Escuela vandalizada

Héctor Florit: "Hay que trabajar sobre el eje del prestigio de las instituciones y la educación pública"

Luego del acto de vandalismo del fin de semana que dejó destrozada el edificio que alberga las escuelas 173 y 196 de Flor de Maroñas, autoridades, padres y vecinos se congregaron en el lugar y realizaron alocuciones. Llamaron a la colaboración y a la toma de conciencia de que este tipo de cosas no pueden volver a ocurrir. En entrevista con En Perspectiva, el director de Primaria Héctor Florit dijo que "la estimación de los costos de los daños esté muy arriba de los 100.000 dólares que inicialmente habíamos estimado, se van a acercar seguramente a los 400.000". Para Florit el repudio de la ciudadanía "es una señal muy potente de un grito de '¡basta ya!' a este tipo de actitudes, de vandalismos, de robar, de degradar lo público". Asimismo reflexionó: "las escuelas no son del Consejo de Primaria, no son del gobierno, ¡las escuelas son de los barrios!".

(emitido a las 8.56 hs.)

ROMINA ANDRIOLI:
Los casi mil niños que concurren a las escuelas 173 y 193 de Flor de Maroñas tratan de retomar como se pueda la normalidad luego del robo y posterior incendio que devastó el fin de semana ese centro. El impacto y la indignación que de por sí generó este hecho aumentó al conocerse que los agresores están vinculados a la escuela.

En la mañana de ayer, padres, alumnos y maestros lloraban a las puertas de la escuelita destrozada, que acababa de ser acondicionada con el esfuerzo de todos durante el fin de semana.

La tarea más urgente hoy por hoy es reconstruir el local, pero este hecho genera sin dudas la necesidad de una reflexión. Al dirigirse a padres y niños, el director general de Primaria, Héctor Florit, señaló ayer que este episodio debe ser "una bandera" y pidió a la comunidad una "actitud militante" en defensa de la escuela pública.

(Audio Héctor Florit.)

"Frente a cada atentado contra la escuela pública la reacción de la gente, de los vecinos. Blindar la escuela pública con los valores de todos, porque se nos va la vida y se nos va la sociedad en esto. Se nos va el futuro compartido, el sentido de ser uruguayos".

(Fin.)

RA - Por otro lado, el presidente José Mujica convocó para este martes a un Consejo de Ministros extraordinario para definir la estrategia de contención ante este hecho.

La noticia ha acaparado la atención y despertado preocupación e indignación en la gente.

Para analizar el tema, recibimos en estudios al director general de Primaria, Héctor Florit.

¿Cómo se está llevando a cabo la actividad hoy en la escuela? ¿Qué está funcionando y qué no?

HÉCTOR FLORIT:
Está funcionando prácticamente todo. El comedor nunca dejó de funcionar, fue un área no afectada, así que ya ayer se brindó almuerzo a alrededor de 200 niños. En el día de hoy las clases se dictan en general con normalidad en lo que hace a presencia de niños y de maestros, no al clima, que sin duda todavía está muy afectado por los hechos. Hay todo un sector de la escuela que está vallado para proceder a la limpieza y a la remoción de escombros, vidrios, restos de mobiliario, restos de aberturas, cielorraso, etcétera.

RA - ¿Cuántos salones fueron dañados por completo?

HF - Fue prácticamente destruido todo un sector del edificio que es independiente del resto, que implica cinco salones con sus respectivos baños. Son aulas muy amplias, tanto que en el segundo aulario que tiene esta escuela esas aulas están divididas a la mitad con una mampara. Son aulas realmente importantes. Eso hace que la estimación de los costos de los daños esté muy arriba de los 100.000 dólares que inicialmente habíamos estimado, se van a acercar seguramente a los 400.000. El daño es muy importante.

Hablamos con la directora hace unos minutos y la escuela estaba funcionando relativamente normal, con estas restricciones obvias. El mobiliario enviado ayer por Almacenes de Primaria alcanzó a 150 sillas, mesas, etcétera. Permanentemente se está teniendo el apoyo de brigadas, de funcionarios de talleres de Primaria, del sindicato de la construcción y múltiples muestras de apoyo, de solidaridad de todos los ámbitos.

