Tras los hallazgos de restos, el obispo Pablo Galimberti propuso "un nuevo compromiso en materia de Derechos Humanos".

Galimberti llama a construir una "reconciliación superior"

Tras los hallazgos de restos que se presume son de desaparecidos, el obispo Pablo Galimberti propuso "un nuevo compromiso en materia de Derechos Humanos". "No se trata simplemente de culpar, lo esencial de la historia es poder rehacerla. Aunque hayamos metido la pata, aunque hayamos hecho un desastre, podemos redimirnos, podemos mirar hacia delante", afirmó.

(Emitido a las 7.55)

EMILIANO COTELO:
El obispo de San José, monseñor Pablo Galimberti, propuso un nuevo compromiso en materia de Derechos Humanos, desde una visión integral de éstos, aunque particularmente referido a los hechos ocurridos durante la dictadura. El obispo señaló en las últimas horas que a la luz de los recientes hallazgos "la sociedad uruguaya debe aprestarse a recorrer un nivel superior de reconciliación".

"Unos podrán decir que fueron hechos causados por la situación tan deteriorada que vivía el país en materia de Derechos Humanos, pero, no obstante esto, los hechos de la última semana, los hallazgos de los restos y los testimonios que se han conocido al respecto nos muestran que los seres humanos no podemos echar la culpa a la historia, a los demás, a las fuerzas anónimas de destinos ocultos, siempre detrás de los hechos, aunque parezcan desproporcionados o lejanos, hay sujetos libres y responsables que, aunque actuaron en tiempos oscuros, pueden, sin embargo, rehacer su historia y reconocer las ofensas".

Así dice una parte del mensaje que monseñor Galimberti dio a conocer a través de la FM que dirige en el departamento de San José y sobre el cual queremos conversar en este momento con el propio monseñor Galimberti.

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Monseñor Galimberti, ¿estamos hablando de un planteo que usted hace a título personal o en nombre de la Iglesia? Recordemos que usted es también presidente de la Conferencia Episcopal.

PABLO GALIMBERTI:
Fue a título personal, pero son propuestas a las que de alguna manera muchos de los obispos o la Iglesia en general podrían adherir.

EC – Usted sintió la necesidad de reflexionar después de las noticias tan fuertes que se dieron la semana pasada.

PG – Sí, efectivamente; suelo buscar algún tema, alguna noticia importante de la semana que se cierra. Evidentemente estos hechos eran los que más nos llamaban la atención, como a toda la opinión pública, ustedes muy bien los han seguido con todo el detalle que corresponde.

EC – Usted no es concreto en este mensaje –lo estuve leyendo– en cuanto a presentar una fórmula, pero habla de la necesidad de un nuevo compromiso en materia de Derechos Humanos. ¿A qué está aludiendo? ¿En qué piensa?

PG – En primer lugar porque he visto ya en algunos representantes de las Fuerzas Armadas, concretamente en el comandante en jefe de la aviación (Enrique Bonelli), utilizar la expresión "nunca más". O sea, van apareciendo estos lugares, estos huesos humanos de desaparecidos, y es de esperar que sigan apareciendo otros, pero al mismo tiempo me consta, he tenido alguna conversación con militares y con otra gente, que es necesario ir buscando un nuevo nivel de reconciliación, o sea de compromiso ético, no solamente respecto del pasado, sino también mirando a un futuro que construimos cada día, o sea todo acto verdadero. No se trata simplemente de culpar ni de buscar chivos emisarios en circunstancias oscuras, lo esencial de la historia es, justamente, poder rehacerla, eso es lo grande de nuestra libertad, que aunque hayamos metido la pata, aunque hayamos hecho un desastre, podemos redimirnos, podemos mirar hacia delante. Evidentemente, el que tiene fuerzas religiosas podrá hacerlo de una manera muy particular y profunda, pero también otros en un nivel ético pueden rehacer esto.

