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Distintas crisis de identidad explican implicación de marroquíes en atentados

Distintas crisis de identidad explican implicación de marroquíes en atentados

Los inmigrantes marroquíes en Europa y sus hijos viven varias crisis de identidad superpuestas -religiosa, étnica y nacional- que pueden explicar por qué esta comunidad, en mayor medida que las de otros países, se vea atraída por el radicalismo y la violencia, según varios observadores.

Marroquíes de nacionalidad u origen son los jóvenes implicados en los recientes atentados yihadistas de París (2015), Bruselas y Zaventem (Bélgica, 2016) y Barcelona y Cambrils (España, 2017), que causaron en total más de 180 muertos.

El analista holandés de origen marroquí, Halim el Madkuri, ve que "un gran número de europeos de origen marroquí, en comparación con los turcos por ejemplo, vive una crisis de identidad, y (ante las dudas) el componente musulmán en su identidad se convierte en el más fuerte".

"Si preguntas a un turco sobre su identidad, empezará diciendo que soy turco, luego su ciudad y país europeo y al final su religión, pero el marroquí empieza diciendo que es musulmán", precisó en conversación telefónica con Efe.

El Madkuri, quien trabajó durante 20 años como consejero del Gobierno holandés en temas de radicalización, explicó que está situación se debe, entre otras cosas, a que la mayoría de estos inmigrantes son bereberes y no se ven reconocidos como tales.

Además, subrayó que se sienten también incómodos con su identidad nacional porque piensan que fueron expulsados de Marruecos y que las autoridades de ese país de algún modo los han abandonado.

Al igual que El Nadkuri, el experto y ex salafista marroquí Abdeluahab Rafiki explicó que una gran parte de estos jóvenes tienen una "identidad frágil" y un caos espiritual debido a la dominación en Europa de lecturas contradictorias del islam y sin ningún control institucional.

Esta idea la comparten varios otros observadores consultados por Efe, que ven que esa crisis de identidad no ha provocado solamente extremismo salafista, sino que también ha creado un tipo de radicalismo bereber o rifeño, además de conversiones masivas de la doctrina suní a la chií, auspiciada por Irán.

Esa fragilidad en la identidad, según El Madkuri, fue aprovechada por organizaciones islamistas procedentes de Oriente Medio, para sembrar el sentimiento de que el musulmán es diferente al resto de los ciudadanos.

Estos jeques radicales que daban sermones de adoctrinamiento en las mezquitas europeas implantaron luego en las generaciones de origen marroquí el sentimiento de que el islam está atacado y es necesario defenderlo, agregó.

Esta situación se vio agravada por las intervenciones militares de algunos países occidentales en las naciones musulmanas y, sobre todo, mediante la instrumentalización del conflicto arabo-israelí, que crea un sentimiento de victimismo.

Se añaden a estos factores el ascenso de las corrientes de derechas y los comportamientos islamófobos en varios países europeos y las dificultades que sufren en general los marroquíes en su integración laboral por su bajo nivel de formación.

Por otra parte, El Madkuri lamentó la falta de una estrategia europea unida de lucha contra la radicalización y recordó que, hasta hace pocos años, ni siquiera existía una coordinación estrecha a nivel comunitario en materia de lucha antiterrorista.

Además, reprochó que algunos países como Francia y el Reino Unido tolerasen en el pasado las actividades no violentas de los grupos islamistas radicales y solo intervenían cuando detectaban atentados inminentes.

En contraposición, el experto explicó que la estrategia holandesa se basa en el diálogo y al mismo tiempo en la vigilancia policial, un modelo que comienza a ser replicado a nivel comunitario, con una mayor coordinación en cuestiones de seguridad.

En cuanto a España, El Madkuri explicó que necesita una política clara para la integración de los hijos de los inmigrantes y la coordinación entre los aparatos de seguridad nacionales y autonómicos.

Precisó que Madrid puede aprovechar la ayuda de Marruecos a nivel de información policial, pero en lo referente a la reestructuración del sector religioso o a la integración de los emigrantes, Rabat no puede aportar nada, al tratarse de problemas estrictamente españoles.

Para contrastar el discurso del radicalismo, varios países europeos crearon consejos que unen a las asociaciones musulmanas moderadas para mantener los lazos de diálogo con los representantes de las comunidades musulmanas.

Este diálogo permite a los Estados controlar la evolución ideológica dentro de esas comunidades, reformar el discurso de las mezquitas y detectar a las personas radicales para someterlos a la vigilancia policial.

Los expertos consultados por Efe ven que la solución debe ser la inmunización de las comunidades musulmanas contra el radicalismo a través de un nuevo modelo religioso compatible con la modernidad, junto a políticas claras de integración social. EFE