La plombemia puede afectar a cualquier niño uruguayo
La contaminación con plomo no se circunscribe a las zonas marginales. Lejos de eso, cualquier niño de las zonas urbanas de Uruguay puede estar intoxicado. Y las consecuencias pueden ir desde problemas de aprendizaje, pérdida de la audición, hasta algunas enfermedades psiquiátricas.
Informe de Lucía Massa
Contaminación con plomo en niños. Un tema que parece repetido y que escuchamos cientos de veces desde que se descubrió el primer foco en La Teja, en el año 2001. El problema es que las autoridades nacionales y municipales ligaron siempre el fenómeno a la pobreza o a determinados barrios cuando lo cierto es que, por fuerte que suene, cualquier niño uruguayo puede estar intoxicado. Pulsan la luz roja de alerta las pediatras de la Policlínica de Contaminantes Químicos Ambientales del Hospital Pereira Rossell. La pulsa también la Comisión Vivir Sin Plomo. Pero lo más impresionante es confirmar que la propia Organización Mundial de la Salud acciona la misma voz de alarma.
No estamos hablando de una contaminación menor. El plomo disminuye gradualmente el coeficiente intelectual de los niños, provoca graves problemas de aprendizaje, sordera, hiperactividad y hasta conductas violentas.
Hay casos confirmados, como vamos a ver, de niños de clase media y media alta que viven muy lejos de La Teja y están contaminados. La Comisión Vivir sin Plomo detectó casos por todo el país. Vamos a contar historias de niños de que viven en Paso Molino, en La Blanqueada y también en Malvín, a escasos cincuenta metros de la rambla. Remarco a cincuenta metros de la rambla porque aunque hay varios agentes contaminantes está claro que el más nocivo era el polvo de tetraetilo de plomo que despedían las naftas que Ancap dejó de fabricar a fines de 2003 y que va a seguir en el suelo por años.
La pediatra Elena Queirolo, integrante de la Policlínica de Contaminantes Químicos Ambientales, que hoy tiene fichados a más de 600 niños contaminados, empezó a trabajar en este tema desde el principio. Ella lo dice sin temor a equivocarse: cualquier niño puede estar contaminado.
"No debe quedar como concepto en el colectivo de nuestra comunidad que la contaminación con plomo está limitada a una zona, a los pobres, como se ha hecho en años anteriores. La contaminación con plomo no está ligada a una determinada población o zona", enfatizó Queirolo.
También asegura que las autoridades sabían perfectamente que era un problema de escala nacional pero que intentaron silenciarlo uniendo las dos P y equiparando el plomo a la pobreza por medio a la avalancha que se les iba a venir encima si se generaba conciencia pública sobre este tema.
"Consideramos que la acción desde el Ministerio de Salud Pública (MSP) había sido escasa y en algunos momentos algo omisa después de estar en conocimiento de que el plomo afecta a toda la población, que en la infancia provoca los estragos que provoca, que afecta sobre todo las funciones cognitivas de los niños causando alteraciones muy importantes en lo que es su rendimiento académico. Un adolescente contaminado puede tener tendencia a conductas delictivas que hoy estamos viendo con frecuencia y tan asustados estamos. Hay que estudiar y profundizar más. Está comprobado que las conductas delictivas están vinculadas a una carga de plomo elevada en el organismo. Todo eso lo hemos dicho y el MSP estaba en conocimiento porque han participado de cumbres internacionales donde se ha tratado con fuerza el problema ambiental. Desconocimiento de esto Salud Pública no tiene", denunció la pediatra.
No era raro que lo supieran si la propia Organización Mundial de la Salud califica al plomo como "una de las peores amenazas para la salud humana". Y es que ya en su nivel más bajo disminuye cinco puntos el coeficiente intelectual de los niños. El descenso es progresivo. Con una contaminación de diez microgramos de plomo por decilitro de sangre y hablamos de la contaminación más baja, el coeficiente intelectual baja cinco puntos. El descenso es progresivo: por cada diez microgramos de plomo, el coeficiente intelectual (que, en los parámetros normales oscila entre 80 y 120 puntos) bajará otros cinco puntos más.