En ese sentido es una señal muy potente de un grito de "¡basta ya!" con este tipo de actitudes, de vandalismos, de robar, de degradar lo público. Las afirmaciones que hicimos ayer frente a los padres hacen a una dimensión que es: cuando se agravia lo público hay por un lado un acto delictivo, sin duda, y en ese sentido la dirigencia del Ministerio del Interior, la detención de los responsables y el pase a juez parece extremadamente eficaz, muy rápidamente se respondió. Pero por otro lado ayer reclamábamos que ese grito se transforme en un clamor social y no más actitudes, comportamientos de indiferencia, de mirar para el costado, de no custodiar, de no blindar lo público.

RA - Como maestro, ¿qué fue lo primero que sintió cuando vio en qué estado quedó la escuela? Ayer veíamos las imágenes y eran bastante impactantes: padres reunidos con los docentes que lloraban incluso en las puertas de la escuela al ver todo el daño que se había hecho. Parecía una especie de velorio, y era entendible la emoción que tenían al ver que el lugar donde trabajan habitualmente día a día, que comparten con los niños, había quedado en ese estado deplorable.

HF - Yo llegué a la escuela en la madrugada del domingo, a eso de la una, y me quedé hasta las tres. El espectáculo era terrible, dantesco, porque a las lágrimas de las maestras y de los vecinos se sumaban los bomberos, las mangueras, la policía, las sirenas. Una sensación de una catástrofe. Obviamente hubo que cortar la luz para evitar cortocircuitos, etcétera, entonces en la mitad de la oscuridad y las llamas todo era una sensación muy angustiante.

Pero el domingo, cuando espontáneamente concurrieron todas las maestras, que son alrededor 40, 45 maestras, dos maestros y un profesor, las lágrimas de cada una de las compañeras tenía esa nota de desgarro, de dolor profundo, que es entendible porque la escuela se construye mucho a partir de los afectos y del tiempo, del detalle, del estar, del permanecer. Los maestros están entre cuatro y ocho horas, muchos tienen doble turno, en las escuelas de tiempo completo todos trabajan ocho horas. Hay maestros que hace 20 años que están en esa escuela. Entonces está teñido de afectos, de recuerdos, de pequeños gestos construidos entre vecinos, padres, maestros, niños, en la construcción de una cartelera. Creo que la profesión de maestro es un oficio –yo creo que es el oficio más lindo del mundo– que tiene mucho de profesional, pero muchísimo más de afectivo y de compromiso personal.

EC - ¿Y la reacción de los niños cómo era? ¿Qué era lo primero que comentaban? ¿Qué pudo observar?

HF - Ayer había niños llorando, algunos niños en el turno de la tarde llevaban unos carteles en los que planteaban su enojo, algunos decían "No más robos", "Cuiden la escuelita", ese tipo de cosas. Me parece que los niños se recuperan fácilmente. Ese dolor tiene que ser canalizado, para eso estaban los maestros, para eso ayer tuvieron reuniones, estuvo trabajando también un equipo de psicólogos. Todo el apoyo que se recibió de la Inspección Departamental, de las organizaciones del barrio da cuenta del grado de vinculación que tiene la escuela con la comunidad, pero también del grado de cariño y de involucramiento tanto de los maestros como de los auxiliares con esa escuela. Creo que los niños lo van a ir superando y los maestros van a explicarles que en la vida nos van a pasar esas cosas y que estos dolores, cuando se manejan bien, ayudan a crecer. Y que un vándalo no puede doblar el destino ni la misión ni la tarea de un equipo tan lindo de gente como ese grupo de vecinos, de padres, de maestros y de niños.

EC - ¿Cuál es la característica de esta escuela, qué tipo de chicos y en qué contexto se manejan?

HF - Primaria tiene categorizadas las escuelas en cinco niveles, y esta es una de contexto medio, con una población diversa. Hasta el año 2010 estaba en un contexto desfavorable, hay pequeñas variaciones. Es una escuela que integra el Plan ProMejora que promovió Codicen, hay maestros que permanecen los días sábados fuera de horario trabajando en ideas, en propuestas, en iniciativas para mejorar la enseñanza. Hay un equipo de maestros con bastante estabilidad. Es una escuela muy querida en el barrio, abre sus puertas después de las cinco de la tarde para albergar a las Orquestas Juveniles de Ariel Britos, una experiencia comunitaria bien intensa. Gente de las comisiones barriales, de las comisiones que están trabajando por mejorar el barrio que funcionan muchas veces en la escuela. Algunas noches, años atrás, hemos estado reunidos en estos encuentros. Impulsaron muy firmemente otras escuelas en el barrio para mejorar la oferta educativa para esa comunidad.

