Entrevistas

Sorprendente fuga del Penal de Libertad

Un peligroso criminal local y un connotado narcotraficante internacional fugaron fácilmente del Penal de Libertad. Sorprendentemente cándida o burdamente corrupta, la guardia del establecimiento los dejó salir cayendo en un prentendido operativo de Inteligencia. El encargado de Relaciones Públicas de la Dirección Nacional de Cárceles, Juan Carlos Duré, dijo que el procedimiento con el que lograron el escape "ni siquiera es normal".

(Emitido a las 7.39)

EMILIANO COTELO:
Estamos todos de lo más impresionados por esta fuga que se produjo ayer en el penal de Libertad, al mejor estilo Misión Imposible, según titula hoy el diario El País su crónica.

El Observador, por su lado, dice que el oficial de guardia a cargo ayer en el penal de Libertad "es un idiota o hubo una corrupción gigantesca". Ésta era la frase que más se repetía en la Dirección Nacional de Cárceles (DNC) tras conocerse la fuga de dos de los presos más peligrosos alojados en ese centro de reclusión, Julio Walter Guillén Bustamante, alias Cotorra Loca, y el israelí Yehoram Alal, bautizado como el Zar del Éxtasis, se fugaron del establecimiento penitenciario de Libertad alrededor de la hora 2 de la madrugada de ayer.

El diario La República, por su lado, aporta este otro enfoque, recuerda que hace un mes había advertido que un abogado de Montevideo había recibido la suma de 250.000 dólares para solventar los gastos de expertos en rescates. También se dijo que desde la ciudad de Tel Aviv habían partido dos especialistas en fugas, razón por la cual el Mossad le advirtió al jefe de Policía de Montevideo a propósito de la posibilidad de que se intentara la salida de la cárcel de Yehoram Alal. Recuérdese que en aquel momento el israelí se encontraba alojado en Cárcel Central. Fue entonces, a partir de este alerta que vino del Mossad, que el jefe de Policía de Montevideo ordenó el traslado. El jerarca, viendo que la situación era delicada, resolvió de inmediato enviar este preso a la cárcel de máxima seguridad del país, el penal de Libertad. En su momento se aseguró que el traficante de armas, explosivos y éxtasis estaba bien custodiado, pues se había dispuesto una férrea vigilancia sobre él hasta que se definiera su extradición a Estados Unidos o Israel, las dos naciones que ya habían enviado los exhortos correspondientes para ponerlo frente a sus respectivos tribunales.

Parecía un hecho que el israelita iba a intentar escaparse nuevamente, aunque de ninguna manera se pensó que pudiera ser de la forma como lo hizo, a las 2.30 de la madrugada de la víspera. A esa hora tres hombres mayores enfundados en gabardinas inglesas arribaron en un moderno automóvil a la entrada del penal de Libertad en el departamento de San José. Los tres bajaron al mismo tiempo y con paso seguro se dirigieron hacia la sala de guardia, en la puerta principal. Los soldados de la vigilancia perimetral externa observaron los movimientos pero no sospecharon nada extraño. Tampoco sospecharon los policías de guardia, ya que horas antes habían recibido una llamada telefónica presuntamente del subjefe de la prisión que avisaba del operativo de traslado de los dos reclusos. En consecuencia, estos guardias recibieron con mucho respeto a sus "superiores" de la Dirección de Información e Inteligencia (DNII), quienes exhibieron una serie de documentos que los habilitaban para llevarse del lugar a dos reclusos, nada menos que el israelí Yehoram Alal y el temible delincuente uruguayo apodado Cotorra Loca.

El oficial del penal que revisó los papeles "comprobó" que todo estaba en orden y ordenó a los subalternos que fueran a buscar a los dos presos a sus respectivas celdas. En contados minutos ambos reclusos ya estaban apoltronados en el asiento trasero del vehículo. Los presuntos agentes de inteligencia agradecieron la colaboración, saludaron a los guarda cárceles y emprendieron la retirada a marcha moderada. No tenían por qué huir, no tenían por qué salir disparados; después de todo se trataba de un operativo de rutina, no había necesidad alguna de hacer chirriar las gomas.

Horas después el penal de Libertad y la DNC se convirtieron en un hervidero de investigadores de las más variadas reparticiones del Ministerio del Interior. Asumidos el asombro, la audacia de los rescatistas y el garrafal error de los funcionarios, se radió a los puestos fronterizos, a través de INTERPOL, el pedido de captura recomendada de los cinco individuos, quienes a esa altura, seguramente, ya habían cambiado de auto.

El Ministerio del Interior dispuso de inmediato un sumario administrativo masivo para toda la guardia penitenciaria y para los jerarcas, además del arresto preventivo, en el entendido de que pudo haber complicidad de alguno de ellos con los especialistas del rescate.

Estamos en diálogo con el inspector mayor Juan Carlos Duré, director de Relaciones Públicas de la DNC.

***

Inspector Duré, quería preguntarle en primer lugar qué novedades hay en la investigación de esta fuga tan pero tan impresionante del día de ayer.

JUAN CARLOS DURÉ:
Las novedades son prácticamente las mismas que lo que ayer se mencionó a los medios de prensa y a la opinión pública. La única novedad de última hora es que apareció el auto incendiado en Felipe Cardozo y Cochabamba, y de la investigación habría quedado detenido el oficial de guardia por orden del juzgado; va a ir hoy al juez y tenemos que aguardar la resolución judicial para ver si la justicia entiende que le cabe algún tipo de responsabilidad penal.

EC - ¿Qué es lo que en principio se ha averiguado en ese sentido? ¿Qué sospechas hay?

JCD – Le pido disculpas, pero como la investigación está en la etapa del presumario penal no podemos difundir información hasta que lo reciba el juez.

EC - ¿Es habitual este tipo de traslados en la órbita de la DNC, que personal de otras dependencias del Ministerio del Interior se presente en un centro penitenciario en la madrugada pretendiendo trasladar a uno o varios reclusos?

JCD – No, no es común, ni siquiera es normal, es un procedimiento completamente irregular. De ahí la eventual responsabilidad que le cabe al oficial.

EC – El argumento que esgrimieron estos presuntos funcionarios de inteligencia era que tenían que trasladarlos, ¿a qué efectos?

JCD – El oficial manifiesta que previo a la concurrencia de los supuestos policías recibió tres llamadas, una del director nacional de Cárceles, otra del subdirector nacional de Cárceles y otra del director del propio establecimiento avisándoles que eso iba a ocurrir y que estaban autorizados a retirar a estos dos delincuentes.

EC - ¿Pero con qué destino?

JCD – Para ser interrogados en la DNII. Recibe estas llamadas y posteriormente, a las 2 de la mañana, se le apersonan los supuestos policías, tres personas, uno de ellos se identifica con el grado de comisario y le exhibe un documento que autorizaba el retiro con la firma del director nacional de Cárceles, el inspector Navas. Ése es el argumento del oficial.

EC – Llama la atención que esos guardias hayan permitido que reclusos tan peligrosos fueran retirados simplemente en un automóvil particular por funcionarios a su vez vestidos de particular, sin medida de seguridad alguna.

JCD – Sí; lo de funcionarios de particular no debería llamar la atención por cuanto se supone que eran de Inteligencia, que no visten uniforme. Pero es como usted dice, debo reconocerlo, el procedimiento está muy lejos de ser normal, es por demás anormal e irregular, es un sistema que nunca se podía haber dado. Es decir, si hubiera sido necesario; nunca se dio, porque si hablamos de lo normal es lo cotidiano, lo que suele ocurrir todos los días. Eso no ocurre, está muy lejos de ser así, cuando se tienen que realizar traslados, sea a un juzgado, a un hospital, a veces a casas velatorias porque a los reclusos se les mueren familiares, sea a otras sedes policiales porque a veces son requeridos para la averiguación de algún tipo de delito, son llevados por personal de la propia dirección. A veces, si eventualmente no hubiera locomoción y los requiere alguna jefatura del interior, pone la locomoción, pero siempre son acompañados por personal nuestro, que va y viene con ellos. Hay una brigada especial preparada para esto, incluso para darles protección; usted habrá visto que a veces van reclusos a reconstrucciones o juzgados y se los quiere agredir. Hay una preparación especial de personal para darle la protección debida al recluso. Por algo el oficial queda detenido y va a ser sometido hoy a la justicia.

EC – Además otro factor: esto ocurre a las 2.30 de la madrugada. ¿Ese detalle no les llamó la atención a los guardias?

JCD – No. En este momento yo no puedo asumir la defensa del oficial a cargo ni imputarle ninguna responsabilidad, pero es uno de los elementos que se están manejando para poder entender. Quiero ser muy preciso en señalar que no me compete a mí atribuirle ninguna responsabilidad, pero es uno de los elementos por los cuales se está manejando la investigación.

EC – Por último, y ya no concentrándome tanto en la actitud y el comportamiento de los guardias del Penal de Libertad sino en la organización de la DNC respecto de estos dos presos: ¿no había para ellos, y especialmente para Yehoram Alal, un régimen especial de reclusión, teniendo en cuenta, por ejemplo, que se había advertido desde el servicio de inteligencia de Israel, el Mossad, que estaba planeando una fuga, razón por la cual se produjo su traslado desde Cárcel Central en su momento al penal de Libertad?

JCD – Debo volver a dejar bien claro que no puedo –menos en este momento– determinar si hubo una responsabilidad mayor del oficial a cargo. Pero todos los sistemas de seguridad que se pueda hacer, que de hecho los hay, quedan en manos de hombres. Si tenemos un personal que de alguna manera no cumpla con sus deberes, por más sistemas que haya siempre va a haber una brecha en el sistema, porque todo queda en manos de personas que tienen que cumplir con sus deberes y obligaciones. El tema es que cumplan. Están las previsiones, están las órdenes dadas, pero cuando fallamos las personas así ocurren las cosas.

EC – Porque se suponía que se los había trasladado al penal de mayor seguridad.

JCD – Al penal de máxima seguridad, dadas las condiciones de esta persona, que ya se había querido escapar. ¿Recuerda? Se quiso escapar de Cárcel Central vestido de mujer. Por eso fue trasladado ahí, debido a que en Cárcel Central había ideado una forma que casi le resulta, porque fue detenido prácticamente saliendo.

EC – También en esa ocasión fue un procedimiento muy pulcro, muy teatral.

JCD – Muy teatral, se había vestido de mujer, dos señoras le habían llevado ropa, una peluca incluso, y una funcionaria atenta –vio cuando hablamos de los sistemas– advirtió la forma de caminar de la persona, que podía ser no femenina, y las uñas. Para que usted vea, un funcionario y otro, lo atento de una funcionaria que se fija hasta en el detalle de las uñas de una persona que pretendía ser una dama; en cambio estos funcionarios y les entregan dos presos a gente ajena a la institución.

EC – Para terminar, el lugar donde se presentan estos tres supuestos funcionarios policiales a llevarse a los dos reclusos, ¿es la oficina de entrada? ¿Cómo se llama?

JCD – Es la oficina de guardia de acceso, porque la guardia se divide en guardia interna, que son las personas que están con los propios reclusos dentro de los módulos, y la guardia perimetral. Y está la puerta de entrada al penal, que es donde está el oficial de guardia con seis o siete personas para dominar todo el establecimiento.

EC – ¿En ese lugar no hay cámaras de televisión, no hay cámaras de video de seguridad?

JCD – No, no hay, es un proyecto que está previsto.

EC – Es muy extraña esa carencia, ¿no?

JCD – Acá los que mandan son los números siempre. Hay que tener presente algunas cosas, el propio Poder Ejecutivo declaró el estado de emergencia humanitaria en las cárceles; por algo está la ley de humanización; el tema consiste en que no hay rubros ni siquiera atender lo básico, que es la alimentación y la salud. Es todo importante, la seguridad también, si será importante, pero estamos con dificultades para poder darles de comer, a veces hay que sortear para decidir qué módulo va a recibir la leche.

EC – De haber existido cámaras en ese lugar estarían identificados los presuntos funcionarios policiales y se podría verificar de qué manera se comportaron los guardias.

JCD – Sí; la fuga se hubiera producido igual, pero con las cámaras habría una identificación más precisa. Pero insisto: es una falencia de las tantas que existen. Hay más elementos tecnológicos que se podrían utilizar, controles satelitales y demás, pero lamentablemente estamos muy lejos. La seguridad es física, en este momento no hay elementos... Fíjese que a veces no hay ni siquiera focos de luz porque hay problemas de rubros para poder comprar los focos, que además son especiales.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe