Entrevistas

Policías y profesores intercambiarán formación para mejorar seguridad en los liceos

El Codicen y el Ministerio del Interior acordaron comenzar a trabajar en una formación específica para policías que trabajen en las inmediaciones de los liceos. A su vez, los profesores recibirán clases con policías para conocer cómo resolver situaciones violentas. Alex Mazzei, presidenta de Secundaria, afirmó que el problema de violencia es de la sociedad en su conjunto y que se piensa en soluciones "armónicas".

(Emitido a las 7.35)

EMILIANO COTELO:
Vamos a ocuparnos de esta serie de episodios violentos que se dieron en liceos de Montevideo, el más reciente de ellos el del liceo número 38, de La Teja, que el jueves fue apedreado por algunos estudiantes y también aparentemente por otros jóvenes ajenos al instituto.

Ayer se reunieron autoridades del Consejo de Secundaria y del Ministerio del Interior para trabajar en forma coordinada a efectos de enfrentar este ambiente. Entre otras cosas, se habla de construir un nuevo perfil de los policías que cuiden los liceos.

Por el Ministerio del Interior estuvo el subsecretario, Juan Faroppa, por las autoridades de la enseñanza la profesora Alex Mazzei, presidenta del Consejo de Educación Secundaria, con quien vamos a dialogar.

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Profesora Alex Massei, ¿cómo define el resultado del intercambio de ayer?

ALEX MAZZEI:
Para mí fue muy importante, lo de ayer en realidad fue un mojón en una etapa de un proceso de trabajo que hemos empezado hace unos meses. A nuestro juicio es muy importante porque no tengo conocimiento de que se pueda trabajar en esas condiciones, desde una igual perspectiva del papel que tiene que tener la Policía en la sociedad y básicamente con los adolescentes, cercana a la institución educativa. Nos pareció muy importante compartir esa intención de que cumpla determinadas funciones y por otra parte construir o iniciar convenios de cooperación que nos permitan avanzar en desarrollar actividades comunes, en lo que tiene que ver con capacitación y el ministerio colaborando en forma cercana con la institución. Es un avance muy interesante, todavía no hemos concretado ninguna intervención pero estamos en una línea de trabajo que me parece muy saludable, muy buena.

EC – En el liceo 38 lo que ocurrió la semana pasada fue una especie de protesta, una acción llevada adelante por un grupo de adolescentes que rompieron los vidrios de la fachada del instituto, todo indica que reclamando algunas cosas. Pero lo de violencia en los liceos no se limita a hechos de ese tipo, todos los testimonios, tanto de padres como de alumnos e incluso de docentes hablan de una sucesión casi permanente de distintos hechos de distinta gravedad. Concretamente, ¿qué es lo que les preocupa?

AM – Vivimos en una sociedad violenta, no es solamente el centro educativo, el liceo público o privado, sino que es en realidad esta sociedad. No olvidemos que se ha tenido que aprobar una ley sobre violencia doméstica. O sea, hay violencia dentro del hogar, hay violencia en la calle, hay violencia en los jóvenes –no cabe duda–, hay una cultura de la violencia que vemos en los juegos de esta época, en la forma de relacionamiento de los adolescentes entre sí y con los adultos, no hay una convivencia armónica sino que está permanentemente cruzada por episodios de violencia que a veces tienen sólo la intención del juego y a veces en esa intención de juego provocan víctimas.

En el caso del liceo 38 pasó lo mismo que está en el ambiente: empezaron con una reivindicación los docentes, luego no había clases, quedaron en la puerta, y uno tiró una piedra y –como pasa siempre– otros siguieron. No podemos decir que haya habido una acción vandálica preparada intencionalmente en ese caso, sino que forma parte de lo que es la cultura de la época. Se juntan algunos y en el grupo se producen estas cuestiones.

EC – Está la situación también de jóvenes no necesariamente alumnos de los liceos que merodean y en determinadas circunstancian agraden verbal o físicamente a quienes salen o incluso los roban, esa es otra parte de la realidad.

AM – Eso también es la realidad de todos los días, porque el centro educativo es un lugar convocante de otros jóvenes que tienen vínculos en el barrio con otros chiquilines. La puerta de un liceo es un lugar muy atractivo a la hora de entrada y salida de chicos. Es un lugar realmente atractivo para el barrio, para otros jóvenes que no tienen nada que hacer, de ahí que nuestra preocupación está también centrada en tratar de que todos los jóvenes ingresen al sistema educativo y estén ocupados, porque estar en la puerta del liceo es una acción de no tener qué hacer.

EC – La presencia de agentes policiales se ha vuelto algo ya imprescindible.

