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La dislexia, el trastorno neuropsicológico más frecuente en niños

La dislexia es la incapacidad para el aprendizaje de la lectura y escritura y es el trastorno neuropsicológico más frecuente en los niños. En países de lenguas sajonas, algunos estudios indican que la sufre un 17% de la población escolar. En la lengua española los casos son menos, no existen estudios específicos al respecto, pero los expertos estiman que el problema afectaría a un 4%. En este informe averiguaremos: ¿Qué es la dislexia? ¿Cuándo se detecta? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Cuál es el profesional indicado para diagnosticarla? ¿Cuál es el tratamiento más adecuado? ¿Cuánto se puede mejorar? Informe de Santiago Díaz

Todos tenemos una idea de lo que es la dislexia, pero es importante definirla exactamente. La doctora Sandra Berta, integrante de la cátedra de neuropediatría de la Facultad de Medicina e integrante de la Clínica de Neurología Infantil, define el término y, además, cuenta en qué momento de la vida del niño empiezan a manifestarse sus diferentes síntomas.

"Se define como una alteración en el desarrollo del lenguaje donde hay una dificultad en la habilidad de la lecto-escritura. La persona con dislexia tiene una dificultad para leer y para escribir fundamentalmente. Y eso se empieza a manifestar en el momento que tiene que aprender a leer y a escribir. Antes de ese momento puede haber algún signo como un leve retraso en el desarrollo del lenguaje o alguna alteración en el desarrollo del habla, pero no hay nada que nos diga que ese niño que tiene  esa pequeña alteración valla a ser un disléxico. También pesan los antecedentes familiares", dijo  Berta.

La doctora hablaba del factor hereditario y esto es realmente muy importante, ya que 40% de los hermanos de disléxicos, son también disléxicos, y del 27 al 40% de los padres de los niños disléxicos, presentan también esta patología.

La mayoría de las consultas se dan porque el niño tiene dificultades en el aprendizaje. Muchas veces no necesariamente por una dificultad específica en la lectura, pero cuando el especialista estudia el caso en profundidad nota que el niño tiene una discrepancia en las distintas áreas del aprendizaje. El disléxico, generalmente es bueno en matemáticas, pero tiene dificultades importantes en la lectura y la escritura.

El diagnóstico no es sencillo, porque para saber que un niño es disléxico no basta sólo con que tenga problemas para leer y escribir. Hay que descartar  otras cosas que también pueden ser causantes de esa incapacidad que muestra. Por ejemplo, puede ser que el niño tenga dificultades sensoriales que propicien ese problema que tiene para leer y escribir. Puede tener un coeficiente intelectual demasiado bajo. Puede haberse integrado al sistema educativo demasiado tarde. Puede padecer déficit atencional, que es una patología que en ocasiones coincide con la dislexia, pero que no es dislexia.

Entonces, no alcanza con que un niño no pueda leer y escribir con normalidad para considerarlo disléxico. De esto nos habla la doctora Rosa María Díaz, integrante de la cátedra de neuropediatría de la Facultad de Medicina e integrante de la Clínica de Neurología Infantil.

"No es un diagnóstico sencillo, es un trastorno del desarrollo, neurológico. Hay que hacer una evaluación neuropsicológica global, porque es una dificultad la dislexia que no está explicada por un trastorno sensorial, ni por un nivel intelectual disminuido, un retraso intelectual. Porque un niño con retraso va a tener dificultades para leer y escribir. Entonces, es una discrepancia entre el nivel intelectual del niño y su capacidad lectora", sostuvo Díaz.

Respecto a las señales que dan la pauta de que un niño puede padecer dislexia, antes del período escolar el lenguaje es un indicador importante. Es decir, si esa media lengua tan característica de los niños pequeños se prolonga más de la cuenta hay que empezar a prestar atención. Además, el componente genético. La dislexia es hereditaria, así que si el niño tiene hermanos o padres con este problema también es para tenerlo en muy en cuenta.

Ya en el ámbito escolar, los problemas para la adquisición de la lectura y escritura son el indicador principal. Lectura demasiado lenta, dificultad para leer palabras aisladas, sustitución de letras y omisiones al escribir son comunes en estos niños.

En cuanto al tema del diagnóstico es importante fundamentalmente dos cosas: primero intentar que sea hecho por los profesionales idóneos para asegurarse de que sea el correcto y así llevar a la práctica el tratamiento correspondiente. Y segundo, tratar de tener un diagnóstico lo antes posible, porque, como pasa casi siempre, el éxito del tratamiento es mayor cuanto más temprano se comience.

Es importante identificar el problema cuanto antes, porque el niño disléxico sin diagnóstico, generalmente, la pasa muy mal en la escuela. Primero porque no puede hacer un montón de cosas que sí pueden hacer sus compañeros y , además, porque no sabe a qué se debe todo eso.

Pero también está la otra parte del asunto. Los diagnósticos que por ahí se hacen mal, se hacen en forma apresurada y que terminan determinando dislexia cuando en realidad no la hay.

"Poner el sello de disléxico a un niño tiene toda una implicancia de futuro, porque, por ejemplo, la escuela la hace de forma curricular, pero cuando pasa al liceo, está todo el tema de eximirlo de algunas materias. Y también lo que vemos mucho son niños o adolescentes que tienen el perfil disléxico", dijo Berta.

La dislexia es un problema crónico y si bien se puede mejorar, las limitaciones van a existir siempre. "Adquieren el código lector, logran leer y acceder al contenido de lo que están leyendo pero siempre es una lectura más dificultosa que en un no disléxico. Muchas veces se fatigan y pierden velocidad, sobre todo cuando leen en voz alta, leen mal, siguen cambiando letras", sostuvo Berta.

Un testimonio
Carlos, tiene una relación con la dislexia muy particular, tiene 62 años y cuando él era estudiante este tema se conocía poco y nada, por lo tanto pasó mucho tiempo sin saber de su problema y recién fue consciente de él cuando sus hijos también lo padecieron.

Marisa Chiappa es maestra especializada en dificultades de aprendizaje y tiene una larga experiencia en la reeducación de niños disléxicos. Es parte de la cátedra de Neuropediatría de la Facultad de Medicina y también es integrante de la Clínica de Neurología Infantil.

Chiappa contó que para la dislexia no hay métodos mágicos, pero que evidentemente se requiere mucha paciencia y mucha tolerancia para que el niño vaya adquiriendo los elementos necesarios para mejorar. Ella explicó dos casos bien específicos. Uno es de un chico que empezó a tratarse a los 13 años, estaba comenzando secundaria y no podía leer ni escribir. Es muy inteligente, ya que pese a esa situación, obviamente contemplado con sus maestras, nunca repitió un año. Nunca se le había atendido pero, una vez que se le diagnosticó una dislexia severa comenzó con el tratamiento. Por los canales tradicionales, no había caso, así que Chiappa comenzó a probar otras estrategias. A partir de ahí, este paciente pudo terminar secundaria y ahora se dedica a la pintura.

Chiappa explicó cómo combatir la frustración del niño durante el tratamiento, que, en definitiva, está intentando superar una incapacidad que lo limita y lo deja muchas veces en inferioridad de condiciones con sus pares. "Muchas veces esos niños sienten que son los incapaces de la clase. Esos niños con la evolución (del tratamiento) muchas veces van compensando esa falta de seguridad y estima. Hay chicos que mejoran y otros que no, y hay que encararlo desde el punto de vista de una psicoterapia", dijo.

Como ya dijimos antes, la dislexia es crónica y no se cura definitivamente, pero Chiappa explica cuánto es lo que se puede mejorar: "Yo diría que un sujeto reeducado y que realmente llegó a un alza en su reeducación, podríamos estar hablando de que puede estar en 60 o 70% de sus posibilidades rindiendo en el futuro y con estrategias para enfrentar las mismas dificultades del exterior".

Por lo tanto, la incapacidad continúa. Debe entonces el docente enfocar al niño para que se dedique a áreas en las que esa dificultad no sea tan decisiva. "(Es importante) darle sensaciones de que ellos pueden hacer muchas cosas bien y sólo algunas mal. Los chicos que tienen dislexia es muy difícil que elijan una carrera que tiene que ver con letras. En general eligen lo científico o artístico... Uno trata de encarrilarlos para aquello que pueda servir como modo de vida", dijo Chiappa.

Existen lentes especiales que se utilizan para atenuar la dislexia, son de origen inglés, se basan en un sistema de filtros y el procedimiento. Consiste en probar, color por color, cada uno de esos ocho filtros. Se prueba por ensayo y error y a través de pruebas tanto de lectura como de comprensión lectora, se van viendo los resultados.

Aquí los comercializa a través de su óptica Estela Jinchuk, quien tiene además la representación en América del Sur y estuvo en Inglaterra haciendo un curso de capacitación para poder implementar aquí esta técnica. Según nos contaba Jinchuk hay una cantidad importante de casos de personas que se han probado los lentes y han tenido resultados muy interesantes.

"Se trata de una ayuda óptica que descubrió hace tres años atrás en Inglaterra, después de 15 años de investigación en la Universidad de Cambridge. Mi curiosidad pudo más que yo y me fui a Inglaterra a ver de qué se trataba y comprobé que eran filtros que ayudaban muchisimo a chicos con dificultades en el aprendizaje, pero sobre todo a chicos con dislexia... Y resolví traerlo a Uruguay. Somos el país pionero en Sudamérica. Ahora, próximamente, estaremos distribuyéndolo para Argentina y Brasil. Ya tenemos más de 1.200 casos testeados y hay más de 600 usuarios en Uruguay en este momento y gente que viene de países limítrofes", dijo Jinchuk.

De todas formas, estos filtros han generado en Uruguay ciertas dudas en cuanto a si son efectivos o no. De hecho, el Ministerio de Salud Pública (MSP) solicitó un estudio a la cátedra de Neuropediatría, a la cátedra de Oftalmología y a la cátedra de Neurofisiología para que determinara justamente eso. Estos analizaron una serie de casos de dislexia, probaron la lectura con los lentes y no encontraron mejoría.

Por lo tanto, al menos aquí en Uruguay, no hay estudios científicos que avalen la utilización de este artículo. De todas formas, quienes quieren probar esta técnica pueden llamar al 712 35 25, que es el teléfono de la óptica.

Finalmente, cabe destacar que existe una Asociación de Dislexia del Uruguay y el que quiera vincularse puede hacerlo a través de la página web http://www.sociedaddedislexia.org/. También existe una asociación de padres de niños con dislexia, y por último, todos los profesionales que consultamos en este informe atienden en el Hospital Pereyra Rossel en el ámbito público y en la Clínica de Neurología Infantil en el privado.