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En Uruguay actualmente hay más de 700 personas desaparecidas

Juan Ignacio Pertusatti hoy tendría 11 años, pero desde hace dos años no se sabe nada de él. Una tarde de 2003 salió de su casa para ir a comprar un helado y nadie más lo vio. Su mamá aún lo sigue esperando. La desaparición de Enzo Terra fue muy divulgada ya que sus familiares empapelaron la ciudad con su foto y lucharon para encontrar alguna pista que los llevara hasta él. Más larga es la espera de Ana Jabobazzo, que desde 1994 quiere recibir alguna noticia de su hija que desapareció cuando tenía 28 años. Estos no son casos aislados, en Uruguay hay más de 700 personas que un día desaparecieron y nunca más se supo de ellas. ¿Qué hace la policía para encontrarlos? ¿Por qué desaparecen? ¿Cuántos aparecen? ¿Cómo lo viven los familiares? Informe de Lucía Massa.

La cifra impresiona. Hablamos de 700 casos de personas ausentes, personas que un día salieron de sus casas y nunca más volvieron. Pero, además, hay 1.800 carpetas a estudio, es decir, casos sin confirmar de desaparecidos. Hay padres que desde hace 11 años que esperan una pista sobre sus hijos. De esas 700 personas ausentes, el 50% son menores de 18 años, es un fenómeno que hasta el año pasado se trataba de forma descoordinada por parte del Ministerio del Interior. Pero actualmente existe el Departamento de Registro y Búsqueda de Personas Ausentes, una dependencia dedicada a encontrar a estas personas.

En la página web del Ministerio del Interior se define la naturaleza jurídica del ausente. Textualmente, se trata de: "La desaparición de una persona física del lugar en que vive y se desenvuelve en forma habitual, sin haber notificado su intención de hacerlo". Pero en el caso de los menores de edad es diferente. Aunque un menor haya avisado que se quiere ir, este departamento lo busca igual. La única excepción es en los casos en que exista una denuncia previa de abuso sexual o violencia doméstica.

El Departamento de Registro y Búsqueda de Personas Ausentes en el caso de los adultos, sólo intenta encontrar a los que desaparecen sin avisar. Pero si la Policía encuentra a alguien que no avisó que se iba y esa persona le dice que no quiere volver a su casa, el Departamento de Búsqueda simplemente le comunica a la familia que esa persona está viva y se cierra el caso. Además, otra punta interesante, es que ellos no buscan a las personas que sean requeridas por familiares o conocidos por problemas de deudas o sucesiones o cuando también existan denuncias de violencia doméstica.
El comisario Robert Parrado, psicólogo y encargado principal de esta división. Parrado repite una y otra vez que las autoridades y la sociedad en general tienden a estigmatizar a la persona que desaparece y que es necesario entender que este es un problema que le puede pasar a cualquier familia, independientemente de clases socio económicas.

Parrado explica que la Policía trabaja para encontrar a estas personas cuando hay un muerto, que es cuando se pueden inferir cantidad de datos sobre su vida con una autopsia. Es decir, que a partir de una muerte se puede empezar toda una investigación hacia atrás en el tiempo. Pero cuando hay un desaparecido justamente lo que falta es ese cuerpo. En ese sentido, este departamento creó una técnica que denominan "retroproyección biográfica preapcentis", en términos más entendibles, se empieza a construir el rompecabezas de la personalidad de ese desaparecido a partir de todo su entorno. Se entrevista a los familiares, hablan con los amigos, van a la casa, al trabajo, a los lugares en los que se divertía. Pero incluso revisan a fondo sus agendas, averiguan qué comía y hasta cómo dormía.

Según informa el comisario Parrado, no paran hasta poder recomponer una especie de radiografía física y psicológica de la persona. Lo que sucede es que para encontrar a los ausentes es fundamental conocer a fondo los hábitos de cada persona. Uno de los casos que cuenta Parrado es el de los familiares de Atanasio González que denunciaron la ausencia. Al final, luego de investigar, el departamento se dio cuenta que había muerto en un accidente de tránsito. Pero no se dieron cuenta por su aspecto físico, sino porque había pasado demasiado tiempo. Identificaron a González por los datos personales que habían recopilado sobre el caso, explica Parrado. 

La mitad de los ausentes en Uruguay son menores de edad, estamos hablando de que faltan de sus casas 350 niños o adolescentes. Muchos desaparecen y aparecen rápido, pero puede pasar que se pierdan y les cuesta volver a su casa o que hagan alguna travesura. Esto fue lo que sucedió, por ejemplo, hace muy poco con el Pilsen Rock. Desaparecieron tres menores que aparecieron a los tres días. Pero también hay historias realmente dramáticas.

Parrado dice que hay que actuar con mucha más rapidez de la que se actúa hasta ahora. De hecho, según las estadísticas, si un niño o un adolescente va a ser víctima de un delito lo más probable es que lo sufra antes de que se cumplan las cuatro horas de su desaparición. El comisario derrocha optimismo y quiere creer que todo ausente se puede encontrar. Pero sabe que la realidad muchas veces demuestra lo contrario.

