Entrevistas

La Universidad profundizará su descentralización

La Universidad de la República presentó su Plan Estratégico y entre sus principales proyectos está el de fortalecer su presencia en el interior con "nodos" en Salto y Paysandú, Colonia, Maldonado y Rivera, además del área metropolitana. El rector, Rafael Guarga, explicó que no sólo se busca difundir el acceso a la enseñanza terciaria sino también aumentar la presencia de investigadores.

(Emitido a las 9.11)

EMILIANO COTELO:
Ustedes recordarán cuánto se discutió sobre si en el Presupuesto había o no que asignar el 4,5 por ciento del Producto Bruto Interno (PIB) para la educación pública. Pero ese debate estuvo excesivamente centrado en los números. Vaya uno a saber por qué, pero lo cierto es que importaba más saber de dónde se iba a sacar el dinero que cómo y en qué se lo iba a utilizar.

Hoy vamos a tratar de re-enfocar esa discusión. Si nos concentramos, por ejemplo, en la Universidad de la República: ¿en qué va a gastar sus partidas? ¿Cuál será la "calidad" de ese gasto? ¿Cuáles son sus planes para el quinquenio?

Parece que uno de los conceptos más fuertes y novedosos que se incluyen en los planes de la Universidad para los próximos años es la apuesta fuerte a la descentralización, con la apertura de nuevos centros en el interior del país.

De eso y de otros contenidos de este plan estratégico de la Universidad de la República vamos a conversar con el ingeniero Rafael Guarda, rector de esa casa de estudios.

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Ingeniero Guarga, esta semana, en la Comisión de Presupuesto integrada con Hacienda de Diputados ustedes dieron a conocer algunas líneas centrales de este plan para los próximos cinco años. ¿Cómo definiría usted el proyecto en términos generales?

RAFAEL GUARGA:
Se trata de una nueva versión, dado que no es la primera, sino que la primera se hizo en el año 2000, del Plan Estratégico de Desarrollo de la Universidad de la República. Esto en sí mismo es una innovación, no sólo para la Universidad, para la cual es su primer plan estratégico aprobado como tal por el Consejo Directivo Central en el año 2000 en su primera versión, y en este año 2005 en la versión cuya publicación usted tiene en sus manos. Esto fue lo que se presentó en el Parlamento el otro día como expresión más sintetizada de lo que la Universidad piensa de sí misma y de sus transformaciones hacia el futuro.

Es también innovación en el contexto regional. De hecho, en el contexto regional son muy pocas las universidades que tienen un plan estratégico, esto es, que tienen definido su futuro a través de sus órganos de dirección y que en función de eso actúan. Así ha venido actuando la Universidad de 2000 a la fecha y lo seguirá haciendo en el marco de esta nueva versión del Plan Estratégico.

EC - ¿A qué tipo de universidad se está apostando?

RG – Como bien usted decía, se está apostando, en uno de los elementos importantes en el cual se hace énfasis en esta nueva versión y que aparece como un objetivo estratégico nuevo –antes teníamos cinco objetivos estratégicos, ahora aparecen siete–, a la descentralización. Esto parte de constatar una gran inequidad entre la Universidad en el área metropolitana y fuera de ella, que llamaremos el interior de la República. En particular, para dar una idea cuantitativa, en el interior la tasa bruta de escolarización, esto es el porcentaje de personas que son alumnas de la Universidad y que habiendo nacido en el interior son alumnas de la Universidad respecto de los jóvenes de 20 a 24 años que viven en el interior, es de 16 por ciento. El mismo cálculo hecho para el área metropolitana da 41 por ciento. Es decir que, teniendo en cuenta que la media en América Latina es de 19 por ciento, en el interior estamos por debajo de esa media y en la capital estamos duplicando esa media y casi arañando por debajo las tasas brutas de escolarización media de los países desarrollados. Esto es una expresión de esa fuerte inequidad sobre la cual la Universidad ha venido trabajando desde la dictadura hasta hoy, pero con un grado de lentitud que debe ser cambiado, y esperamos que eso pueda hacerse ahora en tanto exista –creo que va a existir– la financiación necesaria.

EC – ¿Dónde tiene hoy por hoy sedes en el interior la Universidad de la República? La más importante es la Regional Norte, en Salto, ¿no?

RG – Exacto. Es allí donde tenemos, desde el punto de vista de la concentración de docentes, de estudiantes, la edificación, los aspectos edilicios mejor resueltos y donde podemos decir que está la principal concentración. Sin embargo tenemos un importante centro universitario en Paysandú, otro en Rivera y luego sedes universitarias en Tacuarembó, Colonia y Maldonado, donde hay ofertas muy pequeñas e insuficientes respecto de la demanda.

Este es otro dato de la realidad: la Universidad no puede ir más allá en su capacidad de reclutamiento de estudiantes que los que egresan de secundaria. En este momento en el bachillerato tenemos más estudiantes en el interior que en la zona metropolitana, por tanto parece imperativo un énfasis descentralizador que lleve una universidad que hasta ahora tiene, como es notorio, una muy fuerte concentración metropolitana, como lo indican las cifras que señalé, a una universidad concebida como una red que trabaje sobre el país en la cual el nodo metropolitano sea uno más de los cuatro que tendríamos que localizar y construir en el interior del país.

EC – Se proyectan nuevas sedes en Maldonado y Colonia.

RG – La idea es esencialmente cubrir regiones. Una región estaría en la zona Oeste al norte, Paysandú y Salto; al sur, Colonia para el Oeste y Piriápolis para el Este y luego en el Noreste la zona de Rivera-Tacuarembó. Serían nodos regionales, como lo sería también el nodo metropolitano, cubriendo no ya meramente Montevideo, sino extendiéndose hacia lo que los estudios demográficos indican, una concentración cada vez más fuerte de población no sólo en la zona de la costa sino en las vías de acceso a Montevideo.

EC - ¿Y con qué opciones de estudio en esos nodos?

RG – Lo primero es que uno de los aspectos autocríticos fuertes respecto de la descentralización que se ha hecho es que es una descentralización meramente de carreras, esto es, casi nada más que la función de enseñanza. No se ha descentralizado –y esto es una clave– lo que tiene que ver con grupos de investigación significativos y grupos de investigación que estando en el interior del país focalicen su tarea, su preocupación, sus inquietudes intelectuales con relación a los problemas locales. Este aspecto debe ser fuertemente estimulado, se han pensado mecanismos para hacerlo posible y por cierto que abrir en el interior no una reproducción de lo que es hoy o ha sido en el pasado la oferta universitaria de Montevideo, sino ir a ofertas por áreas. Hoy tenemos las facultades organizadas por áreas, actúan en los ámbitos representativos más importantes asesores del Consejo Central de esa manera, no hay representación por facultad sino por área, y la idea es que cada área sea una puerta de acceso. Esto es, cinco puertas de acceso para las 90 opciones de títulos terminales que hoy ofrece la Universidad. Este proceso facilitará la descentralización porque hace colaborativos los esfuerzos de los distintos servicios en la construcción de estas puertas de entrada comunes.

EC - ¿Cuánto dinero se destinará a la política de descentralización?

RG – Estamos hablando de partidas anuales, le digo la de 2009 porque es la más significativa –va creciendo en el curso de los cuatro años que van de 2006 a 2009–: sería de unos 110 millones de pesos. Estaríamos hablando de unos 4.000.000 de dólares de incentivos; esto es, hemos pretendido, planteado, y así lo verá usted en el Plan Estratégico, en particular le sugiero que lea todo lo que tiene que ver con la parte de enseñanza y extensión, hay un fuerte capítulo en cada uno de ellos vinculado a las acciones descentralizadoras. Pero además de los dineros que vengan de esos proyectos institucionales organizados en extensión, investigación, enseñanza, va un refuerzo de unos 4.000.000 de dólares, de manera que podríamos decir que vamos a invertir sólo en lo que es operación; la parte edilicia va por fuera y las estimaciones son bastante optimistas en cuanto a posibles colaboraciones –ya se han ofrecido– de las intendencias en cuanto a favorecer la localización de la actividad universitaria en los lugares que señalé.

EC - ¿Cuándo se supone que estarán funcionando estos nuevos nodos regionales?

RG – De hecho esto arrancaría con la vigencia del nuevo presupuesto, en 2006, y esperamos que la construcción de los mismos comience de inmediato. ¿Cuándo les daremos a estos nodos un carácter de sede regional? Eso dependerá de cómo se vaya logrando la concentración en particular de investigadores que, naturalmente, aparte de investigar enseñarán, etcétera. Es decir que procuraremos no hacer de los nodos regionales meras instituciones enseñantes, sino que deben incorporar todas las características de una universidad moderna, y tiene esta posibilidad la Universidad en cuanto también se plantea un fuerte crecimiento, un crecimiento considerable, de su plantilla de investigadores.

EC – Un último punto a propósito de la descentralización. Ya mencionamos que la mayor de las sedes que la Universidad tiene en el interior es la de Salto, la Regional Norte; allí se dictan las carreras de Agronomía, Veterinaria, Arquitectura, Química,  Derecho, Enfermería, está la Escuela Universitaria de Música pero hay críticas a la forma cómo funciona este centro hoy en día en el siguiente sentido: las únicas carreras largas que se pueden completar allí son Escribanía y Abogacía, el resto deben ser completadas en Montevideo, con lo cual a aquellos jóvenes que quieren un título universitario pero no se encuentran en condiciones de viajar a la capital se les termina planteando el dilema de ser abogados o escribanos o nada. ¿Está previsto solucionar este tipo de situaciones que pueden terminar distorsionando artificialmente el mercado de trabajo? De algo de eso se habla en Salto a propósito de un exceso de abogados por esta razón.

RG – Sí, esto que hoy estamos observando es en buena medida una suerte de reflejo del propio país. De hecho, además, si usted quiere más crítica con relación a esto, podemos decir que estas carreras a su vez están funcionando con una mayoría muy significativa de profesores que viajan, es decir que ni siquiera estas carreras, con las características tradicionales que tienen, se han podido sostener con una masa docente calificada local. Ésta es la práctica que se pretende cambiar.

En alguna medida también en Regional Norte aparecen nuevas prácticas ya en los hechos. En este sentido Ciencias Sociales hoy en Regional Norte ofrece la posibilidad de ingresar a un ciclo básico sustancialmente más moderno que el que se tiene implantado en Montevideo. Es un ciclo inicial que permite todas las opciones de la carrera, cuando en Montevideo se llega a las distintas opciones por tramos iniciales diferentes. Además hay que decir que la Facultad de Ciencias Sociales tiene en Salto un destacado equipo de personas que investigan, que están a tiempo completo, que han hecho sus posgrados en el país o en el extranjero y han vuelto a la zona de la cual son originarias. Entonces contrapongamos lo que usted señalaba, a lo que yo le agregaba algún elemento crítico más de lo que son las carreras tradicionales, a una oferta nueva, moderna, como es la de Ciencias Sociales, respecto de la cual creo que ella misma tiene que evolucionar, pero las otras ofertas tienen que irse pareciendo a esta que permite destinos diferentes en el área de ciencias sociales y sin embargo abre una sola puerta.

Usted se preocupaba por la posibilidad de terminar localmente. Ahí hay un elemento que no le señalé –esto lo tiene usted también en el material que le hicimos llegar–, que son los planes conjuntos con ANEP. Éste es otro aspecto muy fuerte, muy importante, en el relacionamiento ANEP-Universidad que, salvo en el período 1990-1995, ha sido prácticamente nulo. Ahora se tiene una comisión trabajando en esto que ha elaborado tres áreas de vínculo fuerte ANEP-Universidad, una de las cuales es la oferta fuerte, con un financiamiento considerable, referida a enseñanza terciaria, no universitaria en el sentido de que no se lleva al nivel de licenciatura, pero sí con la capacidad posterior, si el estudiante quiere hacerlo una vez que llega al título terciario, de seguir carreras universitarias afines. Es el caso –ya existe desde hace unos cuantos años, sobrevivió a la época de Rama pero no se incrementó– del tecnólogo mecánico que se hizo con al Facultad de Ingeniería. El tecnológico que finaliza los tres años puede continuar en la Facultad de Ingeniería, en su mochila lleva créditos equivalentes a dos años de la facultad, que usted conoce porque como alguna vez me dijo fue estudiante allí.

A lo que voy es que esta continuidad por un lado estaría asegurada en las ofertas terciarias, que se incrementarán, serán modernas, se piensa una primera fuerte con relación a tecnólogo en informática y otra vinculada a esta zona de la que estamos hablando, Paysandú, Salto –más Paysandú que Salto–, vinculada a tecnología de la madera. Esas carreras son terminales pero, además, al estudiante que avance bien y tenga un buen desempeño deberemos asegurarle –es perfectamente– una beca de modo que pueda, habiendo ya mostrado que es exitoso en la enseñanza universitaria, si lo desea, la continuidad de una carrera universitaria aun cuando la misma no se dicta localmente; si se dicta localmente todo será más fácil.

