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Los alumnos de Maquiavelo

Los alumnos de Maquiavelo

Cinco siglos atrás el político y filósofo florentino Nicolás Maquiavelo publicaba la que sería su obra más conocida: El Príncipe, inspirado en César Borgia un noble de la época que según cuentan, carecía de todo tipo de escrúpulos.

El Príncipe trata sobre el poder, sobre como conquistarlo y como mantenerlo. Fue escrito en una época donde predominaban las intrigas palaciegas y la democracia era parte de la historia griega, nada más.

Entonces como el poder era cuestión de nobles y el pueblo no participaba, hacerse de él era un asunto de fuerza. Logrado mediante la posesión de tierra, oro, derecho divino y crímenes.

250 años después la Revolución Francesa liquidó el régimen feudal y el absolutismo monárquico y dio inicio a lo que hoy llamamos democracia.

Pero, tener el gobierno no es lo mismo que tener el poder. Y mucho más en estos tiempos de globalización y mundo unipolar. Así y todo es muy interesante volver sobre Maquiavelo para intentar entender algunos asuntos políticos contemporáneos.

Nadie hubiera apostado hace tres años que aquel tipo anodino, portador de apellido, que parecía haber hecho una gestión significativa en Ancap y aparecía como jugador de mediocampo entre Vázquez y Mujica, hoy estaría arrastrando a su fuerza política hacia un despeñadero.

Aunque en honor a la verdad, hay que reconocer que ya emitía algunas señales. Por ejemplo uno de los más destacados intendentes del Frente Amplio, que tuvo que negociar con él, me señaló que "Raúl era un tipo muy soberbio". Sobre su concepto del accionar político, el uso que hizo de Ancap para su propia campaña electoral debió ser otra señal que muy pocos percibieron. Tanto como el formidable gasto en una fiesta para agasajar a una presidenta argentina que vino a afirmar falsamente que su país "había financiado la planta Desulfurizadora".

Por eso tampoco extrañó que se usaran recursos de Ancap para poner en funcionamiento la Fundación 2030, que sería el "think tank" desde donde se proyectaría para ser candidato presidencial en el 2019.

Pero todo duró lo que un lirio: la Fundación, su prestigio como gestor; sus títulos y hasta sus votos. De ser el político con mayor proyección en el 2014 pasó a ser el de mayor imagen negativa en el 2017. Alguien que llegara de afuera sin conocer antecedentes podría pensar en diferentes tipos de maniobras de la oposición para lograr tal desprestigio. Pues se equivocarían, todo es su obra.

Conocido el uso que dio a su tarjeta corporativa, el propio Sendic decidió someterse al Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio (TCP). Este organismo que se ha integrado siempre con figuras prestigiosas, se expidió con urgencia consciente de la situación institucional que se vive.

Aunque no se conoce el contenido del dictamen, desde fines de julio se sabe que no le fue favorable. Desde entonces se ingresó en otra etapa a la interna de esa fuerza política, que aparece claramente dividida sobre cómo resolver el asunto.

El viernes 25 era el Día del Comité de Base y el Vicepresidente de la República decidió recorrerlos para defenderse. Por allí anunció que "no piensa renunciar a su cargo"; señaló que "los compañeros del TCP también pueden equivocarse", defendió su gestión en Ancap y reconoció que pudo cometer errores pero "no metió la mano en la lata".

Mientras en la interna del FA surgen severos cuestionamientos, su propio sector la 711, más el MPP y el PCU se alinean en su defensa. La decisión tomada ayer por la Mesa Política así lo revela. A favor de que el fallo se conociera antes del Plenario Nacional fijado para el sábado 9 de setiembre, votaron el Partido Socialista, Asamblea Uruguay, el Nuevo Espacio, Casa Grande, la Vertiente Artiguista, la Liga Federal, dos representantes de las bases de Montevideo. Los representantes de las bases del interior se abstuvieron.

A favor de que se conociera el mismo día del Plenario votaron MPP, PCU, 711, 4 representantes de las bases de Montevideo y todos los representantes de Canelones. Triunfó la postura de distribuirlo el 9 de setiembre por 15 a 14, pero como la Mesa Política necesitaba  2/3 para resolver, fue negativa y se aplicó una resolución del 2014 para que se conozca antes del Plenario y fue cuando se aceptó la propuesta de Javier Miranda para que el próximo lunes se distribuya en la interna. Este mismo lunes los senadores Rafael Michelini y Leonardo De León intercambiaron duras acusaciones revelando el estado de situación.

Desde que recuperamos la democracia, los partidos políticos uruguayos han vivido crisis que parecían terminales. Vale recordar el enfrentamiento entre Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle durante 1989 expresada en aquella frase "me cortó el brazo". Luego vivimos el enfrentamiento Juan Andrés Ramírez y Luis Alberto Lacalle en 1995 definida como el tiempo de "la embestida baguala". El Frente Amplio tuvo su primera crisis importante en 1994 cuando se retiró Hugo Batalla, que pareció terminal pero terminó fortaleciéndolo.

Si bien hoy el escenario es diferente, las polaridades son cada vez más visibles. Sin embargo no me inscribo entre quienes consideran este momento como de "crisis terminal". Es muy obvio que, resuelva lo que resuelva el Plenario del 9, la izquierda frenteamplista saldrá dañada. Pero a dos años de las elecciones nacionales, serán otros factores los que pesarán en la decisión ciudadana. Salvo que alguna figura importante sea procesada por Ancap o por los negocios con Venezuela.

Pero lo que quedó dañado para siempre es el concepto de ética política que la izquierda siempre defendió y que le valieron multitudinarias adhesiones.

En el capítulo XV de El Príncipe, Nicolás Maquiavelo define las virtudes que debería poseer quienes pretendan acceder al poder. Según él, esos hombres deberían guiarse por la realidad y no por utopías irrealizables, "atenerse a lo que es y no a lo que debe ser".

Agrega que es necesario aprender a "no ser bueno", porque para conservar el poder lo que se valora, o lo que es exitoso, no es seguir la moral sino hacer lo que se tenga que hacer para conservarlo. Dice Maquiavelo: "Hay que reconocer que de todas las cualidades morales positivas (liberalidad, generosidad, compasión, fidelidad, rectitud, honestidad) aunque sería deseable tenerlas, no se las puede tener ni en su totalidad ni en su plenitud". Entonces "hay que evitar todos los vicios que puedan hacer perder el poder,  pero hay que tener los vicios que sean necesarios y sirvan para conservar el poder".

Los ejemplos contemporáneos sobran. "Como te digo una cosa te digo la otra" o lo "político sobre lo jurídico" en Uruguay; matar estudiantes en la calle y liquidar libertades para defender una revolución, como en Venezuela; o aceptar sobornos para sostener una estructura presuntamente transformadora como en Brasil.

Tal vez no todos leyeron a Maquiavelo, pero encarnan su pensamiento como dilectos alumnos.