Durante la presentación, un grupo de 40 funcionarios realizó una demostración de cómo debe actuarse en este tipo de situaciones, que van desde un nivel mínimo de resistencia, en el que el adolescente prácticamente coopera, hasta niveles en los que se deben emplear cascos y escudos, como situaciones de amotinamientos o en las que un menor se esté causando daño a sí mismo, a los otros adolescentes, a la estructura o al personal del centro.

En caso de que el adolescente esté armado, la forma de actuar es con los escudos de protección como forma de proteger al personal, indicó el director nacional del programa de seguridad, Eugenio Acosta a El Observador.

Según aseguró la directora del Sirpa, Gabriela Fulco, el uso de la fuerza debe ser gradual y proporcional a las situaciones de violencia o utilizarse únicamente si no prospera el diálogo.

Además contó que esta nueva forma de actuación se bada en modelos de buenas prácticas aplicados en otros países, y tiene como fundamento el respeto por los Derechos Humanos, que guiará la labor del nuevo Instituto de Inclusión Social Adolescente.