"Los estudios hablan de que cada 10 microgramos de aumento de plomo en la sangre, baja cinco puntos el coeficiente intelectual que es una de las cosas que más preocupa. En una población contaminada aumenta la cantidad de niños que pueden tener retardo mental. Y también disminuyen los superdotados. Con el plomo pasa que esos altos que tiene que despuntar no tienen que estar y aumentan quienes padecen retardo mental", agregó Queirolo.
Hay varios agentes contaminantes
Las conexiones de plomo que OSE todavía mantiene en un 50 por ciento de la red y que pueden contaminar el agua potable son uno de los agentes más masivos. La cifra impresiona. De las 600.000 conexiones de OSE, 300.000 siguen siendo de plomo. Según el ingeniero Luis Lazo, ex director del Departamento de Desarrollo Ambiental de de la Intendencia Municipal de Montevideo, OSE sólo cambió "entre 12 y 15 cañerías", en los casos "en que quedó científicamente demostrado que los niños se habían contaminado a través del agua".
En OSE nunca contestaron al llamado de El Espectador.
La Intendencia capitalina tomó una medida en este sentido. En mayo de 2001, con el problema de La Teja en el tapete, decidió prohibir el uso de tuberías, soldaduras y conexiones de plomo en instalaciones sanitarias internas de domicilios o lugares públicos como clubes sociales y deportivos. Pero de todas formas eso no evita que el agua que corre por los caños de OSE arrastre partículas de plomo por las tuberías internas. Es por eso que los especialistas recomiendan que se deje correr el agua un rato largo la primera vez que se abren las canillas en el día, para eliminar la alta concentración de plomo que se acumula durante la noche.
También contaminan las pinturas y barnices anteriores a los años cincuenta, con un alto contenido de plomo en su composición, que muchas casas y muebles aún mantienen. Y por ejemplo, si una pared se descascara, el polvillo que larga es muy dulce y es muy común que un niño de dos años se lleve de todo a la boca. También ese polvo.
Está claro que, hasta fines de 2003, el más nocivo era el polvo que despedían las naftas con tetraetilo de plomo, que Ancap dejó de fabricar a raíz de una demanda del fiscal Enrique Viana.
Los impresionantes datos de Estados Unidos confirman esta teoría. A principios de los 80, el 88 por ciento de los niños estadounidenses presentaba niveles de plomo en sangre de más de 10 microgramos, según un estudio realizado por el US Center for Disease Control and Prevention. En 1986, Estados Unidos prohibió el uso del tetraetilo de plomo en las gasolinas. Una década más tarde, cuando los restos de ese polvo contaminado ya se habían eliminado, sólo 5 por ciento de los niños estudiados presentaron niveles elevados.
A nivel regional, Uruguay saca mala nota en el proceso de pasarse a naftas menos contaminantes. Argentina eliminó el plomo de sus naftas en 1997. Brasil es un ejemplo a nivel mundial por el uso del bioetanol, modelo que tiene previsto copiar Estados Unidos.
Con las secuelas que deja el plomo, no es sorprendente que hasta el Banco Mundial se haya sumado a la lucha, exhortando a eliminar las naftas contaminantes. No fue el único. En 1994, la Comisión de Desarrollo Sustentable de Naciones Unidas urgió al mundo entero a pasarse a otras gasolinas. Pero se estima que para fines de 2005 más de 150 países seguirán usando tetraetilo de plomo.
¿Cómo contaminan las naftas con plomo?
Es que es tan fácil como caminar por 18 de Julio para que la suela de los zapatos transporte el polvo de plomo de las naftas, que seguirá en el suelo por años, hasta la casa de cualquier montevideano, explica la Comisión "Vivir sin plomo". Peor aun si una familia vive en un barrio de alta circulación. Lo llegó a decir el propio ex vicepresidente de la República, Luis Hierro López, en mayo de 2001. "Pocitos y Tres Cruces son las zonas donde los estudios primarios indican que hay más contaminación con naftas con plomo", dijo en declaraciones a la prensa.
