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El otro Plan de Emergencia: las calles de Ciudad de la Costa

Desde el 9 de julio está en marcha otro Plan de Emergencia, en este caso es el Vial, el que la Intendencia Municipal de Canelones lleva adelante para hacer transitable una ciudad en la que viven 120.000 personas, una de las cinco más grandes de Uruguay. Informe de Mauricio Erramuspe

Los pozos de Ciudad de la Costa son un clásico y después de cada lluvia, en el mejor de los casos, los vecinos deben buscar caminos alternativos para lograr salir en auto de sus casas. En el peor, hacerlo a pie o directamente quedarse a esperar que el tiempo mejore y las máquinas niveladoras pasen.

¿Cómo ha sido vivir en esa zona estos años? ¿Cuál es el plan de la Administración Carámbula para cumplir una de las principales promesas electorales que llevaron al Encuentro Progresista a la Intendencia canaria? En los próximos minutos, En Perspectiva mira para la Ciudad de la Costa... y sus pozos.

Comencemos por decir que hay una contradicción interesante en este lugar que podría ser identificado por el mar, los pinares, los médanos o la playa. Pero no lo es. Hablar o pensar en la Ciudad de la Costa, inevitablemente remite a imágenes de pozos. Calles con pozos, autos rotos, tránsito lento y conductores que maldicen invariablemente desde hace años.

Es que estos "accidentes geográficos" se han transformado en el mayor factor aglutinante para las 120.000 personas que hoy viven a ambos márgenes de la Avenida Giannattasio, entre los arroyos Carrasco y Pando, en el Departamento de Canelones.

Se llama Ciudad de la Costa, desde el 19 de octubre de 1994, cuando una ley respondió a la necesidad de reunir los servicios públicos y privados de una zona que había crecido exponencialmente. Antiguos balnearios muy cercanos a Montevideo, cada uno con sus particularidades, se habían transformado en la zona que más crecía demográficamente en Uruguay.

Los servicios públicos –agua, saneamiento, luz, teléfono y, sobre todo, las calles- no acompañaron ese crecimiento explosivo.

Todos recordamos que el flujo migratorio hacia esa zona comenzó a notarse entrados los años 80 y se hizo patente en el censo de 1996. Entre 1990 y 1996, la población prácticamente se duplicó, alcanzando las 63.000 personas, según datos del censo de ese año, de 1996. Ahora, la población estimada en la zona es de un poco menos de 120.000 personas.

Miguel tiene 25 años y vive en Lagomar desde que nació. De su infancia recuerda que era un balneario chico, con muy pocas casas habitadas todo el año. "Después viví el proceso formidable que tuvo de expansión en población y llegaron de a miles, creo que 120.000 o algo así hablan las encuestas. Y con todo eso, sin previsión ninguna de las autoridades ni de nadie, ni nacionales, ni departamentales y se generó este colapso que viene de cinco o seis años atrás personificado, materializado en el pozo pero que tiene muchísimas cosas más. Y como está personificado en el pozo y en los amortiguadores rotos y en las calenturas que uno se agarra en el auto y que sé yo, que a veces se entierra y no lo puede sacar, el Automóvil Club, etcétera. Todo el mundo se pone a hablar de eso y es como de lo único que hablan uno con el vecino es de los pozos y de que horrible los pozos. Por lo que ahora si es que los van a arreglar todos, se va a terminar la comunicación", explicó.

Más allá de la ironía de Miguel, efectivamente los pozos son "el" tema de conversación, y como decíamos son parte de la identidad de la ciudad. Y las anécdotas y sus consecuencias se cuentan por miles. Personas que demoran diez minutos para hacer las cuatro cuadras que las separan de una avenida principal. Lluvias que obligan a diseñar estrategias nuevas para salir de casa cada día, talleres de alineación que trabajan sin parar, personas que tras una lluvia fuerte quedan aisladas.

Ese fue el caso de Aroma, que vive permanentemente en San José de Carrasco desde hace ocho años pero que veranea allí desde 1958. En febrero de este año, tras una fuerte lluvia, la calle en la que está la casa de Aroma se partió.

"En febrero se inundó toda la calle y partió la calle en tres lados distintos, no fue frente a mi casa, fue en el terreno de al lado y después dos terrenos más abajo o sea que habíamos como cuatro vecinos que habíamos quedado... digo caminando pasabas por arriba porque los terrenos son altos pero llegaba casi hasta el cerco de mi casa el agua. (...) Aislada, sí aislada porque llovía horrible. Para venir en taxi no podías pasar, los autos no los podían sacar los vecinos. (...) Demoraron pila en venir a arreglar. Por marzo o abril la arreglaron y antes de que asumiera Carámbula se volvió a partir y ahí demoraron más porque hasta que no asumió la nueva... Entonces, era... la gente te pedía permiso, te pasaba por adentro de la casa, por adentro de tu jardín porque no tenías cómo salir", dijo Aroma..

