir corriendo hacia el cuartel general e intentar refugiarse allí–, una vez más el contingente uruguayo tuvo que romper la línea de fuego de los contendientes, y había que romperla incluso haciendo uso de la fuerza y disparando. Me tocó estar sentado en unos cóndor que iban absolutamente llenos; no se puede imaginar la gente que puede llegar a caber en un cóndor y cómo huele dentro, es una cosa impresionante. Yo iba sentado a los pies del tirador.

EC - El tirador que va dentro del blindado pero con la cabeza afuera y protegiendo con su arma.

MF-P - Arma que tuvo que disparar, y le aseguro que es una experiencia muy impresionante que te caigan las vainas de los proyectiles que se han disparado, y eso me pasaba a mí. Llegamos a unas dos cuadras, aproximadamente, unos 100, 150 metros del cuartel general, ya no podían pasar, y el capitán Márquez se dio la vuelta y dijo a los que estábamos en ese blindado –que no creo que fuera el último, no lo sé, eran tres o cuatro o cinco los que iban–: "Hasta aquí hemos llegado. A partir de ahora no podemos seguir adelante, hay que correr. Pero hay que correr mucho", porque la intensidad de fuego era impresionante en aquel momento. Dice: "No se preocupen, porque no nos están disparando a nosotros, se están disparando entre ellos. Pero por seguridad no hay que quedarse mucho tiempo de espectador, hay que correr".

En ese momento uno no lo piensa, uno dice "a correr me mandan, hay que correr". Fueron 100 metros en los que yo y [el atleta jamaiquino Usain] Bolt [hubiésemos estado] ahí, ahí, aunque Bolt corre sin que le disparen. Yo salgo, delante teníamos nuestro blindado con gente de la embajada que se había incorporado a la columna de blindados uruguayos, un miembro de la embajada saca un chaleco antibalas y mientras voy corriendo me lo ponen. Yo pongo en el libro que fue como cuando se escapan y llegan a Fuerte Apache, veías al equipo de seguridad diciendo "corran, corran, rápido, rápido", y la gente corriendo mientras se nos anima desde dentro. Ya cuando uno llega es una descarga de adrenalina impresionante.

***

EC - "¡Chapeau, Uruguay!", esa frase así, entre signos de admiración, está escrita en este libro por el embajador para resumir su elogio, que no es uno, son varios, porque a lo largo de sus notas va describiendo y sorprendiéndose o subrayando lo perfecto que terminó siendo aquel operativo. Un operativo en el que no hubo víctimas, todos los extraídos o rescatados llegaron sanos y salvos al cuartel general de Naciones Unidas, y tampoco hubo víctimas, ni siquiera heridos, entre los soldados del Batallón Uruguay.

RF de los S - No, heridos no hubo. Tuvimos lesionados, situaciones propias de la operación, pero no heridos por acción del fuego que había en el lugar.

EC - No era obvio ese resultado.

RF de los S - No, pero era algo esperado porque el equipo que teníamos estuvo dos meses trabajando para esto. Cuando estábamos interpuestos entre las dos fuerzas no hubo un minuto de descanso, el batallón tenía un plan básico con siete posibles variaciones y desde el escalón de comando más bajo, que es el jefe de un mecanizado, de un vehículo, en adelante cada uno sabía de memoria qué era lo que tenía que hacer para que la operación funcionara y eso se realiza como si fuera un mecano, un modelo de terreno, se ensaya, se prepara y se trabaja para que el equipo esté preparado para eso. Creo que eso fue la base del éxito, y la providencia, que quiso que los buenos que no tenían nada que ver con el problema salieran sanos, aunque hubo muchos buenos que no tenían nada que ver con el problema que no salieron. Esta es la parte que siempre es bueno tener presente, que todo tiene un costo y que lo pagan normalmente quienes menos tienen que ver con el tema.

EC - El coronel Fernández de los Santos y el Batallón Uruguay ya recibieron en su momento el reconocimiento, una condecoración otorgada por el rey de España a raíz de estos servicios prestados. Pero quizás hay otro tipo de reconocimiento más humano, más directo, que vale la pena conocer. Eso de que cuando llega el aniversario, el 22 de marzo, el embajador Fernández y el coronel Fernández se hablan siempre, o llama uno o llama el otro, pero en particular más de una vez la iniciativa ha sido del embajador español. ¿Por qué? Usted dice que nació de nuevo aquel día.

MF-P - Sí, yo celebro mi segundo cumpleaños el 22 y siempre llamo a Fernández o él me llama a mí, pero para hablar de la familia, de los hijos, él tiene dos, yo tengo cuatro, de cómo va todo, cómo va la carrera, cómo van nuestras mujeres. No hablamos de lo que pasó el 22 de marzo del 2007, hablamos del futuro, de nuestras vidas, es una llamada de cariño mutuo el que nos profesamos.

EC - El coronel Fernández que, como usted dice, es bastante parco, se conmueve un poco cuando escucha esto. ¿Cómo es su actitud cuando llega esta fecha del 22 de marzo?

RF de los S - A mí me conmueve una cosa que quiero destacar, que es el don de gentes que tiene el señor embajador. Me sorprendió desde el primer día en Kinshasa. El Batallón Uruguay rescató 294 civiles esa jornada, entre esos 294 hubo muchos VIP, personas muy importantes, a las cuales hubo un enlace directo para hacer esa extracción, y el embajador Fernández-Palacios me sorprendió porque fue en busca del puesto de comando, del centro de operaciones tácticas del Batallón Uruguay, a darnos un abrazo y agradecer la operación que se había cumplido.

EC - El embajador Fernández-Palacios tiene en la solapa de su traje –creo que siempre– una escarapela, un distintivo en el que aparecen las dos banderas, la de Uruguay y la de España.

MF-P - Así es.

EC - No se lo puso para venir acá hoy.

MF-P - No, lo llevo siempre.

RF de los S - Me conmovió cuando lo conocí, y luego la vida ha permitido que uno vaya madurando lo acontecido y reafirmando afectos y compartiendo los momentos que se vivieron en la vida diaria. Así es que tenemos una amistad con el señor embajador.

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EC - Esta tarde se producirá la presentación del libro "49 horas en Kinshasa", que relata la peripecia del 22 de marzo del año 2007 en la capital de la República Democrática del Congo. El acto es en el Palacio Legislativo. ¿Es abierto al público?

RF de los S - Sí, está previsto que se desarrolle en la antesala de la Cámara de Senadores y va estar encabezado por el señor ministro de Defensa Nacional [Eleuterio Fernández Huidobro], autoridades de la Embajada de España y el autor del libro, el señor embajador Fernández-Palacios.

EC - ¿A qué hora exactamente?

RF de los S - A las 19 horas.

EC - Será un homenaje al Batallón Uruguay. Las puertas están abiertas, ustedes están particularmente interesados en que nadie falte.

MF-P - Ojalá haya mucha gente, creo que es una historia bonita de hermandad entre Uruguay y España y de cómo estuvimos juntos en un momento muy complicado. Es abierto al público, me gustaría que muchos uruguayos puedan asistir esta tarde.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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