Nada es como parece
Faltan dos años para las elecciones. Los partidos políticos se posicionan. Todos saben que algo está cambiando, pero fingen desconocerlo. El número de personas que según las encuestas aseguran que votarán anulado o en blanco ronda el 10% y los que están indecisos anda por el 20%. Es decir que uno de cada tres uruguayos tiene o una visión crítica o sencillamente desinterés.
Es obvio que a medida que el proceso electoral avance esos números irán a la baja. Pero aún así son muy altos. Hay quienes dicen que los anulados y blancos ya son el "tercer sector"; por sobre el Partido Colorado. Aunque no es fácil precisar su posicionamiento porque seguro tienen muchas razones diferentes.
En un país politizado como el nuestro, donde hasta se discute al DT de la selección por sus posiciones políticas, llama poderosamente la atención el crecimiento de los "desencantados" y de los "desinteresados".
En la primera franja se ubican sobre todo frenteamplistas y en la segunda, jóvenes. Esto propone pensar seriamente en la calidad de la educación democrática de nuestro país. Porque los partidos políticos son parte indisoluble del sistema y si aquellos que en pocos años van tener sobre sus hombros las responsabilidades de conducción se muestran desinteresados, el futuro se presenta propicio para oportunistas de toda laya. Situación que empieza a ser frecuente en otros países.
Algunos años atrás la pertenencia política así como el debate era parte de la vida familiar, que luego tenía su correlato en las discusiones de boliche con amigos y conocidos. Siempre interesantes y esclarecedoras. Así crecieron la mayoría de los actuales gobernantes y la gente de mi generación. Pero con familias disgregadas y boliches inexistentes, el debate se trasladó a las redes sociales donde adquiere otro tono, cuasi religioso. Ese estilo revela que muchos prefieren creer antes que saber y que hay un mayoritario desconocimiento sobre leyes, normas, estructura del Estado y sobre cómo funcionan los partidos políticos.
Todos los días dirigentes políticos construyen y descontruyen la realidad. Veamos algunos ejemplos recientes.
Gobernantes y dirigentes del Frente Amplio, que no son lo mismo pero deberían alinearse, encuentran motivos periódicos para revelar sus diferentes posiciones. Los dos casos más notorios han sido Venezuela y el déficit fiscal.
La situación del país caribeño pone a prueba, también, las concepciones democráticas de partidos y ciudadanos. Todo se dirime en apoyos o rechazos al oficialismo sin alternativas. Mientras todos los días muere gente a balazos y ese parece ser el futuro inmediato. Nicolás Maduro no representa nada de lo que la izquierda uruguaya ha defendido en su historia, pero esta quedó atrapada en la lógica de los negocios.
El que Danilo Astori y José Mujica se adjudiquen responsabilidad en el déficit fiscal generado por algunas empresas públicas, sólo revela que ese déficit tantas veces negado es real. Si se generó por errores o por dolo es algo que determinará la justicia. Pero cualquiera de las dos eventualidades tendrá costo político.
Las fuerzas de oposición no viven menos incertidumbre.
El Partido Nacional cree estar en un gran momento, más por mérito del FA que propio. Pero todos saben que no están capitalizando el descontento con la gestión de gobierno. Si le hacemos caso a las encuestas, todas muestran que los blancos están en el techo del 30% punto más, punto menos. Y que si quisieran ganar las elecciones solo lo podrán hacer en segunda vuelta y con apoyo externo.
Y los colorados lo saben, Sanguinetti acaba de decirlo: "Los blancos solos no le ganan al Frente Amplio". Pero ese apoyo dependerá de cómo se posicionen las fuerzas nacionalistas. Una cosa es Luis Lacalle Pou, otra Jorge Larrañaga, otra Verónica Alonso y otra muy diferente si surgiera un candidato entre los intendentes.
Los colorados no la tienen fácil. Nada indica un crecimiento de esa fuerza política notoriamente afectada por la renuncia de su líder; por el caso Cambio Nelson y por la posterior renuncia de su Secretario General. Todo parece indicar que de las acciones judiciales sobre Sanabria, no surgirán buenas nuevas. Y que en su momento actual, el Partido Colorado pierde todos los días.
Parece claro que Vamos Uruguay apoyaría al Partido Nacional en un ballotage. Pero ¿lo harán todos los batllistas?
No veo ni al Partido Independiente, ni a la Unidad Popular, ni al Peri, apoyando a los blancos en segunda vuelta.
Y si estoy convencido que a la hora del voto útil, Novick no superará al Partido Independiente.
Esos votos pueden ser la diferencia.
Sobre este estado de situación, por ahora parece muy difícil que la oposición desplace al Frente Amplio del gobierno. Lo máximo a que podría aspirar es a impedirle la mayoría parlamentaria.
Creo que puede ser la última vez. Y si alguien quiere saber lo que ocurre con el Frente Amplio cuando no está en el gobierno, le recomiendo preste mucha atención a lo que pasa en Maldonado.
Me parece que lo que veremos será el surgimiento de nuevos partidos políticos. Por ejemplo: ambientalistas y no descarto a evangelistas que ya tienen representación parlamentaria
Y veo el peligro de la despolitización y el surgimiento de mesías extrapartidarios
Dice Jair Krische sobre la situación política en la región: Habíamos llegado a un punto importantísimo, pero lo grave es que nuestros partidos de izquierda, de centro izquierda, tienen que repensarse y hacer mea culpa, ideológicamente tienen que rever cosas, porque estos gobiernos cometieron el gran error de aceptar el juego del neoliberalismo y esta es la cuestión de fondo de la tragedia. Yo no veo en los partidos progresistas de la región una voluntad de repensarse y adaptarse a los nuevos tiempos, porque la vida no es estática, es dinámica, y la vida política mucho más, y se ve que están como congelados, asustados. Te diría que no son necesarios 40 años, pero se tiene que hacer una revolución dentro de los partidos de izquierda y tener en cuenta que es fundamental tener una propuesta, un proyecto de país".
Sin desconocer la historia, parece ser que estamos asistiendo al final de una estructura política que ha dominado el escenario pos-dictadura. Cuánto va demorar ese final es algo que será definido por la biología.
El problema es que todos los partidos cometieron el error de fortalecer caudillos en desmedro de sus estructuras y cada caudillo representa líneas ideológicas diferentes y la gran mayoría son gente grande, por decirlo amablemente.
Los partidos políticos son representación de ideologías y sectores sociales. Juntar a la biblia y el calefón sirve para ganar elecciones pero no para gobernar. Y esto lo saben todos.
Los ciudadanos tienen hoy otras exigencias y ya no bastan las promesas. Los partidos deberían comprender que no alcanza con la crítica; que todos tienen una historia de la que arrepentirse y que la gente se empieza a cansar de las pequeñas luchas electorales que buscan posicionamientos personales.
Hay cambios que se imponen. Y el primero es empezar a ver a la política como la forma de mejorar la vida de la gente y no la propia. Hay que convencer a los jóvenes que es digno dedicar su tiempo a la sociedad. Pero para eso hay que barrer a los corruptos que han hecho que la gente se aleje.
Si no queremos regresar al pasado, hay que educar para la democracia. Se impone fortalecer a los partidos políticos; desarrollar ideas; alejar a los oportunistas que sólo buscan su beneficio personal y transparentar toda acción de gobierno.
No es tan difícil, solo se necesita convicción y voluntad. Y recordar que el futuro no nos pertenece.