"Nuestro protocolo siempre fue dialogar. En un motín pudimos llegar a sentarnos y conversar con los jóvenes y nos pusimos de acuerdo en que había que atender un par de reclamos como más tiempo de recreo y poder bañarse todos los días. Se les hizo entender que lo que pedían con violencia se podía obtener con diálogo. En ese motín terminamos comiendo asado con los jóvenes y recogiendo juntos los escombros y limpiando las celdas";, dijo Méndez quien lideró el Movimiento Tacurú, el proyecto Caqueiro en Rivera y hoy dirige Minga en Las Piedras.

Para el sacerdote cada centro debe tener su proyecto, no debe existir complicidad entre los adolescentes y los funcionarios y el educador debe pasar por un período de prueba para comprobar si está apto para esta tarea. 

Entrevista Mateo Méndez