Desigualdad

La desintegración que avanza

es.hesperian.org.
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"A pesar de que el descenso de la pobreza sea una de las banderas enarboladas por los sucesivos gobiernos del Frente Amplio, las políticas públicas no son tan distintas a las aplicadas por la derecha. Mientras, las distancias simbólicas y la segregación por barrios han consolidado una cultura de la ajenidad que refleja el fin del relato integrador que siempre pregonó la izquierda. Tal vez este sea su gran fracaso" , dice una nota de Tania Ferreira y Betania Nuñez publicada hoy en Brecha, bajo el título "Ellos y nosotros".

La nota abunda en testimonios de profesionales y actores sociales de un barrio ubicado al norte de avenida Italia. Ese paisaje que se ha hecho habitual en nuestras grandes "urbes", sean Montevideo, Canelones o Maldonado: el sur rico y el norte pobre.

El párroco Pablo Bonavía, de La Cruz de Carrasco, defensor de la teología de la liberación y continuador de la línea de Luis "Perico"; Pérez Aguirre dijo a Brecha: "Si de un lado aparece la violencia, la ausencia del concepto de trabajo como motor del ascenso social, del otro se responde con encierro, más represión, más incomprensión de las causas de la pobreza, menos tolerancia con el que no da el paso hacia el lado integrado del mundo. Así lo reflejan una y otra vez los diagnósticos, los estudios y las encuestas de una sociedad que ya lleva 11 años gobernada por la izquierda y que develan, hay que decirlo, uno de sus mayores fracasos".

Los gobiernos del Frente Amplio (FA) tienen algunos números a su favor. "Si se toma en cuenta sólo la billetera, hay menos pobreza e indigencia, y la desigualdad venía bajando hasta que se estancó", dice Christian Mirza, asistente social y primer director de Política Social del Mides.

"La paradoja de las políticas sociales es que buscan incluir a una sociedad que es cada vez más excluyente. Si toda la sociedad está montada en que el más fuerte se aproveche de las debilidades del más débil, ¿a qué sociedad estamos incluyendo?";, dispara el cura Bonavía.

Si la educación es considerada como el gran elemento integrador, nuestros problemas se multiplicaran porque ni las propias autoridades educativas han sido capaces de establecer un rumbo.

La columna de Carlos Peláez