Sobre el paro médico
(Mensaje enviado el viernes 11 de noviembre de 2005)
La semana pasada vi en la televisión al doctor Sanvicente del SMU ofuscado con una periodista que le había preguntado "dónde quedaba el Juramento Hipocrático" al poner en marcha la huelga y con de muy mal modo le exigía exigiéndole que apagara la cámara.
Al ver esas imágenes se me hizo evidente, una vez más, la necesidad que tiene la sociedad uruguaya de reflexionar acerca de cuán violenta es la violencia sindical en el sector salud, los desafíos bioéticos que genera una vez que se instala y si la suspensión de la asistencia sanitaria por razones sindicales es algo que la ciudadanía debe tolerar.
Status quo
Está impuesto y aceptado que, preservando la atención de emergencia, médicos, enfermeras y funcionarios pueden hacer reivindicaciones sindicales (en un 80% se trata de movilizaciones en demanda de mejoras salariales) si mantienen la atención de emergencia.
¿Esto debe ser así?
¿Las sociedades tienen que soportar que las dejen sin atención médica por razones sindicales?
¿Las razones sindicales son éticamente ajsutadas y suficientes para alterar el viejo pacto por el cual las sociedades admitieron la creación en su seno de un grupo depositario del saber de curar y cuidar al precio de poner su cuerpo y sus vidas a disposición de ese saber a cambio de que se preservara la vida?
Violencia en tercer grado
¿Cuán violenta es la violencia en salud? Este es otro tema a reflexionar.
Se trata, por lo menos de una violencia en tres grados. Supone la violencia propia y legítima de toda medida sindical, que -al suspender la asistencia- se ejerce sobre personas ya violentadas por la enfermedad, dependientes del médico y con su autonomía limitada (segundo grado) y como la enomre mayoría de los paros ocurren en el sector público donde se atienden los más pobres, impacta sobre gente violentada por las condiciones socioecómicas en que vive.
La cuestión ética
El silencio y la ofuscación de San Vicente, expresa una realidad contudente: Que puestos frente al desafío ético, médicos y trabajadores saben que no pueden sostenerlo y no quieren ni hablar del tema.
Saben que no pueden sostenerlo porque el derecho a la vida está claramente privilegiado por sobre el derecho a la sindicalización.
Lo tiene claro todo el mundo, pero como se trata de una cuestión de relación de fuerzas y sus organizaciones tienen capacidad para movilizarse y suspender la atención, la cosa sigue igual.
Hay sociedades que, entendiendo el valor de las demandas de profesionales y trabajadores en salud, no admiten la suspensión de la atención y gremios que buscan otras formas para lograr sus objetivos.
La sustentabilidad del sistema y los intereses de la ciudadanía
Está claro que es necesario reordenar el sistema de salud. La gente tiende a comprender las demandas de los médicos, porque confía en ellos y los respeta, pero es claro que los intereses de los médicos algunas veces coinciden con los de los ciudadanos, pero otras veces no.
Los médicos demandan más incremento de presupuesto para el sector salud y eso es algo que hay que ver.
Primero porque ya se gasta una suma más que considerable que se gasta muy mal.
Segundo porque si se trata de rubros que van al salario de los médicos, esto no necesariamente significa mejor atención médica.
Tercero porque la sociedad está soportando un número excesivo de médicos (solo Cuba tiene más médicos que Uruguay cada 10.000 habitantes). Con el agravante de que, en 1998, el gremio médico se manifestó por clara mayoría a favor de limitar el ingreso de estudiantes a Facultad, la Facultad ignoró el pronunciamiento y continúa lanzando al mercado más de 200 profesionales cada año. Se argumenta que la Universidad es autónoma y que no se puede hacer nada al respecto. Pero el Ministerio de Salud Pública bien podría tener una política de habilitación de títulos y de éste modo poner un poco de certeza en cuanto a las necesidades de profesionales y seguramente, daría un marco un poco más reflexivo a las excesivas expectativas que tienen los jóvenes frente a la noble y muy necesaria profesión médica.
Esto nos llevaría a evaluar si por este camino, la sustentabilidad del sistema.
Ya hay gente en el mundo pensando en los riesgos de colapso de un sistema que no deja de prometer -a sabiendas que es imposible- a la gente vida eterna y saludable, cuyos costos crecen permanentemente, en el que la desconfianza gana cada vez más espacio y que no logra desarrollar niveles de satisfacción y calidad acordes con los dineros que se las sociedades gastan en el.
Hechos esperanzadores
Aunque parezca imposible, racionalizar el sistema de salud es bien posible y más que necesario.
El sistema político no quiere ni meterse en el tema, pero hay experiencias que demostraron que es posible cambiar las cosas: el hospital de Tacuarembó, el reordenamiento que se realizó en el Fondo Nacional de Recursos (FNR) entre 2000-2005 (hubo un seminario y se editó un libro sintetizando esa experiencia) la experiencia del Centro Nacional de Quemados (CENAQUE) que funciona en el Clínicas. En el sistema de salud ya se comienza a hablar de las mejoras que se ven en los hospitales de Paysandú y de Flores (¿o Florida?), tal como se hablaba hace 8 o 9 años atrás del hospital de Tacuarembó.
Claro, hubo que tener voluntad política, claridad en cuanto a no dejase comprar por los distintos intereses en juego, estrategias sostenidas en el tiempo porque los cambios en salud no se hacen de un día para otro y gente dispuesta a ir para adelante.
La reflexión de la opinión pública sobre estos temas es determinante, especialmente en momentos en que gobierna el país una fuerza política con una vieja relación con el gremio médico, en la que los médicos tienen gran influencia y por que el presidente es médico, sigue ejerciendo la medicina y es empresario médico.
Esto no lo digo para hacer politiquita y cuestionar al presidente Vázquez. Lo señalo porque se trata de elementos que objetivamente no favorecen la racionalización del sistema de salud y para enfatizar en la necesidad de que la opinión pública comience a pensar en estos asuntos y a prepararse para tomar posiciones.
El sistema de salud es muy importante y afecta demasiado al vida de toda la ciudadanía. No se puede dejar solo en manos de los médicos.
Es cierto que se trata de temas complejos, pero avanzar sobre ellos -sin duda- mejoraría la cada vez más deteriorada relación que los médicos uruguayos tienen con la sociedad, vínculo que en los últimos tres años se ha enrarecido en gran forma.
No lo aburro más y quedo a sus órdenes.