A 44 años del levantamiento militar del 9 de febrero
Ante un nuevo aniversario del levantamiento militar ocurrido en Uruguay el 9 de febrero de 1973, La Mañana de El Espectador habló con Romeo Pérez, vicepresidente del Claeh e integrante en aquella época de la dirigencia del Partido Demócrata Cristiano (PDC); Carlos Julio Pereyra, exsenador del Partido Nacional; y Eduardo Platero, quien fue integrante del núcleo fundacional de la Convención Nacional de Trabajadores (Convención Nacional de Trabajadores).
El 9 de febrero de 1973 los militares se terminaron de rebelar contra el Gobierno.
Con el objetivo de frenar a un ejército, que luego de vencer al Movimiento de Liberación Nacional actuaba al margen de la ley, había sido designado como ministro de Defensa el general Antonio Francese. Con el apoyo de la Fuerza Aérea y la Policía, el ejército desobedeció al Gobierno desconociendo al ministro nombrado, y dispuso los tanques a la calle.
La Armada, de la mano del comandante Juan José Zorrilla, defendió la constitucionalidad: cerró la Ciudad Vieja, colocó los barcos en la bahía con sus cañones apuntando a Montevideo y, tras producirse incluso algún enfrentamiento armado en el Cerro de Montevideo, emitió el comunicado número 4, con postulados nacionalistas y populistas.
Estos episodios generaron gran confusión, de hecho todos los partidos tuvieron actitudes diferentes.
Entrevistado en La Mañana de El Espectador, el exsenador nacionalista Carlos Julio Pereyra dijo que el 9 de febrero de 1973 es "una fecha inolvidable" ya que fue el día en el que "se rompió la vigencia de las instituciones democráticas".
En relación a cómo fueron concebidos por el Partido Nacional los comunicados número 4 y 7, Pereyra sostuvo que, a su juicio, el golpe también se hizo "para impedir que Wilson Ferreira Aldunate llegara al poder", considerando que la elección la había perdido por menos del 1%.
Se refirió al "terror que sembraba la guerrilla de los Tupamaros", que habían elegido el camino de la violencia para alcanzar el poder. "Con este fin, el país se vio envuelto en una ola de violencia, secuestros, robos, que rompían con el clima tradicional de Uruguay de muchos años", subrayó.
Pereyra aseguró que el terror se fomentó también desde otras fuentes. "Es sabido que un grupo de militares preparaba desde hacía tiempo llegar al poder empleando los medios que la Constitución le había dado", comentó, y remarcó "preparaba el eclipse del sistema democrático".
Por otra parte, afirmó que los llamados grupos de izquierda esperaban lo que se denominó "el golpe bueno", con la esperanza de que fueran ejecutadas reformas sociales. Dijo que "este error" lo pagaron con las persecuciones que sufrieron no solamente ellos sino todo el país.
El apoyo de la CNT
También se pronunció al respecto del aniversario uno de los integrantes del núcleo fundacional de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), Eduardo Platero.
Al ser consultado sobre cuál fue la causa que dentro del sindicalismo determinó que se viera en los comunicados un camino posible, Platero replicó: "No es que viéramos una posibilidad, es que uno en la vida elige dentro de lo que puede, no dentro de lo que quiere".
Señaló que los desbordes constitucionales de Jorge Pacheco Areco se acentuaron con "esa ley desgraciada, infeliz, inconstitucional y criminal", de estado de guerra interna que, "oficializó la tortura y los dejó de boca al poder".
Luego, reiteró: "Elegimos dentro de lo posible", esto implicaba decidir entre a apoyar a Bordaberry yendo a la Plaza Independencia o apoyar totalmente a los militares. "Tuvimos que elegir una posición. Ninguno de los dos extremos nos gustaban", recalcó.
Platero comentó que los militares conversaron con la CNT y que producto de esto, es que puede observarse una "diferencia notoria" entre el comunicado número 4, en el que "se sienten dueños de la situación", y el 7 en el que "se agrega una serie de cosas que tienen con ver con lo social".
Opinó que el golpe de Estado "en algún momento se iba a producir" y que si no ocurrió en esta fecha fue porque los militares "no estaban preparados". En referencia a esto dijo que uno de los errores que se comente con frecuencia es el de concebir a los militares como un bloque. "Salía (Néstor) Bolentini a decir estupideces porque no se ponían de acuerdo en nada", expresó.
Y concluyó: "El 9 de febrero tenía como contenido principal desplazar a los militares constitucionalistas".
A su vez, La Mañana de El Espectador entrevistó a Romeo Pérez, vicepresidente del Claeh, y quien en aquel año integraba la dirigencia del Partido Demócrata Cristiano (PDC) se refirió a que el golpe de Estado se produjo en dos tiempos: el primero el 9 de febrero de 1973 y el segundo con epicentro el 27 de junio del mismo año.
Pérez dijo que en cada uno de los momentos existieron grandes diferencias políticas y que los protagonistas no fueron los mismos.
Entiende que hubo "una labor" en la formación de Gobierno del presidente Juan María Bordaberry, y otros actores del equipo gobernante, así como también alineamientos de partido, en la prensa y otros elementos de formación de opinión.
Consideró que existió "poca movilización" en las calles de parte de la ciudadanía. "Las calles fueron de los militares", aseveró. Sin embargo, recordó que el 9 de julio hubo una salida a la calle en el centro de Montevideo, "de poca duración pero muy significativa en el número de concurrentes".
Por otra parte, hizo alusión a la influencia que tuvo "el peruanismo" en nuestro país. Dijo que en 1968 gobernaba en Perú un grupo grande y compacto de militares que tenían un programa de reforma política económica y social.
Apuntó que este movimiento "proyectaba su influencia sobre oficiales militares de diversos países de América Latina, y sobre órganos de opinión" y que esa influencia "llegaba a Uruguay".
Pérez destacó: "El gran significado de febrero es la ruptura constitucional, no hay que perder el cuadro general de la situación".