En ese momento, Hierro le pidió a los periodistas que "por favor" no fueran a generar "una alarma". Pero, por otro lado, las policlínicas pediátricas de Salud Pública empezaron a entregar un folleto, ilustrado con dibujos infantiles, en el que se recomendaba a los padres que cerraran las ventanas de sus casas si vivían en un barrio de mucha circulación y evitaran llevar a sus hijos a los parques infantiles a la hora de mayor tránsito.
Un estudio del Laboratorio de Higiene Ambiental de la IMM demostró científicamente que, a mayor circulación, mayor contaminación. Durante los años 2002 y 2003, el Laboratorio de Higiene Ambiental obtuvo cien muestras de suelo en distintas partes de Montevideo. Dividió la investigación en tres categorías: zonas urbanas, sub urbanas y rurales, con el objetivo de analizar el efecto de las naftas. El promedio en suelo urbano dio 97 miligramos de plomo por kilogramo de suelo, en las zonas suburbanas la cifra bajó a 34 miligramos y en las rurales a 28.
¿Cómo ingresa el plomo al cuerpo humano?
El polvo de plomo, que se deposita en el aire, el suelo y el agua, entra por vía digestiva. En los adultos, los daños son mucho menores porque el plomo se aloja en los huesos. Pero en los niños de menos de cuatro años, ese polvo pelea con la escasa calcificación infantil y va directamente al intestino, que lo transporta a la sangre. Es un neurotóxico que ataca directamente al sistema nervioso central y periférico. Además de disminuir gradualmente el coeficiente intelectual, puede provocar dificultades de aprendizaje, pérdida de audición y de motricidad e insomnio. También produce anemia y problemas de crecimiento. Con cifras de más de 70 microgramos puede provocar la muerte del niño por convulsión. La pediatra Queirolo explica algunas de estas consecuencias.
"Todo está vinculado con el aprendizaje y hace que el niño tenga dificultades en la escuela, a los cinco o seis años. Se arrastran y llegan a un nivel liceal que no pueden afrontar", advirtió.
Las enfermeras del Pereira Rossell cuentan que los pacientes con altos niveles de plomo rompen las sillas de plástico de la sala de juegos infantiles y que, cuando llega la Navidad, el arbolito que arman en la policlínica no dura más de dos días porque los niños son tan hiperactivos que le terminan arrancando todos los adornos hasta romper las ramas.
Lo más grave es que el plomo se localiza en el lóbulo límbico, donde se encuentran las respuestas inmediatas a las emociones y los sentimientos. Es por eso que los niños se vuelven hiperactivos, impulsivos y, en muchos casos, violentos. Los efectos sobre la conducta son tan nefastos que Estados Unidos llegó a considerar a la plombemia como un atenuante a nivel judicial.
Todas las autoridades consultadas, tanto las salientes a nivel nacional como las municipales, argumentaron que era una "exageración" generar "alarma" por la contaminación con plomo. Pero una conferencia de prensa sobre contaminantes ambientales que se realizó el 2 de diciembre del año pasado en el Ministerio de Salud Pública, da para pensar si la alarma pulsada por la Comisión "Vivir sin plomo" no es la que no se animaron a pulsar los que deberían haberlo hecho.
El documento que entregaban decía primero que nada que la población más vulnerable la constituyen los niños de uno a cuatro años, sin distinguir entre clases sociales. En ese folleto informativo, las autoridades salientes recomiendan que se mantenga una "correcta higiene del hogar limpiando el polvo doméstico con métodos húmedos", "mantener una dieta rica en hierro" porque "reduce la absorción del metal", "lavar frutas y verduras antes de consumirlas". Pero incluso recomendaba "lavar juguetes con agua y jabón cuando estos permanecen en el suelo". Queirolo remarca que, siguiendo estas recomendaciones, es fácil evitar la contaminación con plomo. Pero las autoridades nunca las hicieron públicas.
¿Qué pasa ahora que Ancap ya no fabrica naftas con plomo? ¿Hay restos de tetraetilo de plomo?
Ni la Dirección Nacional de Medio Ambiente, dependiente del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, ni la división de Medio Ambiente de Ancap se animan a predecir cuánto tiempo tardará en irse el plomo de las naftas que Ancap dejó de producir a fines de 2003. La única que da algún tipo de respuesta es la Intendencia Municipal de Montevideo. La química Gabriela Feola, sub encargada del Laboratorio de Higiene Ambiental de la Intendencia, explica que el plomo tardará "años" en irse del suelo, "aunque nadie sabe cuántos, pueden ser 10 o cinco, eso lo descubriremos con los estudios que hagamos de ahora en más", pero que ya no está en el aire.
La Comisión Vivir sin plomo dice que eso es relativo porque el viento lo vuelve a levantar hacia el aire y la propia circulación de los autos también.
Además, en los países que enfrentaron el problema, el termómetro que se utiliza para medir la contaminación no es el aire ni el suelo, sino el nivel de plomo en niños. En Uruguay, el Ministerio de Salud Pública creó la División Salud de la Población, que tenía entre sus cometidos la realización de un censo a nivel nacional para conocer exactamente el grado de contaminación infantil. Pero, hasta el momento, no se divulgaron datos de ese trabajo.
Los síntomas de contaminación
La pediatra Queirolo explicaba que no es fácil darse cuenta en el estudio clínico primario porque se puede manifestar de múltiples maneras. Pero la médica dio algunas pistas, al menos las más importantes. "Clínicamente tenemos dificultades para el diagnóstico porque hay otras patologías que lo dan. Pero, en rasgos generales, todo niño con dificultades de aprendizaje, todo niño que no rinde en la escuela, que tiene una hiperactividad motoras, que en las escuelas las maestras no pueden lograr que presten atención, que tienen dificultades en la audición, la memoria disminuida a corto plazo, la falta de creatividad, los que la maestra dice que no se sueltan en las redacciones, que tienen dificultades al pasar de lo oral a la escritura, con algunas dislexias, algunos problemas vinculados psiquiátricos como el autismo, los cólicos abdominales que no tienen parasitosis, los niños de baja talla... El plomo afecta prácticamente todos los organismos y sistemas del cuerpo humano".
Las historias detrás de la información
El paradigma es el caso de Carlos Amorín, periodista de Brecha que fue el primero en empezar a investigar el tema de la contaminación con plomo y que, "por la dudas", decidió hacerle un examen a su hija de dos años. Nada más lejos de La Teja que Michigan y la Rambla, pleno corazón de Malvín, lugar donde vivía en ese momento. Desde el 2000, Amorín advirtió en sus notas para Brecha que el plomo podía contaminar a cualquier niño y lo terminó confirmando con su propia hija.
"Fue a partir de Carlos Pilo, vecino de La Teja, que me advirtió que había recibido información de que en un laboratorio de Montevideo se estaba analizando la sangre de los niños buscando contenidos de plomo y que estaban saliendo positivos. Nos pusimos a investigar de qué se trataba y fuimos a la primera familia con un niño cuyo examen de sangre había dado positivo", recordó el periodista respecto al origen de la investigación. "A partir de ahí salió el primer artículo en Brecha. Si mal no recuerdo, fueron más de 50 artículos en un año", destacó.
"Empecé a buscar en Internet, a ponerme en contacto con especialistas en otros países. Todo esto se fue haciendo trabajosamente hasta que finalmente empecé a darme cuenta de que en otros países esto ya había sucedido. Me di cuenta de que una de las fuentes más obvias era la nafta, el tetraetilo de plomo, las fábricas de baterías y los desechos de baterías. Y bueno... utilizando el sentido común me di cuenta de que tenía que se una contaminación bastante masiva y no solamente puntual", agregó.
El periodista contó también que pensó que si los razonamientos que hacían eran lógicos y correctos "cualquier niño de Montevideo tenía que estar contaminado".
Tiempo después el problema entró en su casa. "Bastante después que lo escribí empecé a mirar a mi propia hija, que en aquel momento tenía un año y cuatro meses. Yo también decía que no importaba la zona en donde uno viviese. Los niños estaban expuestos a la contaminación. Al final me costó porque uno tiene que asumir que lo que vos estás difundiendo le puede estar pasando a tus prpios hijos. Después que lo aceptamos decidimos hacerle un examen de sangre, fuimos al pediatra, se lo solicitamos, y nos quedó mirando extremadamente sorprendido porque nosotros vivíamos en pleno Malvín. De todas maneras, nuestro pediatra a quien le debo la confianza que tuvo en mí en ese momento- nos mandó el examen. De todos modos, nosotros durante tres meses más no nos atrevimos a hacerlo porque es muy difícil de imaginar que podría dar positivo, incluso diría saber que iba a dar positivo. Lamentablemente llegó un momento en el que también pensamos que si ella estaba contaminada había que tomar medidas y que nosotros éramos responsables de su salud y que teníamos que ejecutar esa acción, que de alguna manera era agresiva para ella también. Lo hicimos y lamentablemente se confirmaron las sospechas que teníamos. Ella tenía 18,5 microgramos de plomo en decilitro de sangre, lo que implica casi el doble del máximo que admite la Organización Mundial de la Salud", narró el periodista.
Amorin contó esto en un artículo de Brecha. Allí pidió perdón en nombre de todos los adultos de Uruguay a los niños. "Me parecía que no estábamos reaccionando adecuadamente y no los estábamos protegiendo adecuadamente. Ellos cuando fueran grandes deberían saber que no fue unánime, que hubo algunos que lo estaban intentando, no sólo yo, y que lo íbamos a seguir intentando que ellos tuvieran una atención adecuada y que se eliminara esta amenaza para ellos".
Hay otra historia en La Blanqueada
Desde los dos años, Federico pasó de médico en médico. Es hijo de una familia de clase media de La Blanqueada, su padre es bancario, su madre es enfermera y va a un colegio privado. Al principio le diagnosticaron problemas de crecimiento. Después, creyeron que tenía fiebre reumática. Lo vieron reumatólogos y traumatólogos. La madre no decía que el dolor era insoportable. Nadie lograba curarle los calambres en las piernas que lo hacían despertarse llorando entre tres y cuatro veces por noche.
A eso se sumaron problemas de anemia. Al tiempo, empezó con infecciones de oído permanentes que terminaron en el quirófano. Hoy, Federico, como muchos otros contaminados con plomo, perdió gran parte de su audición. Al final fue su propia madre la que escuchó por radio a un medico que explicaba los síntomas de la contaminación con plomo y fue ella la que le pidió a la pediatra que le hiciera el test.
Federico marcó un antes y un después. Fue el primer niño que la Intendencia Municipal de Montevideo reconoció como "contaminado ambiental". El Laboratorio de Higiene Ambiental, dependiente de la Intendencia, hizo un estudio para determinar cuáles eran los focos contaminantes de la casa. En una carta del 30 de julio de 2001, la química Gabriella Feola, subencargada de la división, sostuvo que "en las proximidades de la zona no existen industrias que aporten plomo a la atmósfera, salvo el de las emisiones vehiculares provenientes de calles transitadas tales como Monte Caseros, Gral. Urquiza y Luis Alberto de Herrera".
Con una dieta rica en calcio y hierro, y un jardín abandonado en el que ya nadie juega, Federico logró bajar el nivel de plomo y hoy es un niño de aspecto saludable. Pero nadie la va a devolver ni el sufrimiento de años ni la audición que el plomo le sacó.
Como ésta... son muchas las historias de niños afectados por el plomo, mientras en Salud Pública, denuncian las organizaciones que luchan contra la plombemia, no se toman las medidas para explicitar y comenzar a revertir este mal.