No existe un lugar en este país donde ese proceso sea más evidente que en Maldonado. El desarrollo de la actividad turística, acompañada por el desarrollo inmobiliario y la consecuente especulación, ha generado un alza desmesurada en los valores de la tierra.

En tanto el crecimiento de las ciudades, sin planificación y a impulso de la especulación, terminó definiendo zonas para ricos y para pobres.

Desde hace muchos años Maldonado, en particular Punta del Este, funcionó como una meca para los uruguayos que pretendían mejor su calidad de vida. Así llegaron decenas de miles que con suerte desigual se quedaron a vivir. Muchísimos en asentamientos. Ubicados sobre tierras que de repente valen millones. El problema es que esas tierras tienen gente arriba.

Y entonces empieza el proceso por el cuál esos pobladores son trasladados de un lado a otro, para poder vender las tierras originales, mientras otros, que no venderían su tierra a nadie, terminan haciendo suculentos negocios.

Eso pasa con Los Eucaliptus y pasará con el Barrio Kennedy.

La columna de Carlos Peláez