Travesía en el Río Cuareim casi termina en tragedia
Bruna de Oliveira de 24 años y estudiante de arquitectura, narró su experiencia como partícipe de la actividad de canotaje que se realizó este domingo en el departamento de Artigas, sobre el Río Cuareim, en la que desaparecieron dos personas que finalmente fueron encontradas con vida.
Escuche la entrevista de La Mañana:
La travesía comenzó el domingo a las seis de la mañana cuando todos, las 22 personas, se encontraron en el punto de partida, Artigas. Un ómnibus que llegó puntual los llevó hasta el arroyo La Invernada. Ese era el momento más deseado, desde allí salieron llenos de ilusión con sus canoas y equipajes hasta donde desemboca el Río Cuareim. "Ahí fuimos río abajo", contó Bruna de Oliveira a La Mañana de El Espectador.
Sin embargo algo rompió con lo planeado y comenzó allí una seguidilla de hechos fortuitos que los llevó a vivir la gran travesía de sus vidas. "En teoría, sabíamos que iba a llover pero no sabíamos que se venía tan fuerte", dijo.
Oliveira explicó que los grupos eran varios y que por cada canoa iban dos personas, hasta al mediodía cuando una de ellas se rompió y sus respectivos integrantes se dividieron en otras dos cada uno. "Entonces en mi canoa y en otra más éramos tres", señaló.
Se fue la luz y con ella la tranquilidad
"El problema principal fue que nos agarró la noche en pleno río, esa no era la idea pero pasó porque se rompieron algunas canoas, estaba fuerte el río", explicaba la joven.
"Cuando nos agarró la noche tuvimos que frenar en una orilla que encontramos porque había una curva en el río y no sabíamos qué podía pasar después de eso, no teníamos visibilidad con la lluvia torrencial, éramos seis con dos canoas", describía.
"Frenamos y quisimos tratar de ir por el monte hacia arriba para ver si podíamos encontrar el campamento", explicó la rescatada. "Nos separamos, cuatro nos fuimos por el monte y dos se quedaron armando un fuego por el frío y por la lluvia", agregó.
El sentimiento de fracaso abrazaba al grupo cuando los planes no resultaban: "Intentamos ir por el monte, no tuvimos éxito, teníamos solamente una linterna. Tuvimos que dar vuelta y quedar ahí esperando que parara la lluvia, era nuestro objetivo".
"Había luna llena, si paraba de llover se podía ver bien pero había mucha tormenta y estaba totalmente negro, no podíamos ver, nos habíamos caído de las canoas varias veces. Estábamos totalmente mojados", precisaba Oliveira.
Aislados
"No sabíamos dónde estábamos, yo no tengo mucha experiencia en ir pero de los que fueron con nosotros, habían varios que fueron estos 16 años pero el río cambia, es imposible saber exactamente dónde estás", dijo.
"En principio no nos dábamos cuenta de la dimensión de esto y de lo que podía llegar a ser. Cuando vimos que la lluvia no paraba, el río empezó a subir y estábamos medios instalados. El río estaba a tres metros de nosotros y antes a 15 o más", describía.
"Rápidamente tuvimos que agarrar las cosas, abandonar las canoas e ir por el monte con una linterna. Los celulares que había se inundaron, ya no teníamos cómo comunicarnos. Menos mal que teníamos unas galletitas para poder por lo menos comer algo", aseguró la joven.
"Salimos monte arriba y así empezó de a poquito a subir el agua. Estaba muy complicado porque no había un pasaje claro, había mucho árbol y uña de gato, estaba imposible ir tranquilos. Con la mayor paciencia del mundo fuimos subiendo", añadió.
"Nuestro objetivo era llegar al árbol más alto del monte, creyendo que del otro lado, había tierra firme. Cuando llegamos cerca del árbol ya el agua nos llegaba a la cintura, había muy poca visibilidad, estábamos a los gritos porque creíamos que había tierra del otro lado", señaló Oliveira.
"No entrábamos seis en el mismo árbol"
"Escuchamos un grito, empezamos a comunicarnos a través de gritos. Con la linterna que teníamos le alumbrábamos nuestro árbol para que sepa dónde estábamos", explicó la joven y agregó: "Nosotros creyendo que él estaba en tierra firme y resultó que estaban en el río, con una canoa sin remo, eran tres personas".
"El agua que nos llegaba por la cintura, después no dábamos pie agarrados del árbol. Cuando llegaron ellos, no entrábamos seis en el mismo árbol. Entonces se subieron cuatro al árbol y a la canora me subieron a mí y a mí padre", contó.
La joven explicó que desde las cuatro a las seis de la mañana esperaron que aclarara el día para poder "mandarse a algún lado". "Esperar ahí no era posibilidad, el agua iba a seguir subiendo y ya no había más lugar en el árbol", remarcó.
Momentos de tensión
"Ahí sí entramos en momento difícil, en pánico no entramos porque es necesario, en esos momentos estar paciente y tranquilos, pero lógicamente no veíamos a nadie, nadie nos escuchaba y estábamos contra corriente", dijo.
Por otra parte, Oliveira explicó que a las seis de la mañana, adentro del agua estaban con mucho frío. "Era insoportable aguantar el frío que hacía abajo del agua (…) los tres que estaban arriba de la canoa me fueron llevando a mí lentamente, agarrándose de las ramas y remando a mano hasta una orilla del cerro que estaba cerca", describió.
"Ahí estaba la familia que nos socorrió, nos dio unos remos y así se pudieron ir a buscar de a uno a los demás. Nosotros éramos seis y así fue como nos rescataron a nosotros", expresó Oliveira y aseguró que volvería a realizar esta travesía con la condición de que no llueva.