Desde primera hora de la mañana, los hinchas se acercaron a esta explanada portando bufandas, gorros o banderas y armados de sus termos y mates, aunque alguno se decantó por ver el partido con una cerveza sin importarles que el partido empezara a las 9.00 de la mañana hora local.

Los aplausos y bocinas de los coches que pasaban por 18 de julio, hacían resonar el lugar cada vez que los uruguayos se acercaban al arco de Egipto.

Pero la ciudad entera vibró con el esperado gol del partido, que llegó gracias al cabezazo de José María Giménez en el minuto 89 y rompió la mala racha que llevaba la Celeste en partidos inaugurales de mundiales, ya que desde 1970 no lograba ganar el primer juego. EFE