La defensora de oficio Esther Scaramelli evitó un procesamiento injusto por homicidio. El acusado quedó libre y eso terminó en su muerte. Los familiares del joven asesinado lo buscaron y acribillaron.

Injusticia por mano propia

La defensora de oficio Esther Scaramelli evitó un procesamiento injusto por homicidio. El acusado quedó libre y eso terminó en su muerte. Los familiares del joven asesinado lo buscaron y acribillaron. Scaramelli dijo que la venganza por mano propia no es común en Uruguay. Para ella, el aumento de la violencia se relaciona con el consumo de pasta base, presente en este caso, que en la justicia marca un "antes y un después".

(Emitido a las 9.10)

EMILIANO COTELO:
La doctora Esther Scaramelli es defensora de oficio en lo penal. Y en estos días siente una frustración muy grande porque a fines de enero creyó que había cumplido cabalmente con su tarea cuando logró que no fuera procesado un joven a quien acusaban de un asesinato que él juraba no haber cometido. Pero los familiares de la víctima aprovecharon que ese sospechoso quedó libre para hacer lo que en la televisión habían anunciado que harían: lo persiguieron y lo mataron.

¿Hubiera sido mejor permitir que lo procesaran? ¿Cómo es que un fallo judicial absolutorio puede terminar convirtiéndose en una condena a muerte? ¿Qué fallas del sistema judicial uruguayo deja entrever este caso? Vamos a conversarlo con la doctora Esther Scaramelli.

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Doctora Scaramelli, usted es defensora de oficio desde 1980 y además delegada de Uruguay ante la Asociación Interamericana de Defensores Públicos.

ESTHER SCARAMELLI:
Sí, se creó el año pasado en Rio de Janeiro y es un gran paso, con las democracias de América Latina el rol de defensor se ha elevado a una categoría importante en defensa de los Derechos Humanos, de los derechos de los presos, de los marginados. Con esto tenemos un vínculo, una manera de entre todos los defensores intercambiar ideas, porque no todos trabajamos de la misma forma ni dependemos de los mismos organismos. Vamos a tener una fuerza mayor de la que tenemos actualmente.

EC - Empecemos recordando para la audiencia qué es un defensor de oficio en Uruguay.

ES - Un defensor de oficio en Uruguay es una Cenicienta. El rol es oculto para el común de la gente, que tiende a confundirnos con el fiscal, con el juez, que son las caras visibles. Nosotros somos la cara que no quieren ver, no nos quiere ver el patrocinado después de que es liberado, se produce un fenómeno psicológico –lo tengo estudiado–, no viene nunca más a vernos. Yo he sacado fallos absolutorios sin que ellos se enteraran porque no tengo dónde notificarlos porque desaparecen.

EC - ¿Quién más no los quiere ver a ustedes?

ES - La sociedad. Molestamos porque defendemos a personas que a juicio del común de la gente no son defendibles. Me llama mucho la atención porque en mi entorno, mis amigos, mis conocidos, mi familia, me preguntan: ¿cómo podés defender eso? Y es tan distinto del otro lado y todo lo que uno puede hacer... Pero en ese sentido el rol del defensor está mal, está como el jamón del sándwich entre el fiscal y el juez.

EC - Claro, pero además de esa lectura negativa que usted mencionaba, hay otra. Para decirlo en términos sencillos: el defensor de oficio es el abogado defensor que el Estado le pone a un acusado que no tiene cómo pagarse un abogado propio.

ES - Por supuesto. Creo que es el único país en que se llama "de oficio". Nosotros en realidad somos defensores públicos, esta asociación que se creó ahora es de defensores públicos.

EC - Entonces por un lado está la crítica o el recelo de quienes entienden un contrasentido que la sociedad pague para que se salve de la cárcel a gente que probablemente sea delincuente y está la otra visión crítica: el defensor de oficio, en la medida en que es un funcionario público, no llega a jugarse a fondo en la defensa, como sí lo hace un abogado contratado y pagado por el acusado. También se piensa eso.

ES - Quizá eso lo piense el defendido cuando no nos conoce, pero dentro del Poder Judicial los jueces y los fiscales nos valoran grandemente; nos apoyan, nos escuchan, trabajamos en conjunto dentro del Centro de Instrucción Criminal.

EC - ¿Qué porcentaje de los casos llegan a manejar los defensores de oficio?

ES - Me animaría a adelantarle que en la etapa final, no en la inicial, tenemos un 99 por ciento. Al principio un 90 y al final un 99 por ciento.

EC - ¿Por qué?

ES - Porque cuando el indagado, el acusado o el procesado obtiene su libertad, desparece el defensor –salvo raras excepciones, por supuesto, de otro tipo de delitos– y no le paga. O cuando hay que hacer la acusación fiscal, que es el pedido de pena, cuando trabajamos muy fuerte para obtener la absolución, ahí prácticamente desaparece el defensor particular. Los jueces siempre nos dicen: "Si caemos por alguna cosa queremos que nos defiendan ustedes". Pero es dentro del Poder Judicial, afuera viene la persona a plantearle a la Defensoría: "Vengo a verla porque no puedo pagar un abogado". Entonces yo le pregunto: "Vamos a empezar por el principio: ¿qué piensa usted que soy yo?". Empezamos a hablar, establecemos una relación de confianza con los familiares y entonces sí... Pero la primera impresión es: "No, no me va a defender bien porque no lo pagamos".

Lo nuestro es vocacional, esencialmente vocacional, somos 14 defensores penales en Montevideo.

EC - Muy pocos, ¿no?

ES - Muy pocos. Para la infraestructura que tienen la Fiscalía y el juzgado tuvimos que hacer grupos de trabajo: un titular con otro defensor que está de retén apoyando y dos procuradores que también nos apoyan en el turno. Si no es imposible estar en el juzgado de turno y a su vez disponible para todos los restantes, que también llaman porque siempre algo tienen. Ésa es la tarea diaria. Pero una vez que nos conocen se establece un vínculo muy fuerte y nuestra tarea, además de ser técnica, es una tarea social, psicológica.

La atención al público es dura porque la gente viene a plantearle los problemas personales, la relación con el hijo, no puede creer que su hijo haya podido caer en cualquier tipo de ilícito, sobre todo ahora con el tema de la pasta base.

***

EC - Vayamos al caso que motiva esta entrevista. El diálogo que se va a escuchar se difundió el 23 de enero en el noticiero Telesemana, de Canal 4. Es la voz del padre de un joven asesinado conversando con un periodista de ese canal.

(Audio.)

"Yo ya lo juré arriba del cadáver de él que será lo último que haga en mi vida –ya tengo 60 años– pero si no lo agarran ellos antes, yo lo voy a mover cielo y tierra. Cielo y tierra... Dejo trabajo, dejo todo, lo voy a buscar cielo y tierra. Si está escuchando alguno de ellos, que se enteren y que vean la sombra mía, nada más... Ya vas a ver"

(Fin.)

EC - "Si no lo agarran ellos antes, yo voy a mover cielo y tierra". Este hombre y sus hijos, uno mayor y otro menor de edad, asesinaron tres días después a Miguel Ángel Umpiérrez, quien creían que era el matador de su familiar Richard Moyano. Ahora los tres están procesados por homicidio. La justicia pudo verificar que Miguel Ángel Umpiérrez no había asesinado a Richard Moyano, pero lo cierto es que el hecho de que quedara libre, de que la defensora de oficio lograra...

ES - Yo sola no.

EC - ...despejar las acusaciones que había sobre él, terminó facilitando que este hombre fuese muerto, fuese asesinado por quienes querían tomarse venganza. ¿Cómo tomó usted contacto con este caso?

ES - Yo ingreso al turno el 24 de enero. Desconocía las declaraciones de este señor; de todos modos uno nunca puede imaginar semejante barbaridad.

EC - ¿Usted conocía a Umpiérrez, al acusado?

ES - Sí, lo conocía, casualmente. No es casual porque tenemos muchos, pero en el año 1998 había sido procesado por rapiña. En cuanto entró a la audiencia me dice: "Doctora, yo a usted la conozco, ¿se acuerda de mí? Soy Miguel Ángel Umpiérrez". "Sí, sí", le dije. Lo vi desesperado y uno capta inmediatamente que algo funciona mal.

EC - ¿Qué le dijo?

ES - Que no había sido él, que era inocente; lo que dicen todos, por otra parte, pero esto era con una desesperación que me animó a decirle a la doctora Merialdo –que tuvo una actuación estupenda, por eso no fue mía la defensa solamente, fue el hecho de que ella quisiera entrar en la verdad a fondo–, que me dijo: "Pero Esther, hay tres reconocimientos y está claro, parecería que está claro. Pero si a ti te deja más tranquila, yo los traigo a todos y hacemos un careo con los que lo acusan".

EC - ¿Quiénes señalaban a Umpiérrez como presunto culpable del primer asesinato?

ES - El hermano más chico, que es el menor de edad, que no fue procesado porque es menor de edad pero está a disposición de Menores, y una ex novia de él...

EC - O sea: el hermano y una ex novia del chico que había sido asesinado.

ES - No, de ese hermano menor. Y otra chica que estaba; porque fue a la salida de un baile y había mucha gente, venían todos en grupo. Nos costó muchísimo, trabajamos todo el día hasta las 7 de la tarde, porque ellos se manejan con apodos, es muy difícil establecer quién es fulano y mengano, a veces tienen el mismo apodo. El sindicado como el asesino es un tal "Chueco", no conocemos otro dato, sabemos que es un tal Chueco y nada más. Él decía: "Pero todo el mundo sabe que fue el Chueco que lo mató, ¿por qué me trajeron a mí?". Entonces con la doctora empezamos a traer de nuevo, empezamos a indagar. Uno a uno fueron cayendo los testimonios.

EC - ¿Quiénes eran los primeros testigos o quienes decían...?

ES - Los que lo reconocían como el autor eran estas tres personas.

EC - Discúlpeme porque me quedó algo confuso, ¿estas personas eran familiares del asesinado?

ES - Sí, uno era familiar del asesinado. Los dos primeros fueron fáciles porque una de las chicas dijo: "Yo lo vi de atrás, no sé si fue", el reconocimiento era dudoso. La segunda chica empezó a llorar y a decir que no, que ella no quería estar presa; entonces le decíamos: "¿Pero por qué vas a estar presea? –la doctora le hablaba muy bien–, ¿por qué pensás que vas a ir presa?" "Porque me dijeron que si yo no digo que es él voy a estar 14 años presa", decía.

EC - ¿Quién le había dicho?

ES - Suponemos que alguien se lo dijo, saque sus propias deducciones. Antes de llegar al juzgado declaran en la Policía.

EC - ¿Usted entiende que funcionarios policiales pudieron haberle hecho esa advertencia?

ES - No sé, ella decía eso. No podemos decirlo fehacientemente, pero alguien le había advertido, quizás no con mala voluntad, de repente un funcionario policial le dijo: "Usted no puede cometer un delito de encubrimiento, si no dice que es va procesada por encubrimiento". Ella estaba muy asustada, decía: "Yo no quiero ir presa, yo no quiero ir presa". Le explicamos que era ahí en el juzgado donde se dilucidaba el asunto y que ella no iba a ir presa, entonces dijo que no, que no estaba segura.

Cuando nos tocó el chico fue que terminó de caer el testimonio porque no hablaba, no decía nada, la doctora le habló muy bien, le dijo: "¿Tú te das cuenta de que podés meter a una persona inocente en la cárcel? Entendemos que tenés mucho dolor por la muerte de tu hermano, pero entendé también que tú no podés meter a una persona presa". El chico se puso a llorar. Ahí se hizo un silencio, lo dejamos que se desahogara, entonces la doctora le dijo: "Nosotros entendemos que tú sientas mucho dolor por la muerte de tu hermano, pero no podemos permitir que vaya preso un inocente". Y ahí él sin querer dijo una cosa que –ya lo manifesté– fue lo que terminó con el testimonio: "Si a mí me traen al Chueco con el supuesto balazo –había habido un enfrentamiento entre ambos– en la pierna, yo creo que fue el Chueco".

EC - El Chueco es el que ahora, con el correr de las investigaciones, es sindicado como el asesino.

ES - En este momento es el sindicado. Después de eso nos quedamos hasta las 7 de la tarde, se trabajó todo el día y se trajo a todos los otros testigos que estaban en el baile, chicas de 16, era un baile de gente menor. Y dijeron todas unánimemente que mi defendido no había estado en el baile siquiera. Cuando se le dio la libertad no se le dio la absolución, como usted manifestó, se le dio la libertad y se siguió investigando.

EC - Sí, yo dije fallo absolutorio para simplificar, para que se entendiera.

