Unos 650 africanos intentaron saltar, durante la pasada madrugada, la valla de alambre de púas que separa Melilla -ciudad autónoma española en el norte de África- de Marruecos. De estos, aproximadamente 350 lograron entrar. De los tres casos ocurridos, desde que empezó este fenómeno hace más de una semana, este último fue el más violento y numeroso.

El gobierno español dispuso que del lado de Melilla haya una guardia para reforzar el cuidado de la frontera de 600 soldados.

La técnica de los inmigrantes clandestinos es organizar grupos numerosos. Luego, y ayudados por escaleras de madera, saltan la valla sobre el alambre de púas. Algunos relataron que esperan durante meses la oportunidad para cruzar. Cientos han resultado con heridas de todo tipo y ya murieron cinco africanos.

En este último intento, de los 350 inmigrantes que lograron pasar hay 135 que resultaron con heridas de distinta consideración, cinco de ellos de gravedad.

Pero también resultaron lesionados siete miembros de las fuerzas de seguridad, situación que hasta el momento no había ocurrido. Algunos guardias recibieron pedradas y uno resultó con traumatismo cráneo-encefálico severo. Además, varios soldados fueron mordidos en los brazos.

Estos 350 africanos que entraron a territorio español se suman a los más de 1.000 que ya lo habían logrado con anterioridad. Estas personas no tienen lugar adonde ir, pero tampoco pueden ser deportados.

Los inmigrantes clandestinos de África arriesgan sus vidas para encontrar un trabajo que les permita sustentar a sus familias en su país de origen.

Esas personas son ingresadas en centros especiales y a los 40 días son liberados con una orden de expulsión que no se cumplirá porque no hay documentos que indiquen la ciudadanía del inmigrante clandestino.