Chino Darín: Me costó mucho abordar a Rosencof y aún más salir de él
Aún no ha cumplido 30 años, pero Chino Darín tiene una notable experiencia y, aunque no le gusta pensar cuál es su personaje más difícil, dice que encarnar al exdirigente tupamaro Mauricio Rosencof en "La noche de 12 años" ha sido el papel que más le costó abordar y del que más le costó salir.
En una terraza en San Sebastián al norte de España, en cuyo festival participa la película, Darín se muestra apasionado por su papel en esta cinta y por su trabajo en general y asegura, en una entrevista con Efe, que la historia y los compañeros de proyecto son lo que le atraen a un filme, pero que es el personaje el factor decisivo.
Y asume con muchas ganas los desafíos que le propone cada trabajo, como en este caso, un personaje encarcelado para el que adelgazó doce kilos, un reto físico que le afectó en lo mental. "Sentí angustia, irascibilidad, intolerancia (...) Sentí palpitar el hambre en carne propia y en un momento me asusté, sentí que se me iba un poco de las manos".
Un esfuerzo físico compartido con sus compañeros de reparto, Antonio de la Torre y Alfonso Tort. Los tres interpretan a Rosencoff, José Mujica -que llegaría a ser presidente de Uruguay- y Eleuterio Fernández Huidobro, posteriormente ministro de Defensa.
Miembros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, pasaron doce años en la cárcel, sufriendo todo tipo de penalidades, como rehenes del Estado.
Es en ese periodo en el que se centra la película "La noche de 12 años", dirigida por el uruguayo Álvaro Brechner y presentada hoy en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, tras haber participado en Horizontes de la reciente Mostra de Venecia.
"En Argentina estamos acostumbrados un poco a ese tipo de relatos, que son un poco más impersonales, que tienen que ver con los desaparecidos, con historias de las que se conoce un poco, pero que no necesariamente terminan bien", explica.
Según Darín, "esta historia trasciende porque son tipos que después pudieron desarrollar sus vidas casi exponencialmente respecto a lo que era su vida pública previa a toda esta situación".
Una película que va más allá de la humanidad, que se centra en la supervivencia, en la esperanza y en la desesperanza, resalta el actor, quien pudo conocer muchos de los detalles reales directamente a través de Rosencof, que fue muy generoso al hablarle de sus "sueños, pesadillas, felicidad, esperanzas, angustia e inclusive de la sexualidad" en el encierro.
Información que le ayudó mucho a meterse en la piel de Rosencof en un filme en el que Brechner ficciona la realidad, respetando los hechos, pero utilizando herramientas cinematográficas para transmitir la historia, con el beneplácito de los protagonistas reales.
"Mauricio nos dijo, 'esta historia es nuestra, nosotros la vivimos, nosotros ya la escribimos, ya la contamos. Ahora les toca a ustedes hacerla propia'", recuerda Darín.
Con esa premisa trabajó Brechner con los actores, para trasladar a la pantalla una historia que les obligó a "una inmersión muy tormentosa en todos los sentidos".
Una experiencia "muy interesante y apasionante por momentos, y por momentos muy desesperanzadora también. Fue realmente una montaña rusa emocional", afirma Darín sobre un papel que le ha permitido "descubrir algo sobre la humanidad en general, más allá de Mujica, Rosencof y Huidobro".
Es algo que le apasiona de su trabajo y del cine en general. Porque estudió dirección de cine, aunque no lo finalizó, y acaba de meterse en la producción porque le interesan todas las facetas de una película.
"Me entusiasmo con las cosas que me voy encontrando, cuando veo las posibilidades que esconden", asegura Darín, a quien no le gusta planificar su carrera y prefiere pensar "proyecto a proyecto".
"Soy un poco enemigo de las expectativas porque no me gusta decepcionarme", sentencia.