Senador Lorier defendió su mediación en el motín de Colonia Berro
El senador comunista Eduardo Lorier dijo que su participación en la negociación durante el motín de Colonia Berro no fue "ingenua". "Yo creo que los legisladores estamos para muchas cosas, entre otras también para presentarnos de noche, en la madrugada, al frío para colaborar en un motín donde podíamos tener un papel mediador", afirmó. El legislador trasladó a 13 reclusos, con un rehén. Seis terminaron fugándose.
(Emitido a las 7.36)
EMILIANO COTELO:
Volvemos a ocuparnos del motín que protagonizaron los menores internados en el módulo de máxima seguridad de la Colonia Berro del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU).
Ayer a esta ahora hablábamos sobre este motín con el presidente del INAU, Víctor Giorgi, quien planteaba cómo habían ocurrido los acontecimientos desde la noche, cuando habían comenzado a desarrollarse.
(Audio)
"VÍCTOR GIORGI:
Estamos desde ayer a las 9 en este tema, llegamos a la Colonia Berro pocos minutos después de las 21 horas, porque nos habían avisado que había un motín de proporciones importantes. Estuvimos toda la noche negociando y dialogando con la gente que estaba adentro del establecimiento, procurando fundamentalmente la liberación de los funcionarios tomados como rehenes, que eran inicialmente cinco, luego, todavía temprano, liberaron a dos de ellos, y los últimos tres fueron liberados recién hace unas horas."
(Fin.)
EC - Como se recordará, la comunicación con el profesor Víctor Giorgi se terminó cortando por problemas con el teléfono celular, y esa interrupción impidió que conociéramos algunos entretelones de los hechos de la madrugada, en especial algunos de ellos que desde entonces, desde ayer temprano, se han convertido en centro de polémica.
Dicen hoy algunas crónicas de prensa que han surgido opiniones contrapuestas sobre la intervención que tuvieron en esos hechos la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, y el senador frenteamplista Eduardo Lorier.
Quizás el caso de Lorier sea el más delicado porque se ofreció como voluntario para ser el chofer de la camioneta que trasladaría a 14 internos amotinados a otro módulo. En el camino los jóvenes lo amenazaron y lo transformaron en una suerte de rehén también, en un trayecto en el que lograron fugarse varios de ellos.
Estamos en diálogo con el senador Eduardo Lorier, del Partido Comunista.
***
Senador Lorier, ¿cómo fue que este operativo para desactivar el motín en la Colonia Berro terminó quedando a cargo de civiles? ¿Cómo fue que la ministra Arismendi y usted jugaron el papel protagónico que terminaron jugando?
EDUARDO LORIER:
Cuando recibimos la información de que estaba ocurriendo un motín en la Colonia Berro, inmediatamente decidimos partir hacia allí a los efectos de intentar colaborar en cualquier tipo de mediación, en cualquier tipo de negociación o de diálogo que se pudiera establecer.
EC - ¿Pero por qué? ¿Por qué ustedes?
EL - Yo personalmente entendí que podía ser importante la presencia de un legislador en esta circunstancia y así lo hicimos. Llegamos allí y nos encontramos con el presidente del INAU, con su vicepresidenta, Cristina Álvarez, y con el director nacional de Policía, y nos pusimos a las órdenes, bajo su estrategia general, para lo que ellos estimaran conveniente, si podía servir la presencia de un legislador en esa circunstancia.
EC - Estaba leyendo en el semanario Búsqueda que la forma como se generaron los hechos originó preocupación en el Ministerio del Interior. Fuentes de esa cartera dijeron que ya se ordenó una investigación interna para determinar por qué el operativo terminó a cargo de civiles y se relegó el papel de la Policía, pese a que en el lugar se encontraba Cono Cardozo, director de la Policía Nacional.
EL - Cuando llegamos nos presentamos al inspector, pero ya estaban en manos del presidente y la vicepresidenta las negociaciones que habían empezado a llevarse a cabo con los amotinados. En ese cuadro, en esa estrategia, nosotros recibimos la autorización pertinente para acercarnos por primera vez a allí e iniciar un diálogo con los que estaban amotinados. En una primera conversación, en un primer contacto nos presentamos como senadores de la República, les explicamos en qué estaba el proceso de reforma, de cambios en todo el sistema carcelario, de acuerdo a nuestra visión y que era importante que ellos nos dieran plazo, porque esta nueva administración, de la cual yo formo parte desde el ángulo del Poder Legislativo, apenas lleva 60 días en el proceso. Ése fue el primer contacto.
