El primer "retrasplantado" de corazón de Uruguay
Hace siete años se le practicó el tercer trasplante de corazón de Uruguay. En octubre, fue el primer retrasplantado. Juan Andrés Panizza afirma que no piensa en el futuro a largo plazo pero aclara: "si me tengo que bancar un tercer y un cuarto transplantes, me los banco".
(Emitido a las 8.54)
EMILIANO COTELO:
Hoy, pocas horas antes de Nochebuena y Navidad, queremos compartir con ustedes una historia de mucho amor por la vida.
Juan Andrés Piazza es un joven uruguayo de 21 años. Él lleva una vida como la de muchos de ustedes: estudia, quiere trabajar, es deportista. Pero su peripecia tiene una particularidad: es el primer uruguayo con dos transplantes de corazón. Del segundo transplante hace hoy exactamente dos meses.
De sus vivencias y sus sentimientos vamos a conversar esta mañana.
***
Pablo, eres el primer "retransplantado" de corazón en Uruguay. Ese término suena un poco impresionante, ¿no?
JUAN ANDRÉS PIAZZA:
Sí, la verdad es que no queda muy lindo tampoco.
EC - ¿Es una especie de carga?
JAP - Es una especie de re-reelección.
EC - Juan Andrés tiene 21 años. En estos días finalizó el primer año de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de la República...
JAP - Exactamente.
EC - ...pero antes había incursionado en la ingeniería. ¿Por qué decidiste a cambiar la ingeniería por la comunicación?
JAP - La ingeniería me gustó desde que me gustó la matemática, ya en la escuela y el liceo, y la Facultad de Ingeniería también me gustó, empecé lo más bien, me iba bastante bien pero un montón de circunstancias, entre ellas todo el tema de la donación de órganos, como tener alguna otra forma de llegar a difundir la donación de órganos y lograr darle mucha más conciencia a todo este tema, no sólo saliendo yo ahora como transplantado sino en un futuro como comunicador.
EC - Así que en principio hasta ves la comunicación, el periodismo, como una militancia por los transplantes, por la cultura de la donación de órganos.
JAP - Exacto. Si bien no sería un periodismo sólo para eso, fue lo que más me motivó y sí, dedicaría parte a eso.
EC - Vayamos un poco atrás en la historia, vamos a ubicarnos antes del primer transplante. ¿Cómo se descubrió que tenías una deficiencia en el corazón? ¿Cuándo fue?
JAP - A los 12 años en una placa de control se descubre que tengo el corazón más grande y bueno: pase al cardiólogo, que encuentra que hay algo raro, que tenía el corazón más grande, el doble del tamaño normal, y empiezo a desfilar por todos los médicos de Uruguay. Estuve desde los 12 a los 14, que fue cuando se me realizó el trasplante, pasando por todos los médicos y la situación se iba agravando cada vez más en lo físico, al principio me daba cuenta de que me cansaba más cuando nadaba o andaba en bicicleta y eso, después llegué a caminar y cansarme y en el último tiempo, cuando estuve internado, en las últimas dos semanas, ya no podía ni estar acostado, me cansaba de estar acostado, ahí ya estaba mal, mal.
EC - ¿Qué edad tenían cuándo te dijeron que tenías que pasar por un transplante?
JAP - Fue a los 13, dos meses antes de que ocurriera el transplante. Igual fue un tiempo... no sé si récord, pero anduvo ahí porque fue muy poca la espera en comparación con lo que esperan otros.
EC - ¿Qué sentiste ante la perspectiva de un transplante a esa edad?
JAP - En principio no entendía muy bien por qué todos esos estudios, porque un poco se me escondía, se me mentía por la edad, como que no valía la pena que supiera todo. Yo no entendía, me preguntaba por qué a mí, pero iba a los médicos y suponía que se iba a solucionar, nunca pensé en el extremo del transplante. Es más, yo vi en la tele al primer transplantado de corazón y lo vi como uno más que veía la noticia: "qué impresionante que en Uruguay se hiciera un transplante de corazón".
EC - Pero cuando supiste que ésa era tu salida...
JAP - Claro, el tema fue cuando me dijeron: "Te vamos a poner en lista de espera para hacer un transplante". Ahí fue todo un tema por un montón de concepciones que hay sobre el corazón, que es el motor del cuerpo, sobre los sentimientos y un montón de cosas. Que a uno con 13 años le digan que le tienen que cambiar el corazón... y más con la poca experiencia que hay sobre este tema, porque si se hablara mucho más capaz que se sentiría como común.
EC - ¿Tenías miedo?
JAP - Cuando me lo dijeron me sentí muy raro, ahí fue que lloré más, pero después lo vi como una solución a esos casi dos años de estar todo el tiempo haciéndome análisis. Si había que cambiar el corazón pero iba a estar mejor, como que se me fue el miedo. Hubo inconciencia también.
EC - Pero pudiste razonar que era tu única alternativa, que era eso o la muerte.
JAP - Yo sabía que tenía dos alternativas, pero que la otra era la muerte, entonces tenía que ir para ahí para intentar salvarme como sea. Aparte era salvarme para estar bien, no para quedar... bueno, no poder hacer alguna cosa...
EC - Tú fuiste el tercer niño al que le transplantaron el corazón en Uruguay.
JAP - Fui el tercero.
EC - La intervención se hizo el 17 de julio de 1997, en el Hospital Italiano, en el Instituto de Cardiología Infantil. ¿Cómo fue la recuperación?
JAP - En ese momento fueron 20 días en total internado, seis en CTI y los otros 14 en una sala protegida. Después la recuperación en mi casa fue muy poco.
EC - ¿Qué sentiste cuando asumiste que estabas viviendo con el corazón de otra persona?
JAP - Y sí... las primeras sensaciones son muy extrañas en cuanto a poder respirar, yo no podía respirar y de un momento a otro podía respirar hondo, en el sanatorio mismo.
EC - El beneficio desde el punto de vista de tu físico fue inmediato, fue clarísimo.
JAP - Sí, inmediato; apenas se me empezó a ir la anestesia ya sentía esos cambios, y mucho más después cuando los músculos y todo eso van agarrando forma después de salir del hospital.
EC - Te habías salvado y por lo visto ibas a poder desarrollar tu vida normalmente...
JAP - Sí, sí, muy ansioso por eso.
EC - ...pero el corazón no era el tuyo. ¿Cómo te complicó eso? ¿O no te complicó?
JAP - No sé si la palabra es que me haya complicado... Sí se sintió raro desde un primer momento decir "me tocó a mí, este corazón que está latiendo acá no es el que traje de fábrica originalmente", por decirlo de alguna forma. Como que las cosas me iban pasando y las tenía que asumir, tampoco quedaba mucha opción.
EC - ¿Te picó la curiosidad por saber de quién había sido ese corazón?
JAP - No, no...
EC - En teoría está prohibido informarlo, pero supongo que debe haber un impulso desde adentro en algunos casos, una especie de necesidad...
JAP - Vos sabés que a mí no me dio por ese lado de querer averiguar quién es, ni nada por el estilo. Es más, como salimos mucho en la televisión y en todos los medios en aquella época, en 1997, siempre le estuve agradecido a la familia del donante que tal vez en una situación...
EC - Sí, porque tú te estabas beneficiando de la muerte de otra persona. Seguramente de un joven, además.
JAP - Sí, en la primera operación fue una muchacha de 29 años que tuvo un accidente en moto. Puede haber sido una decisión de ella o una decisión de la familia. Y en cuanto a las decisiones de la familia en ese momento, uno tiene que valorar qué difícil es que diga que sí.
EC - Lo cierto es que el corazón nuevo funcionó muy bien, volviste a la vida normal. Es más, pasaste a hacer deportes de una forma que antes no hacías.
JAP - Claro, el transplante me modificó en muchos sentidos. En ese momento, a los cinco o seis meses, me enteré por el Banco de Órganos de que había competiciones especiales para transplantados a nivel internacional, y empecé a nadar, que era lo que hacía antes, a entrenar. Fui un montón de veces a Argentina a los sudamericanos, después se empezaron a hacer nacionales acá con transplantados de corazón, riñón, de todos los órganos, en 1999 fui a Hungría y en 1993 fui a Nancy, a Francia.
EC - ¿Qué restricciones tenés en la vida, en tu actividad?
JAP - En la vida ninguna. No tengo que comer con sal y tomo unos medicamentos, eso es lo único estricto. Son unos medicamentos que evitan el rechazo del órgano por el cuerpo, porque el cuerpo identifica al órgano como extraño, entonces esos medicamentos permiten que la técnica se haya podido hacer.
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EC - Saltamos en el tiempo y venimos a este año. ¿Cuándo fue que supiste que tenías que hacerte un segundo transplante?
JAP - Fue por julio.
EC - ¿Qué pasó? ¿Tú sabías que el corazón que te habían puesto hace siete años caducaba, tenía fecha de vencimiento?
JAP - Que tampoco se sabía cuál era... Sí, sabía, pero lo sabía desde hace ahora dos años.
EC - En principio pensaste que era una solución para siempre.
JAP - En principio no sabía si era una solución para siempre. No sé si no me animé, no quise, pero tenía la duda de que fuera para siempre, por cosas que se hablaba en la televisión cuando hablaban los médicos, que no se tenía claro. Sabía que cabía la posibilidad y un día le pregunté a una de las psicólogas del grupo del ICI...
EC - Porque has tenido apoyo psicológico en todos estos años.
JAP - Claro, sí, he tenido apoyo psicológico antes, durante la operación y después. Ella me empezó a explicar que con la técnica de transplante que hay hoy, el corazón tiene una fecha de vencimiento porque se va deteriorando a lo largo de los años. Lo que se conoce son estadísticas a nivel internacional que andan en los diez años; yo estuve siete, así que andaría más o menos dentro de los parámetros.
EC - O sea que ya tenías alguna advertencia.
JAP - Sí, ya sabía que si quería seguir...
EC - Pero en definitiva las señales aparecieron por sorpresa, porque quizás tú esperabas poder vivir con ese corazón un tiempo más.
JAP - No... Lo que pasa es que no lo esperás nunca, me imagino que si hubieran pasado diez años tampoco esperaría en ese momento empezar a sentirme mal. ¿Por qué? Sobre todo porque yo me sentía bárbaro. Y de un día para el otro empecé a notar que me cansaba un poco más rápido, empecé con gripes muy fuertes; yo estaba en análisis constantes una vez al año, entonces fui a controlarme y empezó todo de vuelta.
EC - En los dos transplantes tuviste suerte, la espera no fue muy larga, de dos o tres meses.
JAP - Exacto, en los dos, ahora también.
EC - ¿Cómo fue el momento en el que te enteraste de que había un corazón para la segunda operación?
JAP - La primera fue más raro porque estaba internado en el hospital, estaban esperando que llegara la psicóloga, todo, para decírmelo con un poco de psicología, y vino la enfermera y me dijo: "¿Estás preparado?"; yo le digo: "¿Para qué?, ¿para transplantarme?". Ahí tampoco me puse mal, estaba contento.
EC - En la primera oportunidad estabas internado directamente porque estabas muy mal.
JAP - Estaba mal, tengo un diario que salió al otro día que decía que me quedaban 24 horas de vida...
EC - En esta segunda ocasión no, todavía no habías llegado a ese límite.
JAP - No. Si bien estuve internado unos días antes del transplante porque estaba bastante mal, no había llegado al límite en el que estaba en la primera. En esta segunda yo estaba viviendo en la casa de unos amigos para que me quedara más cerca el hospital y un domingo, el domingo de clásico, el domingo antes de las elecciones, me fui a Solymar que es donde vivo a hacer un asado con mis compañeros de la murga tenemos una murga joven. Éramos como 25 personas prendiendo el fuego para hacer el asado y demás y me llamaron. Me dijeron: "¿Qué estás haciendo? No comas, que te llamamos ahora a ver si sale el transplante, hay un posible donante".
EC - ¿Qué reacción tuviste?
JAP - Bien, bien, yo bien; la reacción fue de los otros 25, la cara de sorpresa...
EC - No sabían si estar contentos o estar preocupados, ¿cómo fue?
JAP - Tenían cara de caos, pero me veían a mí contento.
EC - ¿En algún momento temiste que el corazón para el transplante no apareciera a tiempo?
JAP - No, como que tengo la opción pero nunca me la planteo con la certeza de que pueda pasar. Si bien sé que la otra opción es la muerte como que le doy para adelante y no pienso: "¿Qué pasa si...?". Alguna vez se te cruza por la cabeza, más con todo el tiempo libre que tenía porque no podía hacer ejercicio, estaba frente a la computadora pasando el tiempo. Y otra vez tuve la suerte de que fuera en tan poco tiempo.
EC - Esta vez el posoperatorio fue más breve que el anterior. Tan breve que dio el tiempo de ir a votar, tengo entendido.
JAP - Exacto.
EC - Porque la operación fue el 24 de octubre.
JAP - Estuve seis días en el hospital, salí el sábado y así como me fui al otro día con tapabocas fui a votar, pedí que me dejaran pasar...
EC - ¿Por qué fuiste a votar?
JAP - Primero porque la otra vez ya me había quedado con las ganas por tres o cuatro meses, una cosa así. Y aparte porque tenía ganas de hacerlo, lo siento como una obligación y como algo que tenía muchas ganas de hacer. Tuve la suerte de que fui transplantado, porque podía haber ido sin haber tenido ya esa solución.
EC - Sí, podrías haber tenido que votar sin el horizonte claro en tu vida propia, ¿no?
¿Y cómo estás?
JAP - Impecable, ahora ya me dejaron empezar a nadar y correr de vuelta, como antes cuando estaba bien después del primer transplante, cuando empecé a estar impecable; ahora es lo mismo.
EC - Tengo acá algunos mensajes de oyentes. Amparo, por ejemplo, dice: "Juan Andrés fue alumno del Santa Elena, lugar donde yo trabajo, y quiero decir que siempre fue un ejemplo de alegría y amor por la vida". Te manda saludos especiales.
JAP - Muchas gracias.
EC - Gabriela González, que es transplantada renal, dice que está muy contenta de escucharte y saber que estás bien, y les manda saludos a ti y a tu familia. ¿Llegaste a conocerla?
JAP - Sí, sí.
EC - ¿En qué medida cambió tu actitud ante la vida esta historia de los transplantes? ¿Cómo te marcó, cómo te está marcando? Parece que siempre tuviste buena onda, alegría y entusiasmo, por lo que cuentan estos oyentes, pero...
JAP - Me cambió en un montón de cosas, también marcó el rumbo en mi vida, yo cambié de orientación en parte por eso.
EC - Ahí está, ya tuvimos la noticia de un cambio que estos transplantes te habían provocado en tu orientación profesional.
JAP - Claro. Y en las concepciones sobre términos como la muerte, por ejemplo. Yo no le tengo nada de miedo después de estas dos veces que tuve que estar ahí tan cerca, realmente a mi muerte no le tengo miedo.
EC - ¿Te preguntás, te cuestionás "por qué a mí"?
JAP - Sí, todo el tiempo, es la pregunta...
EC "¿Por qué esta carga la tengo que pasar yo?"
JAP - Sí, desde los 12 años que me hicieron análisis todo el tiempo hasta el primer transplante, que era el tercero en tres millones, y ahora que soy el único en Uruguay que se hizo el segundo transplante de corazón, es todo el tiempo. También como que intento creerme que por algo tiene que ser, no puede ser esta desgracia con suerte de tener que transplantarme y a la vez tener la suerte de que aparezca tan pronto y de salir bien. Hay como una dualidad ahí que es medio extraña en cuanto a la mala suerte de que te tengan que transplantar y la buena suerte de conseguir tan rápido y estar tan bien después.
EC - Y en el horizonte vienen más transplantes...
JAP - Y... ésa es otra cuestión que tiro más para adelante, porque...
EC - Tenés 21 años, nada más, y el corazón anterior te duró siete años.
JAP - Tengo 21, éste puede durar diez y me duró siete el otro...
EC - ¿Y eso?
JAP - Si hacés números te volvés loco, seguro. Hay un montón de puntas de en cuanto a que la ciencia ha avanzado mucho en este tema en estos siete años que hace que estoy transplantado. Yo cambié de medicamentos tres veces por ejemplo, van saliendo nuevos y hay mucha investigación también a nivel local, que parece mentira. Por ejemplo México no hace transplantes de corazón y en Uruguay tenemos transplantes de corazón, tenemos gente que está investigando en animales con corazones artificiales. Hay muchas cosas que pueden alargar ese promedio de diez años o que pueden hacer que aparezca una técnica que haga que no necesite este recambio, como quien dice.
EC - Pedro, que llama del Buceo, pregunta esto: "¿Cómo se puede tener expectativas de vida, esa mirada y ese entusiasmo puesto en el futuro sabiendo que se cambia el corazón cada tantos años?".
JAP - ¿Qué pasa? Yo con 21 años no tengo planes a largo plazo, o me parece a mí que no los he hecho todavía. Lo único sería que estoy estudiando esto que me lleva cuatro años y... bueno, después esperar conseguir trabajo de eso también. Como todavía no tengo que formar una familia o cosas que impliquen pensar más a largo plazo no me he dado la cabeza contra la pared o no me he disgustado tanto, yo qué sé. También pienso: así como en su momento tenía la opción de morirme y si bien la conocía no la daba como una opción cierta, tampoco ahora doy como una opción cierta que me vaya a morir en siete años o en diez. Capaz que si me tengo que bancar un tercer y un cuarto transplantes me los banco, así.
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EC - Recién en el final de la última respuesta aflojaste un poquito, recién ahí te noté con una cierta emoción. La verdad es que manejás el tema con una naturalidad que impresiona, ¿no?
JAP - Lo que pasa es que desde muy chico me tuve que acostumbrar a contestar preguntas sobre este tema, por amigos primero, por los familiares... Y a gente con la que tengo mucha confianza le he dicho: preguntame cualquier cosa. Hay gente que me ha venido a preguntar si los sentimientos cambiaron...
EC - Te sirve hablarlo...
JAP - Sí, puede ser que me sirva.
EC - ¿Cómo caen la Nochebuena y la Navidad después de esto que te ha pasado este año?
JAP - Bien, bien, deseando terminar el año. Si bien hubo un balance positivo con esto de que salvé todo el año en la licenciatura, este año se puede ir tranquilo y vamos a empezar mejor el que viene.
EC - ¿Vas a festejar?
JAP - Sí, seguro, sin lugar a dudas.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Caterina Notargiovanni