Después de Uruguay 1 " Italia 0

La particular relación entre la celeste y su gente

Por Emiliano Cotelo, conductor y director de En Perspectiva

En Perspectiva, miércoles 25.06.14, 7:55 hs.

¡Cuánto jugó la hinchada en el triunfo de la celeste 1 a 0 frente a Italia!

Nos vamos llenos de imágenes emotivas a propósito de ese vínculo tan intenso que se ha ido consolidando entre la selección y su gente y que está teniendo manifestaciones conmovedoras en este Mundial de Brasil 2014.

De mañana, en el viaje desde Ponta Negra hasta el Arena das Dunas parecía que íbamos hacia el Estadio Centenario por Soca o por 8 de octubre o Avenida Italia. Veíamos uruguayos en autos propios, en vehículos alquilados, en camionetas pickup, en las Van de servicios turísticos, en taxis y -especial destaque- en los ómnibus de dos pisos dispuestos especialmente para estos traslados, con el segundo nivel descubierto, ideal para que ondearan las banderas.

Un paisaje lindísimo, tapado de camisetas de la celeste, de caras pintadas, de pabellones patrios, de pelucas, bufandas y gorros celestes. Y las cámaras o los celulares  sacando una foto atrás de la otra, o grabando en video, muchos con el último grito en esa materia, las cámaras GoPro.

Al llegar al cerco donde se cortaba el tránsito apareció en toda su dimensión la multitud: la masa celeste, blanca y amarilla que caminaba, tapando varias cuadras de los accesos al estadio. Pura buena onda, puro amor por la selección por todos lados.

Ya adentro del Arena Das Dunas -dos horas antes en nuestro caso- quedaba claro que la celeste iba a tener un aliento especial:

- Muy emotivos los encuentros sorpresivos entre amigos que no sabían que estaban allí y que se abrazan o se saludaban a lo lejos. 

- La creatividad del hincha afloraba en cualquier lugar. Por ejemplo, había tres José Mujica uno al lado del otro; claro, eran tres uruguayos que, pese a las altas temperaturas, portaban estoicos esas máscaras de látex tan características con la cara del preidente de la República, convertidos en gran foco de atracción para los fotógrafos. Por ejemplo, estaba Luis Suárez de cuerpo presente, en unas fotos a escala real que alguien había recortado y pegado en un gran cartón. Impresionaba; parecía que Lucho se encontraba allí, entre nosotros, en la "Amsterdam"; del Arena Das Dunas, que era nuestra tribuna.

También había aficionados al fútbol de otros países que hinchaban por Uruguay, por ejemplo tres mejicanos que yo tenía adelante. Y a nuestra derecha, dos hinchas italianos, muy tranquilos, con quienes hubo un intercambio correcto durante toda la tarde.  De paso, quiero destacar otra vez el buen ambiente que he palpado todos estos días entre la gente de distintos países, para empezar de los brasileños, que siempre nos trataron con una sonrisa y hasta con un "pra frente" Uruguay. No vi a ningún brasileño que estuviera predispuesto contra Uruguay.

Pero, volviendo a la gente celeste, me parece importante remarcar su constancia para mantener el aliento, con un cantico atrás del otro.

Pese a las lluvias de los días previos, el día resultó espectacular. Hubo algunos chubascos pero en general hizo mucho calor y durante el partido el sol apretaba de lo lindo. Por eso, en la previa del partido muchos uruguayos se  quedaban sólo un rato en sus asientos y se iban para adentro del estadio, a la zona donde se venden las bebidas y las comidas -la zona donde se encuentran los baños y otros servicios- que tenía una gran virtud: la sombra …¡y dejaba correr un  vientito especialmente refrescante!  Ahí la hinchada esperaba pero no paraba de agitar y cantar, preparándose para lo que vendría un rato después en la cancha. (*)

Por supuesto que un momento sublime fue, después del final del partido, cuando los jugadores se acercaron a las tribunas a festejar con sus compatriotas llegados especialmente a Natal. Ese mano a mano, ese intercambio de gestos y de gritos, ese creer que "Cavani me está mirando a mí"; o que "a Godín le llegó mi elogio";… esos minutos, vividos allí mismo, al lado de unos de y de otros, forman un paquete de  imágenes que todos vamos a llevar grabadas en la memoria por muchos años.

Otro tanto puedo decir de la salida del estadio, bajando las escaleras y las rampas. Dos detalles mágicos de esa hora: 1) la llovizna corta pero bienvenida que nos permitió aliviar en algo el sofocón; 2) el arcoíris que se presentó a continuación en el cielo, decorando de manera inmejorable la fiesta.

Algunos uruguayos iban en busca de su auto o de su ómnibus, pero otros, como nosotros, optamos simplemente por caminar. Seis kilómetros nos separaban del hotel y los hicimos a pie, encantados, en medio de esa marcha celeste victoriosa que a medida que pasaban las cuadras se iba reduciendo, aunque siempre encontraba un nuevo empuje en cada vehículo que pasaba cargado de uruguayos, que reconocían las camisetas o las banderas y gritaban una vez más: ¡Uruguay que no ni no!  ¡Nos vamos a Río!

Una caminata en la que, en algún momento, había que hacer escala en algún mini-mercado en busca de agua o refrescos, y entonces uno se encontraba que ese local estaba desbordado (de uruguayos, claro) y por eso habían resuelto colocar a un empleado en la puerta que iba escalonando el ingreso de semejante marea humana.

Una caminata que a lo largo de la Avenida ingeniero Roberto Freire iba cruzando restoranes, pizzerías y lanchonettes con sus mesas tomadas por hinchas uruguayos que recargaban fuerzas celebrando, a pura cerveza por supuesto. Cuando bajaba el sol (que acá se pone a eso de las 17.15 hs.), en algunos de esos locales ya empezaba a sonar la música en vivo, para que los festejos siguieran con baile, por qué no.

Una caminata que, en nuestro caso, culminó con un premio inesperado: casi al llegar a nuestro destino nos alcanzó el ómnibus que transportaba a la selección rumbo a su lugar de concentración.  Así que pudimos saludarlos de nuevo, como los saludaron tantos otros uruguayos que el vehículo se fue encontrando desde el Arena Das Dunas hasta el Hotel Erhs, sobre la costa misma, donde un rato después los jugadores recibirían la visita y la felicitación de una parte fundamental de esta hinchada: sus esposas, sus novias, sus hijos, sus padres y sus madres, que vienen siguiéndolos de una ciudad a otra.

 

 

(**) Allí mismo, en la parte "fresca"; de la estructura del estadio el festejo posterior al partido duró media hora por lo menos. Los uruguayos no querían irse. Estiraron al máximo ese momento soñado cantando, comentando, saludándose de nuevo, tomando fotos y videos, hablando con familiares y amigos en Uruguay, etc.