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Daños colaterales

Daños colaterales

Una colega me contaba anoche acerca de un interesante encuentro con un periodista centroamericano quien relató las penurias y complicaciones que sufren en el ejercicio de su trabajo.

Explicó que "no tienen fuentes oficiales, nadie les habla y no les importa", porque, con razón, sostuvo que "lo oficial es generalmente mentira".

Las generalizaciones nunca son correctas, o sea, en Uruguay no siempre las fuentes oficiales mienten. Dan su versión, que es diferente, pero pobre de aquél que crea que es la única verdadera.

Sin embargo en los últimos tiempos algunos se han empeñado en convencernos de lo contrario.

Si fuera por las fuentes oficiales Raúl Sendic tenía título. Lo vio Lucia Topolansky y un Plenario del Frente Amplio aseguró por amplia mayoría que la denuncia "era una maniobra de prensa".

Si fuera  por las fuentes oficiales, Ancap no perdió 900 millones de dólares sino que invirtió, como lo sostuvo toda la Bancada de Senadores del FA. Claro que eso no explica ninguno de los aspectos de la espantosa gestión administrativa. Y veremos si la Justicia no determina otra cosa.

Si fuera por las fuentes oficiales, Sendic solo habría gastado poco más de 40.000 pesos en tres años con su tarjeta corporativa. Claro, después supimos que en realidad  eran aproximadamente unos 70.000 dólares lo que gastó en ese tiempo y en cosas no siempre acorde a su tarea.

Lo peor de todo es que fue solo este asunto el que lo llevó al Tribunal de Conducta Política.

En los últimos años se ha gestado una corriente de pensamiento que pone inmediatamente como enemigo, mentiroso, reaccionario, a todo aquél que no coincida con la versión oficial de los hechos.

Y ahora se ven en un lío mayúsculo. Porque será su propia fuerza política la que desmentirá a todos los que dijeron que "lo de las tarjetas corporativas" era una operación de prensa o una acción del imperialismo con base en Atlanta.

Todo muy infantil. Porque el único responsable de su suerte es el propio Raúl Sendic, un mentiroso consuetudinario. Hay muchos mentirosos en la vida cotidiana, pero el problema es que este señor es, nada más y nada menos, que el Vicepresidente de la República.

La política se sustenta también en la credibilidad. ¿Por qué votaríamos a un señor o señora que no conocemos?  Sendic dinamitó este presupuesto básico de la democracia.
Ahora parece que hay otros dispuestos a dinamitar la existencia de una fuerza política que no todos contribuyeron a  crear y consolidar, y algunos hasta se opusieron a ella no muchos años atrás.

Hace pocas horas un pequeño grupo frenteamplista, Banderas de Liber, que ni siquiera integra la orgánica se aventuró a decir lo que decenas de miles piensan.

"Es evidente que hoy los escrúpulos de la ética son una preocupación menor para algunos frenteamplistas. Se la subordina al compañerismo o los intereses personales. La conducta honorable se trata de ser y de parecer, para ganar cada día la confianza de los orientales honestos dando muestras de que no estamos en el gobierno por ventajas personales. Puede ser una tendencia pequeña numéricamente, pero si el silencio y la falta de debate lo ampara, afectan a toda la izquierda", afirman.

Y fueron más enfáticos: "Repudiamos la idea de admitir la política como modo de ganarse la vida o de obtener recursos, cargos o lugares de poder o figuración, para sostener sus organizaciones, que así se transforman en fines, en lugar de medios".

Reconozcamos que hoy está de moda hablar de ética. Sin embargo no siempre se ha sido consecuente, sobre todo entiendo la ética también como una forma del ejercicio político sobre la base de principios y no de conveniencias personales o sectoriales.

Los que no lo saben deberían aprenderlo: la política es el arte de la negociación y por lo tanto nadie puede aspirar a imponerle a otros algo de lo que estos no estén convencidos o tengan otra opinión.

Pero no fue ético desarrollar toda una vida política en la que hubo miles de presos, desaparecidos, muertos y torturados y luego una vez alcanzado el gobierno resolver esto con una pensión reparatoria, un puñadito de milicos viejos presos en excelentes condiciones y unas chapas recordatorias.

No fue ético llegar al gobierno y sostener como discurso oficial que lo que antes se había criticado ferozmente, "no era tan equivocado".

No fue ético defender hasta las últimas instancias a delincuentes como Juan Carlos Bengoa.

No fue ético llevar a la práctica el "como te digo una cosa te digo la otra", el burlarse de todos los que no coincidían, el no respetar la Constitución y el mantener el estado de impunidad.  Tampoco lo fue el armar negocios desde el gobierno para un grupo de compañeros "que de algo tenían que vivir".

No me olvido de otro montón de circunstancias, apenas cito estas a modo de ejemplo.
¿Esto significa que todo lo hecho estuvo mal? Para nada, hay aciertos enormes que han contribuido a mejorar la vida de la gente.

¿Esto significa que los dirigentes de la oposición orinan agua bendita? Para nada, si acaso muchos sobreviven porque la izquierda se equivocó en no llevar a la Justicia todas las denuncias que realizó cuando era oposición.

Hoy la sociedad se encuentra en un parteaguas y es hasta sorprendente como se llega a este momento. No va a ser fácil explicar en la historia como la izquierda uruguaya ha sido tan dañina consigo mismo.