Fíjese que aun los fenómenos naturales que parecen sobrevenir inesperadamente, pensemos, por ejemplo, en un tsunami que costó al menos 160.000 víctimas en el sudeste asiático, aun allí o en Nueva Orleáns, en Estados Unidos –en cuya ocasión usted hizo unas interesantes entrevistas a su hermano–, hay situaciones que nos hablan, siempre se buscan responsabilidades en lo posible. En el caso del sudeste asiático no había controles porque la tecnología es muy cara, porque los costos son enormes y son para presupuestos militares, no se quieren bajar esos costos, son 800.000 millones de dólares gastados en un presupuesto militar en el año 2003. Así que el mundo tiene que reacomodarse éticamente. Y si lo pensamos en el gran mapa, en el tablero de la historia, este pedazo de historia nuestra ya se está haciendo, por eso es que yo me animé a expresar algo que veo que se intuye, se necesita, y la proximidad de las fiestas navideñas me pareció oportuna para tocar este tema.

EC – Usted enfatiza: "Cuando se produce una ofensa podemos hablar de una herida con tres dimensiones: el que ofende o victimario, la víctima y en tercer lugar el tejido social desgarrado, el cuerpo social enfrentado". Es a este último aspecto que se encamina su iniciativa.

PG – Justamente, porque hay heridas en una familia cuando hay rupturas, queda una desconfianza, mentiras, corrupción, ocultamientos, y cuando empiezan a salir estas cosas uno dice: ¿dónde está la culpa? ¿En uno, en otro o en ambos, en la desconfianza que se ha creado, en todo eso que hay que rehacer? Es una tarea que se ha ido haciendo en esta reconstrucción de la historia, o de la memoria, que ha costado pero que trabajosamente se va haciendo. También he tomado como ejemplo el acto muy valiente que hizo Juan Pablo II en el año 2000, replanteando asumir páginas del pasado. ¿Cómo puede uno solidarizarse con el pasado? En un esquema muy individualista uno dice: "¿Yo qué tengo que ver con esto? No soy yo, no lo hice yo, no fue mi partido, no fue mi familia". Sin embargo uno puede rehacer –esto es lo grande–, superar y plantear un futuro distinto. Esto es muy importante y nos da un aliento de esperanza.

EC - ¿Usted llega a imaginar algún camino en la búsqueda de esta reconciliación?

PG – No, lo planteo por ahora en esos términos.

EC – Porque uno de los caminos que permanentemente aparecen en el debate es el del pedido de perdón y del otro lado la aceptación de ese pedido de perdón. Me da la impresión de que usted va más allá de eso.

PG – Evidentemente, en cada uno de los lugares donde esto se está procesando, pongamos por ejemplo las Fuerzas Armadas, ya ha habido voces que han insinuado la necesidad de no estar siempre cargando sobre ellos esa responsabilidad. Como las fuerzas sociales o la sociedad civil está más disgregada no se ven tanto los responsables de la caída de las instituciones, del derrumbamiento de la democracia, en fin, hay muchas cosas que se visibilizan en esas personalidades colectivas, uno dice el comandante, el presidente de la República, etcétera, pero eso tiene que descender a los distintos niveles de responsabilidades.

Ahora se está intentando, como lo han planteado ustedes y se está planteando en el país, la enseñanza de la historia, aunque se ve siempre desde un punto de vista polémico, ¿se puede o no se puede? Son intentos, a veces fallidos, pero en definitiva es rehacer esta memoria que, evidentemente, no se va a solucionar con recetas ni simplemente con algunas técnicas importadas sino que necesita muchas elaboraciones, decantamientos y un estado espiritual que nos permita ir superando y construyendo este presente.

EC – Una pregunta que viene de la audiencia: Roberto, de la zona del Puerto, aquí en Montevideo, quiere saber si la Iglesia está de acuerdo con que estos asuntos vayan a la Justicia. ¿Qué papel le asigna a la justicia en ese proceso del cual viene hablando?

PG – Yo en lo personal pienso que esto está tocando el tema muy delicado, que tiene muchos puntos de vista técnicos, de la Ley de Caducidad y sus interpretaciones. En alguna medida puede ser posible, en el marco del artículo 4º de la Ley de Caducidad, pero no se trata –y eso es lo que temo– de reabrir un debate que costó tanto al país. Podría haber casos que estén previstos en la Ley de Caducidad, pero fuera de ese marco en lo personal estimo que no se debería incursionar mucho porque nos costaría mucho salir hacia arriba.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe