Entrevista con el director de El Telégrafo, Fernando Baccaro.

Periodismo contra las "paredes invisibles" del centralismo

Además de un éxito empresarial, El Telégrafo es un orgullo para Paysandú y el litoral. Nacido hace 95 años, mantiene la fidelidad a los principios anticentralistas que lo guían desde su origen. Su director, Fernando Baccaro, explicó las claves que hacen de su medio "el gran diario del norte".

(Emitido a las 10.10)

EMILIANO COTELO:
En los próximos minutos el protagonista de esta transmisión desde Paysandú será El Telégrafo, "el gran diario del norte", como se lo ha llamado.

¿Cómo ve El Telégrafo a su propio departamento? ¿Cuál ha sido la peripecia de un matutino que ya tiene 95 años de historia? ¿Cuáles son sus proyectos y cómo ve el futuro de Paysandú, por el que peleó desde un primer momento?

Está con nosotros el señor Fernando Baccaro, director de El Telégrafo.

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Baccaro, usted representa la tercera generación de su familia al frente del diario.

FERNANDO BACCARO:
Sí, efectivamente; fue fundado en 1910 por mi abuelo con un socio que además era concuñado, lo continuó mi padre hasta su fallecimiento en 1966 y yo estoy en la dirección desde ese momento, con mi hermano Enrique en la administración desde 1975.

EC - Y ya se viene la cuarta generación.

FB - Ya está entrando la cuarta generación, efectivamente. Ya están trabajando de firme mi sobrino en la subadministración, que es licenciado en Administración de Empresas; mi hijo que es técnico en Computación y en la parte gráfica y que también ha hecho cursos fuera del país; y mi sobrina, que es maestra, está colaborando en la parte de suplementos para niños, correcciones y todo eso.

EC - ¿Para qué se creó El Telégrafo?

FB - Fue una de esas aventuras de gente liberal de principios del siglo pasado, de dos inmigrantes italianos que tenían sus impulsos sobre todo en la parte cultural. Carottini, el primer director, era un gran periodista, un hombre que escribía muy bien; mi abuelo era un hombre al que le gustaba mucho promover la cultura, fue fundador del ajedrez en Paysandú, uno de los primeros jugadores de ajedrez aquí, un hombre de circo, de teatro, un empresario que traía compañías europeas de teatro y de ópera a representar en Paysandú directamente desde Buenos Aires en aquella época. En fin, estaban en todo ese tipo de movimientos.

EC - Y estaban muy preocupados también por el futuro en general del departamento.

FB - Estaban muy preocupados por el futuro en general del departamento y sobre todo por la absorción que Montevideo ya estaba haciendo de todo el país, por el centralismo que venía creciendo a partir de la concentración en la capital de todas las actividades a partir de principios del siglo pasado.

EC - ¿Cuáles fueron los principios que guiaron a El Telégrafo en 1910 cuando se creó?

FB - Precisamente la promoción de la campaña, la promoción de los valores del interior, traer la cultura, difundir la cultura en el interior del país y evitar esa concentración en Montevideo de toda la actividad nacional.

EC - Usted habló de sus antecesores como "viejos liberales"; ¿ideológicamente tiene una definición El Telégrafo?

FB - Ideológicamente tiene una definición liberal en el buen sentido de la palabra. No hablemos del neoliberalismo, hablemos de liberalismo a la vieja usanza.

EC - El Telégrafo tuvo una actitud muy nítida de oposición durante la dictadura, que le provocó más de un problema.

FB - Efectivamente, más de un problema.

EC - ¿Por ejemplo?

FB - Por ejemplo alguna clausura; por ejemplo diversos tipos de sanciones como estar proscrito de la publicidad oficial durante un año; por ejemplo detenciones de redactores, de periodistas, como el secretario de redacción, el jefe de información, yo mismo fui citado infinidad de veces a instituciones militares o policiales en ese momento; actas, etcétera.

EC - Y después, al regreso a la democracia, desde 1985 en adelante, ¿El Telégrafo se ha identificado con algún partido político, con algún dirigente, con algún candidato en particular?

FB - No, no, tenemos una posición independiente, desde el principio fue una tribuna independiente, desde el primer momento, a diferencia de la mayoría de la prensa de Uruguay. Los diarios uruguayos han sido políticos en general, y en 1910 lo eran mucho más aún. En ese sentido es bastante excepcional que El Telégrafo no se haya aliado con un partido determinado en ningún momento de su historia.

EC - El Telégrafo tiene varias singularidades que pactan su trayectoria. Usted recién estaba mencionando una: lanzarse y presentarse como un medio no alineado partidariamente en una época en que esa no era la costumbre.

FB - Le voy a agregar otra: El Telégrafo se opuso, por su posición liberal, a la creación del Banco de Seguros del Estado y de Ancap porque los veía como arreglos para politiquería. Era la posición si se quiere antibatllista de aquel momento.

EC - Sigamos mencionando ejemplos. Desde el punto de vista de la introducción de tecnologías, El Telégrafo siempre fue vanguardista y hay varios mojones que se destacan en esa carrera; por ejemplo yo recuerdo uno –usted seguramente agregará otros–: fue el primer diario uruguayo que dejó la linotipo, que pasó a la composición en frío, al sistema offset; ¿en qué año fue eso?

FB - En 1978.

EC - ¿Qué otros mojones?

FB - La fotografía digital, fuimos el primer diario uruguayo en eliminar las máquinas fotográficas tradicionales con rollo, con película, y pasar 100 por ciento a fotografía digital en 1996, 1997.

EC - ¿Con Internet cómo se ha llevado?

FB - Somos de los primeros, en la misma época, 1996, 1997.

EC - Les cuento a los oyentes que El Telégrafo es una empresa originaria de Paysandú pero que se ha ido extendido en el territorio nacional, siempre en ese rubro, el de la prensa escrita. En determinado momento ustedes dieron un salto hacia Salto y fundaron allí un diario, Cambio, que hoy es el diario más vendido del departamento.

FB - Sí, y antes habíamos dado otro salto hacia Salto, que fue fundar una agencia, que fue un poco el génesis del diario Cambio. Durante muchos años tuvimos una agencia en una galería en Salto que funcionaba casi como una redacción aparte.

EC - Teniendo en cuenta la rivalidad tradicional entre Paysandú y Salto, ¿no era una provocación eso de ir a fundar un diario en el departamento de al lado?

FB - Creemos que no porque entendemos que lo que correspondería hacer entre Paysandú y Salto, y entre otras ciudades del interior también, es aprovechar las fortalezas de cada ciudad para usarlas como palancas para el desarrollo. Lo hemos dicho en muchos editoriales a partir de la década del 70, que yo recuerde.

EC - ¿Pero han sido bien aceptados desde el principio?

FB - Sí... relativamente; hemos tenido, por supuesto, reveses, pero la aceptación ha sido buena, sobre todo a partir de la fundación de Cambio, que es un diario netamente salteño, nadie puede decir en Salto que Cambio es un diario "traidor".

EC - ¿Dónde se imprime Cambio?

FB - Se imprime en Paysandú, pero se redacta todo en Salto.

EC - La imprenta de El Telégrafo es una gran base de impresiones regional.

FB - Sí. Es un problema hasta económico: nosotros tenemos la única rotativa que existe en el interior del país. Usted puede imprimir con fotocopiadora, con una planita o con máquinas muy chicas, pero una rotativa es una máquina muy cara. Una rotativa pequeña como la nuestra es capaz de imprimir un diario por segundo, estamos hablando de 18.000 diarios por hora, que para este país son tirajes fenomenales. Es una máquina que vale casi un millón de dólares, entonces para la prensa del interior está fuera de la posibilidad de compra. Nosotros pudimos acceder afortunadamente a comprar una, pero es la única que hay y se trata de sacarle el jugo.

EC - Yo mencionaba la expansión a Salto, pero me faltaría agregar otro departamento que ustedes también han tocado, que es el de Soriano.

FB - En alguna medida sí, estamos asociados a un diario de Soriano que es Crónicas de Mercedes, que tiene muy buena acogida en Mercedes, está marchando muy bien.

EC - ¿Desde cuándo tiene participación allí?

FB - Desde fines de la década del 80, 1987, 1988.

EC - Para redondear esta parte de la conversación hablemos de tiraje. ¿Cuánto imprime, cuánto vende hoy por hoy El Telégrafo?

FB - Más allá de cuánto vende es qué lugar ocupa, por decir así. Hoy estamos en segundo, tercer lugar en tiraje en Uruguay, contando los diarios de Montevideo inclusive.

EC - Es impresionante: estamos hablando de segundo a tercer lugar, según los días, a nivel nacional en cuanto a la cantidad de ejemplares vendidos por todos los diarios uruguayos. ¿Un número que fije una idea?

FB - Depende, si usted suma todo estamos arriba de los 15.000.

EC - ¿Cómo de los 15.000?

FB - De los 15.000 ejemplares por día.

EC - ¿Sumando...?

FB - Sumando Salto, Paysandú y Mercedes.

EC - Sumando El Telégrafo, Cambio y Crónicas, 15.000 ejemplares por día.

FB - Sí, arriba de 15.000.

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EC - Usted es integrante de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP); ¿desde qué año?

FB - Soy socio de la SIP desde 1963; en aquel momento fui becado por la SIP para un año de estudios universitarios en Estados Unidos.

