Abogada Sandra Giménez: En el Hogar Ser los menores "están cumpliendo una pena, no es un centro de torturas"
Luego de que se conocieron denuncias por malos tratos dentro del Hogar Ser en la Colonia Berro, el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa) decidió intervenir dicho establecimiento. La familia de un joven internado denunció a su director, Alejandro Araújo, y desde la dirección del Sirpa se está llevando a cabo una investigación. La abogada defensora de la familia del joven, Sandra Giménez , dijo a En Perspectiva que este tipo de denuncias se vienen dando desde hace tiempo, "el hacinamiento, las golpizas, los malos tratos" y el estado permanente de nerviosismo son moneda corriente en estos centros de reclusión de menores, según relató la abogada. "Sacar a los chiquilines engrillados y con esposas a un patio desnudos en pleno julio, rociarlos con agua, golpearlos hasta que se caigan y después orinarlos, a mí me parece que no es reducir a un menor que está desacatado. Eso es lo que se ha estado denunciando" sentenció la magistrada.
(emitido a las 7.51 hs.)
EMILIANO COTELO:
El Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa) decidió la intervención del Hogar Ser, en la Colonia Berro, luego que el nuevo director de ese centro, Alejandro Araújo, fuera denunciado por la familia de uno de los internos, que asegura que su hijo fue "desnudado, golpeado y esposado a la cama" por haber hecho declaraciones a Canal 10 acerca de la situación que se vive en ese hogar.
Alejandro Araújo y otros nueve funcionarios que se desempeñan en Hogar Ser declararon la semana pasada ante la Justicia, en calidad de indagados, por varias denuncias que ya existían sobre violaciones a los derechos humanos.
Si bien ahora las autoridades dispusieron una investigación de urgencia sobre lo que sucede en el Ser, Jorge Gago, uno de los directores del Sirpa, definió ayer como un "acompañamiento". Además, dijo que no cree que las denuncias tengan sustento real.
¿Pero qué dice quien ha patrocinado a la familia del joven que dice haber sido castigado? Vamos a conversar con la doctora Sandra Giménez.
ROMINA ANDRIOLI:
¿Cómo fue la situación que vivió este chico que usted denunció, en representación de su familia, ante la justicia penal?
SANDRA GIMÉNEZ:
Cuando el periodista Nano Folle fue a hacer un informe dentro del Centro Ser este menor denunció que lo golpeaban ahí adentro, que era algo normal, y eso salió a la prensa en el informativo del Canal 10. Luego de realizar esas declaraciones, este chico fue golpeado por quien en ese momento se estaba desempeñando como director del Centro Ser.
RA – ¿Se refiere al nuevo director, Araújo?
SG – Sí. Yo quiero aclarar una cosa. En este caso puntual este chico lo denuncia, yo estuve en el centro el domingo, presentamos la denuncia ayer con la mamá, yo la acompañé al juzgado, pero este director ya ha sido denunciado en ocho oportunidades tanto en el Departamento de Jurídica del Sirpa (la primera denuncia la tuvo el 15 de julio de 2013, a las 16.45) como en sedes de juzgados de Menores Infractores. Así que viene con varias denuncias, no es que ahora porque es el director del Centro Ser se pretenda hacer algo en su contra, no, ya tenía denuncias.
En este caso puntual este chico dijo al informativo: "acá siempre nos dan de bomba", y ahí se enojó el director porque entendía que él estaba tratando de parar un poco la mano con el tema de las golpizas y todo lo demás. El joven es retirado, lo ponen en una habitación solo, en calzoncillos, con el colchón "pelado", como dicen ellos, y así lo tuvieron unos cuantos días hasta que el chiquilín no aguantó más y empezó a golpear las puertas de la celda, a gritar. Entraron los funcionarios, lo ataron a la cama y después en horas de la madrugada fue trasladado a un centro de asistencia que todavía no tenemos claro si fue el Vilardebó, el Saint Bois, o a alguna clínica API, que es lo que tiene el Sirpa cuando los chiquilines se descompensan. Fue medicado, tampoco tenemos el informe de qué medicación le dieron porque la mamá llamó en reiteradas oportunidades para saber qué medicación le habían dado por las condiciones en las que este chico se presentó el sábado a la visita donde estaba su hermana esperándolo.
RA – Usted decía que en el informe de Canal 10 no se le veía la cara pero sí se lo escuchaba diciendo que ya había recibido otras golpizas, ¿usted había tenido contacto con él antes? ¿Se había enterado de esta situación previamente?
SG – Sí…
RA – Pero la familia no había radicado la denuncia.
SG – Sí, por supuesto, la radicó el 24 de abril de 2014, en el Juzgado de Menores Infractores 4° turno. Ese chico fue llevado a médico forense, en aquella oportunidad fueron constatadas las lesiones, tenía la cara totalmente desfigurada. Sé que la Institución Nacional de Derechos Humanos también sacó fotografías por el estado en el que había llegado este muchacho a la sede judicial.
Supuestamente en ese momento se iba a iniciar un expediente penal, se iban a elevar los antecedentes a la justicia penal que por turno correspondiera, que en realidad no es Montevideo sino Pando porque la jurisdicción la marca la zona donde se realiza el hecho presuntamente ilícito, en este caso es Pando.
RA – ¿Usted está en contacto con otros jóvenes del Centro Ser? ¿Puede afirmar que la situación está más extendida que este caso puntual con este chico?
SG – Sí, yo estoy en contacto con varios de los chicos que hoy están recluidos en el Centro Ser y en otros del Instituto del Niño y Adolescente Uruguayo (INAU).
RA – ¿Y cuál es la situación le describen?
SG – El hacinamiento, las golpizas, los malos tratos, permanentemente están en ese estado nervioso. Llegaban en la mañana temprano, les abrían las celdas y les pateaban las camas a gritos e insultos para que se levantaran. Después en la noche por ejemplo sentir las puertas y no saber a quién le tocaba la paliza esa noche o qué era lo que habían hecho, por qué los despertaban de madrugada. Eran trasladados desnudos al patio, los mojaban, los insultaban, en estas situaciones ellos siempre están esposados, entonces es difícil también defenderse, en algunas ocasiones cuando los gurises caían al piso los orinaban… Pero todo eso está denunciado en el Departamento de Jurídica del Sirpa, acá no hay ninguna novedad.
EC – Justamente usted dice que están trabajando en el tema desde hace tiempo y con varios casos, ¿cómo ve las últimas alternativas que han ocurrido? Porque por un lado fue separada del cargo quien dirigía el Centro Ser, Jessica Barrios, en su lugar asume Alejandro Araújo, que a su vez ya tenía denuncias sobre sus espaldas, y a los pocos días de asumir tiene esta conducta que ustedes denuncian ahora y que promueve una intervención, ¿cómo se entiende todo esto?
SG – Con respecto a la intervención creo que es positiva, que si se toman realmente las medidas pertinentes, se investiga a fondo… Yo doy por descartado que desde el mes de julio del año pasado las autoridades han estado investigando, no sé por qué les llevó tanto tiempo llegar a resoluciones o esperar a que esto tomara tal estado público que las medidas que se terminaran tomando sean al golpe de un llamado, de decir "esto está pasando, es cierto, tomen medidas en serio".
EC – Llama la atención que se haya nombrado en lugar de Jessica Barrios a Alejandro Araújo, quien ha tenido que ir a declarar por denuncias anteriores.
SG – Sí, pero vio que el sistema se maneja de esa manera: saco a un director de acá porque tiene algunas denuncias y lo traslado para otro lado. A mí personalmente me pasó de tener a un funcionario denunciado, identificado, individualizado, con denuncias con varios testimonios, que fue separado del Ser y me abrió la puerta en el Centro de Ingresos de Adolescentes Femeninas (Ciaf), me pasó la semana pasada.
Supongo que ahora sí se van a tomar medidas de urgencia y con la seriedad y la responsabilidad que todo esto tiene que tener. Yo no pretendo más allá de que se hagan las cosas que se tienen que hacer, es un centro de rehabilitación de menores infractores donde ellos están cumpliendo una pena, no es un centro de torturas, eso no se puede permitir.
Esto es algo que se ha venido denunciando durante todo el año pasado, por eso a mí a veces me sorprenden algunos trascendidos de prensa o ver a algunas autoridades en los informativos o escucharlos en la radio como si esto fuera una campaña porque estamos en año electoral. No, esto se empezó mucho antes, se hizo un camino preciso con denuncias serias, con fechas, con todo para que las autoridades pudieran resolver este problema a la interna del Centro.
EC – Y a partir de esta decisión que se tomó en el día de ayer con lo de la intervención, ¿las autoridades han tenido contacto con ustedes? ¿Hay algún ámbito de diálogo previsto?
SG – No, las autoridades lo único que han hecho fue llamar a las madres una por una para ver si yo representaba a sus hijos. Eso generó mucho nerviosismo en el grupo de mamás, aparte por todo lo que se venía hablando en los medios de prensa, porque decían: "capaz que si decimos que tú representás a nuestros hijos los van a golpear". Les dije: "No, no, cada una debe decir lo que siente", yo tampoco puedo asegurar que a los chiquilines no les van a pegar.
EC – Un comentario que aparece muchas veces y que hoy mismo lo estamos viendo entre los mensajes que llegan de la audiencia cuando se tratan estos casos es: estamos hablando de jóvenes problemáticos por definición, porque si están allí su conducta tiene complicaciones. ¿Efectivamente estaremos ante malos tratos o estaremos ante procedimientos que pueden haber perdido algún punto de referencia, pero originados en situaciones violentas que esos chicos protagonizan?
SG – Primero, me gustaría aclarar: los chicos que tienen problemas con psicofármacos o cualquier otra droga, que realmente los hace muy conflictivos en su carácter, no deberían estar internados en el Centro Ser. Para eso hay instituciones y organismos psiquiátricos donde deberían estar.
Por otro lado, da la casualidad que las prácticas que se hacen no son una reducción. Usted puede decir "El chico se sublevó, golpeó a un funcionario, se enojó", bueno, ellos tienen medios para reducir al muchacho, ponerle las esposas hasta que se calme y tener un diálogo, una sanción disciplinaria, lo que sea, y después que el muchacho continúe en su actividad. Sacar a los chiquilines engrillados y con esposas a un patio desnudos en pleno julio, rociarlos con agua, golpearlos hasta que se caigan y después orinarlos, a mí me parece, discúlpeme, que no es reducir a un menor que está desacatado. Eso es lo que se ha estado denunciando.
EC – Es buena su aclaración porque por ahí vienen algunas de las advertencias. Dicen algunos de los mensajes de los oyentes: "¿Tienen idea de lo que es lidiar con esos nenes?"
SG – Yo estuve el domingo en el Centro, por primera vez vi a unos ocho chiquilines, me los dieron sin grilletes y esposas, estuve en una habitación en la que permanentemente se cortaba la luz por sobrecarga de la energía eléctrica, había termos, bombillas, los gurises son todos mucho más altos que yo, y si me hubieran querido reducir ahí adentro o hacer un motín hubieran podido, yo estaba sola con todos los gurises ahí adentro. Entraban de a uno pero yo estaba en una habitación que no era de audiencia ni nada, estábamos sentados y tranquilos.
Es cierto, si yo tengo un chiquilín de 16, 17 años, encerrado en una celda 24 horas al día, y los gurises no descargan su energía y no tienen ninguna actividad, es lógico que se pongan molestos. Van a querer salir al baño, aunque sea moverse por los corredores. Ahora, yo no sé, si en aras de la seguridad, de que no se fuguen, los tengo que tener todo el día metidos adentro de una celda, no me parece que eso sea lo que se pensó cuando se creó el Sirpa, se estaba pensando en una reeducación de estos chiquilines. Yo no estoy diciendo que los gurises no tengan que estar ahí, ellos tienen una condena, los jueces los mandaron a cumplirla, pero estos señores que realizan estos actos también deben ser llevados ante la justicia y también deben tener una sentencia que deberán cumplir.
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