Por eso me parece importante separar el acto vandálico, que puede ser aislado, que no es el primero; recuerdo que se incendiaron escuelas en Rivera, que hubo atentados en algunas escuelas rurales sobre la ruta 26 en Cerro Largo. No es la primera vez que pasa un hecho de esta naturaleza; sí por su dimensión. Pero son hechos aislados de personas, en general jóvenes, seguramente con estructuras de personalidad patológicas. Eso es puntual. Otra cosa es la conducta social de anomia, de falta de hacernos cargo, de no tener una actitud de rebeldía cuando se ataca lo colectivo. Y otra cosa es qué lugar tienen que tener las instituciones educativas en los comportamientos ciudadanos.

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RA - Los casi mil niños que concurren a las escuelas 173 y 193 de Flor de Maroñas tratan hoy de retomar como se puede la normalidad luego del robo y posterior incendio que devastó el fin de semana ese centro. El impacto y la indignación que de por sí generó este hecho aumentaron al conocerse que los agresores están vinculados a la escuela.

Sobre eso estamos conversando esta mañana con el director general de Primaria, Héctor Florit.

Hay muchos mensajes de la audiencia indignados por este punto en particular. Hasta el momento hay dos jóvenes procesados como presuntos autores de estos destrozos, aunque puede haber más menores implicados y las distintas versiones de prensa los vinculan como exalumnos de ese centro. ¿Qué sabe sobre este punto? ¿Cuál era la relación que habían tenido con el centro de estudio?

HF - Sí, hay exalumnos. Es una escuela que tiene 60, 70 años en el barrio, es difícil que alguna familia del barrio no haya tenido a sus hijos allí. Ayer nos encontrábamos con abuelas que decían "mis nietos, mis hijos y yo vinimos a esta escuela". Es una escuela por la que pasaron decenas de miles de vecinos de Flor de Maroñas. Entonces seguramente por ahí pasaron excelentes personas, personas más o menos y también algún inadaptado, no tengo dudas. Es una típica escuela de barrio que cobija en sus aulas a todos los niños de ese entorno.

Cuando es un exalumno hay como un plus de dolor y de irracionalidad, pero no quisiera confundir una actitud, un comportamiento, una conducta inaceptable, delictiva con las consecuencias de la escolaridad. Creo que la enorme mayoría de los niños, de los jóvenes tienen un muy buen recuerdo de la escuela, de sus maestras. Habrá alguna mejor y otra peor, pero en general todos tenemos recuerdos tiernos de nuestra infancia y de nuestra escolaridad. Y en todo caso, si alguno se fue un poco enojado con una maestra que un día le puso mala nota o lo hizo repetir, parecería que eso no da lugar a transformarse en pirómano.

RA - En el diario El Observador hoy hay una nota que va por ese lado. Consultaron a algunos especialistas, por ejemplo al sociólogo Luis Eduardo Morás, y él decía "nadie destroza algo que le pertenece", revelaba que ese acto de vandalismo implica cierto rechazo hacia el centro de educativo, que muchas veces es expulsor de determinado perfil de alumnos. Morás agregaba que si bien no conocía en profundidad los detalles de este caso, "parece haber en los jóvenes involucrados un componente de resentimiento hacia ese centro".

En un sentido similar se expresaba la directora de Psiquiatría del INAU, Mónica Silva, quien decía que el sistema escolar es el representante imaginario del deber ser, de lo que hay que cumplir, por lo que a través de la destrucción de ese ámbito se va en contra del sistema en general. E incluso mencionaba que en ocasiones la escuela puede ser muy expulsiva y no darles respuesta a los estudiantes con trastornos de conducta o que vienen de contextos marginales o que tienen dificultades de aprendizaje sin un tratamiento adecuado. Como eso sucede, es probable que el niño o el adolescente se sienta expulsado y eso lo manifieste con bronca y enojo. ¿Cómo ve este análisis?