Si hablamos de niños, uno de los casos más emblemáticos es el de Juan Ignacio Pertusatti. Su mamá, Mary Suarez, cuenta que hasta dormía en la cama con ella porque le daba miedo dormir solo, que a veces iba en bicicleta a hacer mandados pero siempre volvía enseguida. Por eso ella está tan segura de que esa tarde pasó algo raro, algo que todavía nadie entiende. En ese momento Juan Ignacio tenía nueve años, fue hasta el almacén y hasta hoy nadie tiene ninguna pista. La mamá de Juan Ignacio está segura que él esta vivo y todas las noches piensa dónde estará y con quién.

Cuando desaparece un niño o un adolescente, muchas veces en el imaginario colectivo aparecen hipótesis terribles, como el tráfico de órganos. Parrado no descarta estas hipótesis: "Tiene que ver con todo, porque las hipótesis siempre están presentes. (...) Ojo, en el imaginario colectivo siempre está presente el tráfico de órganos", dijo Parrado.

Otras veces los niños se van porque encuentran un mundo nuevo en la calle y terminan mendigando. Estos casos se dan por lo general en las clases más bajas, según explica Parrado. Las ganas de probar algo nuevo se agudizan cuando llega la adolescencia en cualquier clase social. Las ganas de escapar de la autoridad de los padres, de tener experiencias fuertes. ¿Quién no se peleó alguna vez con sus padres y se quiso ir?, esta es la idea que maneja Parrado.

El caso de Enzo Terra fue de los más sonados, debido a que sus familiares y amigos se organizaron de tal forma que la imagen de Enzo, que en marzo de 2000 tenía 18 años, empapeló Montevideo y también se divulgó por todos los medios de comunicación. Incluso Publicartel les cedió tres carteles de vía pública en los accesos de Montevideo en los que se colocó su foto.

En el momento que desapareció Enzo no existía la repartición de Busqueda de Personas Ausentes y que el trámite era demasiado burocrático y complicado a nivel estatal, explica la mamá de Enzo, Sorais Padrón.

Parrado señala que el problema de las desapariciones largas es que no se puede descartar ninguna hipótesis. Imagínense lo que es eso para un padre que hace más de cinco años no sabe nada de su hijo y que cuando se fue era un adolescente. A Sorais se le pasan por la cabeza todo tipo de ideas.

La mamá de Enzo notó mucha solidaridad por un lado, pero también, como decíamos desde el principio, mucho morbo, en especial en el tratamiento periodístico que le dieron algunos medios de comunicación al caso de Enzo. 

¿Cuántos aparecen?
De los que les llegan directamente al departamento de Búsqueda y Registro de Personas Ausentes, el 60% aparece con vida. En los que les llegan vía registro, aparece el 40%. Parrado explica que un 10% del total aparece muerto, y que el resto no aparece nunca.

Parrado siente que podrían encontrar a muchas más personas desaparecidas, pero que le faltan recursos. El 20 de setiembre cumplieron un año y lo festejaron yendo a la explanada de la Intendencia a repartir fotos de las personas ausentes.

El departamento de Búsqueda y Registro de Personas Ausentes es una unidad policial nueva y por eso son muchas las necesidades que tienen. Necesitan, por ejemplo, una máquina digital, entre muchos otros materiales. También una computadora que permita hacer un envejecimiento de determinado ausente a través de una foto. Y, además, está en los planes de Parrado, como copiar el modelo estadounidense y poder poner las fotos de los desaparecidos en las cajas de leche. También aspiran a tener un perro de la repartición que los ayude en estas búsquedas. Además, se necesita que se "aceite" más la maquinaria entre los distintos actores involucrados y se logre mayor rapidez a la hora de hacer la búsqueda.

Parrado señala que las autoridades, los periodistas y la sociedad en general tienden a estigmatizar a los que desaparecen y que eso entorpece el trabajo de su departamento. Es lo que repiten todos los familiares.

La ausencia de Silvia Fregeiro es, según el comisario Parrado, uno de los casos en los que queda más claro cómo tendemos a estigmatizar. Todos los medios trataron el caso de Fregeiro titulando la noticia, textualmente, como: "la doméstica de Maldonado sigue sin aparecer". Lo que decía Parrado es que no se trata de una "domestica", se trata de una persona porque nadie diría el "contador de Maldonado sigue sin aparecer". Pero lo más curioso es la falta de rigor con la que se cubrió su historia, dado que Silvia tenía 28 años, era de Treinta y Tres, y en 1994 ya hacía dos veranos que se iba con sus hermanos a trabajar a Punta del Este. Nunca había trabajado como empleada doméstica pero ese año no consiguió otra cosa y entró a trabajar en una casa de familia. A los cinco días de empezar a trabajar llamó a su madre para decirle que no aguantaba más ese trabajo y que lo iba a dejar. Desde ese momento su madre, Ana Jacobazzo, no tuvo más noticias de ella, cuando la trataron de ubicar no la encontraron.

La madre de Silvia hace 11 años que espera noticias de su hija. Una pista, una llamada, algo. Jacobazzo sostiene que siente un gran desamparo, y sobre todo por la forma en qué estigmatizaron a su hija.

También hay registrados casos de personas que se van de sus casas porque quieren, aunque lo que señala Parrado es que no es como piensa la mayoría de la gente, que la mayoría del que desaparece, desaparece porque quiere. Pero cuenta que es cierto que se dan casos de personas que se van porque son víctimas de violencia doméstica, abuso sexual, casos de personas que deciden dedicarse a la prostitución, que se suicidan o gente que simplemente no quiere volver con su familia y decide vivir en la calle.