Carlos Julio Pereyra: "Juan María Bordaberry confesó que no creía en la democracia"
Se conmemoran cuarenta y cuatro años del golpe de Estado y de la huelga general del movimiento sindical que duró quince días contra la dictadura cívico- militar que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985.
El ex senador nacionalista Carlos Julio Pereyra –compañero de fórmula de Wilson Ferreira Aldunate en 1971-, y el hijo de Wilson Ferreira Aldunate, Juan Raúl Ferreira, contaron a La Mañana de El Espectador cómo vivieron aquella noche la previa a la dictadura.
Pereyra, dijo que en la última sesión del Senado, donde todos los partidos expresaron su rechazo al golpe, ya venían venir la dictadura, porque "había una situación de desacato del presidente de la República (Jun María Bordaberry), y además él mismo confesó que no creía en la democracia".
Sobre los tupamaros el ex senador expresó que "el país vivía un clima de miedo en virtud de la actuación de los tupamaros que ejercieron una política terrorista con el propósito de llegar al gobierno". Además, aseguró que no fue este movimiento el que se opuso a la dictadura porque "la dictadura estalla en 1973 y hacía más de un año que esta organización estaba disuelta y sus dirigentes presos".
Pereyra contó que "cuando se restablece la democracia, encuentro violentada la cerradura del escritorio en mi despacho, por lo tanto no me cuesta creer que después de establecida la democracia siguieron habiendo episodios lamentables, que violaban el principio de la libertad", expresó Pereyra.
Por su lado, Ferreira reconstruyó la noche después de la última sesión del Senado junto a su padre, y contó la travesía que enfrentaron rumbo a Buenos Aires para exiliarse. Aseguró que en esa época se pensaba que "iba a ser un golpe de Estado, sin formato de golpe de Estado. Se pensaba que iba a estallar de ahí a una semana".
Por su parte el ex dirigente de la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay (AEBU) Carlos Bouzas, contó cómo se organizó la huelga general del movimiento sindical, y aseguró que la represión en la huelga fue muy dura.
"A cambio de levantar la huelga para normalizar el país el gobierno ofreció un aumento salarial y la instalación de negociaciones salariales en la actividad pública. El secretariado de la CNT le respondió que un aumento de salarios venía muy bien, pero que previo a eso era necesario que haya libertades públicas, que haya libertad de prensa, que haya Parlamento y que funcionen las instituciones. Nos tiraban un caramelo para que dejáramos de luchar", expresó Bouzas. Por este motivo se rechazó la propuesta.