HF - Básicamente discrepo. Yo diría que las conductas pirómanas, delictivas, transgresoras al extremo del vandalismo son excepcionales y están vinculadas a una estructura de personalidad patológica con la que puede ser que algo tengan que ver la escuela, la madre, el hogar, los años de crianza, los amigos, el entorno, el barrio. Pero me parece aventurado pensar que porque alguien tiene una mala experiencia con la maestra de cuarto o de sexto después se transforma en un vándalo hacia la escuela pública.

El vandalismo como conducta reiterada y las conductas transgresoras como prácticas relativamente frecuentes en la sociedad van contra los contenedores, con mucha más frecuencia, contra las plazas, contra los monumentos, contra lo público. Hay un problema de desaprensión con relación a los bienes públicos, a los bienes comunes. Y creo que hay una suerte de anomia –que es a lo que tenemos que tener capacidad de responder– cuando frente a esos actos vandálicos –que, insisto, creo que son puntuales y obedecen a estructuras de la personalidad– hay un comportamiento social de indiferencia, de no reaccionar frente a lo que está pasando.

RA - ¿Qué cree que es lo que podría haberlos llevado a cometer ese acto en esa zona, en la escuela de la que formaron parte? ¿Qué lectura hace de eso?

HF - Creo que son conductas patológicas, no es el comportamiento aceptable la transgresión en este extremo. ¿Cuál es la causa de esa estructura de personalidad y de ese comportamiento enfermizo? Me parece que son historias de vida de personas que son capaces de rociar las cortinas para prender fuego, con lo que implica de atentado, de delito, de ruptura de códigos. Realmente me parece desmedido asociar este comportamiento a una mala experiencia escolar.

Por otro lado, en las instituciones educativas como en cualquier otro servicio público, hay gente que se va muy contenta y hay gente que se va sin la misma satisfacción. Eso nos puede pasar en una entrevista con un padre, en una respuesta del Consejo de Primaria a un usuario del servicio, a un niño que no se llevó bien con la directora de la escuela. Pero no comparto asociar este tipo de sentimiento vinculado a la historia escolar de cada uno con los comportamientos delictivos que se produjeron.

RA - Ayer cuando analizábamos este tema en la Tertulia y comentábamos a propósito de la relación que existía entre estos jóvenes y el centro educativo, aparecían algunos planteos como este de Florencia Pereira:

(Audio Florencia Pereira.)

"Agrava todavía más esta situación, porque no se logró con esos muchachos –porque me atrevo a decir que el mayor no debe de tener mucho más de 20 y pocos años– la empatía que deberían haber tenido con su centro educativo. Además de que hay un tema de adicciones".

(Fin.)

RA - ¿Cómo ve ese comentario? Ella no iba tanto por el lado de una mala experiencia con el centro, hablaba de la falta de sentimiento de pertenencia a ese centro, de ese valor por lo propio en estos jóvenes.

HF - Insisto, puede haber muchos más niños egresados de la escuela que no tengan el mejor recuerdo de su trayectoria escolar. Por ejemplo, una historia escolar signada por la experiencia de bullying seguramente es un recuerdo triste, que genera angustia. Las experiencias de repetición no son gratificantes en los niños. Un mal vínculo con un docente tampoco lo es. Entonces yo no tengo la vanidad de decir que todos los niños que pasaron por la escuela pública tienen el mejor recuerdo de la escuela y del maestro, eso sería absolutamente desmesurado. Sí creo que la enorme mayoría lo tiene. Pero no puedo deducir de eso que los que no lo tienen van a tener un comportamiento violento contra el local. Puede ser uno de los elementos que hacen que no tengan apego al local, que no vuelvan a la escuela, que si se cruzan con la maestra no la saluden. Esas cuestiones sí me parece.

RA - Pero no al punto de lo que se llegó a hacer.

HF - No, porque si no, seríamos una escuela magnífica, porque quienes tienen estas conductas son uno cada 100.000, y no creo que los maestros tengamos un resultado tan brillante que el resto, los 99.999 restantes, tengan la mejor experiencia de la trayectoria escolar. Creo que son una amplia mayoría, pero no tan abrumadora.