Además de las dificultades para desplazarse se suman otras. El precario saneamiento es en base a pozos negros que en muchos casos se desbordan cuando se acumula agua de lluvia que termina invadiendo los resumideros. Junto a los pozos llegan otros invitados.

"Las ratas no sabés lo que eran... un día yo me fui porque tuve una crisis, las veías pasar. A lo que se inundó, las tres veces que se inundó el agua pasaba todo por arriba de la calle como por cinco cuadras. Me vino un ataque porque veía las ratas. De adentro de tu casa tu estabas mirando y las ratas te pasaban por el jardín. Yo creo que debe haber diez generaciones de ratas ahí", explicó Aroma.

Otro es el caso de Alejandra que ya no vive en Ciudad de la Costa. Se volvió a Montevideo, fundamentalmente por la falta de servicios de la zona y más aún por los pozos. "Por ejemplo, con cualquier tormenta no tenías teléfono, no tenías luz, no tenías nada. Llamabas al médico y demoraba una hora para llegar a causa de los pozos. Vivías rompiendo el auto, cuando no era mi marido era yo. Siempre, siempre e incluso el año pasado, yo me mudé en julio y en diciembre me iba para La Paloma y dije voy a pasar. Terminé perdiendo el caño de escape. Me iba para La Paloma y entré a ver, como alquilé la casa entré a ver y terminé en el taller porque se me salió el caño de escape, por los pozos porque empecé a agarrar pozo, pozo, pozo. Me metí por una calle que yo conocía, que era la que había menos pozos y me quedé ahí... Me dio nostalgia, no sé de qué pero me dio nostalgia y quise pasar por donde vivía y terminé con el caño de escape en la mano".

El problema de las roturas que ocasionan las lluvias se agrega a la falta de mantenimiento porque si las máquinas pasaran con cierta periodicidad no se sumarían tantos inconvenientes. Esa es una de las intenciones de las nuevas autoridades en el marco del plan del que hablaremos en minutos.

Muchas personas con las que conversamos y que hace mucho viven en esos balnearios, incluso desde antes que se diera la explosión demográfica, cuentan que siempre hubo pozos. Claro, eran calles previstas para casas de veraneo, con poco movimiento la mayor parte del año. Una urbanización que de ningún modo previó o estaba preparada para una llegada tan masiva de personas.

La falta de mantenimiento se agravó en los últimos años, llegando a extremos hasta cómicos. Eduardo, de Lagomar, nos contó de un pozo en la intersección de las calles 70 y 66 que se transformó en un lago que atravesaba la calzada de lado a lado, durante más de un año. Hasta juncos tenía. "Sólo faltaban los patos", nos escribió en un correo electrónico. A pocos metros de ese "pozo-lago", un vecino plantó un árbol en otro "cráter", para advertir a los incautos conductores. "El eucalipto prendió y durante mucho tiempo fue parte pintoresca de esa intransitable calle", recordaba Eduardo en su mensaje.

"Al principio no era tan malo pero después cada vez fue peor. No tenías saneamiento, no tenías alumbrado, te quedabas a vivir dentro de los pozos, si llovía demasiado no podías salir de tu casa... y eso que estaba en la zona sur, ni te digo si estuviera en la parte norte". Esto que marca Alejandra es otra de las particularidades de la ciudad.

Al sur de Avenida Giannattasio, es decir entre esa avenida y el mar, vive gente de un nivel socioeconómico medio, medio alto. Al norte, en tanto, siempre generalizando claro está, vive una población de menor poder adquisitivo. La queja de los vecinos es que los pocos trabajos de mantenimiento históricamente se concentraron al sur.

A esa característica socioeconómica de la distribución de la población podríamos agregar otras particularidades. Por ejemplo, al surgir de lo que podríamos denominar como "un aluvión de personas", la composición de la población de la Ciudad de Costa es diferente a la del resto del país. La socióloga Carmen Varela, que trabaja en el Programa de Población de la Facultad de Ciencias Sociales ha estudiado mucho sobre este fenómeno que se dio en este lugar de Canelones.

Varela decía que ese gran crecimiento que ahora estaría revirtiéndose dejó una población promedialmente más joven que en el resto del país. "Los aspectos demográficos más salientes de lo que fue la Ciudad de la Costa, entre 1985 y 1996, y me animaría a decir que por lo menos hasta el 2000 seguramente fue muy continuado, es el gran crecimiento demográfico. La tasa de crecimiento fue muy importante lo cual imprimió a la población unas características que son bastante distintas a las características generales del país. En general la población del país es envejecida y en cambio en la Ciudad de la Costa tenemos una población más joven por efectos de la migración", sostuvo.

El intendente de Canelones, Marcos Carámbula, asumió el 8 de julio y uno de sus primeros anuncios, tal su promesa electoral, fue un plan de obras en Ciudad de la Costa para mejorar la red vial. Este es el otro Plan de Emergencia porque así se lo denomina: "Plan de Emergencia Vial". La idea es que cuando se cumplan tres meses de gobierno las calles den transitabilidad el 80% del tiempo. ¿Cómo es esto? Una recuperación definitiva o más consistente de esta red vial llevará mucho tiempo y sobre todo muchos recursos. Recursos que las nuevas autoridades han dicho que no tienen dado el déficit que heredaron y la alta morosidad que hay en Canelones.

La idea es sacar de la emergencia a la zona con un trabajo intensivo de "perfilamiento" de las calles. Perfilamiento es pasar las motoniveladoras para aplanar las calles y, además, agregar tosca para rellenar las que lo necesiten. Eso ya se está haciendo a buen ritmo, según Juan Tons, director de Obras de la Intendencia Municipal de Canelones. Además, se trabaja en la limpieza manual de cunetas que permita desobstruir los desagües.

Tons explicó cuál fue el panorama que encontraron y las etapas en el trabajo que están realizando. "Lo que encontramos fue una situación como todo el mundo la conoce, totalmente destruida, sin caminería y sin cunetas. Y lo que se empezó fue con cuatro criterios. El primero fue tratar de ver el tema de los lugares donde hay centros de salud, después seguir con los centros de enseñanza, después seguir las calles más transitadas por los ómnibus y después los lugares puntuales donde estaba la gente inundada. Con esos cuatro criterios se comenzó a caminar digamos para ir empezando a dar accesibilidad en ese orden".

El plan entonces supone dejar la mayoría de las calles en condiciones de ser transitadas para luego mantenerlas constantemente. Este trabajo requiere de gran maquinaria y recursos, dos cosas que en la comuna canaria faltan. Por ejemplo, en cuanto a la maquinaria, según Tons, la carencia era extrema. Dijo que al llegar a la Intendencia había 162 unidades entre camiones y maquinaria vial. Solamente 25 de ellas andaban pero sólo dos o tres podían salir a la calle. Al resto había que comprarle cubiertas. Ya se trabaja en la reparación de estas máquinas pero se sabe que la mitad, es irrecuperable.

Con ese panorama no sorprende el escaso mantenimiento que tuvo Ciudad de la Costa. El ingeniero Leonel Priano que dirige los trabajos de este Plan de Emergencia, y trabaja en la Intendencia desde antes de la asunción de Carámbula, recordó que para esa ciudad de casi 600 kilómetros de calles -en su mayoría de tosca y muy poca resistencia- se contaba con una motoniveladora, un camión y una cuadrilla de tres obreros. Sólo eso para una ciudad de 120.000 personas.

Como decíamos este es un plan que es el buque insignia de la Administración Carámbula, si usamos la expresión con la que se ha definido en la esfera nacional al Plan de Emergencia del gobierno de Tabaré Vázquez. Entonces, la ayuda desde lo nacional está llegando a Canelones.

Al asumir, el nuevo intendente firmó convenios con el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, con el Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y con OSE. Con el de Obras Públicas obtuvo la colaboración en maquinaria, personal y materiales. Con el de Ordenamiento Territorial y OSE comenzó un análisis más en profundidad, incluso con una consultora, para dotar a esta población de saneamiento y de una estructura más sustentable.

Así las cosas, comenzaron las obras que involucran a unos 60 obreros entre personal de la Intendencia y del Ministerio. Además, se trabaja con seis motoniveladoras (cuatro del Ministerio y dos de la Intendencia), seis retroescavadoras y se colocarán 15.000 metros cúbicos de tosca para aliviar la situación. Estos trabajos son definidos como de recuperación y mantenimiento. No son la solución definitiva. Priano afirmó que esa cantidad de tosca se necesitará todos los años. Y Tons lo confirma: "Esto lo que estamos haciendo es sacar de la emergencia a gente que realmente está en un situación deplorable, que no es la única del departamento pero que se comenzó por allí por el grado de abandono. La gente nos cuenta que hace más de ocho años que no veía pasar una máquina por ahí".

La idea es que en tres meses las autoridades pretenden dejar transitable la Ciudad de la Costa, según el plan que describías. ¿Cuál es el costo de estas obras? Los costos aún no están definidos con precisión. Sí, Tons hizo un cálculo estimado por kilómetro. "Está calculado, se calculan los costos por kilómetro. Si nosotros hiciéramos como estamos haciendo ahora que es sólo el perfilado de las calles, es decir sin agregar tosca, solamente pasarle la máquina, hacerle las cunetas, sale 3.100 dólares el kilómetro".

Con ese parámetro, el de los 3.100 dólares por kilómetro, multiplicado por los 526 kilómetros de calles que tienen estos ex balnearios, se necesitarían 1.600.000 dólares para que las calles quedaran transitables pero con necesidad de mantenimiento permanente, a la espera de obras más definitivas.

En esta primera etapa se pretende cubrir, según me explicaba el director de Obras, la mitad de las calles de la ciudad. En los primeros 15 días de trabajo efectivo, según Tons, se había "perfilado" 50 kilómetros de calles. Después vino el fortísimo temporal del 23 de agosto y provocó algunos retrocesos en el trabajo que venían realizando. En el actual plan de obras eso va a pasar. Calles en las que ya se trabajó, si llueve mucho, volverán a necesitar más trabajo.

Eso está previsto en el plan y es una de las diferencias con los trabajos que se hicieron anteriormente. Priano, quien está a cargo de los trabajos por parte de la Intendencia, dijo que el equipamiento que tenían antes no daba para cubrir el 20% de las calles antes de tener que volver a comenzar los trabajos. Esto hacía imposible el mantenimiento y el equipo siempre era desbordado por alguna lluvia. La mayor presencia permanente de personal y máquinas hará más sustentable este trabajo.

Tons definió de la siguiente manera la meta que se tiene en esta primera etapa, de emergencia y de trabajo junto al Ministerio de Transporte y Obras Públicas. ¿Qué va a pasar al final de estos tres meses? "Tanto las zonas donde circulan los ómnibus como los principales accesos quedarían todos en condiciones de transitar lo más bien", explicó Tons.

Las autoridades aclaran que este es un trabajo en condiciones de emergencia. Se está trabajando en un plan más definitivo. Allí es donde entran el Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y OSE. La ciudad necesita saneamiento y, además, un orden, un patrón que le dé una lógica de ciudad que nunca tuvo.

Sin duda la base de ese plan será cómo ordenar el desorden, cómo hacer más habitable una zona que creció sin ninguna previsión. La socióloga Varela llamó la atención sobre lo primero que habría que hacer.

"Yo creo que lo primero que hay que tratar de hacer a pesar de que fue una ciudad que no se pensó y que no se programó y que de la forma que creció hay cuestiones ahora que son difíciles de cambiar demasiado pero sí, de todas formas, hay que pensarlas en términos de la población que tiene, hay algunas cuestiones que igual se pueden pensar y planificar desde el punto de vista territorial y ordenarla. En la medida en que se pueda porque hay algunos lugares donde uno diría que hay que levantar algunas viviendas o ordenarla un poco distinto y eso no lo podemos hacer, no es cierto? Pero fundamentalmente los problemas más graves y que habría que solucionarlo con bastante urgencia es que lo que tiene que ver con todo el tema de saneamiento porque provoca serios problemas en cuanto a la salud y a la viabilidad de la misma zona, porque además va a contaminar desde el punto de vista ambiental, ha contaminado y va a seguir contaminando cada vez más y va a haber problemas que no van a ser solucionables. Entonces me parece que una de las cuestiones fundamentales a tener en cuenta es todo el tema que tiene que ver con el saneamiento", sostuvo Varela.

Varela trabajó en esta zona y otras en el marco del programa Ecoplata que investigó la realidad de diversas poblaciones costeras, financiado por ONU y la Corporación Canadiense, con la participación de diversas instituciones públicas. Y en los informes que han producido hay sugerencias técnicas que quizás no sea del caso reseñar aquí pero deben estar en los planes de las autoridades. Ahora, ese trabajo está a la espera de una redefinición y un análisis más en profundidad de las condiciones actuales de la Ciudad de Costa que se sugiere, ya no es un gran receptor de gente y lentamente podría estar ingresando en un proceso inverso.

El plan futuro, cuando esté más definido, seguramente pueda ser materia de otro informe. Por ahora, podemos hablar de ideas. Por ejemplo la de los vecinos. En realidad ya están participando a través de las comisiones vecinales que han sugerido medidas a la administración.

En el caso de las personas con las que habló En Perspectiva las ideas son muchas. Algunos quieren que la ciudad conserve el aspecto pueblerino y no se transforme en una "gran ciudad". En definitiva, mucho de su encanto radica en esa característica. Otros quieren que se desarrolle la infraestructura. Otros, que ya se fueron, ni piensan en volver.

Por ejemplo, Alejandra, que dice que hagan las obras que hagan, no piensa en retornar a su casa de Médanos de Solymar, ahora alquilada. "No vuelvo más. Estoy cómoda acá. Incluso pensamos en vender la casa pero se desvalorizó tanto que ni eso. Claro cuando nosotros fuimos, era una buena época, todo el mundo edificaba, edificaba y ahora todo el mundo se quiere ir a montones. Tengo una médica de mis hijas que es de la Coronaria que se hizo terrible rancho en la rambla y dice yo ya me quiero venir. Claro, no tenés servicios".

Ese efecto de la desvalorización, como casi todo en esta vida, mientras perjudica a unos, beneficia a otros, ¿no? Hace un tiempo que Martín y su novia decidieron vivir juntos. Él ya vivía en Solymar y se mudó unas cuadras al sur. Si bien se queja de los pozos y quiere que esa situación mejore, Martín también ve un aspecto positivo en ellos.

"Es una zona que a mí me gusta mucho a mi compañera también le gusta mucho y el tema de los pozos los tomamos como una desventaja en algunos aspectos pero tiene como paralelamente sus ventajas que creo que también fue algo que nos facilitó (...) Tenemos una casa que es bastante linda, con dos dormitorios, una cocina grande, un living grande y pagamos más o menos 3.000 pesos de alquiler. Lo que pensamos es que si no existiesen los pozos sería imposible pagar ese alquiler por esta casa. Acabo de renovar contrato por dos años", dijo Martín.

Miguel por su parte, a quien escuchábamos al principio del informe, desde su casa en Lagomar es de los que defiende que no se hagan muchas obras. Sólo pide que se mejore un poco el estado de las calles. "Preferiría que no se haga saneamiento, que no se hagan veredas ni asfalto ni ese tipo de cosas, sí que las calles transitadas que no son muchas, en cada balneario serán dos o tres, las demás no son muy transitadas ni en ómnibus ni en ese tipo de cosas se arreglen. Pero que las otras las dejen así y conserven una belleza que tienen y espectacular gracias a que no ha habido mucho tránsito ni ese tipo de cosas y a la vez así de repente se pueda conservar cierta identidad, cierta paz de paisaje que nos une un poco por el gusto por este lugar.

Aroma es una enamorada del lugar pese a haber quedado aislada varias veces, como escuchamos al principio. Ella es categórica al afirmar que no "elige" volver a Montevideo. "Para vivir es lindo. Yo estoy conforme, vivo acá porque quiero porque tengo casa en Montevideo. El tema es que claro ahora nos superó el tema de los pozos, de todo. El deterioro que yo creo que si no hacen saneamiento o cosas así no creo que se pueda solucionar lo de las calles", dijo Aroma.

En definitiva es difícil decir si los pozos efectivamente dejarán de ser una realidad permanente y traumática para la ciudad y sus habitantes. Pero es claro que comenzó una nueva etapa para esta zona que Tons, el director de Obras canario, explica: "Hay un proyecto urbanístico. Es decir esto no es un proyecto sólo de las obras. Nosotros estamos trabajando con una cabeza de plantear las obras en consonancia con un plan ordenamiento territorial y medio ambiente que no es ni más ni menos que adecuar el uso del suelo a los requerimientos nuevos urbanísiticos y de población que se están creando. Porque, por qué pasa esto que se inunda ahora y antes no se inundaba? Porque seguro, porque se empezaron a hacer casas donde había bañados, se empezaron a hacer casas donde el agua filtraba, se siguió de alguna forma sacándole superficie, y todo eso le da velocidad a las aguas, las direcciona nuevamente, entonces eso nunca se planifico. Bueno, eso es lo que vamos a empezar a planificar de acá para adelante. Lo que está hecho no lo podemos destruir por lo tanto hay que hacer soluciones de emergencia o soluciones alternativas. Pero lo que se empiece a construir de acá para adelante pretendemos hacerlo con esa cabeza. Esto no puede pasar lo que pasó. Que se hizo una ciudad al costado de una ruta", dijo Tons.