Los desafíos de la oposición
En un año crucial para el gobierno y ya sin mayoría propia en el Parlamento, el oficialismo dio en los últimos días un paso importante al procesar internamente un documento sobre la Rendición de Cuentas que no plantea condicionamientos a la política económica.
Por Alfonso Lessa
Seguramente la discusión en el Parlamento tendrá otro carácter, pero el documento que presentó Javier Miranda al presidente Vázquez, resultó una muestra de realismo, ante la necesidad de aprobar una Rendición de Cuentas con características del presupuesto. Y frente a la obligación de negociar no solo dentro de la coalición, sino también fuera de ella.
Este escenario plantea no solo desafíos para el oficialismo, sino también retos para la oposición, tanto en su conjunto como en relación a cada uno de los partidos que la integran.
La oposición. Para comenzar no resulta posible hablar de "la oposición" como un todo único e indivisible. Por el contrario, en Uruguay la oposición está formada por varios partidos con el peso fundamental de blancos y colorados con algunos puntos en común, pero cada uno tiene sus intereses propios y legítimos. Y en el caso de las colectividades fundacionales, con internas complejas, lo que en definitiva no resulta nada nuevo, sino que responde a la dinámica histórica de los partidos.
Teniendo en cuenta esa perspectiva, la oposición atraviesa en este 2017 un período de transición y reacomodamientos.
Este escenario, en el que asoman algunos cambios, tiene ya dos novedades concretas, cuya incidencia e importancia se verá con el desarrollo de los acontecimientos: la tan comentada pérdida del diputado 50 por parte del Frente Amplio, ante la rebeldía de Gonzalo Mujica; y el surgimiento del Partido de la Gente de Edgardo Novick.
La deserción de Mujica abre a la oposición una oportunidad, como ha remarcado en las últimas semanas el senador blanco Luis Lacalle Pou. Esa oportunidad, tiene que ver con la posibilidad de impulsar determinados proyectos en la Cámara Baja, aunque con el muy probable destino de ser bloqueados en el Senado. Y, por sobre todas las cosas, abre a la oposición la oportunidad concreta de dejar sin votos a determinadas iniciativas del gobierno y obligarlo a negociar de un modo como no ocurrió hasta ahora. Es lo que asoma ya con la Rendición de Cuentas, respecto a la cual el oficialismo está priorizando la búsqueda de votos individuales, por sobre las negociaciones partidarias.
Cualquiera de las alternativas que se aparecen a la oposición, sin embargo, implican un camino que no es sencillo, que es el encuentro de puntos de vista en común en un arco político e ideológico amplio.
Los blancos
El Partido Nacional asume al parecer sin problemas, el desafío de haberse consolidado como segunda fuerza y asomar con más pretensiones que antes, como el retador del Frente Amplio. Los blancos, sin embargo, afrontan ciertos ajustes, en un tiempo en el que la figura de Lacalle Pou y su sector aparecen fuertes y se plantean incógnitas respecto a Jorge Larrañaga y Alianza Nacional. La existencia de dos sectores potentes y la consiguiente competencia interna, ha sido en las últimas elecciones, un factor muy importante para la dinamización del Partido Nacional. Por lo tanto, lo que ocurra con Larrañaga y su grupo no es para nada menor.
Los colorados
Los colorados, en tanto, asumen un desafío crucial para su propia supervivencia, porque necesitan crecer para proyectar hacia el futuro a un partido que ha sido fundamental en la historia del país. Para ello Pedro Bordaberry debe fortalecer su grupo y abrir lo más posible el juego para que crezcan alternativas en el batllismo. Tanto el líder de Vamos Uruguay como dirigentes ligados a Sanguinetti y al fallecido expresidente Jorge Batlle, vienen dando muestras de querer emprender ese camino. No aparecen, de todos modos, grandes figuras de relevo.
En ese marco, los movimientos del diputado Amado, que algunos interpretan como una especie de coqueteo con el Frente Amplio, parecen destinados a consolidar un ala izquierda entre los colorados, buscando el voto disconforme de batllistas que pudieron haber votado al actual Gobierno.
Mientras tanto, y tal como reconoció el propio Bordaberry hace poco tiempo en La Mañana de El Espectador, Novick, por ahora, está pescando en las mismas aguas que los colorados. Es decir que, con su discurso, compite por los mismos votos lo que, de mantenerse, no permitiría agregar voluntades a la oposición. Dicho de otra manera, la oposición solo puede crecer hacia el centro y la centroizquierda, y el discurso de Novick, hasta el momento, no está dirigido a esos votantes. Gestos como su concurrencia a la asunción de Trump, no agregan capital político electoral en este Uruguay. En suma, desechada la alternativa de la Concertación a nivel nacional, Novick pasó a ser un competidor dentro de la oposición y en particular con los colorados. Cualquier otra posibilidad, implica el ajuste de un discurso por ahora monolítico, aunque puede recibir el beneplácito de algún sector de votantes poco ideologizados, de baja dependencia partidaria y sensibles a algunos de sus gestos.
Finalmente, en este mar un poco confuso, el Partido Independiente y la Unidad Popular parecen tener espacio para buscar un moderado crecimiento, captando disconformes de centroizquierda y de la izquierda radical. Y además saben que, en este período, sus bancas cotizan en alza y pueden resultar decisivas para el oficialismo.