RA - En el mensaje que trasmitió ayer al barrio, a los padres, a los docentes, fue muy emotivo y habló de "blindar a la escuela de este tipo de hechos, porque se nos va la vida en esto". ¿Por qué sintió que tenía que dar ese mensaje?

HF - Primero porque lo pienso. Yo realmente creo que las sociedades, las comunidades se construyen cuando se comparten valores, pero además hay compromiso y defensa de esos valores. No alcanza con el sentimiento compartido de "vamos arriba Uruguay". Eso está bien para el fútbol, pero además en la vida tengo que tener conductas, compromisos, actitudes, militancia para que esos valores que nos dan identidad sean los que imperen en la sociedad. Y cuando en una sociedad veo descaecer esos valores, es decir, alguien incendia un contenedor y no tengo respuesta, tengo indeferencia, alguien grafitea un monumento y me resulta irrelevante, no me conmueve y no tengo el gesto de tratar de convencer al otro de que no lo haga, vamos perdiendo los puntos de referencia de lo que nos es común.

Creo que el valor de las instituciones públicas es el sentido colectivo que tienen estas instituciones. Proyectan lo que queremos como sociedad, más allá de partidos, más allá de banderas, más allá de sectores. Entonces es muy preocupante cuando sucede un atentado, un acto vandálico, un robo y la sociedad no reacciona. Por eso le asigno enorme importancia al momento que hoy estamos atravesando.

RA - ¿Marcó un punto de inflexión este momento?

HF - Ah, de inflexión. Creo que tendríamos que ser muy enfáticos, que sea realmente un punto de inflexión.

RA - Usted decía ayer "esto pasó una vez, pasó dos veces, y no pudimos atenderlo". No en estas dimensiones, pero actos vandálicos se venían registrando últimamente, esta escuela había sido robada en alguna otra ocasión y no se había llegado a tal punto, a decir "acá establecemos un punto, miramos todos", y esto que usted llama "blindar" a la escuela pública.

HF - Sí, blindar socialmente a la escuela.

RA - ¿Cómo se hace eso?

HF - El año pasado en febrero nos pasó lo mismo en dos escuelas de Rivera, la 7 y la 120. Nosotros estábamos yendo a otro lugar, a otra escuela, en otro departamento, cuando nos enteramos del hecho suspendimos la actividad y fuimos directamente a Rivera. Nos reunimos con los vecinos, con las autoridades, con la Jefatura de Policía, con representantes de la Intendencia, y nos pusimos de acuerdo en hacer una marcha de toda la comunidad riverense que uniera las dos escuelas. Fue una marcha impresionante, fueron cinco cuadras de vecinos, de representantes, de políticos. Claro, es en Rivera, a 500 kilómetros de acá. Pero se tuvo esa actitud y no hubo más incendios de escuelas públicas en Rivera.

Tenemos que tener una actitud valiente, decidida, militante de repudio a estas actitudes y de rodear las instituciones con gente. Estamos gastando mucha plata en seguridad, y está bien, de repente es imprescindible, 222, empresa privada, rejas, alarmas, etcétera. Pero nada va a sustituir lo que hagan los vecinos y el barrio acompañando a esos maestros, a ese director, teniendo el gesto de ponerse a las órdenes, de cuidar ese espacio, de llamar la atención si un chiquilín pasa por ahí y tira una piedra, de cuidar… Las escuelas no son del Consejo de Primaria, no son del gobierno, ¡las escuelas son de los barrios! El concepto vareliano de la escuela pública es "educación del pueblo", son escuelas públicas, no son escuelas estatales. Es mucho más que eso.

Por eso el sentido de la contribución, del sindicato que ayuda, de la brigada, de los vecinos, las comisiones de fomento, el cofinanciamiento de las escuelas a partir de la Comisión de Fomento. Toda esa gestualidad significa que efectivamente es un patrimonio de todos.

Quizás sea este el punto que tengamos que enfatizar para convocar a las comisiones de fomento el miércoles, el jueves y el viernes. Fue una decisión de ayer del Consejo, invitar a los directores de las escuelas a convocar a estas comisiones que tienen un rango legal, que muchas veces contratan, que firman boletas junto con los directores de escuela, en los comedores, para tomar iniciativas y volverlos a la esencia del funcionamiento propio de la escuela pública: la alianza entre maestros y padres.