AM – Pero no suficiente, porque hoy un agente policial como el de antaño no tiene capacidad para resolver los problemas que se generan en un entorno con un grupo de estas características. Es lo que hablábamos con el subsecretario: hoy precisamos otro tipo de policía, no el que da miedo sino el que de algún modo interviene, conversa, disuade, protege, un tipo de policía más comunitario que realmente tenga otro perfil.

EC – Aquel guardia civil de décadas atrás.

AM – Ahí está, exactamente, el guardia civil.

EC – Además hay un problema cuantitativo, la cantidad de funcionarios policiales con los que ustedes terminan contando en los liceos no son suficientes, pero Secundaria tampoco tiene los recursos imprescindibles para el pago de los que hay, hay que pagar por ellos, van por el servicio 222.

AM – Es muy cierto. Además el 222 es un servicio muy caro, una guardia de 24 horas de un 222 cuesta 48.000 pesos por mes, es uno de los funcionarios más caros que tiene el sistema educativo. Por lo cual es cierto, estamos atrasados en los pagos porque todos sabemos los escasos recursos de que dispone la enseñanza pública.

EC – Entonces, ¿por dónde encaminar esa relación Consejo de Secundaria-Ministerio del Interior? ¿Cómo se modifica el perfil de ese funcionario policial asignado al liceo? ¿En qué están pensando?

AM – Estamos pensando en capacitación a estos funcionarios, a los 222, pero también a otros funcionarios de las comisarías, que hoy no intervienen directamente en lo que puede tener que ver con los adolescentes en particular y desde este lugar que nos estamos planteando, a efectos de que otros policías de la comunidad también puedan participar en las rondas, el control o la vigilancia en las inmediaciones de los centros educativos.

EC - ¿Cómo se procesaría la formación de estos funcionarios policiales?

AM – Quedamos de acuerdo en preparar un currículum, fundamentalmente trabajar en el conocimiento de lo que es un adolescente y cómo debe ser el trato al adolescente por parte del policía, el vínculo con el adolescente. Hemos ofrecido la posibilidad de trabajar en la construcción de un currículum, de ofrecer algunos docentes, y también de que se haga en algunos espacios educativos. Fuera de las horas de clase es posible que los liceos se usen también para desarrollar esas actividades de capacitación a la Policía.

EC – Así que la capacitación correría por cuenta de docentes de Secundaria.

AM – De algunos sí, posiblemente. Todavía no acordamos finalmente un proyecto, vamos a hacerle ajustes a esto, pero en algunos casos sí, algunos docentes serían nuestros.

EC – Los docentes de Secundaria a su vez sostienen que necesitan algo de formación, una formación mínima en cuestiones de seguridad. ¿Eso también estuvo en el intercambio de ayer?

AM – Eso también estuvo y tiene que ver con este intercambio del que hablamos. También los docentes y los directores de liceos tendremos un vínculo mucho más cercano y lograremos trabajar con la Policía a efectos de conocer cuáles son esas situaciones que se dan, cómo se dan, cómo resolverlas, cuáles son las prácticas que utiliza frecuentemente la Policía. Creemos que ese intercambio va a ser muy rico.

EC - ¿Algo concreto que el profesor pueda aprovechar, pueda aprender de la Policía?

AM – Por lo pronto una de las cosas que podemos aprender de la Policía tiene que ver con las situaciones que se están dando en el barrio, los problemas de riesgos que hay en determinadas comunidades, la manera como se resuelven algunos problemas concretos con estos chicos a través de contactos directos con algunas personas especiales en el propio ministerio o de la propia comisaría, o sea establecer vínculos más cercanos.

EC - Y el problema del pago, lo que cuesta el servicio 222, ¿cómo se manejó?

AM – Eso no se habló porque estamos en otra cosa, eso ha quedado por allí. En realidad el Consejo de Secundaria y el Codicen en este momento estamos pagando el servicio 222 y nos estamos acercando a ponernos al día, ya hemos hecho algunos pagos importantes este año.

EC – Por otro lado vi que estuvo en esa charla otra alternativa de complementación de servicios entre Secundaria y el Ministerio del Interior, en este caso con la Dirección de Cárceles.

AM – Es muy cierto.

EC - ¿Cómo es esto?

AM – En algunos departamentos se está recurriendo a algunos servicios de los presos para arreglar los bancos o el mobiliario del sistema educativo. Habrá que ajustarlo más y desarrollarlo como una política de trabajo y de cooperación. Nosotros les haríamos llegar bancos, los tornillos y los materiales e insumos necesarios, en las cárceles harían las reparaciones y luego veríamos cómo hacer para pagarles una pequeña cantidad de dinero por banco a efectos de que puedan comprar algunas herramientas para avanzar en un proyecto que a la vez que es de capacitación para los presos contribuya a realizar una actividad que para nosotros es muy importante.

EC – Pero esto nos sacó del tema concreto que en principio estábamos viendo, que era cómo enfrentar estos problemas de violencia en los liceos. En definitiva, más allá de las acciones a desarrollar con el Ministerio del Interior, ¿qué otras acciones, qué otro tipo de planes está manejando el Consejo de Secundaria?

AM – Particularmente me gustaría dejar claro que los centros educativos –y mucho menos sólo los públicos– no son los únicos escenarios de estos hechos de violencia. Los episodios de que hablamos ocurrieron en dos liceos de Montevideo, el 38 y el 62, que llegó a tener el récord en estos tres días de catorce amenazas de bomba. A veces reiteramos información pero son los mismos centros, tenemos 65 liceos en Montevideo y estamos hablando de que durante tres o cuatro días se repitieron esos episodios en sólo dos, por lo cual tampoco tenemos que alarmarnos y pensar que son los liceos y los liceos públicos los que tienen este problema. Como decíamos, es un problema de la sociedad. Sabemos que es un problema real y estamos tratando, desde adentro de la institución, de tomar algunas medidas más rigurosas, que son las mismas de siempre pero que a veces no se aplican con todo rigor y con todo cuidado.

EC - ¿Por ejemplo?

AM – Por ejemplo que los directores y los equipos de dirección estén permanentemente en las instituciones educativas, que a los chicos no se los deje salir o entrar fuera de los horarios de entrada y salida de los turnos. Se sabe que uno de los problemas que tenemos ahora es el ausentismo docente, los docentes faltan a los liceos y se ha hecho corriente que si faltan en la última hora del turno se les permita a los chicos retirarse a su casa. Es intención nuestra que queden dentro del liceo, como se hacía antes, trabajando con un adscrito o con un profesor, y que salgan y entren todos juntos, me parece que ésa es una medida de cuidado. Que no se vayan solos, que se junten de a dos o tres, que los padres estén atentos cuando salen y cuando vuelven, medidas de ese tipo creemos que son buenas. Además de talleres con psicólogos o equipos multidisciplinarios, que también hemos mandado a los liceos para trabajar con los chicos, fundamentalmente con los que cometieron esta falta de apedrear a su propio liceo.

EC – Para terminar, ¿cómo encaja en este cuadro la intención que ha trascendido de suprimir las actas 14 y 62, que son las que establecen códigos de comportamiento en los centros educativos?

AM – En realidad no se ha pensado en suprimir las actas sino en sustituirlas por otras. El sistema educativo no puede estar sin marco normativo en lo que tiene que ver con la convivencia de los jóvenes, por lo cual lo que se está procurando hacer es redactar un documento sustitutivo del acta 14 a efectos de que se pueda derogar la anterior. Pero no se puede derogar sin que quede un marco que regule el relacionamiento de los jóvenes.

EC - ¿Esa sustitución va a implicar un afloje en la disciplina?

AM – No creo que el afloje dependa exclusivamente de una reglamentación. Es más, creo que hay reglamentaciones, como es el caso de esa, que son tan abstractas y tan lejanas que muchas veces ni siquiera ayudan a resolver problemáticas concretas de comportamiento, que es lo que pretendemos. Nosotros trabajamos y estamos pensando en trabajar siempre desde lo positivo, o sea desde mejorar la convivencia en la sociedad, tener una convivencia armónica, solidaria. Desde ese lugar pretendemos trabajar en la construcción de pautas de convivencia elaboradas en los propios centros educativos con los docentes, con los padres, con los estudiantes. Creemos que hay que trabajar estos temas desde las comunidades, no se pueden trabajar desde lo individual, desde lo puntual, poniéndole una sanción a uno o resolviendo el caso de otro. Es un trabajo muy grande de tejido social, dentro de la institución tiene que haber acuerdos, conocimiento claro de dónde están los límites, hay que poner límites pero esos límites tienen que ser conocidos por todos, las normas tienen que ser compartidas por todos.

La intención es generar un amplio marco normativo que se aprobará en el ámbito del Codicen, también con participación de estudiantes y docentes –en este caso tenemos un proyecto que ya trabajó la ATD, sobre la base del cual se está avanzando–, luego con un ajuste de las normas de convivencia en cada centro educativo, para que sean más cercanas, más reales, más concretas y que realmente constituyan límites y orden en la cotidianeidad, en lo de todos los días.

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Transcripción: María Lila Ltaif
Edición: Mauricio Erramuspe