ES - Se le dio la libertad, que no es lo común en el inicio de una actuación cuando hay un sindicado de un homicidio, en general ya viene todo muy armado, muy preparado, cuando la Policía captura a un homicida es realmente el homicida. Por eso manifiesto mi alegría y mi tristeza posterior, porque para mí había sido muy importante no tener que hacer la prueba a posteriori, ese beneficio que tuve de poder hacer toda la prueba antes de que lo procesaran, porque las instancias posteriores de un proceso indican apelar el auto de procesamiento, y de repente en ese momento no tenemos la prueba, o hacerla mucho después, como me ha sucedido en casos.

EC - Usted dice que no conocía estas declaraciones que había hecho el padre.

ES - No, no. Después la doctora las mandó pedir, por supuesto, cuando se detuvo al señor –fue otro el juez que lo procesó–, se mandó pedir esas grabaciones.

EC - ¿Nadie en el juzgado sabía?

ES - Sí, sabían.

EC - Entonces sí se sabía que el padre de la víctima había anunciado que iba a hacer justicia por mano propia, lo había anunciado públicamente. ¿No se tuvo en cuenta eso al liberar a un sospechoso?

ES - ¿Cómo vamos a pensar que el individuo... si la justicia entiende que no es el sindicado y el mismo hermano declara que no está seguro de que fuera él? Es hacer futurología.

EC - Yo entiendo que cabía liberarlo, ¿pero no cabía, por ejemplo, la posibilidad de dotarlo de algún tipo de guardia, de trasladarlo a algún lugar donde estuviera protegido?

ES - Primero, no es común que suceda esto, vamos a aclararlo.

EC - ¿No es común que en Uruguay se haga justicia por mano propia?

ES - No, no.

EC - Se lo pregunto porque éste es un caso muy fuerte que nos ha hecho pensar.

ES - No, no es común; a mí personalmente en los años que he estado en la Defensoría no me había pasado. Hay amenazas, entonces se toman otras medidas. Pero esta sinrazón, una locura, llegó al barrio, agarró su bicicleta y salió porque estaba seguro de que él no era y de que los demás también lo sabían. Nosotros también confiamos totalmente porque si sabían que era ese tal Chueco, ¿por qué iban a buscar a este otro?

EC - Circuló una versión que dice que esos familiares del asesinado testimoniaron de la forma que usted ahora estaba relatando, o sea aflojaron en su acusación, justamente para que Umpiérrez quedara libre de modo de poder llevar a cabo la venganza.

ES - No, eso es totalmente falso. En el juzgado eso nunca se manejó, nunca se dijo y nos costó bastante que cambiaran la declaración, no fue tan fácil. Fue una deducción y además hubo declaraciones posteriores de chicas que estaban en el baile que dijeron todas que él no estaba. O sea que no es solamente el testimonio de los familiares, hubo una indagatoria muy pormenorizada, se estudiaron uno a uno todos los testimonios porque no es común que se libere a una persona sindicada por homicidio.

EC - Lo cierto es que cuando queda libre, efectivamente, Moyano –que es quien había hecho ese anuncio por televisión– cumple, acompañado de dos de sus hijos, su propósito: mata a Umpiérrez. Y lo mata además no por casualidad, lo mata con ensañamiento, lo encuentra andando en bicicleta, le dispara, Umpiérrez intenta subirse a un taxi y le disparan en el taxi.

ES - Le pide al taxista: "Ayudame, que me quieren matar" y el taxista se asustó, además él llegó a abrir la puerta y cuando la abrió cayó dentro del taxi. A mí me impactó mucho verlo en televisión porque era inimaginable para nosotros.

Como usted me decía, se plantea un problema desde el punto de vista de la defensa, pero no es lo común, lo común es que uno piense que la gente no va a hacer eso.

EC - ¿Usted se ha cuestionado su trabajo?

ES - Me lo cuestioné, pero no desde el punto de vista moral. Como todo ser humano uno entra a buscar una culpa y a decir: "Si yo no hubiera hecho esto capaz...". Pero no lo podíamos adivinar, al otro día lo manejamos con la doctora Merialdo, que tenía la misma situación que yo, que sentía lo mismo, y no, pensamos que hicimos lo correcto porque tampoco se podía detener a una persona sin semiplena prueba.

EC - Pero usted dice: "Tal vez hubiera sido mejor defenderlo mal".

ES - No, yo no digo eso, yo dije que muchas veces me ha pasado... Hace unos años hubo mucha prensa con un señor que supuestamente había matado a su madre golpeándola con un martillo en la cabeza. Estuvo dos años preso, a mí me llevó dos años hacer la prueba. Ese señor fue absuelto y tiene un juicio contra el Estado. La señora había muerto de un infarto al corazón y el golpe que tenía había sido de la caída de la cama. Después eso no sale a la prensa, sale nada más que el homicidio. "¿Cómo?, ¿liberaron en una visita al que mató a golpes en la cabeza a la madre?" Cuando el doctor Cairoli lo liberó yo tenía en mis manos el certificado médico que decía que la causa de la muerte había sido un infarto agudo de miocardio. Pero eso no se dice. Es muy difícil, nuestra labor es muy difícil, es muy vocacional...

EC - Está claro que si Umpiérrez hubiese ido preso, procesado con prisión...

ES - Pero no había elementos para procesarlo.

EC - ...se hubiera salvado de este asesinato a quemarropa.

ES - Sí, se hubiera salvado. Ése es el gran dolor que a uno le queda. Pero uno tiene que cumplir con las normas que rigen el proceso, y el proceso dice que si no hay prueba para procesar, si se hace prueba en contra y se puede evitar un procesamiento injusto... Nosotros obramos como teníamos que obrar, yo en la parte de la defensa, como la doctora y el fiscal, que también tuvo su intervención y no se opuso, lo manejamos los tres y entendimos que el testimonio del menor había sido totalmente contundente. Hay un fenómeno que no mencionamos pero que colorea el episodio...

EC - ¿Cuál?

ES - El de la pasta base. Ese fenómeno está inmerso en todo el entorno de estos chicos, tanto del muerto como de los matadores eran consumidores de pasta base. En nuestra justicia hay una línea divisoria entre el antes y el después de la pasta base, cambió el perfil totalmente.

EC - ¿En qué sentido?

ES - A mí me tiene muy preocupada el tema, muy preocupada. Hace dos años que se viene dando, pero ahora es prácticamente todo por la pasta base. Y ahora viene el paco, que es peor. La pasta base crea una situación casi de inimputabilidad, el individuo cuando la consume queda totalmente desesperado porque como el efecto sube y baja, la aspiran y necesitan la droga, pero no como en la adicción del cocainómano que pasa un tiempo, no, la necesitan inmediatamente. Entonces en la desesperación que les provoca pueden cometer cualquier cosa, con los padres... No hay tope, no existe, como existía antes, una delincuencia con ciertas normas. Es una delincuencia por la pasta base, le piden: "Por favor, doctora, yo quiero salir de esto, yo estudiaba. Caí en esto y no puedo". El Estado y la salud no tienen infraestructura para sostener a tanta gente que de repente podría salvarse. En la mayoría de los casos quedan mal porque el cerebro queda inmediatamente anulado. Irónicamente muchas veces los padres vienen a pedir que no los saque porque si vuelven a la casa tienen el problema otra vez. Salen en libertad y vienen a plantearme: "Doctora, la sacó, pero otra vez está en lo mismo". Es un fenómeno totalmente nuevo que crea una violencia distinta. Esta gente ingería pasta base, el muerto también, y estaban en un entorno que no les permite razonar como puede llegar a hacerlo una persona que está en su sano juicio.

EC - ¿Y ese entorno tan marcado por la pasta base explica también la justicia por mano propia que terminó habiendo acá?

ES - Sí, creo –sin adelantarme, lo he visto en las manifestaciones que me plantean los parientes en la defensoría– que hay una mafia de la pasta base. En ese mismo turno prefieren –no puedo dar nombres porque comprometo a mis clientes– acusarse ellos a acusar al proveedor: "Doctora, tengo familia, yo declaro que soy yo el culpable". No los convenzo, no los saco de eso.

EC - ¿Y cómo se vincula esto con esta venganza?

ES - Esta gente estaba, ellos decían que mi cliente era el proveedor de pasta base –eso nunca se pudo comprobar– y que por eso este chico estaba tan convencido de que había sido él el que había matado al hermano. El primer muerto, Moyano, sí era gran consumidor, le digo más: tenía una traqueotomía y se jactaba de fumar pasta base por la traqueotomía. Es insólito pero es así.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Caterina Notargiovanni