Otra perspectiva sobre la polémica por las plantas de celulosa
(Mensaje enviado el miércoles 18 de enero de 2006)
La Administración de Vázquez no sólo ha tenido que asumir el desafío de estrenar gobierno, sino que se ha visto enfrentada a temas totalmente inéditos.
De todos los temas que aborda esta administración el que resulta casi disparatado es el de las plantas de celulosa, o el de las papeleras, como muchos equivocadamente gustan denominar.
Que las industruas contaminan... vaya novedad, basta sólo con detenerse en fotografías de lo que fue el viejo paseo del Arroyo Miguelete para evidenciar cómo puede degradarse un ambiente. Pero no menos cierto es que detrás de toda la contaminación, y para ello es válido el ejemplo del Miguelete, pueden adoptarse medidas correctivas, medidas paleativas y medidas preventivas.
Y tal vez ese resulte el mayor desafío del hombre, desarrollar industrias que por un lado conlleven beneficios para el hombre pero que al mismo tiempo no ocasionen perjuicios tan grandes y profundos que las invaliden.
Encontrar ese justo equilibrio, que no es tarea fácil, debe ser la preocupación constante de todos los involucrados; profesionales, técnicos y trabajadores nucleados en cualquier emprendimiento industrial y todos aquellos que desde el Estado deben cumplir rigurosos controles.
Encontrar ese justo equilibrio, supone transitar por el camino del éxito porque entre otras cosas se habrá logrado la aceptación social y cultural de un pueblo, un Estado o una nación.
Encontrar ese equilibrio, también supondrá la aceptáción del emprendimiento industrial por parte de los grupos ambientalistas, defensores a ultranza de todo aquello que atente contra el equilibrio ecológico, aunque muchas veces ni siquiera sepan bien que quiere decir.
Y muestras claras del desconcimiento del significado real de lo que representa el equilibrio ecológico, son el conjunto de medidas de protesta por el que han optado estos grupos ambientalistas piqueteros, estimulados por una farándula porteña que resulta proficua en opiniones pero extremadamente magra en fundamentos.
Protestan contra las plantas de celulosas, y no han encontrado mejor expresión que evitar la libre circulación de personas en el período estival que no tiene otra lectura que persuadir cohersitivamente a los hermanos argentinos a que no vengan a nuestro paísen sus merecidas vacaciones.
Resumiendo es una clara medida contra el turismo.
Turismo que como se sabe, o tal vez los ambientalistas desconocen, es una industria y tal vez de todas las actividades industriales la menos contaminante, es por ello tal vez que se le denomine "industrias sin chimeneas".
Volvemos entonces al tema de los equilibrios, los analistas que se oponen a la contaminación del medio ambiente generada por los procesos industriales, no encuentran mejor modo de protesta que atentar contra la industria que menos perjuicios ocasiona a lo que ellos tanto defienden.
Parece inaudito, la pregunta es... Será falta de conocimiento global, será falta de conocimiento global, será falta de conocimiento ambiental, o simplemente será falta de conocimiento y punto.