RA - El presidente José Mujica también se mostró preocupado y convocó un Consejo de Ministros extraordinario para hoy para repudiar estos hechos y para marcar lo que podría ser una estrategia de aquí en más. ¿Cómo vio esa convocatoria?

HF - Me parece excelente. Es una magnífica respuesta, creo que además el Codicen va a invitar a representantes parlamentarios a que visiten, se acerquen a la escuela, expresen su preocupación. La iniciativa del presidente de la República va en consonancia con ese sentimiento de dolor y de alianza múltiple en función de la defensa de lo público y del blindaje de la escuela pública.

RA - Hay varios mensajes de los oyentes, muchos a propósito de estas opiniones que habían surgido en torno a la posible responsabilidad del centro educativo como tal. Hay muchos que repudian esos planteos y van en línea con lo que planteaba usted. Pero hay varios que hacen hincapié en el procesamiento, en las medidas que puede tomar la justicia con estos jóvenes. Varios plantean por ejemplo que deberían ser castigados con hacer tareas de reparación en el centro educativo para trabajar y verse involucrados en el daño que generaron. ¿Qué opina? ¿Cómo lo ve?

HF - Ya hay una muy buena respuesta de la familia de los niños, ya se puso a las órdenes para colaborar en esas tareas.

RA - ¿Usted dialogó con la familia de los jóvenes?

HF - No, no, creo que es un vínculo directo con la escuela. Pero quiero rescatar que esa actitud individual de los jóvenes no es una actitud de una familia que tenga un comportamiento beligerante respecto a la escuela, de desconocimiento de la escuela.

RA - De hecho, hay declaraciones del padre que comentaba ayer el sentimiento de tristeza, decía "somos una familia de barrio", contaba que todos habían sido, él inclusive, alumnos de la escuela. Dijo: "No quiero que después la gente me mire a mí, yo soy un trabajador que hace 30 años que estoy laburando, y tengo 47". Subrayó que hablará con la directora de la escuela: "Voy a ir con mi mujer y voy a dar la cara, no quiero que me apunten a mí". Decía: "Hicimos todo lo posible para que salga adelante, pero esta es la realidad".

HF - Creo que eso se está haciendo en este momento, está habiendo una reparación de ese vínculo entre una familia, una familia más del barrio, y la escuela. Por eso enfatizo el comportamiento patológico y lo separo del comportamiento social. El comportamiento social a veces está signado por la indiferencia, y es lo que hay que revertir.

No estoy hablando del comportamiento de la comunidad de Flor de Maroñas, que tuvo inmediatamente respuesta. Me refiero a tantos pequeños actos vandálicos, a tantos hurtos, a tantas transgresiones nimias, casi anónimas, que no nos generan una respuesta enérgica a quienes confiamos que los bienes públicos son la expresión de un patrimonio construido por generaciones y del cual todos somos responsables.

RA - ¿Qué se puede hacer desde la política pública? Más allá de lo que pueda hacer Primaria, intensificar el trabajo con las comunidades educativas y reforzar el vínculo entre padres y centros educativos, ¿qué se podría hacer en otros ámbitos donde esto sucede?

HF - Tenemos que trabajar sobre el eje del prestigio de las instituciones públicas y la educación pública. Está la polémica sobre cuán buena es; yo diría que es la mejor educación pública que hemos podido construir entre todos los uruguayos. Ese es un eje, el reivindicar y respetar al maestro que encarna una idealización de lo que queremos para nuestros hijos y como sociedad para el futuro y las instituciones que educan a nuestros hijos.

Lo otro son estos gestos políticos de repudio a todo lo que implique violencia y todo lo que nos aparte de la tolerancia. Después hay comportamientos muy concretos, de apoyo, de colaboración, de señales de preocupación que ubican a la educación, al futuro de nuestros hijos y a los códigos de comportamiento en el centro de los anuncios, de los debates. La reunión del Consejo de Ministros, insisto, más allá de las resoluciones concretas, para mí como ciudadano, como maestro, como padre, es una señal reconfortante de atención del sistema político, en este caso el Poder Ejecutivo, hacia esto que puede ser un pequeño drama en particular, pero un gran problema si lo vemos en la dimensión social.

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Transcripción: María Lila Ltaif