EC – Una de las críticas que suele recibir la Universidad de la República es el desfasaje, por lo menos relativo, que existe entre su oferta de profesionales y las necesidades reales del mercado laboral. En ese sentido un caso bastante notorio de los últimos años es el del sector software, una industria que al día de hoy demanda más profesionales que los disponibles. ¿Ustedes tienen diagnosticado esto como un problema? ¿Se va a trabajar sobre esta cuestión?

RG – Sobre esto hay un hecho real: la Universidad no controla el mercado. Usted recordará que en los años sesenta la Universidad hizo un enorme esfuerzo, sobre la base de toda la perspectiva desarrollista que en aquel momento existía, para impulsar en particular la agronomía. Se radicó en el interior la estación que ahora denominamos Mario Cassinoni, en las proximidades de Paysandú, fue una operación exitosa, la primera que se hizo, y quizás todavía podemos decir la única, salvo este ejemplo de Ciencias Sociales que le mencioné, de radicación en el interior de un contingente importante de varias decenas de investigadores de calidad y en actividad. Se logró en aquel momento y había una expectativa muy grande en cuanto al crecimiento de la Facultad de Agronomía, a la que se dotó en su momento de un importante presupuesto. Sin embargo hoy la de Agronomía es la facultad que menos crece y es a su vez la profesión –hablando de los agrónomos egresados– que tiene mayor tasa de desempleo. Ahí se confió, se pensó que efectivamente el país iba a tener una eclosión de tecnificación a nivel del agro, eso no ocurrió y el intento de la Universidad quedó parcialmente frustrado, en el sentido de que lo bueno que se tiene, investigadores de calidad, gente que se ha formado, etcétera, todo ello habrá de servir a un proyecto de país donde efectivamente se tecnifique más el agro.

Con relación a la informática, lo conozco bien porque me tocó ser decano de la Facultad de Ingeniería entre 1992 y 1997. Allí recibimos de la dictadura una enseñanza que no tenía nivel de ingeniería, era una enseñanza de nivel de tecnicatura en materia de computación. Mi predecesor en el decanato, el ingeniero Abete, tomó una medida muy antipática, que fue cerrar ese ingreso, pero con un objetivo que finalmente fue la base de todo lo que hoy está ocurriendo. El objetivo era enseñar en serio ingeniería de computación. Así se envió a la gente al extranjero –no había posibilidades de hacerlo localmente en aquel momento, no había oferta de posgrado–, se financiaron por parte de la facultad estas licencias con goce de sueldo –mientras se cortó la enseñanza de la tecnicatura–, las personas rindieron muy bien en el extranjero, se calificaron y se les dio un lugar adecuado a su nueva calificación en la Facultad de Ingeniería; ahí ya estábamos en la etapa de mi decanato. Luego esto continuó, se abrió la carrera de Ingeniería, ahí en serio, con un plan moderno de cinco año –recuerde usted que redujimos la longitud de los planes de seis a cinco años–, arrancaron en 1997 los nuevos planes modernizados de la Facultad de Ingeniería, que son los que rigen actualmente, y ahora la computación ocupa más de la mitad de los estudiantes de la facultad.

EC - ¿Cómo tienen que ver esos antecedentes con la pregunta que yo le hacía y la situación de hoy?

RG – Debemos hacer un fuerte énfasis –dado que efectivamente ya hay inversores privados e incluso empresas nacionales de gran porte en esta materia, que están exportando, que están bien insertas en el mercado global– en esta conexión con ANEP. Uno de los capítulos son las tecnicaturas que le señalé.

EC - ¿Cuál puede ser? ¿La orientación vocacional?

RG – Es la interfaz, justamente, porque nosotros no podemos tomar más estudiantes de ingeniería que los que ingresan, son pocos. Tienen que ingresar muchos más y la mitad en este momento ya está optando por computación. Esto puede perfectamente mejorarse, pero lo que hay que mejorar sustancialmente es el ingreso; para ello en esta interfaz los aspectos de orientación vocacional son capitales, y también, en el caso de las ingenierías en particular, hay una gran diferencia entre lo que se les enseña a los estudiantes, la formación que recibe el estudiante en la enseñanza media, y las exigencias que luego tiene en la facultad, que son fuertes. Esto debe combinarse, debe acordarse, de modo tal de eliminar ese salto que constituye la causa del fracaso de muchos muchachos, logremos mejorarlo sustantivamente, lo que supone mejorar un aspecto central, que es mejorar la enseñanza de la física, la matemática, la ciencia en general, en la enseñanza media. Es otro de los problemas, todo lo que tiene que ver con la formación docente, que aborda esta acción conjunta. Son tres proyectos, uno que aborda la interfaz, uno que aborda las tecnicaturas y otro que aborda la formación docente. Tenemos gran esperanza en esto, hay muy buena actitud de ANEP, y desde el punto de vista de la Universidad tendrá todo nuestro apoyo.