Al rato llega la ministra, que con el mismo criterio, bajo la misma órbita general que se venía estableciendo. Comienza a hacer las negociaciones, lo que permite algo que para mí es muy importante, porque siempre, en todo momento privilegiamos el tema de los cuatro rehenes, de las personas que estaban dentro del lugar el ingreso de la ministra y de quien habla por primera vez al lugar para conocer el lugar, conocer las condiciones para poder tomar un primer contacto y una primera visión de los que estaban adentro. Y lo logramos, porque al ingreso lo primero que vimos fue a los tres funcionarios, que estaban adentro de una celda; por una mirilla pudimos verlos y ellos nos vieron; les preguntamos cómo estaban, nos dijeron que estaban bien, les preguntamos si habían sido castigados, nos dijeron que no, que estaban perfectamente bien, que no habían sido tocados, lo que nos dio una enorme tranquilidad.
Luego seguimos recorriendo el penal y vimos las tremendas condiciones, diría las dantescas condiciones en que aquello estaba, producto de la destrucción de la que era objeto en ese momento, con incendios, llamas, humo, un ambiente de excitación en todos lados. También pudimos apreciar las condiciones permanentes de aquello, porque había que ver aquellos colchones, aquellos baños llenos de humedad, con agua fría, aquellos excusados, aquellas ratas. Había que ver aquello para darse cuenta de que el INAU efectivamente ha sido una cenicienta del aparato estatal en materia de recursos materiales.
EC - Recorro otra versión de prensa, en este caso de El Observador, que dice la presencia de la ministra y del senador Lorier "resultó decisiva para evitar una tragedia durante el motín". ¿Efectivamente usted entiende que de haber sido manejado de otra manera el motín podría haber terminado peor, si directamente la Policía hubiera estado a cargo de controlarlo? Porque eso es lo que sobrevuela en este análisis.
EL - Nadie asegura que si hubiera habido un ingreso masivo y no se hubiera trabajado en la línea de las conversaciones y del diálogo, el desenlace no habría sido sin derrame de sangre, porque había un ambiente de mucho nerviosismo. Y no olvidemos de qué material humano estamos hablando.
EC - Pero la Policía tiene elementos entrenados para manejar situaciones con rehenes.
EL - Por supuesto que sí, y en sentido, vuelvo al comienzo, siempre estuvimos bajo la cobertura de lo que decidieran los que estaban negociando. No fuimos de ninguna manera a sustituir a nadie sino que nos pusimos a las órdenes, y fue en ese cuadro que pasó lo que pasó.
EC - ¿Cómo es que usted termina conduciendo la camioneta en la que se traslada a algunos de los menores?
EL - A posteriori de ese ingreso salimos y se hizo un acuerdo en el marco del cual se les dijo claramente que, por supuesto, no iban a poder quedar en el lugar, pero que el INAU no tenía ningún sitio adonde pudieran ir todos juntos, que debían pensar en dividirse en dos partes, que había un lugar en Montevideo con posibilidades para unos 11 reclusos y que el resto podía quedar en un correccional cerquita de Berro. Ellos quedan con esa idea, se reúnen, y unas horas más tarde no fue sencillo, no fue inmediato nos volvimos a acercar, preguntamos, estaban en duda, querían tener ciertas garantías acerca de que no iban a ser castigados, en fin, de que iban a respetarse las visitas y demás, a lo cual se accedió. Entonces nos dan la lista y comienza un trabajoso proceso de separar a los que iban a Montevideo de los que quedaban allí. Son al final 13 los que van para Montevideo, que salen armados, y con uno de los rehenes, fuertemente custodiado.
EC - O sea: ellos iban a trasladarse en esa camioneta armados y con un rehén.
EL - Exacto.
EC - ¿Y se aceptaron esas condiciones?
EL - Se aceptaron esas condiciones.
EC - ¿Armados quiere decir con armas blancas? ¿O también con revólveres?
EL - No, con armas blancas; revólveres no vimos en ningún momento. Lo que yo puedo decirle es que ingresan a la camioneta y el chofer, razonablemente, se niega a ese traslado.
EC - ¿Cómo es que se acepta que estos menores sean trasladados armados y llevando con ellos a un rehén?
EL - No olvide que había un rehén de por medio y que había dos más adentro. Justamente, eran los elementos que estaban en juego en toda esta circunstancia.
EC - Resulta todo bastante impresionante y discutible. Yo reconozco que una cosa es estar comentándolo acá, desde un estudio de radio, y otra cosa es estar allí, pero como que se le concedió mucho a esta gente, ¿no?
EL - Depende del ángulo desde el cual se mire. En ese momento y en ese cuadro, con el estado de ansiedad que allí existía y con los elementos de los que estamos hablando, la realidad se ve de otra manera.
EC - Lo cierto es que el chofer no acepta.
EL - El chofer no acepta y en ese cuadro se eleva el grado de ansiedad de los que estaban allí, que empiezan a gritar: "¡Otra vez no cumplen con lo acordado!", etcétera. Entonces había que adoptar alguna decisión y, le digo la verdad, de repente hay algún manual, algún libro, alguna teoría que indican que no debió asumirse ese riesgo, pero a veces en la vida hay que asumir determinados pasos. Yo en ese momento lo pensé, lo medité, supe los riesgos que corría y me ofrecí a ser el chofer de la camioneta.
EC - Usted iba solo, entonces.
EL - Iba solo, con 13 y un rehén.
EC - 13 menores de la Colonia Berro, un rehén y usted. Usted iba regalado.
EL - A veces en la vida... le digo lo mismo que le dije recién. Capaz que si uno lo piensa mucho no lo hace, pero hay circunstancias, hay momentos, hay instantes en que hay que tomar decisiones. Yo la tomé, había un rehén con ellos adentro de la camioneta que podía correr serio peligro de vida porque estaban cada vez más nerviosos ante el hecho de que la camioneta no se movía, de que no había chofer.
EC - Y terminó pasando en el trayecto lo que podía ocurrir, o sea que los menores terminaran decidiendo hacia dónde iba esa camioneta.
EL - Sí, pero ése es un elemento que me gustaría establecer así: a los 50 metros se libera al rehén, que es lo más importante en todo este cuadro.
EC - A los 50 metros.
EL - Es más se lo digo porque los hechos son los hechos y es bueno acotarlos así, mi secretario, Jorge Gota, en ese momento también se ofrece a sustituir al funcionario para ser él el rehén y que dejaran libre al funcionario, porque, repito, desde que salimos de Montevideo priorizamos el hecho de que allí había cuatro personas en esas condiciones. Seguimos, pero yo noté que adelante de mí no iba nadie, o sea que yo tenía que dirigir la marcha.
EC - Adelante no iba nadie, atrás sí.
EL - Atrás sí.
EC - Iba una camioneta de Policía.
EL - Adelante nadie me marcaba el rumbo, entonces cuando llego a Suárez tengo que optar entre agarrar por la ruta 8, por la cual yo había llegado y que era el rumbo que prefería y conocía en una noche muy lluviosa, con poca visibilidad, en una camioneta que no conocía y sumamente cargada, sobrepasada de carga, y el camino del Andaluz. Cuando llegamos a Suárez ellos me dicen: "Tomá por el Andaluz", y así lo hicimos.
EC - ¿Pero por qué usted acepta esa sugerencia?
EL - No es que acepte, en ese momento doblo por el Andaluz porque podía doblar, porque, sinceramente, conocía muy poco la zona y no conocía a dónde íbamos. Pero, repito, si hubiera ido un vehículo adelante que me guiara, evidentemente habría seguido ese vehículo; incluso podrían haber ido dos motos adelante y dos vehículos a los costados y uno atrás, lo que hubiera permitido un encajonamiento.
EC - ¿Ésa fue una falla del operativo?
EL - Yo le estoy señalando lo que opino que podía haber habido y no hubo. Posteriormente nos vamos acercando a Montevideo y ocurren dos cosas que me llaman la atención: en primer lugar comienzan a hablar en esa jerga carcelaria que uno no puede entender, y luego me empiezan a determinar porque yo sabía que por el Andaluz, por la primera ruta, llegábamos a Montevideo tanto como por el otro lado, a marcar el camino de una forma mucho más específica, mucho más estrecha, lo cual, unido a lo anterior, me da pie para pensar que podía haber un intento de fuga planificado, cosa que no era ajena desde el mismo momento en que subimos.
EC - Y eso termina de concretarse.
EL - Y eso termina de concretarse. Llegamos a San Martín, a Aparicio Saravia, y allí dicen: "¡Apurá, apurá!", "¡Doblá, doblá!" "¡Apurá!" porque querían perder a la camioneta que venía atrás, "¡Pará o te mato!, ¡pará o te mato!" decía el que estaba a mi lado, entonces entreparé, y al entreparar, apenas aflojé la marcha en un baldío, se tiraron seis. Se sintieron disparos inmediatamente y los que quedaron adentro no sé si porque no quisieron o porque no se animaron, que fueron siete quedaron en un grado de excitación altísimo. Fue el momento más tenso, donde yo realmente pensé que podía peligrar mi vida, porque quedaron muy tensos y empezaron a discutir dónde íbamos, unos querían ir para el Cerro, otros querían ir para el hogar: "¡No, no, vamos para el Cerro!" "¡Pero yo tengo este senador, que yo lo mato!", decían cosas de ese tipo y querían que acelerara al máximo repito, en condiciones tremendamente difíciles para hacerlo. 600 metros más adelante se aparea la camioneta de los GEO, que bajan la ventanilla, sacan las armas y nos hacen señas de que paremos. Nos van encerrando, efectivamente yo tengo que parar, y ése fue, desde el punto de vista puntual, el momento clave, porque perdidos por perdidos podrían haberme herido, lesionado; no lo hicieron. Yo opté por quedarme tranquilo, quieto, en ese instante pensé que convenía eso y no intentar abrir la puerta, hacer un movimiento raro o algo por el estilo. Y así fue.
Rodearon (la camioneta), demoraron un poco en abrir, hasta que con un griterío, unos golpes y demás que ustedes se podrán imaginar, tanto de afuera como de adentro, (los jóvenes) se amilanaron y fueron sacados uno tras otro. Y el operativo, desde mi punto de vista, terminó, sin heridos.
EC - De todos modos, ¿de cuántos fugados fue el saldo?
EL - De seis fugados en esa parada previa o entreparada, porque no fue una parada completa, que luego, según tengo entendido, fueron recapturados.
EC - Desde la audiencia las llamadas que han venido hasta ahora son bastante críticas. Dice Olga, de Minas: "El senador estaba jugando al SUAT"; y José, de Pocitos, dice: "Los senadores están para hacer buenas leyes, no para actos presuntamente heroicos".
A esta altura de los acontecimientos, ¿usted ha tenido tiempo de evaluar las decisiones que tomó y considerar que fueron una ingenuidad?
EL - No, por favor; ingenuidad puede ser estar hablando desde su casa cómodamente sentado. Yo creo que los legisladores estamos para muchas cosas en este país, entre otras también para presentarnos de noche, en la madrugada, al frío, para pasar toda una noche lluviosa y quedar empapados para colaborar en un motín donde podíamos, como legisladores como ha ocurrido tantas veces en tantas actividades, presentarnos y tener un papel mediador, negociador. Quizás desde una casa, desde la comodidad del día, perfectamente se pueda valorar así. Yo no estoy nada arrepentido y menos cuando había cuatro rehenes que estuvieron pasando lo que ustedes se imaginan que pasaron, que después quedaron libres. Eso es muy importante y altamente valorable de mi parte. Lo demás, manuales que existen, SUAT, películas y todo lo demás, allá los que lo digan.
EC - También hay llamadas a favor. Javier dice: "Quería decirle gracias al senador por asumir un rol que no le correspondía".
EL - Que no le correspondía... vuelvo a insistir en que no lo acepto en su totalidad desde mi concepto, respetando las posiciones y las opiniones de los demás. Puede ser que corresponda o no, cada uno lo valora.
EC - El juez en lo penal Gustavo Mirabal lo ha citado para hoy.
EL - Estamos en contacto con él, sí.
EC - ¿Usted va a concurrir a declarar?
EL - Sí, vamos a concurrir, vamos a estar aceptando los requerimientos de la justicia, por cierto.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe