"Estamos todos esperando qué pasa con la confidencialidad", dijo Pereira, quien agregó que esto "es parte de la situación de un país pequeño negociando con una empresa que tiene una potencia considerable".

"A mí no me entusiasma demasiado como perspectiva de desarrollo económico, ni como realidad de capacidad de negociación de mi país, pero Uruguay no parece capaz de captar inversiones grandes en otros rubros", añadió el tertuliano.

"Me parece que con la experiencia que tenemos con la planta, indica que esto tiene una serie de ventajas para el país, pero no es ni una generación importante de empleo de calidad, ni es un desarrollo de tipo industrial", enfatizó.

Por su parte, Andreoli opinó que es bueno que el país tenga inversiones extranjeras, "abrirse al mundo y capitales internacionales, tecnología y puestos de trabajo", pero es "inconveniente" que la sociedad y los representantes de distintos partidos políticos no participen en la firma del acuerdo. "¿A qué precio se da esta inversión? Hoy no lo sé", se preguntó la tertuliana.

"La confidencialidad entre una empresa privada y el gobierno de turno no está por encima de la necesidad de transparencia ante la sociedad en su conjunto. Confidencialidad para pactar y hacer acuerdos sí, pero no para firmar. La firma debe ser refrendada por la sociedad".

Pascale cuestionó la confidencialidad y dijo que "el Estado compromete recursos de gobiernos futuros". También se preguntó qué va a recibir el país y la zona donde se instalará la planta "en serio".

"En un momento en que el país está crispado, dividido, esta hubiera sido una excelente oportunidad, que el presidente deja pasar, para abrirse, conversar, dialogar y buscar puentes. Lamentablemente la dejó pasar", finalizó el tertuliano.