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EC – Quedan muchas preguntas, el tiempo se nos ha ido, pero no quiero dejar de plantearle la pregunta a propósito de ingresos a la Universidad, esa polémica que se desató a raíz de declaraciones por un lado del ministro Mujica proponiendo exámenes, limitación de ingreso en algunas carreras, y por otro del ministro Astori insistiendo en la idea de cobrar una matrícula. Mi pregunta muy puntual es: ¿está en los planes por lo menos poner a discusión el tema de la matrícula universitaria, o está directamente descartada de plano?

RG – Sin profundizar en lo central del tema, respecto de su pregunta, los temas en la Universidad no se ponen ni se dejan de poner en discusión. Tenemos el gobierno más democrático que puede uno concebir en materia universitaria, tenemos un electorado que equivale a 170.000 personas aproximadamente en este momento, los egresados eligen sus representantes, los estudiantes los suyos, los docentes los suyos, se integran los claustros y los claustros eligen a su vez a los decanos y al rector. En este ámbito de organismos que funcionan –permanentemente están en funcionamiento los claustros y los consejos–, que administran la Universidad en todos sus aspectos, imagínese que nadie puede prohibir que se discuta. Basta que un miembro de una asamblea de claustro, basta que un consejero en el Consejo Central lo plantee y aparece en los órdenes del día. Así que la Universidad históricamente –y no ha cambiado en nada este aspecto– está abierta a todas las discusiones que se planteen.

También le señalo que en la interna universitaria el problema del cobro de matrícula ha aflorado muchas veces planteado desde afuera y hay una sustantiva mayoría –no quiero decir unanimidad– en cuanto a que incorporar matrícula con algún significado económico –dado que hay planteos que vienen de Economía– contribuiría de una manera muy fuerte a generar una suerte de nuevo gran obstáculo para las familias. Porque hoy no es que un estudiante universitario sea gratuito, hay que mantenerlo al chico, hay que darle de comer, comprarle la ropa, los libros, etcétera. Es decir que la matrícula –y estamos hablando del orden, para darle valores bajos, de 3.500 dólares al año– constituiría un bloqueo, salvo para aquellos cuyas familias puedan pagar. Le estoy hablando de las matrículas mínimas que hoy se cobran en Chile, que financian aproximadamente un tercio de los costos finales de los estudiantes. Pero su discusión, como todos los temas, está absolutamente abierta a que los actores de la vida universitaria, que son los órdenes y sus integrantes designados consejeros o integrantes de las asambleas del claustro, la planteen.

EC – ¿Ése es el análisis incluso en el caso de que existan becas al mismo tiempo?

RG – Justamente, hoy los egresados universitarios pagamos 3,33 sueldos mínimos al año, de donde se deriva un sistema de becas, que se llama Fondo de Solidaridad –son 4.000 becas al año–, que atiende las situaciones, no digo todas pero un número considerable, de chicos que aun cuando existe gratuidad no pueden estudiar si no es con este apoyo. Es decir que sí, becas sí, y si pudiéramos incrementarlas –y hay algo de esto planteado en el Plan Estratégico– lo haríamos, justamente para salir a la búsqueda de aquellos estudiantes que no pueden estudiar aun cuando se tenga una situación de gratuidad como la que ahora existe –y espero que se mantenga–.

Recuerde que la tasa media que hoy tenemos, de 30 por ciento para el país, hoy en los países desarrollados es el doble. Es decir que hacia adelante –país productivo mediante, etcétera– la tenemos que hacer crecer, tiene que crecer, los estudiantes de secundaria van comprendiendo cada vez más que el único destino posible para no quedar excluidos en el futuro inmediato es entrar al estudio universitario. Para ello hay que hacer una tarea de remover obstáculos, no de poner obstáculos. Ésta es, por el momento, la opinión predominante en la Universidad, pero estamos absolutamente abiertos a discutirlo en los ámbitos correspondientes, si se plantea.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe