Una argentina en la reconstrucción de Afganistán
Al principio usó pañuelo, a la usanza de las mujeres locales. Ahora trabaja a cabeza descubierta y dice que las extranjeras son un "tercer sexo" allí. Alejandra Loughlin es arquitecta y construye escuelas en Afganistán. El reconocimiento laboral la llevó a Kabul, donde vive bastante tranquila y donde, incluso, aprendió a bailar salsa.
Emitido a las hora 9.05
JOEL ROSENBERG: En setiembre de 2001, Afganistán pasó a ocupar la primera plana informativa después de los ataques terroristas a Estados Unidos. Ese país, donde el régimen talibán se negó a entregar a Osama bin Laden (quien supuestamente se encontraba oculto allí) fue atacado por esa razón por Estados Unidos y Gran Bretaña. Desde hace poco más de un mes, Afganistán tiene su primer presidente electo por la ciudadanía: Amid Karzai. Pero ¿Cómo es vivir en Afganistán hoy? ¿Cuál es la realidad que enfrentan sus pobladores en el día a día?
Para tratar de entender mejor la situación de ese país, dialogamos con Alejandra Loughlin, en Kabul, una arquitecta argentina que trabaja en la reconstrucción de Afganistán. Alejandra Loughlin está allí desde junio de 2004. ¿Qué temperatura tienen allí, en este invierno de Afganistán?
ALEJANDRA LOUGHLIN: Hoy es un día excelente. Hay sol. Son las 15.20 horas y tenemos más o menos 5 grados. Es decir, espectacular. Realmente hoy fue muy bueno, pero solemos tener temperaturas bajo cero en Kabul.
JR - Alejandra es argentina, arquitecta, y no es la primera vez que ejerce su profesión en zonas en conflicto. En 1999 estuvo en Belén, como Casco Blanco de Naciones Unidas en planificación urbana. Ahora está en Afganistán desde junio de 2004. ¿Qué es lo que está haciendo allí específicamente?
AL - Yo trabajo para una ONG estadounidense. Estamos en la construcción de escuelas y centros de salud en cuatro provincias del centro de Afganistán y también vamos a reconstruir escuelas existentes próximamente.
JR - Es una ONG estadounidense entonces.
AL Sí. Se llama UMCOR, es "The United Methodist Committee on Relief". Pero ellos son muy abiertos en todo el tema religiosidad. Si bien son metodistas, realmente nos integramos gente de distintas orientaciones religiosas. Es muy abierto y nos permite desarrollar nuestras tareas muy libremente.
JR - ¿En el resto de Afganistán también se trabaja en reconstrucción?
AL - Nosotros estamos en cuatro provincias del centro de Afganistán. Una de ellas es Kabul. Otras son Kapisa, Parwan y Panjshir, que son como cuatro provincias argentinas. Estamos en esas zonas que son bastante tranquilas. Se puede viajar desde Kabul hasta cualquiera de las localizaciones de escuelas, que significan cuatro o cinco horas de viaje en auto y por el momento está muy tranquilo. Se piensa ampliar nuestra área de trabajo a otras provincias que no son tan fáciles ni tienen un clima tan benigno.
JR - ¿Qué tipo de servicios brindan luego los centros que ustedes están construyendo?
AL Estamos trabajando con ingenieros y empresas constructoras locales en el desarrollo de escuelas y centros de salud de distinta complejidad. Estamos construyendo en lugares donde no hay absolutamente nada, o sea, solamente está el centro de salud. Hay que llegar con GPS, con coordenadas, porque realmente no existe nada alrededor.
JR - Esa situación de que no hay nada, ¿se da después de la invasión estadounidense o era la realidad de esas zonas ya de antes?
AL - Se realiza un censo. Nosotros trabajamos en conjunto con los ministerios de Educación y de Salud. Ellos establecen dónde hace falta un centro de salud o una escuela. Entonces, en las proximidades de centros poblados tratamos de buscar terrenos que pertenezcan al gobierno o a gente que los done para construir allí. Hay que encontrar ciertas características de zonas. Por ejemplo, terrenos donde se puede hacer fundaciones, que no sean terreno agrícolas, ni demasiado rocosos, que no tengan ríos inundables. Hay que encontrar ciertas características, que salimos a buscar con gente propia de nuestro equipo.
JR - Comentaba recién que en algunos lugares no han podido llegar. ¿Se han encontrado con zonas peligrosas, minadas, aún marcadas por las guerras y los momentos que allí se vivieron?
AL - Aquí no hay estaciones de servicio como en América Latina, tan provistas...Entonces, en los viajes de cuatro o cinco horas, uno a veces tiene necesidades de hacer alguna escala detrás de algún arbusto natural y demás y resulta realmente muy difícil bajarse de la senda de la ruta. Hay zonas minadas...Empresas han hecho relevamientos y las han marcado como zonas no minadas, pero realmente es difícil irse de la ruta. Incluso en caminos no muy lejos de aquí, a una hora y media de Kabul en "cuatro por cuatro", próximo a las elecciones de octubre del año pasado se encontraron lugares con minas que el día anterior no estaban.
JR - Las habían colocado en octubre del año pasado, en época electoral.
AL Sí. De un día para otro, las instalaron en el medio de la ruta.
JR - ¿Cuál es la situación de seguridad más allá de no poder alejarse de la senda de la ruta en Kabul mismo, donde están?
AL - Yo llegué en junio del año pasado y desde entonces hasta ahora la situación ha sido bastante cambiante. Cuando llegué había bastante libertad. No tenía restricciones de horario. Uno podía moverse a cualquier hora de la noche en vehículo (siempre con un conductor, porque los internacionales no podemos manejar). Pero cuando vinieron las elecciones hubo una gran restricción. Había amenazas constantes, llegaban a caer cinco rockets en una hora, por ejemplo. Y ahora estamos en una situación mucho más distendida, mucho más tranquila. No hay problemas de seguridad. Hubo un secuestro de personas de Naciones Unidas que nos tuvo más de un mes muy preocupados, pero ahora estamos bastante tranquilos. Podemos movernos. Los movimientos son relativos: yo puedo ir a visitar mis obras...Lo máximo que uno puede llegar a hacer en Kabul es ir a un restaurante, a un supermercado...No hay grandes atractivos.
JR - En torno a los secuestros y al año especial que se vivió por el tema en Irak, salvando la distancia entre las dos situaciones, ¿cómo les llegaban las noticias? Porque los objetivos en Irak eran muy parecidos a las tareas que ustedes desarrollan como organizaciones que están trabajando en reconstrucción.
AL - Yo tengo amigos trabajando en Irak en este momento y las diferencias son abismales. Esto no es Irak. Hay mucha distancia con respecto a eso. Realmente podemos tener actividades. Nosotros somos un grupo de latinos que los días viernes (día en el que no se trabaja) nos dedicamos a nosotros: nos reunimos, bailamos salsa, nos damos muchas libertades que otros grupos no se pueden dar, dentro de las limitaciones por ejemplo de horarios. En estos días estuvo más flexible. Esto no es Irak, repito, hay muchas más libertades, no hay amenazas. Hay que tener ciertos cuidados, pero no significa nada serio.
JR - Más allá de eso, los amigos, los familiares en Argentina, en América Latina, ¿en el momento de los secuestros no se preocuparon y los preocuparon a ustedes?
AL - Todo el mundo se preocupa, trata de saber quiénes son los secuestrados, porque todo el mundo tiene amigos trabajando, así que se preocupa muchísimo. Se nota un movimiento muy grande cuando está pasando alguna cosa fea: helicópteros que sobrevuelan la ciudad y demás. (Hay) muchos amigos trabajando en Naciones Unidas, por lo cual uno se entera enseguida y lo que hace es llamar a los familiares y decirles: "Miren que yo no soy el secuestrado", simplemente. Tratamos de investigar un poco más quiénes son los secuestrados, se establece una cadena de información.
JR - Vayamos a la situación general en Afganistán. Usted está en Kabul. Es invierno allí, hoy hay 5 grados, un clima precioso, pero generalmente hay temperaturas bajo cero; ¿cuál es el paisaje que domina esa ciudad?
AL - A aquellos que conozcan el noroeste argentino les podría decir que los alrededores de Kabul son como la puna juniña o salteña. O sea, es una gran aridez con cerros, ríos no muy caudalosos...Todo el mundo pide que haya nieve, porque así hay agua para generar electricidad y tener durante todo el día o, por lo menos, por la noche. Kabul es una ciudad muy grande que tuvo mucho esplendor en los años 70. Ha tenido guerra con Estados Unidos y Rusia durante 35 años, entonces hay zonas muy diezmadas, muy destruidas, que llamamos zona 1, que está bajo un plan de reconstrucción muy profundo, de urbanización. Es una zona sísmica, para empezar, pero es una ciudad muy extendida, de perfil muy bajo.
JR - ¿Cómo es la situación de ustedes con respecto a la población de Kabul? ¿Se marcan claramente las diferencias?
AL - Yo comentaba hace poco que existen dos Kabul yuxtapuestos. Una es la comunidad donde vivimos los 2.000 internacionales que estamos en Afganistán, proveyendo ayuda humanitaria, tanto de Naciones Unidas como de ONG, que tenemos un nivel de confort que no posee el resto de los afganos. O sea, contamos con generadores, camionetas cuatro por cuatro, equipos telefónicos...Tenemos un nivel de confort, de gasto, realmente distinto del que puede tener cualquier local que trabaja incluso en ONG. Aquellos que trabajan en ONG o en Naciones Unidas y son locales están como en un escalón intermedio entre la población afgana (que sigue con sus costumbres) y nosotros, que venimos con toda nuestra música, nuestra Internet, nuestro poderío para trabajar y tener confort.
JR - Claro, son cosas que se pueden comprobar allí, por ejemplo, ¿algunos pobladores de Kabul ni siquiera conocen el tema de Internet?
AL - Si uno se aleja una hora y media de aquí, el 90 % de las mujeres todavía usa gurka, que es una especie de funda que las cubre desde la cabeza hasta los pies. Si yo quiero ir cinco horas de viaje desde aquí hasta alguna de mis escuelas, tengo que salir muy temprano en la mañana y volver a la noche porque no hay un hotel de nivel mínimo, como un dos estrellas que podríamos tener en Argentina. No existe eso. Existen lugares de confort para la gente afgana: mis ingenieros van y viajan. Pero tener Internet fuera de los límites de Kabul no existe. Existen cyber cafés en Kabul, para cualquiera que quiera usarlos. Yo he estado en Baku, en Azerbaiyán y el servicio de Kabul, que es satelital, es mucho mejor.
JR - Usted hablaba recién de mujeres vestidas de pies a cabeza con las gurkas tradicionales. ¿Hay una era postalibán? ¿La ideología talibán ya no está o aún se mantiene?
AL - La situación es muy distinta en Kabul y en el resto del país o en las grandes ciudades como Mazar-e-Sharif y Herat, que si bien no tienen el desarrollo que tiene Kabul, están adelantadas. Los talibán siguen existiendo, se ha matado mucha gente, se están descubriendo fosas masivas de matanzas masivas que los estadounidenses han cometido, pero los talibán siguen existiendo. Existe lo que se llama los commanders (que son una especie de caudillos) o los señores de la guerra (los warriors) que todavía tienen mucho poderío en el interior del país y pueden dirigir cualquier cosa. Nosotros tenemos obras y ellos quieren dirigir nuestras obras, sobre el uso de los materiales, o hay que darles cierta coima para que permitan construir en el área donde actúan.
JR - Muchas veces a nivel internacional se da por sentado que los talibán no existen más. No parece que sea ésa la realidad.
AL No. Siguen existiendo. Ayer leía informes en el que se decía que Osama bin Laden está en el este del país, en el límite con Pakistán, encerrado junto con otra gente, o sea, protegido. Siguen existiendo muchas etnias en Afganistán, gente más cerrada y gente menos cerrada. Los pashtunes que son gente muy tradicional todavía existen y son los que condicionan la vida de los pueblos. Las mujeres siguen usando sus velos, cuando en el año 70 usaban minifalda e iban a la Universidad. O sea, sigue existiendo un terror por esa época tan marcada por los talibán...Nunca se sabe en qué momento pueden volver.
JR - ¿Cómo es ser mujer allí? ¿Cómo es ser una argentina, una occidental que está trabajando allí en la reconstrucción? ¿Cuáles son las limitaciones?
AL - Mi situación fue cambiando. Recuerdo que el día que llegué en el aeropuerto saqué de mi cartera un pañuelo y me lo puse sobre la cabeza. Después de estar un tiempo aquí, al día de hoy, no uso nada que me cubra; suelo siempre usar ropa bastante suelta. Trabajo con ingenieros locales con los cuales voy a las obras...De ir a las obras ya me conocen. Yo digo que somos como un tercer sexo: existe el hombre, existe la mujer afgana y las mujeres internacionales, que somos un tercer sexo. Somos muy respetadas y tenemos libertades que las afganas no tienen.
JR - ¿Cuánto tiempo piensa quedarse en Afganistán en esta tarea de reconstrucción?
AL - Nos renuevan el contrato cada seis meses. El mío termina en mayo, pero ya lo he extendido y es muy probable que lo vuelva a extender porque el volumen de obras que hay por hacer es muy grande. Como dije otra vez, no sé si tengo para jubilarme acá: tengo 42 años, pero muchísimo tiempo para reconstruir todo lo que se me dé la gana. En realidad creo que es hasta que diga: `Basta. Me quiero ir a otro lado´.
JR - ¿Qué lleva a una argentina de 42 años a estar trabajando en esa zona del mundo en reconstrucción de escuelas, de centros de salud? ¿Es un tema económico? ¿Un tema espiritual? ¿Cómo la reconforta?
AL - Es un reconocimiento a lo que uno estudió, aprendió. Yo viví muchos años en el norte de Argentina, en Salta. Es un contexto muy parecido a éste, no desde el punto de vista étnico, sino desde el punto de vista geográfico o de condiciones de confort. Nunca tuve el reconocimiento a mi profesión desde el punto de vista salarial, como mujer, ni las posibilidades de trabajo que me han brindado los trabajos tanto en Palestina como aquí. O sea: tú sos una persona capaz, sos capaz de hacer esto y dirigir esto. Obviamente, también hay una faceta económica que ayuda muchísimo y hace que uno olvide todos los sinsabores y dificultades que tiene en este contexto. Realmente es el reconocimiento a una capacidad que uno tiene.
JR En un mensaje de la audiencia, Nelson pregunta cómo contactarse con la ONG estadounidense con la que usted trabaja porque desea colaborar. ¿Hay alguna página web, alguna forma de contactarse?
AL Sí. La página es http://www.umcor.org/. Es una organización que está trabajando en todo el mundo, en muchos países, incluso prestando ayuda si bien no con sede en el sudeste asiático en este momento. Tiene sede en distintos países, también en África. Pueden ingresar en una página donde se hacen pedidos de profesionales, donde también pueden acceder a ofertas de distintas organizaciones y para distintos puestos.
JR - La vamos a dejar seguir trabajando. ¿Dónde está en este momento?
AL - En este momento en una sobremesa con ocho latinos en un restaurante. Los viernes no se trabaja y los sábados tampoco, así que en general nos encontramos para conversar en castellano, bailar salsa he aprendido a bailar salsa aquí en Afganistán y darnos un poco de afecto.
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: María Eugenia Martínez