Una carta pública que dice mucho
Compartimos a continuación el texto del paleontólogo Richard Fariña sobre la reestructura del instituto de Ciencias Geológicas.
Montevideo, 16 de setiembre de 2015
Sres de Rompkbzas
Presente
De mi consideración
No debería ser un gran hallazgo axiológico que la actividad universitaria debe basarse fundamentalmente en la cuestión académica. El rigor ético debería ser el segundo criterio, para justificar esa tarea desde el punto de vista de su importancia social. Finalmente, la dimensión política debe intervenir para volver viable lo que resulte de las decisiones tomadas siguiendo los parámetros recién mencionados. Cuando se subvierte el orden de la jerarquía recién comentada, las consecuencias pueden ser muy negativas.
Eso pasa en el instituto de Geología de la Facultad de Ciencias, Universidad de la República. La semana pasada el Consejo de esta Facultad aprobó por unanimidad (aunque con el retiro de sala de un consejero docente) la reestructura del instituto de Ciencias Geológicas, promovida por su actual director, Gerardo Veroslavsky, con el único motivo de aumentar su poder político.
Sobre Gerardo Veroslavsky pesan algo más que sospechas de corrupción. Como le consta, hace cosa de una década denunciamos que, teniendo una dedicación total de la Udelar, era titular de empresas del ramo minero, para salirle de testaferro a su tío y gerente de ANCAP, Héctor de Santa Ana. Además, esas empresas estaban involucradas en la explotación de calizas junto a las de Mario Torterolo (condenado como consecuencia de aquellas denuncias con sentencia firme por plagiar una tesis doctoral con el fin de obtener la concesión de un terreno para explotar esa piedra), socio de ambos y habitual ganador de las licitaciones para perforar en los llamados de aquel ente público.
Como usted ha hecho público, la misma operativa rige hoy en día en torno a la supuesta presencia de petróleo en el departamento de Salto. Héctor de Santa Ana devino en el gerente de petróleo de ANCAP, su sobrino Gerardo Veroslavsky es el geólogo de Schuepbach, la empresa exploradora, y las empresas de Torterolo siguen casualmente ganando las licitaciones para perforar, incluso con ayuda del ente que le compró una máquina perforadora para ayudarlo en la tarea.
Pero evidentemente Gerardo Veroslavsky tiene aspiraciones políticas. Estuvo a punto de ser nombrado como director de DINAMIGE pero las denuncias públicas de este programa lo impidieron y el presidente electo vetó su nombre. Sin embargo, la Facultad de Ciencias parece tener criterios menos exigentes y, como una suerte de premio consuelo, fue nombrado director del instituto mencionado. Esto sucedió a pesar de que la división Jurídica de la Udelar se pronunció en su contra por una denuncia que realicé yo acerca de un incidente en el que él me agredió e invitó a pelear en los corredores del instituto y que no pasó a mayores porque mantuve la sangre fría necesaria para no reaccionar a la provocación. Lamentablemente, Veroslavsky. Lamentablemente, se mantiene impune porque el expediente se mantiene cuidadosamente guardado en un cajón del decanato desde el 12 de mayo pasado.
Lejos de mantener el perfil bajo que corresponde al escarnio de ser corrupto y agresor, el director emprendió una reestructura del instituto que carece de fundamentos (los que se esgrimen en la propuesta sirven para cualquier cosa), no es oportuna (no resuelve ningún problema), no es necesaria (por esa misma razón), no es conveniente (no aporta a un mejor funcionamiento), su procedimiento fue posiblemente irregular y completamente ajeno a la sana práctica universitaria (no hubo asamblea ni discusión sino la imposición lisa y llana de quienes tienen el poder y anunciaron que lo usarían sin concesiones). La única consecuencia tangible es que quienes criticamos al director por su prepotencia quedamos divididos en distintos departamentos sin la menor forma de evitar que los recursos públicos aporten a la corrupción, como ya ocurrió en la ocasión anterior en que Veroslavsky fue director del instituto equivalente.
Además, se realizó con una premura que contrasta fuertemente con la lentitud con la que se procesan denuncias de severas irregularidades y posiblemente delitos, como se menciona más arriba. Finalmente, en nada contribuirá a disminuir los conflictos de un instituto que es escenario de muchos de ellos, porque su causa es muy otra y las autoridades de la Facultad prefieren negarse a ver.
Sin otro particular, saludo a usted muy atentamente
Richard A. Fariña
Profesor Agregado de Paleontología