La Audiencia Opina

Un 1 de marzo amargo...

Hoy queremos compartir con la audiencia de este programa algo que nos ocurrió en un día muy especial, en un día histórico.

El 28 de febrero a las 23 horas nos reunimos en la casa de unos amigos que viven en la zona del Parque Batlle. ¿El objetivo? Estar juntos a la medianoche, cuando comenzara el día de la asunción del nuevo gobierno. Debo aclarar que mi marido venía de una jornada de trabajo de 12 horas.

Faltando pocos minutos para llegar al 1º de marzo salimos a la calle a festejar y nos encontramos con que nuestro auto (no vayan a creer que era un auto nuevo ni mucho menos, simplemente un auto del ‘90 con un motor Diesel, el cual nos trasladaba de un lado al otro en nuestras jornadas maratónicas de trabajo) había sido robado de la puerta misma de la casa. Por supuesto que no tenemos seguro, pues la opción era simple: ¿Pagamos patente y combustible, o pagamos seguro?

Ustedes se preguntarán: ¿Qué es lo que tiene de diferente este caso de los otros 13 o 14 vehículos que según las estadísticas roban diariamente en nuestra ciudad? Y yo quisiera transmitirles que mucho, debido al día y al momento que ocurrió, pues mis sentimientos, y aquí hablo en forma personal, eran de que ése sería uno de los días más alegres y esperados de mi vida. ¿Qué podemos decirles de esa dualidad que sentimos mientras veíamos y escuchábamos los festejos y a la vez sabíamos que nos habíamos quedado sin una herramienta fruto del trabajo, el esfuerzo y mejores salarios que los que percibimos actualmente?

Hicimos la denuncia, salimos a recorrer algunas calles y regresamos esa madrugada sintiendo una vez más la urgencia del cambio. ¡¡YA!! Y no me refiero al cambio con respecto a la población marginal porque todos sabemos que el robar un auto sin romper vidrios ni cerraduras, trasladarlo a un lugar ya pronto y dejar sólo el esqueleto (sin motor, sin batería, sin ruedas, sin luces, sin asientos, sin caja de cambios, sin bandera) no es obra de los llamados "rastrillos".

A la mañana del 1º de marzo, luego de suspender, amargar y arruinar una reunión familiar ampliada, nos sentamos frente al televisor y a la radio a "emocionarnos con esa jornada única", siempre a la vez esperando que sonara el teléfono para tener alguna noticia del robo. Y a las 15 horas un policía nos informa que apareció un auto con las características del nuestro: "Mire señora que está sin ruedas, y no se demore mucho porque está en una zona marginal". Cuando llegamos al lugar, uno de los policías allí apostado nos dice que es necesario conseguir rápido un guinche que se lleve lo que quedó del auto, pues el 90% de la población del barrio son delincuentes. Sin embargo durante las dos o tres horas que permanecimos en el lugar vimos casitas prolijas y cuidadas, y niños que decían: "Otra vez dejaron un auto acá". Y mientras vivíamos todo eso escuchábamos los fuegos artificiales y nos preguntábamos: ¿Batlle le estará poniendo la banda presidencial a Tabaré?

Ese día tan ansiado se nos estaba escapando de las manos.

Tuvimos que ir a la seccional correspondiente a firmar y retirar el papel especificando lo que se había encontrado del auto, y ese fue otro periplo, pues fuimos por Instrucciones en el patrullero a una velocidad excesiva, soportando que funcionarios públicos se comportaran como adolescentes enamorados. Todo eso llevando como pasaje a ciudadanos que estaban atravesando un momento amargo.

¿Qué les podemos decir del tiempo que estuvimos en la seccional? Ya al bajarnos vimos que en el fondo de la comisaría había muchos esqueletos de autos como el nuestro. Estas fueron una de las frases que recibimos del Sub Comisario: "Tuvieron suerte que no se lo quemaran". "Recorran la feria de Piedras Blancas y si encuentran o reconocen algo llaman al 911 y lo pueden recuperar". "Al motor le cambian el número". "¿No tenían seguro?".  Todo eso en una seccional con un mobiliario carente y, el existente, pobrísimo... Yo pensé en las escuelas de contexto crítico y cuando nos traían de vuelta al lugar donde estaba el auto le comenté al policía: "Ustedes y nosotros los maestros tenemos una problemática muy parecida: escasísimo presupuesto". Pero me equivoqué pues ellos tienen ventajas que nosotros no tenemos (uniforme, pase libre, salud policial, canastas, poder mal empleado) y carecen de buen trato con la gente.  Por eso entiendo que el ministro del Interior, José Díaz, tiene por delante una labor titánica, pero no imposible. Y eso también es parte del cambio tan esperado: lograr una policía que nos de confianza, seguridad y respeto hacía ella y de ella a nosotros.

De regreso al lugar donde se encontraba el auto y ya con el recibo de la seccional, a las 18.30 horas los policías se retiraron y nos dejaron solos mientras continuamos esperando que llegara el remolque. Ante la pregunta de nuestro amigo: "¿Este es el servicio que brinda nuestra policía a la ciudadanía?", tuvimos como respuesta: "Nuestros superiores nos ordenan retirarnos pues el trámite está terminado".  Así que la zona de nuestra ciudad que a las 15 horas, según el policía, era marginal y peligrosa, a las 19 horas había dejado de serlo.

Finalmente a las 20:30 hrs. llegamos a nuestra casa y volvimos a sentarnos frente al televisor para poder conectarnos con ese día tan maravilloso, que un sistema, una problemática social o vaya a saber uno qué, nos habían robado.

Felizmente pudimos escuchar el discurso de Tabaré (y terminando con sus palabras) "con la utopía en la mirada y los pies en la realidad".

Nora Mara y Daniel De Armas 

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Tras la lectura del mensaje de Nora y Daniel, dos oyentes hicieron aportes que publicamos a continuación:

Estimados amigos:

A la carta y al tema al que se estaba refiriendo Emiliano Cotelo, súmese ciclomotores y motos. El sábado 26 de febrero me robaron el segundo ciclomotor en menos de un año, Es mi herramienta de trabajo y de transporte...

De nada valieron candados, trancas y medidas de seguridad. Y la experiencia, muy similar a la de Nora y Daniel. Un aceitado sistema de robo y desguase, que me cuesta pensar que las autoridades policiales no tengan la información correspondiente.

Saludos
Jorge

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Respecto a la carta de la maestra a la que le robaron el auto el 1 de marzo, debo decir que en los últimos ocho años me robaron el auto tres veces, un Fiat Uno del 90. Las dos primeras apareció a las 48 y 72 horas intacto, fue usado para rapiñas y la última, hace dos años, desapareció, hasta ahora no se ha encontrado. La diferencia es que yo sí tengo seguro contra terceros, robo e incendio. En Uruguay no hay obligación legal de tener seguro, pero un mínimo concepto de responsabilidad social indica que por lo menos se debe estar cubierto por daños a terceros. Si la señora maestra o su esposo tiene un accidente del cual resulta responsable (por más cuidado que se tenga al conducir, nadie está libre), ¿con qué responden? El cambio en que tiene tantas esperanzas debe venir de las personas mismas y no sólo de los demás. Lamentablemente, si su presupuesto no le permite pagar un seguro mínimo, no debería tener un automóvil (además gasolero, aunque sea viejo, es mas caro que uno a nafta, y más contaminante).

En mi caso, además, las tres veces la actuación de los funcionarios policiales fue muy correcta.

Sinceramente espero que las ilusiones y expectativas que estas personas tienen en el nuevo gobierno no se vean defraudadas, pero el cambio debe venir de nosotros mismos.

Atentamente,
Fernando Indarte.