EC - Hemos venido hablando de El Telégrafo y sus empresas asociadas, porque son en sí mismos todo un protagonista de la vida de esta parte del país, pero en el final, aunque sea brevemente, quiero preguntarle por Paysandú y por uno de los varios desafíos por los que El Telégrafo ha trabajado. Las editoriales de El Telégrafo han bregado por la mejora del aeropuerto, por la digitalización de las líneas telefónicas –en fin, estoy hablando de distintas épocas–, pero en particular ha bregado por la reactivación del puerto, ese puerto que recorrimos el sábado y que encontramos tan abandonado, tan triste, tan venido a menos. ¿Qué pasa con el puerto de Paysandú?

FB - Usted no podría creer si yo le digo que el puerto de Paysandú en 1911 movió 1.200 barcos contra 1.300 que movió el puerto de Montevideo ese mismo año. Los tonelajes serían menores, pero la cantidad de barcos atendidos en un año era similar a la de Montevideo.

EC - Impresionante.

FB - Ése era el movimiento, ésa era la realidad del puerto de Paysandú en 1911, en momentos en que era atendido, gestionado, por una comisión local que presidía don Eugenio Plottier, uno de los dueños de Barraca Americana, una gran empresa que hubo aquí en Paysandú y que existe todavía. A don Eugenio Plottier se le hizo una entrevista en 1913 en El Telégrafo cuando venía de los pasos de Casablanca, adonde había ido a revisar si la empresa contratada para dragar los pasos había cumplido efectivamente lo convenido, y venía muy conforme porque los pasos estaban mantenidos a 21 pies de profundidad; hoy los pasos de Casablanca están entre 8 y 9 pies de profundidad, acá no puede llegar ningún barco de mediano tonelaje. Los últimos barcos importantes que llegaron, recuerdo haber estado en un barco dinamarqués en 1968, 1969, y a partir de ese momento no llegó ningún barco grande más.

EC - ¿Cuál es la causa de ese deterioro del puerto de Paysandú?

FB - La causa es que se dejó de dragar. Ya El Telégrafo en editoriales de 1930, 1931 –todo esto está escrito, lo puedo mostrar al que quiera verlo– estaba advirtiendo que al puerto de Paysandú se lo estaba dejando venir abajo, que había como una intencionalidad de dejarlo venir abajo. Y yo creo que sí, que la debe haber habido, porque no es casualidad que se hayan venido abajo el puerto de Paysandú, el de Fray Bentos, el de Nueva Palmira...

EC - ¿Intencionalidad de quién?

FB - Del centralismo. El centralismo es una entelequia, algo que flota en el aire, no es una persona en particular, pero sí hay grupos, intereses económicos de concentración en Montevideo que llevan a eso, a buscar que el puerto de Montevideo trabaje más, y para que trabaje más vamos a dejar que estos puertos trabajen menos, porque necesitamos ese dinero para dragar la entrada al puerto de Montevideo, por ejemplo.

EC - ¿No estarán exagerando los sanduceros?, dirán algunos de nuestros oyentes. ¿No están viendo fantasmas por todos lados?

FB - Tal vez sí, pero cuando uno se empieza a estrellar contra paredes invisibles resulta que después los fantasmas empiezan a existir. Usted se empieza a encontrar con que tampoco se pueden hacer importaciones o exportaciones directamente a través del puerto de Paysandú, si no es pasando por todas las oficinas de trámites que están radicadas en Montevideo, en 25 años no se ha podido lograr que el Banco de la República nos ponga una oficina para contralor de cambios en Paysandú.

EC - Esta información es del diario El Observador del día de hoy; dice: "La Comisión Intersectorial pro Puerto Ultramar Paysandú (CIPUP) se quedó una vez más sin respuesta de las autoridades a sus reclamos. Una reunión planeada entre la Comisión de Transporte de la Cámara de Diputados y los jerarcas del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) tenía en su temario el tratamiento de la situación del puerto de Paysandú, pero los integrantes de la Comisión Intersectorial nada han sabido aún y entienden que el tiempo se les agota". ¿Qué están procurando para reactivar el puerto de Paysandú?

FB - Primero que nada es necesario reabrir los pasos dragando de manera tal que los barcos puedan llegar, porque acá se nos ha puesto el huevo y la gallina: ¿para qué van a dragar los pasos, para qué van a gastar dinero en dragar los pasos si no viene nadie? Pero no viene nadie porque no se puede llegar, entonces es el huevo y la gallina, hace 30 años que estamos en eso.

EC - ¿Hay alguna posibilidad, alguna señal de cambio?

FB - Ahí la tiene usted en lo que dice El Observador de hoy, el cambio vendrá el día que realmente empiecen a cumplir las cosas. El MTOP este verano hizo un relevamiento de los muelles del puerto para ver si estaban en condiciones de aguantar el peso de grúas y trabajo arriba, después de tantos años de abandono, pero la CIPUP ni siquiera ha podido enterarse de cuál es el resultado de ese trabajo.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe